Los Bárbaros en Nueva York: Especial Género Negro |
Nueva York, New York, New York, I want to wake up..., Nueva York es La Ciudad
que Nunca Duerme y también La Gran Manzana, Ciudad Ficción, Starling City, Star City, Central City, Sin City, Metrópolis e incluso, un
contrasentido en contraposición a su luminosidad, la oscura Gotham City.
Nueva York siempre queda distante; aunque se esté en sus
calles no hay percepción de estar en la propia ciudad y es que hay tanta disparidad
que parece un conglomerado de distintas ciudades. Y es que Nueva York no es una
ciudad: es un estado mental.
Lo mismo pasa con el género negro. El color negro puro no existe
en la naturaleza, y por eso no hay un único noir. Matices, tonos, gradaciones
hacen que haya distintos noir y la selección de quienes firman cada uno de los
textos recopilados lo hace evidente.
Cada relato de Los Bárbaros, 43 en total, proyecta su historia sobre esa gran pantalla
que es la Gran Ciudad y cada personaje, como en La Rosa Púrpura de El Cairo, sale de la ficción para darse de
bruces con la realidad.
Quienes escriben saben que no es fácil condensar una
historia en tan pocas páginas, se requiere un cambio de registro, un sprint,
economía de palabras, claridad de ideas, definición del mensaje. Aquí el medio
también es el mensaje.
Con tantas voces es normal encontrar distintos enfoques y
distintos modos de echar el cierre a un planteamiento. Hay relatos que relucen y se ven venir a la primera; los hay que, piedra en bruto, hay que quitar capas para llegar al meollo; los hay con final abierto, cerrado e incluso sin final y es que la mayoría son fragmentos de una realidad incierta pero veraz. Y si la vida no se acaba y aún van a presentarse muchas más de esas secuencias, tampoco se va a acabar un relato.
Relación de quienes han aportado su relato a esta recopilación Especial Género Negro: cierren la boca, que les habrá quedado abierta, después de leer los nombres. |
Improcedente comparar, elegir, clasificar o hacer listas.
Cada relato tiene su qué y su aquello. Unos relatos llegan muy adentro, otros
golpean muy fuerte, algunos arañan, otros muerden, unos besan letalmente y ninguno se va de vacío después de haber sido leído, todos toman algo de quien los lee.
Es el peaje por tontear con el lado oscuro: nadie sale indemne.
Por eso no es una publicación para leerla de corrido; de
hecho nunca hay que hacerlo cuando hay distintas voces. Gran error lector y falta de
respeto hacia quien escribe.
Hay que leer cada relato, como si fuera una larga novela,
dándole su espacio y su tiempo y concediéndole un reposo asimilativo antes de
la siguiente lectura. Y aunque en sobredosis no suele presentar efectos secundarios,
prescribir un relato al día sería una posología adecuada y prudente.
Háganse con su ejemplar antes de que se agote y prepárense para el deleite a
bocaditos.