jueves, 23 de mayo de 2019

El vi fa sang de Salvador Balcells

Una novel·la força negra
Els avis ja ho deien tot bevent a galet vi negre del porró “el vi fa sang” i poc que ho deien pas amb intenció gore: associar el color vermell vellutat i que de tant fosc sembla negre amb el color de la sang visualment es justifica amb escreix i de passada recolza aixecar el colze. Quanta més sang més salut.

En aquesta novel·la negra, com el vi negre, el sentit que se li dona es literal i efectivament coses del vi porten a fer sang i poca salut hi ha en això. Més aviat gens.

Emili Espinosa, es un valencià casat i amb dues filles adolescents amb tendències antisistema, contraries a les forces de repressió i inclinacions independentistes que viu a Catalunya des que va deixar la Guardia Civil i va entrar als Mossos on ara es sotsinspector.

En aquesta segona novel·la de la sèrie (la primera fou La taca negra) l’Emili ha de fer front a un assassinat, d’algú no massa estimat, i a un suïcidi, d’algú que podria tenir enemics ocults.

La primera víctima, un espavilat tractant de cavalls, entre altres negocis, i la segona un professor de la Universitat Rovira i Virgili acarnissat defensor del medi ambient que, amb tres amics més, llança una campanya a favor de la viticultura sostenible que l’enfronta a poderoses empreses del sector petroquímic.

El vi fa sang es una novel·la força negre, potent i ben estructurada, com un mimat vi negre de justa graduació, acidesa ben equilibrada, esplèndid en nas i el regust de llarga durada.

Salvador Balcells
En Salvador Balcells parla de la terra que coneix, dels neguits de la gent que coneix i del difícil equilibri entre el dolent, el bo i el millor que ens sacseja en cada una de les feines que es fan. Arreu hi ha la temptació de fer diners fàcils i sovint contravé les normes més elementals de l’ètica, tan professional com personal.

I l’amor. L’amor que fa que la família de l’Espinosa tiri endavant malgrat les diferencies, que hi ha, com a tota bona família. Un amor que no es exclusiu de la família Espinosa i que també sacseja a la resta del món.

L’autor aconsegueix maridar el bon vi de la Conca de Barberà amb la bona novel·la negra, tot i que l’Espinosa es més de cervesa. I es quelcom que vostès també haurien de provar. Ni un ni l’altra els defraudarà.

Jo friso per seguir llegint tot el que em falta de l’Emili Espinosa que, per sort, es força.

La novel·la fou publicada al 2010 i el seu títol serviria al 2015 per engegar el primer Festival Internacional de Novel·la Criminal en Català d’Espluga de Francolí (al que algun cop hi hauré d'anar), de la que en Salvador Balcells es comissari, i que aquest abril passat ha arribat ja a la 5a edició.

Alço la copa i ... salut!

domingo, 19 de mayo de 2019

Carretera de plata de Stina Jackson

En la oscuridad la carretera, iluminada
por los faros del coche,
parece un hilo de plata.

Un cadáver significa que una persona ha muerto. Alguien que ya no está, alguien a quien llorar y añorar.

Una desaparición significa angustia, desesperación y rabia. Alguien que ya no está, alguien a quien llorar y añorar y también alguien a quien buscar y desear encontrar. Con vida.

Lina, la única y adolescente hija de Lelle y Annette desapareció hace tres años. Desde entonces ni una pista, ni una señal. Nadie la ha olvidado pero solo Lelle, un padre con el remordimiento de la culpa por no aguardar unos minutos aquel día y con el resentimiento hacia sí mismo por la impotencia de no poder encontrarla, la sigue buscando incansablemente.

Recorre carreteras, caminos, senderos. Se interna en bosques, desafía peligros y mientras más busca más se hunde en el propio abandono.

A la zona llegan Meja y su madre dispuestas a emprender, otra vez, una nueva vida. Cada nueva relación de su madre es una tarjeta de embarque con destino a una nueva vida. Y que haya habido muchas significa que el avión no despega nunca.

La trama va a ir desarrollando en paralelo y alternativamente la vida de Lelle y su prioridad y la de Meja y la suya; ambos buscan y ambos parecen condenados a vivir desraizados y solos.

Si lo importante de la vida no es como la vives sino con quien, la novela es un claro ejemplo de que todo el mundo necesita a alguien. De que la soledad es una enfermedad que solo se cura con compañía, pero no toda compañía es buena: hay la que en lugar de sanar puede exacerbar los síntomas.

Y lo que está claro es de que todos tienen algo que perder; lo importante es saber a que precio.

Stina Jackson
Carretera de plata es una road novel donde todos los personajes buscan algo. Es una novela negra escandinava pero podría perfectamente ser country noir de la América sureña y es que los paisajes, los personajes y las situaciones que en ella transcurren no son patrimonio de nadie y paradigma de todos. Y es que la maldad no tiene patria ni bandera.

Stina Jackson ensaya diversos modos de vivir la angustia e insta al lector a meterse en la piel del personaje que elija para así vivir la suya propia.

Angustiarse por motivos de peso es una manera de sanar las trivialidades de la vida cotidiana convertidas en montañas difíciles de escalar por un egocentrismo mal educado.


domingo, 12 de mayo de 2019

El misterio de la guía de ferrocarriles, serie TV

En una Inglaterra recelosa ante la presencia extranjera,
un prestigioso detective belga resulta cuestionado.

El misterio de la guía de ferrocarriles, The ABC murders título original, es una novela de Agatha Christie. Publicada en 1936 cuenta con el aval unánime de la crítica que la considera una de las mejores tramas policíacas de las desarrolladas por su autora por su habilidad en el juego del despiste y por su inclusión de la figura del asesino en serie.

La adaptación de la obra a mini serie de televisión, tres episodios, ha sido a cargo de Sara Phelps (la tercera que hace en poco tiempo de novelas de Agatha Christie), las tres, cuidadas, producciones de la BBC y dirigida por Alex Gabassi (El Hipnotizador, The Frankestein Chronicles).

Si no se ha leído la novela, la serie, todo y que podría dar más de si, resulta convincente, misteriosa e interesante. John Malkovich borda el papel de un detective anciano y cansado que lleva cierto tiempo alejado de su oficio y que arrastra un ominoso pasado que de vez en cuando le asalta y le tortura.

Un asesino que firma A.B.C. y que elige sus víctimas
con un peculiar método.
El detective, Hércules Poirot, recibe un anónimo advirtiéndole de un próximo asesinato que efectivamente tiene lugar: una especie de juego mortal a partir de la utilización del alfabeto de una forma muy meticulosa. El detective debe entender el modo de pensar del asesino a fin de anticiparse a sus actos y evitar más muertes.

Se inicia un macabro juego entre un asesino en serie despiadado y el detective en el que el primero tiene ventaja y no la desaprovecha. Una investigación que requiere de minuciosidad en los detalles tiene enfrente una actuación policial que adolece de indolencia y desprecio por todo aquello y aquel que no sea del cuerpo, aun a riesgo de que la soberbia les desvíe del camino correcto.

Pero cuando se tiene en cuenta que se está ante una adaptación de una muy buena novela policiaca es inevitable la comparación con el original y por supuesto es inevitable sorprenderse ante los cambios, innecesarios e improductivos, aunque puedan ser curiosos incluso interesantes, que no justifican ese revisionismo.

Dos de ellos son sumamente notorios: el primero se refiere a James Japp, el inspector de Scotland Yard que compartiera casos con Poirot y el otro se refiere al pasado del propio Poirot, tienen la virtud de provocar perplejidad y vergüenza ajena por la irrespetuosidad sobre la obra de Agatha Christie. El primero por interrumpir la secuencia temporal y el segundo por querer profundizar con total invención en algo que no lo requeriría. Y no se puede entrar en detalles para no caer en spoiler.

¿Y Hastings? Vale que Hastings suele aportar poco en las investigaciones pero su condición terrenal es imprescindible como contrapunto a las veleidades de Poirot y su presencia, bien instrumentalizada, aporta notas de humor ingenuo que conviene intercalar para conseguir, precisamente, realzar los momentos de tensión.

Una de las primeras traducciones de la obra
Claro está que en el giro argumental que se le ha dado a la novela original no tenía cabida su presencia, habida cuenta que siempre va asociada a una narración en primera persona que en este caso no se deseaba para poder aportar ese punto de vista distante y retrospectivo.

El preciosismo de los planos destaca la estética del conjunto pero satura los sentidos como un perfume excesivo y mal equilibrado. Si hay quien se satisface escuchándose a sí mismo cuando habla, también debe haber quien lo consigue recreándose visionando largamente la imagen que ha concebido.

Más que un homenaje o un reconocimiento a una de las mejores novelas de la Gran Dama del Crimen parece un ajuste cuentas, ¿era necesario incidir tanto en los aspectos más sórdidos de la pensión?, ¿recurrir a esa xenofobia primaria e ignorante? ¿era necesario humillar a Poirot no una sino varias veces, no solo por su oficio sino también por su origen? ¿era necesario inventarse un pasado ominoso? Si su creadora lo hubiera querido así lo hubiera plasmado así. Y no lo hizo.

Mal asunto cuando quien adapta pretende saber más que quien escribió el original y recrea unos hechos que suscitan no solo incredulidad sino rechazo frontal para quienes conocen y valoran en su justa medida la obra de la autora.

Así se pierde por ejemplo el personalísimo tratamiento que le da Agatha Christie a la figura del asesino en serie. Con el que le da un giro al estereotipo y como busca con ello, y lo consigue, sorprender al lector.

Un Poirot distinto en lo físico y en comportamiento.
John Malkovich, brillante, pero tan alejado del Poirot original que no lo es. ¿Dónde está su negro cabello y su tinte capilar? ¿Dónde su preciado bigote? ¿Dónde su ironía? ¿Dónde su cinismo? ¿Dónde su brillo en la mirada, relamiéndose como un gato satisfecho, ante un indicio? ¿Por qué se le destaca un comportamiento emocional cuando siempre ha sido cerebral?

La adaptación sostiene la línea argumental original pero la trata de forma apática, no hay ni pizca de tensión, ni tan solo los asesinatos permiten asombrarse o escandalizarse. No hay urgencia, y el tema la merece y la necesita: ¡se están cometiendo asesinatos!

Y la realización, tan relamida y pagada de sí misma, tan lenta y tan poco explícita dificulta la comprensión del argumento, incluso para quienes hayan leído la novela. Una vez más una adaptación con ínfulas de creación. Una vez más se desperdicia una obra pulida y ajustada para que encajara a la perfección. Una pena.

Si no la conocen tienen dos opciones: o leer la novela o ver la serie. Pero no las mezclen.


domingo, 5 de mayo de 2019

El primer gran caso de Yaiza Cabrera de Javier Holmes

Una novela negra gamberra.

Mucho antes, los peques, según sexo, de mayores querían ser bomberos, astronautas o maquinistas de tren; princesas, enfermeras o azafatas de vuelo. Hoy, según un estudio de 2017, se decantan por ser futbolistas, policías o youtubers; profesoras, doctoras o veterinarias.

Resulta pues cuando menos curioso que Yaiza Cabrera, cuyos estudios de económicas y su recién estrenado trabajo en ese campo tuviese ya otras inclinaciones. Claro que dejarlo todo para convertirse en una detective privado seguro que no entraba en sus planes inmediatos.

Números, balances, debe y haber, asientos contables son indicios para una buena analista y resultan pruebas para una buena investigadora. Un número es tan valioso como una huella. Todo depende del fin que se persiga y del sentido que se le dé al hallazgo.

El primer gran caso de Yaiza Cabrera es una novela negra gamberra, con giros sorpresivos en la trama, con ironía y mucho humor. Su protagonista es de un pronto que espanta, malhablada, exigente, brusca y en la intimidad inmisericorde dominatrix. Se enfrenta a lo que venga, de frente, aunque se acojone, ¿y quién no? Y piensa que a la hija de su madre no la va a chulear nadie por que sí.

En esta novela, la primera de una serie que ya tiene la segunda Procelosos lodazales publicada, Yaiza se ve envuelta en el asesinato de su ayudante cuando están trabajando en la auditoría de las cuentas de un partido político de ultraderecha que aspira a una subvención de fondos europeos.

El crimen, cometido en su propia oficina, presenta una vertiente sádica con la presencia de un vibrador, en marcha, en el esfínter de la víctima, inconveniencia que, por circunstancias particulares, convierte a Yaiza en principal sospechosa y sus dotes detectivescas despiertan ante la necesidad de demostrar su inocencia.

Bajo la batuta de Yaiza como directora de orquesta, variopintos y muy logrados personajes van entrando y saliendo de pintorescos lugares y estrafalarios ambientes lo que añade colorido a una obra que ensalza el calificativo de novela negra.

Javier Holmes
Javier Holmes es un escritor que tiene en su haber una importante cantidad de obras noir publicadas y que con este personaje abre paso a una serie en la que le da una vuelta a los tópicos del género: da rienda suelta a una protagonista que a pesar de su bisoñez en el oficio demuestra desparpajo y habilidad en exceso y exceso también en unos arranques que poco se justifican salvo que quien los libere carezca de todo sentido de la oportunidad.

Las escenas de sexo, femdom en su mayoría, sorprenden al principio pero tienden a repetirse con poco o nulo aporte a la trama aunque en conjunto no sobren, ya que se suceden en momentos en los que liberar la tensión queda plenamente justificado.

Es una novela que divierte y cuya trama, que aglutina aspectos políticos y mafiosos, está conjuntada de forma precisa y presenta un final bien resuelto.

miércoles, 1 de mayo de 2019

La paradoja del bibliotecario ciego de Ana Ballabriga y David Zaplana

Cuando la paradoja es una moraleja.

Es esta una novela de largo nombre e ilustrado significado que resalta la imposibilidad de ver aquello que tenemos ante nosotros.

Los personajes que la transitan viven, desde una óptica miope cuando no ciega completamente, una vida que no les satisface en absoluto. Ni a los que parecen tenerlo todo ni los que creen que lo tienen ni los que lo querrían tener.

Los fuertes tienen en esa aparente fortaleza su talón de Aquiles y los débiles desconocen que en ella, su debilidad, radica precisamente su fuerza. Todo es cuestión de equilibrios.

Y para eso, para equilibrar, nada mejor que la larga mano del destino. Aunque su concepto de equilibrio resulte desequilibrante. He ahí otra acepción del título de esta negra novela que rasca los resentimientos y los prejuicios hasta sangrar.

Una paradoja que es una moraleja. Un argumento que va desgranando las vivencias de los miembros de una misma familia, más separada que unida, y que a partir de un hecho fortuito como es el descubrimiento de una desconocida llave va encadenando, precipitando más bien, una suerte de acontecimientos que tienden a un final catártico y absolutamente devastador.

La paradoja del bibliotecario ciego es un plato de entremés que tiene un poco de todo de lo que supone carne de cañón para una novela negra de pura denuncia social: maltrato, violación, acoso escolar, dominación, racismo y que, como un plato de ingredientes de calidad, presenta momentos estelares.

Ana Ballabriga y David Zaplana
Ana Ballabriga y David Zaplana firman una novela que va alternando capítulos dando voz a los protagonistas principales y como líneas convergentes buscan los nexos adecuados y los momentos oportunos para unir las sub-tramas y elaborar ya una gran y única trama que culmina en uno de los posibles finales que a buen seguro barajaron antes de decidirse (podría, debería, haber sido más radical).

Hay personajes emblemáticos cargados de simbolismo, está también la alargada sombra del gran Borges, y sobre todo esa percepción de que toda vida puede cambiar de dirección: solo hace falta un golpe de volante.

En la vida si luchas puedes perder pero si no luchas estás perdido. Esta es la moraleja de la paradoja.