domingo, 10 de noviembre de 2019

No eres lo que busco de Laura Mavor

Una novela negra que está pasando
sin ruido y merecería anunciarse
con una banda.
Un asesinato de apariencia homófoba en una pequeña localidad costera de Castellón da pie a una investigación que tiene como punto de partida las citas concertadas por redes sociales.

Una amiga, escritora de novela romántica, de la teniente de la Guardia Civil Miranda Vega es quien ha descubierto el cadáver y ésta, al tomarle declaración, toma conocimiento de la cantidad de gente que busca relaciones a través de las aplicaciones de móvil y ordenador que proliferan ofreciendo este tipo de contactos, siendo Finder, en el caso que nos ocupa, la app utilizada.

Un tema de actualidad del que trata con rigurosidad, sin juzgar, sus ventajas y sus riesgos y que, con originalidad, lo enlaza muy hábilmente con otros prejuicios colectivos y una compleja trama criminal.

Con dosificados y medidos quiebros y giros va descolocando al lector al tiempo que retiene su atención dándole sutiles pistas a modo de las novelas policiacas de la edad de oro británica.

Laura Mavor sorprende siendo primera novela ya que se presenta tan bien resuelta que evocaría mayor madurez literaria. Una novela negra con mucho de policíaca, en el sentido británico del término y evocaciones a Agatha Christie con quien comparte no solo el modo de explicar la resolución del caso sino la pasión por las manzanas y de rebote con su personaje Ariadne Oliver de quien la teniente Miranda Vega es un distorsionado eco. Aunque la sempiterna gabardina que viste evoque más a Colombo.

Miranda Vega es una soltera cuarentona con cierto sobrepeso y algunas partes afectadas por la ley de la gravedad, es comprensiva, directa y ácida por igual, fumadora de me estoy quitando y ávida devoradora de manzanas. Tal mezcolanza le confiere un carácter propio y terriblemente humano que la distancia de los tópicos investigadores del género y consigue empatizar inmediatamente.

Y es que todos los personajes son absolutamente carismáticos, tanto los principales como los secundarios, muy bien definidos con su voz precisa y con acordes y lógicas actuaciones a su modo de ser que sostienen su verosimilitud.

No eres lo que busco soluciona la investigación de forma limpia, se apoya en descripciones ligeras y se presenta repleta de sentido del humor y diálogos acerados e irónicos. Deja tan buen sabor de boca que hace desear otra pronta entrega.


miércoles, 6 de noviembre de 2019

Cómplices


Con el suelo alfombrado de hojas de colores cálidos y coincidente con las primeras madrugadas frías me toca actualizar, un año más, la columna Cómplices (esa que está a la derecha de su pantalla; échenle un vistazo y dense un paseo por las referencias: varias son nuevas).

Cada año se muda este remedo de plumaje noir. No por gusto sino por necesidad. Cada año blogs antiguos o más recientes cejan en su acto de subir posts. Cada año semos menos.

Hay blogs compañeros, cómplices en esto de informar, opinar y compartir que por múltiples y diversas y justificadas razones finalizan su recorrido en Estación Término.

Y, por favor, si algún blog cree que debe estar o que su retiro ha llegado a fin y vuelve a la actividad, será un placer reincorporarlo a la banda.


Ya saben cómo pienso: tener buenos enlaces hacen mejor cualquier blog. Honestidad para con uno mismo y la relación con los demás: sin egoísmos, sin robar visitas, sin buscar influencia, sin copiar, sin consignas.

Somos meras especulaciones de una misma realidad. Reflejos irradiados por puntos de vista de cada lectura; todos igual de válidos siempre que salgan de dentro y no de directrices pagadas.

Y sigo buscando la complicidad de los blogs con autoría independiente; los escritos por personas no por negocios ni empresas. Y es así porqué en la medida de lo posible hay que preservar el derecho a opinar libremente y no dejarse someter a intereses comerciales que buscan colocar un producto sin anteponer la calidad y por tanto sin atender convenientemente a su público.

Buscan compradores no lectores. Buscan vender, lo que se haga luego con lo comprado ya si tal. Si hicieran pedagogía de la lectura fomentarían el deseo de ir a por más.

Las estadísticas de la industria del libro presentan cifras de libros vendidos sería bueno saber cuántos son los leídos, pero esa es otra historia ¿verdad Mowgli?

domingo, 3 de noviembre de 2019

El fantasma de Gaudí por El Torres y Jesús Alonso



Crímenes de novela negra y Gaudí.
Un comic negro, una novela negra en viñetas, que rinde homenaje al universo de Gaudí y lo integra en una trama que incorpora elementos cuasi fantásticos propios del genio.
Crímenes y edificios de Gaudí se entremezclan en una trama policiaca que ofrece, sin caer en visita turística ni en biografía, un recorrido por emblemáticos lugares de la Barcelona modernista del iluminado arquitecto, en pos de un escurridizo asesino.
Jaime Calvo, inspector en excedencia y poco sociable, es requerido para detener esa orgía de violencia antes de que el miedo atrape a la ciudad promovido por el interés mediático.
Una intriga donde el ritmo argumental de thriller absorbe de tal manera que hay que dedicarle una segunda lectura a la obra para no pasar por alto ninguno de los preciosistas detalles dibujados.
Una trama de delincuencia real como la vida misma que al apoyarse en una suerte de simbología sobrenatural adquiere el significado que Gaudí quiso conferir a su obra: pies en la tierra y proyección hacia un ser superior.
Así los escenarios gaudinianos no son espacios cerrados sino puertas a otros universos y tal majestuosidad de formas y luces es el contrapunto perfecto para desarrollar una trama absolutamente mundana, mezquina y desafecta de sentimientos de espiritualidad.
Toñi, es la protagonista de este comic noir.
El Torres (Juan Antonio Torres) inspirado en el trencadís esa técnica que tan bien desarrolló Gaudí troceando baldosas decoradas y creando una nueva decoración al recomponer los pedazos, acomete un guion que partiendo de un hecho mundano como es la salida del trabajo de Toñi, una cajera de supermercado y alguien para quien Barcelona solo tiene color gris, va eligiendo las piezas con las que ir ensamblando una trama que rebosa interés humano y violencia a partes iguales gracias a los múltiples perfiles de los protagonistas.
Jesús Alonso Iglesias aporta el dibujo y color, un estilo cartoon muy personal, a una obra que ha de sugerir permanente movimiento aun estando en espacios quietos que no estáticos, porqué si algo identifica a Gaudí es ese movimiento ficticio que parecen tener sus paredes, columnas, escaleras, ventanas, muebles y otros elementos de decoración.
La arquitectura de Gaudí es orgánica: las columnas son árboles, las ventanas son hojas, las salas bosques, los nervios que sustentan los techos son ramas y Jesús Alonso consigue transmitir esas sensaciones sin caer en la ridiculez fácil de un álbum de cromos. Sus trazos parecen bailar en unas viñetas que no son sino escenario.
Els Fantasmes de Gaudí (versió en català).
Guionista y dibujante ampliamente curtidos en otros trabajos se lucen merecidamente en esta obra que reclama reconocimiento y respeto.
La fuerza narrativa del argumento, la pulsión agresiva del relato y la pasión creativa del dibujo hacen de El Fantasma de Gaudí un cómic noir indispensable.
Además la cuidada edición de Dibbuks va con extras de making off. ¿Qué más se puede pedir? Y está editado en castellano: El Fantasma de Gaudí y en catalán Els Fantasmes de Gaudí. El plural le da un significado completamente distinto al título; razones habrá.
Premio a la Mejor Obra de Autor español en el 34º Salón del cómic de Barcelona.

domingo, 27 de octubre de 2019

No hay luz bajo la nieve de Jordi Llobregat


Mientras nieva, el silencio
es lo único que se oye.
No hay luz bajo la nieve es un ambicioso thriller noir de Jordi Llobregat en donde lo único blanco es la nieve y eso cuando no está manchada de sangre.

Bucea en un pasado doloroso y reciente como son las vicisitudes de los refugiados en la II Guerra Mundial, y uno más reciente como la desaparición de una niña y saca a luz esas historias del pasado y las entrelaza con el presente. Un presente que tiene por delante una investigación de asesinato.

El complejo argumento presenta una estructura geométrica de diversas caras, y no es hasta el final que se le adivina completamente su forma, a imagen y semejanza a la que ofrecen los copos de nieve formados por cristales microscópicos de hielo que, como las huellas dactilares, nunca se repiten.

Alex Serra, bautizada Alejandra pero solo la llama así su padre, subinspectora de la División de Investigación Criminal e investigada a su vez por la División de Asuntos Internos por unos disparos efectuados en su última misión es la encargada de desplazarse al Pirineo y hacerse cargo del caso.

Le espera un compañero francés, una colaboración entre los dos países, y una pareja mixta de jóvenes e inexpertos e igualmente entusiastas agentes. Y le esperan los recuerdos de una infancia allí transcurrida y que fue feliz hasta que dejó de serlo.

Como buen thriller de misterio otorga al lector unos metros de ventaja respecto las pesquisas policiales permitiéndole sufrir y facilita suficiente información de cada personaje, como para que incluso se pueda anticipar aún más allá lo que puede suponer un contratiempo al no poder evitar prever acontecimientos.

Jordi Llobregat
No hay luz bajo la nieve es un thriller muy personal que se agarra a todos los resortes y tópicos del género ya que no busca salirse del mainstream sino todo lo contrario. Lo que hace es recoger todos esos trillados elementos y adecuarlos con mayor o menor fortuna, según sea el personaje y según sea el tema tratado, para conformar una lectura que acaba entusiasmando a pesar de no ofrecer nada nuevo.

El mérito no ha sido crear sino recrear.

Pero no lo pone fácil: capítulos aparentemente inconexos, cortos, saltos temporales, distintas voces y puntos de vista. Pero es precisamente en ese aparente desorden donde la habilidad narrativa de Jordi Llobregat se manifiesta ensamblando cuidadosamente cada parte para conseguir un final satisfactoriamente abierto.

Cerrar la puerta de la entrada, trama principal, y dejar abierta la de atrás, trama secundaria subyacente, se está convirtiendo ultimamente en un recurso habitual para favorecer segunda entrega si ha lugar. Un cliff hanger que ya no se conforma con cerrar capítulos y ahora cierra novelas.

Mariposa Isabelina
Disfruten de los paisajes nevados de la Cerdanya y de los misterios de sus valles, de su luz diurna y de su cerrada oscuridad nocturna, de sus bosques y lo que encierran los edificios y de todas las criaturas que allí habitan. Pongan especial atención a las mariposas isabelinas y a la flor de la Saxifraga longifolia.

Y no olviden que mientras nieva, el silencio es lo único que se oye.

miércoles, 23 de octubre de 2019

La cuarentona de Yolanda Almeida

Una novela negra
que se lee como un gif.
Novela de pocas páginas y lectura de larga satisfacción. En la cuarentona, la brevedad la hace dos veces buena.

Sin embargo nuestro protagonista principal no es la cuarentona, sino un joven que no llega a la trentena, hace de cocinero circunstancial, de algo hay que vivir, en un restaurante poco ambicioso, donde sufre el maltrato psicológico de sus jefes, tío y sobrino, y el de una rubia cuarentona, compañera de trabajo, que está de buen ver y mejor tocar.

El desgaste emocional diario se transforma en una ira que tiene en la rubia su punto de mira y cree que solo podrá recuperar su equilibrio asesinándola. Fuera ella, fuera sus insolencias.

Vulnerable desde su infancia, quiere, por una vez, tomar las riendas de su destino, pero, meticuloso como es, no quiere matarla sin más: hay que asegurarse una irrefutable coartada, no sea que jodiéndolo estando viva lo siga haciendo también después de muerta.

Y mientras elabora su plan, entramos en su cabeza y vivimos en primera persona una serie de disquisiciones sobre el bien y el mal, la culpa, el perdón, el afecto, el amor y el sexo, la venganza, la redención en las relaciones personales, familiares y profesionales y la utilidad de un corcho en la pared. Disquisiciones que tienen tanto de comedia negra como de novela negra y viceversa y que son la verdadera carga de profundidad de la trama.

La novela habla de eso, psicoanaliza las razones para justificar un crimen y la narración es dramática pero escenificada como comedia. Y es que estamos ante una novela que sería una magnífica obra de teatro.

La cuarentona es una novela negra manufacturada y con más literatura que en novelas promocionadas de firmas consagradas todas llenas de tópicos y clichés y demasiadas páginas que parecen salir de una cadena de producción.

Yolanda Almeida
Yolanda Almeida, es una joven autora que ha dado un paso adelante en su producción literaria con esta obra. Ha condesado en pocas páginas lo esencial: no hay pensamientos innecesarios, ni diálogos vacíos, ni descripciones insustanciales, ni casi nombres, aludiendo así a que cualquiera puede ser protagonista de una novela y que, en la vida, cualquier acto es novelable.

Consigue un tempo narrativo que avanza al paso que le requieren los acontecimientos y no al revés, como suele ser aburridamente habitual, y las dudas del personaje permiten giros sorpresivos potenciados por capítulos cortos que incitan a leer otro y otro más hasta terminarla.

La novela satisface a lo largo de su desarrollo y especialmente en su desenlace y en el segundo final. Y es que el destino a veces, y a su manera, compensa.

Más que recomendable. No la lean en el autobús sino quieren pasarse de parada.