El erudito Bernie Rhodenbarr es El ladrón que citaba a Kipling |
Bernie Rhodenbarr ha
adquirido una librería de viejo en un intento de apartarse de la mala vida de
ladrón, aunque para él sea una pasión más satisfactoria que mala, y de acercarse
más a la literatura que resulta que es otra de sus pasiones.
Ubicada en la calle Once
entre Broadway y University Place en la isla de Manhattan de New York, conserva
el nombre de Librería Barnegat de cuando el propietario del negocio era el
viejo Litzauer.
Pero el pasado, como el
cartero, siempre llama dos veces y si el encargo, él que nunca acepta(ba)
encargos, resulta que es para robar un libro, al parecer un ejemplar único que
para alguien tiene el mismo valor que un incunable, y resulta que está tan bien
pagado como para no dar golpe en mucho tiempo y poder seguir con la
librería, que no da casi ni para cubrir gastos, pues merece la pena
aprovecharlo.
El encargo parece fácil: sólo debe sustraer un librito
de Rudyard Kipling titulado La rendición
del fuerte Bucklow, de un domicilio particular. Pan comido.
Y he aquí que Bernie, que
ya nos tememos no va a escarmentar nunca, vuelve a lo que le resulta fácil:
robar. Si eso también, pero quería decir lo que le resulta fácil de verdad:
meterse en líos. Y lo consigue de nuevo.
Rudyard Kipling |
Y otra vez va a
encontrarse con un cadáver prácticamente en brazos. Y una pistola prácticamente
humeante. Y de nuevo a salir huyendo y estrujarse las meninges para encontrar
al verdadero culpable, antes de que la policía lo detenga y lo condene por
homicidio en primer grado.
Contacto, encargo, robo,
homicidio, huída, piso franco, ayuda externa, ayuda intra-policial,
investigación y resolución del caso: todo el repertorio clásico en los
argumentos que Lawrence Block prepara para su simpático y habilidoso protagonista.
Todos los casos iguales y todos distintos.
Y que como no podía ser
de otra manera, cuenta con la inestimable ayuda de una chica guapa e intrépida,
Carolyn Kaiser, aunque en esta ocasión no haya sexo por medio por razones
obvias (al leerla sabrán porqué), aunque si comparten vivienda y falafel.
Y cuenta también con la
valiosísima colaboración, para nada desinteresada, todo hay que decirlo, del
esforzado e integro policía Ray Kirschman.
En esta tercera novela de
la serie, nos encontramos con un argumento más retorcido, en el buen sentido de
la palabra, que en las dos anteriores que lo presentaban más ligero, incluso
ingenuo. En esta ocasión la trama es más compleja y por tanto el caso más
embrollado y la solución más interesante.
Aquí el whudunit se
presenta en todo su esplendor. Los sospechosos son los que son y el caso se
resuelve con reunión conjunta en típico final tomado prestado a Hércules Poirot
en un épatant final.
Lawrence Block nos ofrece
las novelas de Bernie para un uso desmedido de entretenimiento agradable.
Lectura placentera y amable.
Recuerden las reseñas de
las novelas anteriores de esta saga: