Le mueve la intención de
entrar en el departamento de recursos humanos de algún banco, aunque eso
signifique abandonar momentáneamente su tesis doctoral; pero a cambio espera
ganar dinero, las facturas hay que pagarlas, y estar más tiempo con su hija.
Sin embargo su llegada y su
formación como perfiladora criminal especializada en la realización de informes
biográficos de criminales no ha pasado desapercibida y sorpresivamente recibe un
encargo comercial.
Aceptarlo le supone una subida
de adrenalina: un trabajo bien remunerado por hacer lo que le gusta y que
además le va a permitir reencontrarse con antiguos colegas con los que siempre
mantuvo buena relación.
El encargo sin embargo parece
auspiciado por el diablo y lo que parecía sería poco más que un trámite, para
alguien como ella, se convierte en un complejo asunto policial en donde deberá
inmiscuirse hasta donde no debiera.
El título El aroma del delito
hace referencia a ciertas pruebas odorológicas que tienen por finalidad
concluir la presencia o no de determinadas personas en determinados lugares.
Una práctica poco avalada científicamente pero de resultados sorprendentes.
Katarzyna Bonda nos ofrece un thriller de ritmo pausado y elaborado contenido que ahonda tanto en las relaciones humanas y usos y costumbres de su sociedad, como en los procedimientos forenses y la praxis policial.
Un redacción cuidada y mucho
diálogo, que hay que leer con atención por la cantidad de información que
proporciona, y un desarrollo de la trama que si bien parece empezar de forma
lenta, conviene situar a los personajes en su contexto, pronto coge ritmo y el
avance es progresivo y notorio en lo que a mostrar nuevos datos relevantes para
la investigación se refiere.
El aroma del delito es una
novela negra por su crítica hacia la corrupción en un país cuya salida del
bloque del este para entrar en la Europa de las libertades aún presenta
problemas de ajuste democrático. En donde la religión tiene arraigo y muchos
adeptos y en donde la policía, como en tantos otros países, no rechaza un
sobresueldo, aunque para ello haya que mirar hacia el lado contrario.
Si en la sociedad algo huele a podrido, eso es El Aroma del Delito y no
se necesitan profesionales con experiencia en odorología para darse cuenta. Una
novela interesante que presenta el inconveniente de recordar e intentar
pronunciar apellidos que se construyen con múltiples consonantes, pero, como se encarga de recordarnos el padre Marcin, son representación de la tipología humana: “Hay gente buena y mala, valiente y cobarde, generosa y digna de
compasión”