miércoles, 23 de mayo de 2018

Negras tormentas de Teresa Solana

Esta novela es el ectoplasma que se
aprovecha de la Ley de Memoria Histórica
para dar voz a las víctimas olvidadas.

Aunque pueda parecer que la tormenta aparece de repente, lo cierto es que se ha ido gestando durante un tiempo y se ha ido armando de los elementos adecuados antes de manifestarse. Y cuando es atmosférica lo hace en todo su esplendor y con toda su aterradora magnificencia.

Pero cuando no son atmosféricas, como las que anuncia el principio del himno anarquista A las barricadas, o sea La varsoviana, son antesala de ideales y alegría y también de rencores, venganzas, devastación y muerte.

Y eso hay en Negras tormentas. Y es que la novela es el ectoplasma que se aprovecha de la Ley de Memoria Histórica para dar voz a víctimas insatisfechas y olvidadas por los que les propiciaron la muerte, pero eternamente reivindicadas y recordadas por quienes las quisieron y por los que quieren terminar de escribir un libro que nunca debió ver la primera letra.

Nunca hay que olvidar que la historia la escriben los vencedores pero mientras haya vencidos vivos siempre existirán datos contrastables. Y no, nadie se llame a engaño, la guerra civil española no fue una cruzada de liberación nacional fue un golpe de estado cuya brutalidad y revanchismo aún hoy no se ha acabado.

Norma Forester subinspectora de los Mossos d’Esquadra y nieta de un brigadista inglés fusilado por el bando vencedor al acabar la Guerra Civil española es la encargada de investigar el asesinato de un catedrático de historia, Francesc Parellada, descubierto en su despacho de la universidad durante, dato muy significativo, la víspera de Todos los Santos y que muestra una alarmante ausencia de pistas.

Poco sospecha Norma de las conexiones con aquel pasado bélico mientras escarba en una investigación policial bien llevada y mejor narrada.

La labor policial está muy bien condimentada con toques de humor costumbrista, cuando no surrealista, originados por los miembros de su más que peculiar familia y que mejor que enumerarlos prefiero que los vayan descubriendo a medida que se desvelan: por sus obras los conoceréis.

Teresa Solana
Teresa Solana expone un caso criminal contextualizado en un modelo de sociedad que aún ha encontrado su identidad ya que carga con la heredada y lucha por evolucionarla. Y en la exposición y desarrollo de la trama otorga el protagonismo y el peso a los personajes, muy propios y muy dignos y muy atípicos. Y también a la familia, esa clase media alta culta, que ha sido cuna de idealistas y es locomotora de cambios sociales.

Y lo hace de una forma nada convencional, golpeando la tradición del género. Una escritora que dibuja personajes y que levanta tramas en el aire y flotan.

No dejen de leerla.

viernes, 18 de mayo de 2018

Ciudad de brumas de Brad Rader y Andersen Gabrych

En Ciudad de brumas un asesino
las calles de prostitutas como los
barrenderos de inmundicias.

La bruma tiende a difuminar los contornos y a indefinir las formas. La bruma confunde los sentidos y altera el estado de ánimo. La bruma humedece el tiempo, reblandece los cuerpos y enferma las mentes.

Ciudad de brumas es el escenario por donde deambulan los seres que no pueden suscribirse a sus efectos. A los efectos de la bruma.

En ese caldo de cultivo Frank Grissel, un detective privado en horas bajas y hecho con una ética que tiene voz y comportamiento de ex-policia, debe buscar una chica desaparecida.

Estamos en San Francisco, julio de1953 y para buscar esa chica Frank deberá conocer los lugares donde se satisfacen deseos carnales poco habituales lo que convierte su encargo en algo parecido a buscar una aguja en un lupanar que no en un pajar.

Mientras tanto un asesino despeja las calles de prostitutas como los barrenderos de inmundicias.

El relato suscita interés y desprecio. Siempre la doble moral ya que mientras tanto los importantes de la ciudad lo celebran por delante y por detrás. Y esa frialdad egoísta causa escalofríos.

El argumento no es tan previsible como parecería a simple vista y tiene sus sorpresas aunque no se soporte en giros vistosos para mostrarlas lo que le da consistencia de novela lineal bien contada y mejor narrada que emplea el dibujo para vehicular con más fuerza su mensaje.

Andersen Gabrych rebusca en los personajes que sustentan los tópicos del noir de serie B y los amarra a un guión que recorre los escenarios y los estímulos humanos como el agua de un río medrando entre rompientes inesperados: quejándose, soltando espuma, saltando obstáculos y siempre avanzando, tenazmente. Casi sin giros ni requiebros, cuesta abajo.

Brad Rader dibuja con trazo firme y pocas concesiones a la técnica, con lo que consigue rasgos faciales duros y ambientes sórdidos, elementos que permiten describir emociones descarnadas y ladinos comportamientos de quienes hacen de su libido y su interés los colores de su bandera.

Un cómic interesante y un conjunto de calidad contrastable. Uno más para seguir conformando la biblioteca de Cómics Noir.



domingo, 13 de mayo de 2018

La Mirora mata els dimarts de Josep Torrent


Reseña bilingüe. La versión en castellano al final

Una asesina que gestiona tant bé
l'agenda com els assessinats.
En La Mirora mata els dimarts el títol ja ho diu tot, tot tret de que passarà al final. I aquí rau un dels mèrits de l’autor que malgrat descubrir-nos a l’avançada qui es l’assassina manté al públic lector enganxat de mala manera per conèixer els seus motius i per saber el desenllaç d’aquesta historia quina tragicitat es veu a venir.

Es aquesta una novel·la negra d’una assessina freda i molt calculadora; no es una assessina en serie de les que maten a dojo sino algú que fa el que fa perque el seu mal no te un altre remei que emportar-se algún pel davant.

La Mirora es una empresaria encara jove, atractiva i inteligent. Te perfumeries a Andorra i totes li ponen. Pero ai, que la vida no tot es triunfar ni tenir calés i que la Mirona, com qui més o qui menys, te sentiments i està dolguda i només trova consol recordant amb nostalgia quan era petita i vivía amb el seu pare, en Siset, i les vaques a la Solana.

Per això te rabia i l’ha de projectar cap afora però amb cura i tot sota el més absolut secret; no fos que per una xerrada més del compte s’anés en orris tota la meticulosa planificació i acabés enxampada com una guineu en una trampa per l’espabilat inspector Damià Surrell.

Josep Torrent es mou amb brillantor en una novel·la plena de suspens que cambia constantment de segment temporal, present i passat, i de localització cercant indrets d’Andorra, Catalunya i Menorca en una historia intrinsicament rural on les emocions se senten amb més intensitat.

Ha dibuixat uns personatges, la Mirora i en Damià, tan propers que sembla que t’has de creuar amb ells pel carrer en qualsevol moment. Es un plaer llegir una novel·la tan curosa amb la literatura, clar que d’un autor tan perfeccionista no es podía esperar altra cosa.

Del mateix autor, igual de recomanable i també ressenyada en aquest blog:



Versión en castellano

En La Mirora mata els dimarts (La Mirora mata los martes) el titulo ya lo dice todo, todo excepto de que pasará al final. Y he ahí uno de los méritos del autor que a pesar de descubrirnos de entrada quien es la asesina mantiene la atención del público lector, que ansía conocer los motivos y el desenlace de esta historia cuya tragicidad se anticipa.

Es esta una novela negra de una asesina fría i muy calculadora; no es una asesina en serie de las que matan a destajo sino alguien que mata porque su mal no tiene otro remedio que liberar este mundo de según qué personajes.

La Mirora es una empresaria todavía joven, atractiva e inteligente. Tiene perfumerías en Andorra y obtiene pingües beneficios. Pero ay! que en la vida no todo es triunfar o tener dinero y como que la Mirona, como cualquier hija de vecino, tiene sentimientos y está dolida, solo encuentra consuelo recordando con nostalgia su infancia junto a su padre, Siset, y las vacas de la Solana.

Por eso siente rabia y debe proyectarla hacia fuera, pero con cuidado y bajo el más absoluto secreto; no fuera que unas palabras dichas más de la cuenta condenaran al fracaso su meticulosa planificación y terminara atrapada como un conejo en una trampa parada por el astuto inspector Damià Surrelll.

Josep Torrent
Josep Torrent se siente muy a gusto escribiendo novelas llenas de suspense y alternando segmentos temporales, presente y pasado, y localizaciones, moviendo la trama por  Andorra, Catalunya y Menorca, en una historia intrínsecamente rural donde las emociones parecen sentirse con mayor intensidad.

Ha dibujado unos personajes, la Mirora y Damià, tan cercanos que si se cruzaran con ellos por la calle o en un restaurante los reconocerían al instante. Es un placer leer una novela tan bien estructurada y tan preocupada por la forma literaria, claro que sabiendo que el autor es un perfeccionista no se podía esperar otra cosa.

Del mismo autor e igual de recomendable y también reseñada en este blog:



miércoles, 9 de mayo de 2018

The killing, serie TV

The Killing: un drama criminal

He aquí una serie que pierde los papeles a poco de empezar y no los encuentra en ningún momento, aunque tampoco parece que haya nadie desesperado buscándolos.

Sus tramas son tramposas y manipulan descaradamente al espectador, el desarrollo argumental pierde foco y se dispersa en secuencias que nada aportan y mucho aburren.

Su personaje principal, la detective Sarah Linden (interpretada por Mireille Enos) se presenta como un ser incapaz de mantener relaciones cordiales con nadie y ganar el primer premio, si se otorgara, a la peor madre del mundo, la peor pareja sentimental y profesional (su compañero Stephen Holder (Joel Kinnaman) puede dar fe de lo borde que es) y casi el premio a la peor policía, habida cuenta que o tiene iluminaciones resolutivas o va a remolque.

Y si este es el personaje que se buscaba crear, nada que decir. Lo han clavado y el dramatismo y angustia existencial están garantizados. Solo que resulta forzado y con ello poco creíble.

Y aún hay más: el procedimiento policial es nefasto y casi nada reglamentario ya que se saltan los derechos Miranda a cada ocasión, se acreditan como si vinieran de un país vecino, molestan e interrogan sin autoridad y la investigación avanza a golpe de casualidad. Se acusa a cualquiera que remotamente pudiera tener relación en una suerte de prueba error a ver si acierto, diálogos ausentes y cuando está presentes poco aclaran y mucho confunden y silencios, demasiados que propician que cada cual los interprete a su manera y se causen destrozos casi irreparables en personas inocentes tomándose otros la justicia por su mano.

The killing, inicialmente una temporada, renovada con dificultad por una segunda (algo intuyó la productora) y después de enterrarla resucitada para una tercera (las productoras son las únicas que tropiezan con la misma piedra) y nuevamente como Lázaro rescatada de entre los muertos para una cuarta (‽) y, esta vez parece que va la vencida, última y refinitiva.

La serie es la versión americana del original danés Forbrydelsen (traducido como Crimen) y al no conocerla desde aquí es imposible establecer comparación.

La pareja de detectives protagonista
Stephen Holder y Sarah Linden
The killing no es una serie policial al uso, es más bien un drama con crimen y esto es probablemente el motivo de su seguimiento y agrado. El peso que tienen las personas y sus relaciones es superior al de la investigación criminal y tomada así resulta interesante ya que los personajes tienen todos su qué y es puramente casual que todos carguen con su cruz y tengan cosas que ocultar.

Ni los propios detectives se escapan de su mayor protagonismo como personas que como policías. Eso la hace distinta y es el aporte, el único, valioso y diferencial con otras series; la lástima es que no saben resolverlo.

Las dos primeras temporadas giran alrededor del asesinato de una joven en Seattle, donde transcurre la serie, coexistiendo con varias subtramas; un Seattle cotidianamente lluvioso, gris y deprimente. En la tercera un asesino en serie es el objeto/sujeto de investigación y es autoconclusiva, ¡pero de qué manera!, probablemente nadie imaginaba una cuarta y cerraron de un portazo sin tener en cuenta que caerían los cuadros colgados de la pared.

He soportado las tres primeras para darle cuerpo a esta entrada. Ya no he podido con la cuarta.

Que a ustedes les vaya mejor.

viernes, 4 de mayo de 2018

Un hombre cae de Jordi Basté y Marc Artigau

Novela negra
barcelonesa y contemporánea

Albert Martínez debe ser el investigador más afortunado que existe ya que una noche, cenando con un viejo amigo en la zona del Port Olímpic de Barcelona, es testigo involuntario de un hecho el que nadie repararía a no ser que tuviera un entrenamiento como el que se le supone a un detective privado: dos hombres hablando o discutiendo se acercan al espigón de la Mar Bella y al cabo de un rato solo uno regresa.

Así Albert Martínez va a inmiscuirse en un caso de desaparición de un miembro de una familia bien de la capital catalana. Y en su investigación recorrerá calles y locales y ahí es donde la novela policíaca va perdiendo tensión pasando a un plano secundario donde cede el protagonismo a un costumbrismo mal entendido y ligeramente presuntuoso, que cree que todo consiste en rellenar páginas de referencias y menciones a lugares, restaurantes y productos.

Y aquí es también cuando la novela, con esas endebles paredes, cae y errática e irregular avanza de forma previsible hacia un final acorde.

Es difícil empatizar con el protagonista, el detective Albert Martínez, que mantiene cierta distancia con el lector. Sus pensamientos se convierten en monólogos que no dejan entrar a nadie. Se nota que esa voz es la de Jordi Basté y que en la radio no puede haber silencios. Se nota también, por que escribe como habla, por que emplea literalmente las mismas expresiones y construcciones gramaticales que ante el micrófono, lo que resta toda capacidad literaria aunque pueda favorecer la comunicativa.

Jordi Basté y Marc Artigau
En una novela negra el autor debería dejar hablar a los personajes, no emplearlos como muñecos de ventriloquía. Los personajes sin voz y vida propias no consiguen traspasar el papel impreso y seguro que tanto Jordi Basté como Marc Artigau lo logran en otras entregas.

Un hombre cae pertenece a esa corriente de novela negra barcelonesa y contemporánea que quiere evocar los clásicos del genero desde un toque de modernidad.