Thriller de hermosa fotografía y tenso e intrigante desarrollo. |
La mantis es un insecto mundialmente conocido por ser la
única especie animal en el que la hembra devora al macho después de la
copulación. A partir de aquí el imaginario colectivo lo extrapola, rápidamente y
con cualquier excusa, al género humano buscando notoriedad en la noticia.
Alguien ha esperado 25 años para aparecer. Para asesinar.
Para imitar a quien fuera una gran asesina en serie: La Mantis. Hay un copycat en las calles que la policía
tiene que encontrar, con o sin ayuda.
Jeanne Deber, La Mantis, fría e impávida, en prisión
cumpliendo cadena perpetua, se ofrece para ayudar. No soporta que alguien pueda
estropear sus puestas en escena, lo más parecido a una obra de arte, con actos
chapuceros.
Esta es la razón principal que alude, pero no la única,
tiene varias condiciones y otras intenciones: quiere salir de la cárcel, quiere
tener acceso a información, quiere poder visitar escenas de crimen y sobre todo
y ante todo quiere colaborar con su hijo Damien Carrot (un correcto Fred Testo)
a quien dejó, la ley fue inflexible, siendo un crío de diez años y hoy es un
reconocido investigador en la policía, lo que le permitirá estar a su lado y
empezar a conocerlo y quien sabe, tal vez recuperar los años de separación.
Pero Damien, que rehízo su vida olvidándola no va a
ponérselo nada fácil, lo que va a traer consecuencias insospechadas tanto en su
equipo policial como en su entorno familiar.
Carole Bouquet en el papel de La Mantis |
Carole Bouquet se muestra perfecta en su papel de La
Mantis. Da el perfil de una asesina calculadora e insensible, justiciera, fría,
metódica y exquisita; pero también el de una madre preocupada y el de una mujer
que ansía vivir.
Su personaje, el de una psicópata con visos de remisión
¿acaso pueden redimirse los psicópatas?, que va quitándose la armadura con la
dificultad por el peso y la incomodidad que eso supone, es tan escalofriante
como su mirada fija en el espectador: no saber que está pensando ni cómo reaccionará
es de lo más estremecedor de la serie. Ese es el misterio desorientador que
confiere a la serie un punto diferencial para crear un thriller que no necesita
ser trepidante para ser consecuente.
Hay perversión manifiesta en las mentes criminales pero no
siempre los actos son consecuencia de perturbación mental, los que hay que
responden a una necesidad catártica de recomponer las relaciones agrietadas y
malsanas. Aunque sea rompiéndolas del todo. La Mantis mató, cierto es pero ¿las
razones y las víctimas elegidas, a su vez verdugos, justifican sus actos? ¿Es un asesina o una justiciera?
El suspense y la intriga se mantienen, como no podía ser de
otra manera, afortunadamente, hasta el final de este absorbente e hipnótico (esa
mirada capaz de anular cualquier pensamiento) thriller de fuerte dramatismo;
los paisajes tanto exteriores como interiores, estan bien elegidos y cuidados
hasta el detalle. Contrasta, evidentemente así pretendido, el hogar familiar
con el hogar carcelario. A uno le sobra lujo pero le falta calidez. Al color
blanco y negro de las ropas de una se le anteponen otras de escandaloso
colorido. A las risas, tristeza.
Una temporada. Seis episodios. Truculentas escenas, enrevesada
trama y mucha investigación y muchos nervios. Para empezar a verla y no parar
hasta el final en una sola sesión.
Jeanne Weber (a quien de alguna forma recuerda la serie) fue una
asesina en serie francesa y real nacida en 1874 y fallecida por estrangulación
autoinflingida en 1910 en una institución mental donde cumplía condena desde
1908 como culpable de 1 asesinato, de los diez de los que era sospechosa.
Se diferencia del personaje de la
serie de que solo asesinaba a niños, de ambos sexos, y mediante estrangulación.