Velvet: La vida secreta de los muertos |
Con Velvet: la vida
secreta de los muertos y Velvet: el
hombre que robó el mundo, segundo y tercer y último tomo de la serie
culmina una brillante trama de espionaje de altos vuelos que no desmerece ni en
una viñeta ni en un diálogo desde el principio hasta el fin.
Velvet Templeton se ve envuelta, casi sin querer, en una
historia de agentes asesinados desde su puesto de secretaria del director de la
agencia ARC-7 y pronto descubre que hacer bien su trabajo es el camino más
corto para ir al otro barrio, por lo que dejar la agencia y resolver la
investigación es lo único que puede salvarle la vida.
Cambiar los útiles de escritura por armas y su traje
chaqueta y zapatos de tacón por un traje de camuflaje experimental y altas botas
negras es lo primero que debe hacer para enfrentarse a alguien que le quiere
mal. Mucho mal. Y no tiene ninguna pista para poderlo identificar más que un
lapso de horas en blanco en un informe.
Nunca la estructura argumental de introducción, nudo y
desenlace había cobrado tanto sentido. Los autores dedican un tomo a cada una
de las partes y consiguen una coherencia de línea narrativa que obliga a
contener la respiración a lo largo de la lectura que va introduciendo nuevos
personajes, y consecuentemente giros de trama, casi al mismo ritmo que elimina
otros.
Estamos ante una historia que no es nueva, el cine tiene
bastantes, y muy buenas, muestras de ello. Una historia que aúna agencias de
investigación, informes clasificados, espías, espías dobles, corrupción y
mucha, muchísima acción y disparos y asesinatos.
Velvet: el hombre que robó el mundo |
James Bond, Jason Bourne y Ethan Hunt son los más icónicos
en el género. Por eso si esta historia de Velvet no es adaptada al cine se
cometería un gravísimo error no solo porqué su argumento está al mismo nivel
sino también porqué aún estamos faltos de representación femenina tan
carismática como los congéneres masculinos.
Los intentos de Charlize Theron o
Angelina Jolie, por citar a dos que tengan el protagonismo absoluto y no sean
comparsas, requieren de mayor continuidad.
Velvet Templeton es el blanco humano de una trama que hila
muy fino en términos de credibilidad para hacerla del todo pausible.
Plausible en su acepción de creíble y también en su
acepción de aplaudible.
Ed Brubaker es guionista sobradamente conocido por su
amplia obra relacionada con superhéroes y sobre todo con género negro de quien
se ha convertido en referencia obligada cuando se habla de comic noir.
En Velvet realiza un esfuerzo monumental para escribir un
guión que se convierte casi en un script informático donde encaja las voces en
off en primera persona, siempre son pensamientos del protagonista que en aquel
momento copa la atención, con los diálogos, escasos, breves y acerados, con las
indicaciones claras pero abiertas para el dibujante y colorista.
Velvet: página interior |
Steve Epting ensalza la obra con un dibujo realista y
preciso, muy afinado en los detalles y en la creación de atmósferas,
demostrando un dominio magistral de la figura humana y el lenguaje facial y
corporal. Demuestra además una gran habilidad en el planteamiento de página con
mayoría de viñetas horizontales y jugando con el tamaño y la inclinación según
sea necesario acentuar los momentos de inactividad, los de transición o los de
acción pura y dura.
Y Elizabeth Breitweiser hace magia con el color; unos tonos
neutros con predominio de oscuros que sin embargo no oscurecen el dibujo solo
ajustan la sensación visual que se precisa para distinguir personas y objetos
tanto en interiores como en exteriores, bajo luces indirectas de lámparas o
farolas de calle, ventanas de edificios y faros de vehículos. La acción transcurre
preferentemente en espacios cerrados y después de la puesta de sol ya que es
donde y como mejor se mueven los espías.
Lean aquí la reseña del número 1: Velvet: antes del gran final