El filo azul de la medianoche tiene una luz muy especial en Los Everglades |
Por mucho que nos
alejemos de la zona donde se generó el conflicto que nos reconcome, si éste lo
llevamos en nuestro interior no solo no conseguimos deshacernos de él sino que
por el contrario se enraíza tan profundamente que su superación se torna cada
vez más difícil. Y al arrancarlo, inevitablemente se llevará un trozo de
nosotros. Y cuanto más tardemos más doloroso y mayor será el estropicio.
Los Everglades, en
Florida, esa zona de vida animal salvaje y esa zona de vida humana
discontinuada. Donde las relaciones son escasas, hurañas y casi huérfanas de
sentimientos. Donde la supervivencia es la única verdad; para todas las
especies que los habitan ya sean seres racionales e irracionales, pequeños o
grandes.
A todas horas la luz escasea filtrada y
retenida por las hojas y las ramas de una vegetación exuberante y dominadora que
provoca un ambiente sombrío; lúgubre en muchos sitios y tenebroso y aterrador en
otros.
En el interior de ese
micro cosmos el aire es pura humedad y los mosquitos unos de sus más felices habitantes. Los caimanes también pero por otras razones.
En los Everglades se vive
aislado del resto del mundo, e incluso de los propios vecinos. Sus precarios residentes
malviven en cabañas de maderas viejas y estriadas. Higiene, comodidad y
placer son palabras que cobran muy distinto significado al convencional.
Max Freeman metro
noventa, noventa kilos de peso ex jugador de fútbol americano y ex sparring de
boxeo, es ahora también un ex policía que lleva una vida ascética en ese
escondrijo.
Canoa Voyager en una zona abierta de Los Everglades |
Con el aislamiento busca
reencontrarse a si mismo y con el ejercicio en su canoa Voyager, el cansancio
físico que le ayude a aquietar sus pensamientos e impida a su mente recordar
porque está aquí: un homicidio en defensa propia. La víctima: un niño.
Huyó de la zona de
conflicto y el conflicto lo lleva en su interior.
Pero cuando en una de sus
sesiones de remo descubre el cuerpo de una niña muerta en un brazo de río, su
instinto policial aflora a la superficie como ese cuerpo inocente y participa
de una investigación cuyas pautas le son conocidas.
Y por si tuviera dudas de
haber elegido participar o le faltaran razones algo sucede que le supone el
empujón definitivo a caer en el horror.
La trama de la novela es
angustiosa y asfixiante más por mérito del particular habitat donde transcurre
que por su propio argumento que no deja de ser recurrente en el género y
arquetípico en sus protagonistas y situaciones.
La trama se nutre de esa
humedad y de ese hosco entorno para presentar unos personajes duros, desconfiados
y hostiles y avanza, desaprovechando mimetizarse con la sinuosidad del terreno
donde transcurre, de forma demasiado lineal lo que hace previsible su evolución.
Jonathon King ha escrito una
novela negra que se lee en formato thriller; consigue que veamos los Everglades
como un ser vivo, un protagonista más. De hecho, el protagonista principal que
se come el protagonismo tanto de Max Freeman como de su abogado Billy Manchester,
un secundario de lujo poco aprovechado (habrá que ver su continuidad en la
serie).
Con esta novela ganó el premio Edgar.
Como guiño, nótese que a Max Freeman
le gusta el pintor flamenco llamado El Bosco.