Una obra de entretenimiento serio. |
Ante la lectura de un thriller de espionaje, de política ficción,
siempre asalta la duda de cuanto es ficción y cuanto realidad. El síndrome
conspiranoide hace acto de presencia a poco de empezar la lectura y ya no te
abandona ni después de haberla acabado.
Los thrillers de espionaje tienen, por necesidad, mucho
contenido político. El espionaje entre países, excepto por intereses
industriales y aun así, no se comporta igual entre ideologías afines que
contrarias. En ambos casos hay recelo pero en uno además hay, cuando menos, intenciones
desestabilizadoras.
Y eso sin contar los actos bajo falsa bandera, cuyas intenciones dejan de ser oscuras para pasar a ser completamente
negras. No es nada fácil adentrarse en una novela de este tipo. La
complejidad de los personajes, el enrevesamiento de los hechos, la planificación
de las acciones... todo pensado para que el misterio y la sombra de la duda no se despejen en ningún momento. La incógnita es la respuesta.
Para leer una novela de espías no hay que beber más allá de los
límites para ver doble. Todos los personajes y todos los hechos tienen, o por
lo menos lo sugieren, doble intencionalidad cuando no triple, por lo que la
lectura ha de ser medida en el tempo justo a fin de no perder comba.
Igual de difícil es para quien la escribe. Mantener el
equilibrio para que la ficción parezca real y dotar al contenido de vocablos y
siglas que aporten convicción sin parecer un artículo de wikipedia, no está al
alcance de cualquiera que lo desee: hay que tener un poso de conocimientos y
gran capacidad para enlazarlos.
Francisco Veiga |
Francisco Veiga ha conseguido con Ciudad para ser herida,
adentrarse en una historia que vehicula un sinfín de condiciones: terrorismo,
espionaje, relación entre cuerpos de seguridad, intereses económicos, intereses
independistas, coincidentes todas ellas en la Barcelona de 2016 hasta el
atentado en las Ramblas de agosto de 2017.
Su prosa y su vocabulario, parecen adecuarse a esa jerga
que emplean los profesionales que pertenecen a esas órdenes secretas y
misteriosas; que viven en lugares recónditos y oscuros y que se relacionan más consigo mismos que con el resto de la humanidad. Leyendo, se diría que el lector forma parte del equipo y por tanto
obligado a respetar los protocolos de seguridad.
Ciudad para ser herida es una alerta a lo poco que sabemos de lo mucho que nos
rodea. Una obra de entretenimiento serio a la que no resulta fácil entender ni
su finalidad ni el propio final. Al fin y al cabo es espionaje y solo se puede
hablar de lo no clasificado y aún y así cuanto menos mejor.
Es una manera de contar los hechos distinta a como nos los
han contado; pero no hay de qué preocuparse: todo es ficción. ¿O no?