Karen, la protagonista principal de la novela El Club Gastronómico, su
marido Michel y sus dos hijas dejan Ámsterdam para trasladarse a un ambiente
más rural sin saber que con ello cambian la libertad anónima de transitar por las
calles y establecimientos de una ciudad, por el escaparate que supone moverse por un
universo tan reducido como una localidad campestre y también sin pensar que la
soledad pretendida puede llegar a ser más opresiva que el bullicio de la
muchedumbre.
Si a todo eso le sumamos la pérdida progresiva del contacto con sus
amistades de siempre, en el primer año se suceden las visitas, pero ya en el
segundo las ocupaciones diarias, la pereza de los desplazamientos y la falta de
temas de conversación comunes perfilan el aislamiento, acabarán enfermos de
salud.
Karen se siente prisionera en su libertad y necesita desesperadamente
establecer nuevas relaciones que llenen sus vacíos. Y por eso cuando conoce a
Hanneke y sus amigas vuelve a sentirse viva. Como su primer encuentro planificado es con una
comida, no sin roces ya que cada una marca territorio, deciden convertir en
asiduas estas ocasiones bajo el eufemismo de Club Gastronómico.
Pero en la novela para nada se fomenta este placer que es la gastronomía y
menuda dificultad tendrían para ello habida cuenta de su ignorancia al combinar
alimentos y al cocinarlos. Se podrían haber bautizado tranquilamente el Club de
las Tardes y sería igual de inexpresivo y soso.
Karen y Michel son los nuevos. Los recién llegados a un clan cerrado formado
por estas nuevas amigas de Karen y por sus maridos e hijos y con relaciones
complejas entre todos que ocultan más de lo que se percibe. Cinco parejas de
edades parecidas, con cierto poder adquisitivo y con percepción de triunfo
profesional. Jóvenes con ambiciones materiales y emocionalmente insatisfechos.
Cuando un incendio en uno de los hogares acaba con la vida de uno de los
miembros y hay que acoger a los sobrevivientes, algo empieza a torcerse en el
ambiente general del grupo.
Una segunda muerte posterior ¿coincidencia? viene a confirmar que la
alegría y el buen compañerismo escondían celos, dependencias y adulterios y que
ahora que todo se está resquebrajando, incluidas las máscaras de la hipocresía,
empiezan a aflorar los verdaderos yoes cargados de odio y recriminaciones.
La novela ahonda en estas interelaciones y en los comportamientos sometidos
a ellas, de unas personas que en sus actos demuestran un gran masoquismo
intelectual en su flagelación constante en busca de una autocompasión que no
consigue satisfacer sus más mínimas y elementales necesidades.
Saskia Noort, su holandesa autora, se ha dejado vencer por el enfoque psicológico de la narración
y no ha sabido parar a tiempo, restándole fuerza a la temática criminal.
El Club Gastronómico de Sakia Noort fue presentada como una revolución en
la novela negra de su país y si les gusta la disección insatisfacción cotidiana, van a disfrutar.
Club, tal vez, gastronómico para nada, novela negra depende.
Club, tal vez, gastronómico para nada, novela negra depende.
El regusto final acaba siendo como su gastronomía, precocinada y de marca blanca.