miércoles, 10 de abril de 2024

Almuerzo en el Café Gotham de Stephen King

El subgénero GastroNoir, o Gastronomía Criminal, dentro de la novela policíaca y la novela negra, trata sobre argumentos que tienen como eje principal el mundo de la gastronomía, ya sea encarnada por chefs o maîtres de restaurantes, o por críticos gastronómicos, distribuidores y productores.

Próximamente dedicaré varios fascículos de El Mussol Maltès a informar sobre la oferta literaria, cinematográfica y televisiva para su deleite.

En esta ocasión la reseña es un pequeño aperitivo, servido en forma de relato escrito por el maestro del género de terror, cuando no horror, Stephen King.

Steven Davis llega a casa del trabajo y encuentra una nota de su mujer Diane, Diane Coslaw, en la que se despide, le pide el divorcio y le comunica que pronto tendrá noticias de su abogado.

Al asombro por parte de Steven le sigue el desconcierto y van aflorando otros sentimientos, aunque se fija un objetivo y es recuperar a su mujer como sea.

Mal momento para dejar de fumar. Y más si se es un fumador empedernido.

De repente, entre los nubarrones, un rayo de sol: una invitación a un almuerzo el jueves al mediodía con Diane y su abogado. Una encerrona pensará alguien, una oportunidad de tenerla cara a cara y recuperarla, piensa Steven.

Y ese es el principio de todo. O el principio del final. No les diré más, si desean saber que ocurrió en ese almuerzo tendrán que ir al Café Gotham.

Stephen King hace alarde de su humor negro y echa mano a sus existencias gore para derrocharlas sin recato y ofrecer un relato criminal hijo de sus particulares pesadillas terroríficas con las que se ha hecho famoso al pasarlas a papel y aún más a cine.

Almuerzo en el Café Gotham es una lectura con ilustraciones que ponen la tilde en aquellos aspectos relevantes y conforman un conjunto sencillo pero satisfactorio. 

lunes, 1 de abril de 2024

El Coleccionista de Daniel Silva

El Coleccionista es un thriller que aúna espionaje, robo de obras pictóricas más que relevantes y conspiraciones políticas con fines bélicos bajo falsa bandera.

Y es que el espionaje tiene tantas o más ramas que un árbol y cuando te encaramas a una y empiezas a ascender o a desplazarte lateralmente, nunca sabes en cual acabarás.

En esta novela, empezamos en Venecia, descenderemos hasta el este, la bella costa Amalfitana, para ir a Dinamarca y… ya no digo más para no restarle interés.

Baste solo saber que se empieza por el robo de un cuadro, tal vez el más caro del mundo, y uno de los más desconocidos, y se acaba con… y ya no digo más para no restarle emoción.

El protagonista es Gabriel Allon, un marido feliz y padre afortunado, residente en Venecia, que se dedica a la restauración de cuadros, aunque anteriormente tuviese un oficio lleno de misiones peligrosas, al que el general Ferrari coacciona amablemente para que le ayude a recuperar el cuadro robado.

En su investigación recibirá ayuda de Ingrid Johansen, una habilidosa ladrona y consagrada hacker danesa y de antiguos compañeros que, con él, se apuntarían a un bombardeo, nunca mejor dicho.

La misión acabará complicándose hasta extremos insospechados que podrían cambiar tanto la faz del planeta que sería irreconocible… y ya no digo más para no restarle curiosidad.

Daniel Silva no precisa presentación puesto que su obra es sobradamente reconocida y bien valorada. Sus thrillers son pasapáginas angustiosos y excitantes, y en El Coleccionista se explaya sin cortarse un ápice y aunque algunos aspectos se solucionen de forma poco ortodoxa, se le permite la licencia creativa.

La novela entusiasmará a sus fieles fans y si no lo conocían, esta puede ser una buena ocasión para acercarse a su obra y a su estilo.

El Coleccionista es entretenimiento con visos de realidad amparado por una contextualización histórica verdadera en su mayor parte. Lo que hace que la reflexión final sea del tipo ¿podría suceder?

sábado, 23 de marzo de 2024

El vino del alquimista de Pepe Müller

Dentro del género thriller de aventuras, hay un subgénero, no diagnosticado, protagonizado por buscadores y que en su trama desarrolla la búsqueda, no exenta de peligros, de un objeto valioso.

Valioso por su valor crematístico, como un tesoro, o porque su trascendencia histórica puede alterar paradigmas y conseguir tambalear los principios éticos y sociales que hemos dado por inamovibles a lo largo de muchos años.

Suelen tener dos figuras prácticamente a la sombra y antagónicas que persiguen el mismo fin: encontrar el bien preciado. Que a su vez disponen de empleados y sicarios que son los que ejecutan el trabajo y corren los riesgos.

El protagonista principal, por lo general masculino, suele empezar titubeante pero una vez coge carrerilla ya todo se sucede de forma rápida y relativamente fácil. Hay viajes que buscan vistosidad y que se adornan con petulantes nombres de hoteles y restaurantes, marcas de ropa y comidas, y vinos exclusivos no, lo siguiente, aunque sus notas de cata carezcan de alma.

Y no faltan simbología, acertijos y secretos ocultos durante siglos que ahora se resuelven de forma pueril. Y es que a este subgénero hay que concederle esta prebenda, pues en caso contrario, las novelas necesitarían más de mil páginas.

Y en la trama siempre hay una chica, atractiva e inteligente, que ayuda al protagonista. Y muertes; ingrediente esencial para demostrar que no se está ante un juego de sobremesa.

El vino del alquimista es un thriller de buscadores, y como va de vino, diré que, elaborado a partir de un coupage de los tópicos identificadores de este subgénero que no difiere de otros títulos parecidos, a los que si supera, y con nota, con un diseño de cubierta muy apropiado.

En esta novela la búsqueda se ajusta a una botella de vino perteneciente a un fraile que además de enólogo era alquimista. Por lo que a la botella se le confieren propiedades químicas vinculadas al esoterismo.

El inicio es trágico con el incendio de uno de los más conocidos restaurantes de Barcelona con resultado de muerte de una persona.

A partir de aquí, los buscadores tienen un reto de pista fría y sin mapa con la X que indique el lugar lo que los equipara a los lectores que pueden ir avanzando en las pesquisas y descubrimientos a la par.

Si fuésemos exigentes, diríamos que a esta ópera prima de Pepe Müller le falta lo que se le pide a un buen vino, estructura, equilibrio y matices, pero siendo una lectura pasarratos se entiende que carezca de esa acidez que puntúa al vino.

 

martes, 19 de marzo de 2024

Contrition de Carlos Portela y Keko

Dentro del amplio catálogo de crímenes al que acude el género noir para manifestarse, hay un tema engorroso de abordar, peliagudo de escribir y desagradable de leer, que es el protagonizado por depredadores sexuales de menores.

Personas mayores que usan y abusan, para satisfacción sexual propia, de la impostura, la mentira, el chantaje e incluso la violencia sobre niñas y niños pequeños, inocentes e indefensos. Y frágiles.

Contrition es un conjunto de casas que conforman una atípica comunidad de vecinos en el condado de Palm Beach, en el estado estadounidense de la soleada Florida. Su censo lo completan personas exconvictas, condenadas por delitos sexuales que aspiran a una reinserción, que saben que jamás obtendrán.

Pederastas que han abusado físicamente de menores, y pedófilos, que se sienten excitados sexualmente con la proximidad o imágenes de menores, sobreviven como deshechos sociales, en un remedo de vertedero municipal, aferrándose a la religión que es la última esperanza.

No eligen el lugar donde vivir, el lugar los elige a ellos. La ley prohíbe a todas las personas que han sido condenadas por un delito sexual contra una víctima de 16 años o menor, vivir a 1.000 pies (305 metros) de una escuela, parque, zona de juegos o guardería. Y Contrition cumple con la ley

En Contrition se ha declarado un incendio en una vivienda y se ha encontrado un cadáver en su interior. En la casa vivía Christian Nowak, ergo Nowak es la víctima. Accidente o suicidio, tanto da. Caso cerrado para la policía local.

Pero no para Marcia, una periodista ambiciosa que sabe que solo un buen y gran artículo le puede ofrecer el reconocimiento que le permita una vida mejor en un lugar mejor. Su investigación irá sacando capas a la cebolla, hasta llegar a su germen y mostrará como se vive con el dolor cuando este es dolorosísimo.

Carlos Portela, guionista, y Keko, dibujante, se enfrentan a ese abismo, que ocuparía un infierno aparte.

Carlos Portela y Keko

Contrition es un relato bien concebido, bien estructurado, bien desarrollado y bien concluido por Carlos Portela. Es una historia terrible i cruel, de víctimas directas y victimas colaterales, de odio y venganza.

Una historia tan negra como la tinta que emplea Keko para desarrollar su técnica profesional de sombras y luces en un claroscuro que es perfecto para mostrar unos rostros que no exponen sus pensamientos, si acaso, resignación y desesperanza.

Por todo ello, Contrition es un comic noir indispensable.

 

miércoles, 6 de marzo de 2024

Las chicas están bien de Ilaria Bernardini

No todo se logra en la vida con voluntad, esfuerzo y sacrificio, aptitud y actitud. Hay que contar con los factores externos que pueden alterarlo todo. Se puede llegar al grado máximo de idoneidad para un ascenso laboral y ver la meritocracia apartada de un plumazo nepotista. Se puede estar al máximo nivel para una prueba deportiva y sin embargo no alcanzar la gloria

En todos los lugares donde haya que competir para ganar siempre habrá rivales y siempre adversidades circunstanciales o inducidas, pero, en general, y eso es lo peor, imprevisibles.

Las chicas están bien es un thriller psicológico desgarrador que ahonda en el entorno de las gimnastas de élite y del dolor que lleva parejo.

Pero no solo en el dolor visible, ese que se traduce por lesiones musculares, de ligamentos, fracturas de huesos, cuando no muerte por una mala caída o condena a silla de ruedas para toda la vida.

Sino también en el invisible. El de las privaciones de comida, el de las represiones de goce mundano; el de sufrir en silencio humillaciones y maltrato de quienes las entrenan; el de padecer tocamientos lascivos de fisioterapeutas que se aprovechan de su posición de poder y de la ingenuidad y el miedo de las pupilas.

Pero hay aún otro tipo de dolor. La tensión mental que provoca la obligación de ganar y cualquier otro resultado no vale. El que se instala día a día, quebrantando la fuerza mental, hasta convencer de que el fin justifica los medios.  

Ilaria Bernardini, conocedora de lo que escribe, revela esas condiciones en el marco de una competición. A modo de dietario, con Martina como vehículo, relata esos estados de ánimo y esos esfuerzos durante la semana que dura el torneo.

Desde temprano por la mañana hasta la noche. Las relaciones con el entorno y los diálogos interiores, todo al descubierto, expuesto a los focos gritando que dentro de maillots de lentejuelas brillantes, además de proyectos de medalla hay niñas en tránsito a ser mujeres.

Su prosa es directa y concisa. Todo músculo, apenas nada de grasa. No hay edulcorantes en lo que relata porque la realidad es amarga.

Y denuncia lo mal que se trata a quienes eligen el deporte como medio para alcanzar un sueño, por creer, quienes las entrenan, dirigen y deberían cuidar que la dureza endurece.

La gimnasia, como cualquier otra disciplina deportiva de élite, está compuesta de personas y no de robots. De seres humanos necesitados de cariño, estímulos positivos y risas sin fin. Así se liberan las presiones, cualquier otro método puede también conseguir liberarlas, pero sin control.

Y ahí radica el quid de esta novela, sin el control adecuado, sin la visión periférica cualquier cosa puede suceder. Incluso el asesinato.