El ángel y el infierno es la tercera entrega de los
casos protagonizados por Greta Lindberg, la propietaria de la Librería Némesis del pueblo sueco de Mora, que actúa en
connivencia con el departamento de policia local, dirigido por su padre el
comisario Karl Lindberg, en el esclarecimiento de delitos a pesar de la
oposición de su padre empeñado en que rebaje a la condición de pasatiempo algo
que resulta muy arriesgado.
En esta ocasión el caso se
inicia con un accidente automovilístico en el que un coche sale de la carretera
y se incendia al caer por un precipicio calcinando a su ocupante. La rutinaria
investigación descubre que bien podría ser intencionado y por tanto estar ante
un homicidio o peor aún: un asesinato premeditado.
Una vez descubierta la
identidad de la víctima las sospechas se centran en las personas de su entorno
familiar y profesional y el desarrollo del argumento es del más puro estilo whodonit
al que ya nos tiene acostumbrados la autora y de la que la protagonista Greta
Lindberg es especialmente diestra al ser una amante confesa de las novelas y los protagonistas de los casos de
Agatha Christie.
Greta, casi contra todo y
contra todos como en ella es habitual, da pábulo a sus intuiciones y va
encajando hechos con suposiciones y no duda en poner en riesgo su vida si con
ello puede descubrir la verdad.
Una verdad que se
presenta escondida en una hábil presentación de tramas secundarias que
consiguen despistar y captar la atención por conocer el desenlace.
Si bien en El ángel y el infierno la trama
policiaca está bien hilvanada, en la línea de las dos anteriores, a la novela
se le echa en falta la ausencia de tensión. Los hechos, las pesquisas, las
deducciones, se van presentando sin apasionamiento, como los hitos kilométricos
que van apareciendo por la carretera a medida que se avanza en la conducción
mientras que los encuentros amorosos van ganando protagonismo y resultan más
incendiarios que el provocado en el accidente.
La tensión se ha guardado
para el desenlace y la pasión se ha invertido en las evoluciones amorosas de
las tres! parejas que se conforman y dos de ellas se consolidan viniendo de la
novela anterior. El romance y el erotismo han usurpado el puesto al policial como
nos temíamos aventurar después de leer la segunda novela y despista la atención
en la lectura aunque no confunde la intención final.
No es que una novela
policiaca o negra no pueda tener romances, amoríos, sexo y pasión de forma sana
(no todo ha de ser forzado por violadores, pederastas, abusadores y psicópatas
que solo alcanzan placer a través del dolor y la muerte de sus víctimas) pero conseguir
un argumento que consiga el equilibrio entre la trama policiaca y la de novela
romántica y que lo plasme la escritura dando el énfasis y peso adecuado es
delicado. Y si el peso de la narración lo lleva una chica es inevitable que la
serie acabe derivando hacia género chiclit y abrace un segmento de
público más generalista y menos exigente en el aspecto policial.
Lena Svensson, recuerden
que es el seudónimo nórdico de una escritora argentina, anda por la cuerda
floja con ese particular maridaje y tal vez en la cuarta entrega, siempre hay
que ser optimista, y con Greta y el teniente Mikael Stavic más asentados, la
trama policial tenga más chance. De hecho ya está escrita y lleva por
título La mariposa y la araña; habrá
que darle una oportunidad.
Pongan música a la
lectura escuchando Torn de Evergrey, que es su tono de móvil y que es lo
que sonaba de fondo la primera vez que Greta y Mikael hicieron el amor.
Sin salir del blog pueden
leer las reseñas de las dos primeras novelas de esta serie: