Del diablo es peor la sonrisa que la carcajada |
La sonrisa del diablo es la primera novela de la serie Los crímenes de Kronberg, que toma el
nombre de su protagonista, el doctor Anton Kronberg.
El doctor Anton Kronberg
es un joven eminente epidemiólogo formado en Alemania y actualmente ejerciendo
en el Guy's Hospital de la capital británica.
Pero el doctor Kronberg
esconde dos secretos: el primero el origen de una escalofriante y oculta cicatriz,
el segundo es que el doctor es en realidad una doctora.
Anna Kronberg es
el doctor Anton Kronberg; una luchadora incansable que no duda en disfrazarse
de hombre, cuidando hasta el mínimo detalle, como lo demuestra su astucia en el
mingitorio, para poder materializar su deseo que no es otro que el ejercicio de
la medicina en una época en la que, como tantos otros temas, es terreno
absolutamente vedado al género femenino.
Anna Kronberg
adopta el nombre masculino de su padre, Anton, y consigue con su esfuerzo y
tenacidad completar brillantemente unos estudios y, en el ejercicio de su
profesión, un reconocimiento profesional inapelable y así es como se convierte siempre
en la primera opción de consulta de Scotland Yard ante los casos sospechosos de
infección o envenenamiento.
El inefable Sherlock Holmes |
Es precisamente
acudiendo a unos de esos requerimientos cuando además de con el cadáver se topa
con un individuo cuya sola presencia inmediatamente le supone experimentar lo
más parecido a una descarga eléctrica. Se trata de un detective asesor de la
policía, peculiar y escrutador individuo, que responde al nombre de Sherlock Holmes.
La química entre
ambos es instantánea y va a suponer desde ese mismo instante unos diálogos
agudos y una efervescencia de sentimientos difícil de controlar. Y muy
fascinantes de conocer. Una lucha de egos que tanto se repelen como se atraen
con idéntica intensidad.
El cadáver, para
cuyo análisis ha sido requerida, presenta síntomas de infección por cólera y lo
primero es conocer al máximo el riesgo de propagación y asegurar el perímetro
para evitar que la enfermedad se pueda expandir más allá de lo que ya viene
siendo una de las causas más frecuentes de defunción de ese Londres de 1889.
Aunque pronto el
cadáver va a representar solo una de las múltiples preocupaciones que van a
sucederse a ritmo vertiginoso.
A partir de ese
momento ambos, Kronberg y Holmes, se lanzan de cabeza al caso que los ha unido.
Las decisiones se toman con rapidez, las consecuencias no tienen cabida en la
reflexión previa; las acciones se ejecutan con inmediatez, las repercusiones
son los daños colaterales propias de la reacción y sus riesgos son
despreciados.
Práctica de la medicina en la época victoriana |
De la mano de
Anna Kronberg, mujer, andaremos por calles peligrosas siempre susceptibles de
ser atacados, el género femenino resulta demasiado atractivo a ojos perversos,
y conoceremos la desesperación de barrios hacinados de mendigos donde la
supervivencia es la única ley.
Mujer victoriana |
Una dualidad esquizofrénica
y enormemente rica en puntos de vista. Una dicotomía resuelta correctamente sin
caer en banalidades, ni recursos fáciles y sin fatiga para el lector.
Sherlock Holmes
no es el principal protagonista pero su implicación heroica y sin límites en el caso y sus habilidades y sus
insuperables dotes para la observación y la extracción de deducciones conforman
la parte detectivesca y policial de la novela en armonía con la parte de
aventuras que protagoniza Anna Kronberg.
Esta
interrelación del siempre cerrado universo holmesiano con el universo femenino
que aporta la doctora Kronberg extrae de ambos lo mejor de si mismos. Anna
Kronberg es, por su inteligencia, dotes de observación y sagacidad, el
contrapunto femenino a Sherlock Holmes que sus aventuras necesitaban para
mostrar otro cariz y para Anna sin la presencia del detective sus capacidades no
hubieran lucido, y tal vez ni se hubieran manifestado, como lo han hecho.
El universo
holmesiano se circunscribe a la figura del detective ya que aparte de unas
breves apariciones de Watson, ni Mycroft ni la señora Hudson ni el inspector
Lestrade juegan más que de oídas en esta partida.
Un Watson que en
esta ocasión no ejerce de biógrafo, solo de amigo y doctor, ya que la narración
nos llega escrita en primera persona por parte de Anna Kronberg.
Annelie Wendeberg |
La lectura de la
novela de Annelie Wendeberg transcurre
en un suspiro y el suspense presenta el grado de dosificación preciso para no
decaer ni un solo instante, como ya se intuye desde la ilustración elegida para
la cubierta, a pesar de que la trama policial se nos descubre con bastante
anticipación.
La sonrisa del
diablo, el único título traducido de los tres publicados de la serie Los crímenes de Kronberg, ofrece una auto
conclusión para este primer volumen que contenta pero cuya simpleza no está a
la altura de los dos cerebros que la protagonizan, lo que nos hace suponer, y
esperar, que en su continuidad va a encontrarse el verdadero meollo de la
obscura trama que recién asoma.
Bien pensada, bien escrita,
mejor ambientada. Un crimen no leerla.
La espera a las
próximas entregas se va a hacer interminable.
Mientras tanto
escuchen La tempesta di Mare, la
pieza de Vivaldi que interpreta con su violín y elocuente fogosidad Sherlock
Holmes y que le proporciona a la perspicaz Anna información de la vida interior
del genial detective.