Blacksad vuelve
con música de motor, ya de coche, un cadillac eldorado, ya de moto, en una
aventura homenaje a las road movies
del cine norteamericano. Con sus amplios escenarios naturales y con sus icónos
culturales que convertidos en objetos de consumo se han dedicado a exportar
durante años.
Siempre hemos querido ver las road movies como un viaje hacia la libertad, no siempre alcanzada. Como un recorrido físico de traslado a otros lugares, para conocer nuevas gentes y nuevas comunidades y como un recorrido mental de descubrimiento y superación personal. Aunque la realidad, mucho menos romántica, haya significado la mayoría de veces huídas hacia delante con trágico final.
En esta road movie no falta de nada: moteros, gasolineras urbanas, plantaciones de maría, circos ambulantes, trenes de largo recorrido, estaciones de tren y estaciones de autobuses... hay de todo y por ese mismo motivo tal vez haya demasiado. El argumento abarca mucho y aprieta poco.
La historia de esta quinta aventura de Blacksad tiene su epicentro en Amarillo y éste es el color que el álbum adquiere por medio del coche, de los campos de cereales, de la carpa del circo, del león protagonista y con el que refleja sentimientos negativos: envidia, cobardía y miedo.
Y hablando de colores es todo un alarde de ingenio lingüístico el juego de palabras sobre decoloración, Colorado, de color, colorido , entre el guacamayo rojo y Blacksad, ¡sin ofender claro!
Esta nueva entrega de Blacksad toma una deriva más ligera respecto las anteriores que la lleva a experimentar nuevas fórmulas en la narración de historias y en la forma de dibujarlas.
Los autores siguen escogiendo temas clásicos mil veces contados para reinventarlos y reinventar al cómic. Si en las anteriores entregas estaban claros los casos en los que Blacksad intervenía de justiciero acreditado, en esta su presencia es más coyuntural que determinante.
Sirve más de hilo conductor de una historia en la que no es el protagonista principal de la misma. Blacksad transita por la aventura viviendo lo que sucede a su alrededor a ratos como parte activa y a otros como espectador. Tanto es así que incluso no sale en bastantes páginas.
Comparado con los otros álbumes el dibujo de Juanjo Guarnido presenta cierta desafección, tratamiento apresurado de los fondos y menos detalle en general con un leve giro expresionista que no acaba de cuadrar ni con el personaje ni con la antropomórfica visión, que precisan un toque más figurativo, que es el sello distintivo de la obra.
Y lo mismo pasa con el guión de Juan Díaz Canales que pasa de puntillas sobre varios temas, recoge solo la anécdota y le da cierto tratamiento frívolo sin profundizar en la denuncia como nos tenían acostumbrados dejando la historia solo esbozada.
La road movie ha salido rodada por la utilización de tópicos y por ese mismo motivo no ofrece sorpresa ni creatividad, ni en el desarrollo ni en el desenlace y tampoco ofrece renovación.
Ciertamente Amarillo es el álbum más flojo de la serie, el menos negro y aún y así un cómic de gran nivel: nos habían llevado al universo y ahora el cielo nos parece poco.
No es fácil ir superando el listón y tampoco lo es mantener el nivel pero habida cuenta del tiempo que media entre álbum y álbum no deberían conformarse.
Y como hicieran con álbumes anteriores, en las guardas de la contracubierta nos regalan un bonus en forma de fotos tomadas durante la aventura como recuerdo.
Recuerden los álbumes anteriores en esta reseña de este mismo blog y no olviden recrearse con el primer guiño y con el segundo.