domingo, 19 de abril de 2020

Así comienza de Rachel Abbott

Así comienza es una novela negra
de subgénero Domestic Noir.

La actitud posesiva de Cleo hacia su hermano Mark la lleva a sospechar de las mujeres que se le acercan por entender que pueden desestabilizar su frágil y emocional sensibilidad de artista, de ahí que la relación con su primera mujer no superara el umbral de la amabilidad fingida y con su segunda, y actual, compañera ni tan solo consigan disimular el desencuentro.

Puede que no le falte razón pero si Mark no atiende a la suya teme que pueda perderlo, de ahí que se avenga a aceptar la situación y así probablemente habría seguido si no fuera porque un horrible crimen viene a cuestionarlo todo.

Desconfianza, celos posesivos, una infancia tormentosa con secretos y secuelas: todos los ingredientes para componer una novela que toma del domestic noir ribetes de romanticismo amoroso y emotivo sentimiento maternal en entorno de clase media estilista y del thriller psicológico el relato a dos voces para que nos podamos introducir en la cabeza de una psicopatía en desarrollo y con muchas posibilidades de crecer.

La trama está relatada de forma muy precisa para atrapar a público diverso ávido de satisfacer su curiosidad hurgando en casa ajena y ver cómo viven y sufren los demás y no esconde su psicología de salón ni su composición estructurada para ir añadiendo capítulo a capítulo alguna variación e incrementar ligeramente la información facilitada para mantener el suspense.

La puerta que abrieron Gillian Flynn (Perdida) y Paula Hawkins (La chica del tren) no se cerró y después de ellas numerosos intentos han conseguido colarse en las listas de más vendidos. Son novelas que siguen unos patrones muy concretos y que tienen un público incondicional que no cuestionará ningún aspecto mientras obtenga unas horas de desconexión, satisfaga el cotilleo y libere angustia.

Rachel Abbott
Rachel Abbott ha entendido bien que piezas necesita para que el mecanismo funcione y, programado hasta el más mínimo detalle, sin duda se consolidará como una de las escritoras best-seller de este género de ambigua clasificación pero clara intención.

Así comienza es el inicio de una serie, la segunda novela se anunciaba para este abril, que mantendrá a la protagonista Stephanie King en el candelero.

miércoles, 15 de abril de 2020

El juicio de Sherlock Holmes

Sherlock Holmes se enfrenta a un
crimen en habitación cerrada y se
convierte en principal sospechoso.

Si se acercan a este cómic buscando un pastiche lleno de acción y dinamismo, como últimamente viene sucediendo en las publicaciones que aprovechándose del Gran Hiato acercan a Holmes a papeles de súper héroe, se equivocaran, pero si buscan una historia perfectamente encuadrable dentro del canon disfrutarán enormemente ya que encontrarán un argumento absolutamente leal al personaje y al espíritu creativo de su padre literario, Arthur Conan Doyle.

Una doble trama se desarrolla en paralelo, por un lado el anuncio anticipado y chulesco de que se va a cometer un crimen y por el otro la visita a Londres de un aristócrata alemán que no despierta simpatía popular por representar un país tachado de belicista y al que hay que proteger y acompañar durante su estancia.

Un texto anónimo anuncia anticipadamente fecha y hora de la muerte de Henry Samuel y a pesar de quedarse en su domicilio y estar la casa rodeada por fuera y repleta por dentro de policías, contando además con Lestrade, Holmes y Watson, el asesinato va a tener lugar en una habitación cerrada con la sola presencia de la víctima y de Sherlock Holmes lo que convierte a este en el único sospechoso y por ese motivo será encarcelado en espera de juicio lo que supone que se escandalice la opinión pública y se divida entre partidarios y detractores.

Una situación clásica de la novela policial en la Golden age británica, el crimen en looked room, habitación cerrada, un buen misterio que resolver y con un Holmes más que nunca interesado en aclararlo y demostrar su inocencia, si es que eso es posible.

Los guionistas se encargan de ir facilitando sutiles informaciones que a modo de pistas deberían poder permitir que los lectores jueguen a detectives e intenten averiguar la verdad de los hechos por sí mismos.

El juicio de Sherlock Holmes es un
misterio de apariencia simple pero
que esconde una gran complejidad.
Leah Moore, que parece sobradamente preparada para dar réplica cuando no superar su padre Alan Moore, es coguionista junto a su marido John Reppion y artífices de una historia muy creíble en el universo holmesiano, para ello recurren a numerosos detalles fruto de cuidada documentación y, aprovechando la inacción de Sherlock Holmes, ofrecen una oportunidad a Watson, Lestrade y la señora Hudson para que actúen de forma muy distinta a cuando son meros satélites del detective.

Aaron Campbell pone el dibujo y consigue unas expresiones de rostros y unas posiciones de cuerpo en reposo y en dinámico francamente cuidadas a pesar de que haya algunas viñetas cuyo contenido y perspectiva se empeñen en demostrar lo contrario; el color lo aporta Tony Avina demostrando que en el tratamiento de iluminaciones es un maestro.

Un cómic que se disfruta y una historia que, por la tensión entre devoción y obligación que somete a los protagonistas, emociona e interesa a partes iguales.

domingo, 12 de abril de 2020

No está solo y El ángel de Sandrone Dazieri

Novela negra italiana:
No está solo.

El spaghetti crime es la renovación de la novela negra italiana más tradicionalista. Toma del thriller lo más sobresaliente y adictivo: mucha acción, personajes carismáticos con atractivo físico y personalidad excepcional, tramas conspiranoides, ramificaciones tentaculares de la maldad, disparos, explosiones, persecuciones, traiciones… y las obras de Sandrone Dazieri tal vez sean el ejemplo más ilustrativo de esta corriente.

Más o menos spaghetti western vs western americano. Y han conseguido revitalizar un género aunque el resultado sea pasarse al lado más comercial y más globalizado, lo que no implica necesariamente pérdida de calidad pero si sometimiento a producto.

Novelas que son como los spaghetti al plato: combinan bien con cualquier salsa.

No está solo es la primera novela con Dante Torre y Colomba Caselli de protagonistas, El Ángel es la segunda y habrá más. Tiene que haber más.

Los protagonistas tienen en común el ser damnificados sin cura. Ambos traumatizados por sendas experiencias dolorosas con secuelas irreversibles pero con un sentido de la justicia hipertrofiado que les lanza una y otra vez contra cual sea la pared que tengan delante.

Novela negra italiana:
El ángel
Más que una serie estamos ante una saga de thrillers que explotan la inexplicable química que une a estos dos seres y que aborda temas atractivos para las personas que leen ávidas de que el bien gane, aunque salga malherido en el intento o precisamente por eso.

En la primera entrega, en la que los protagonistas traban conocimiento, se investiga la desaparición de un niño, después del asesinato de su madre, e inicia un caso que en su desarrollo evoluciona hasta derroteros que nadie sospecharía al principio de la lectura.

La segunda sigue los pasos de la pareja que, a pesar del tiempo transcurrido, mantienen una peculiar relación personal y un prurito justiciero que los lleva a meterse de nuevo en líos extraordinarios.

Sandrone Dazieri escribe de forma sencilla para que no haya que interpretar, solo leer y no perder un ritmo narrativo pasado de revoluciones. Obras bien conjuntadas con alarde de imaginación y que entusiasmarán a quienes busquen chutes de adrenalina.





miércoles, 8 de abril de 2020

La vida fácil de Richard Price

Novela negra en travelling.

No es Alabama, Luisiana o Georgia en tiempo pretérito: es Nueva York en tiempo presente; no son inabastables campos de algodón: son anchas avenidas y estrechas calles; no se vive en cobertizos solo en pisos resquebrajados como voluntades y hacinados como pateras. No es lo mismo pero es igual. O parecido.

Negros, portorriqueños, latinos tanto da el origen si no se es blanco. Todos en el mismo saco, todos eternos sospechosos, todos víctimas de un sistema que no quiere darse cuenta que los convierte en verdugos.

Respirar, andar, fumar, fornicar, robar, matar. Nada distingue una acción de otra. Todas acaban en ar. Primera terminación verbal de acciones necesarias.

Su vida no es un proyecto de futuro, su vida es ese pedazo de tiempo que media entre el anterior y el siguiente. Un confuso presente atemporal. Y para vivir este momento que se repite en bucle, hace falta dinero.

Una noche tres blancos regresan de una especie de celebración y se encuentran con dos no blancos que les exigen el dinero. Un blanco se resiste, el dedo en el gatillo se encoge y la bala se lleva una vida. Así de simple. Así de absurdo. Así de innecesario.

La vida fácil no es solo una novela, es un único e inacabado travelling, en donde el homicidio aparece en las primeras secuencias y su investigación ocupa la atención a lo largo de todo el resto de metraje. Inacabado porque la vida sigue mal que bien para unos, mejor que mal para otros.

Richard Price
Las novelas tienen final. Las personas también. La vida no y sigue entonando un lánguido y lastimero blues para los oídos que lo quieran o sepan escuchar.

Richard Price demuestra que no todos lo que andan arrastrando los pies, con los brazos flácidos a los costados, cabeza ladeada y mirada perdida son revividos, pero sin excepción también son zombis.

Describe una vida poblada de personas que dan lástima, que se interpretan a si mismo revertidos a personajes a su vez lastimados. Los hace hablar con las palabras que se repiten cada día buscando justificar sus acciones y queriendo creer que todo es por un fin. Aunque nadie sepa cuál es ni nadie acierte la respuesta.

Hay novelas que cuentan dramas; hay dramas que se cuentan de forma novelada. Sea como fuere La vida fácil, que de fácil solo tiene el título, es una novela negra tan dura por la sinrazón y sordidez de sus actos y tan blanda por los personajes indefensos ante tanta sinrazón que parece de plexiglás.

Una porra extensible con la que la vida da latigazos que dejan marca ¿por qué a mí? ¿Por qué yo?

domingo, 5 de abril de 2020

Asesinato en la Plaza de la Farola de Julio César Cano

Dormir en el recinto de un cajero
automático no es seguro.

La primera novela protagonizada por el inspector Monfort que se desplaza de Barcelona, donde vive, a Castellón requerido para afrontar un caso que parece uno más que tiene como víctima a un indigente. Pero entonces sería carne de archivo y no precisaría ni de un sabueso, díscolo pero eficaz, ni de una perfiladora procedente también exprofeso de Valencia.

Hallan un sin techo muerto en el cerrado de un cajero automático de una entidad bancaria.

Su presumible deficiente calidad de vida es la causa probable de su fallecimiento, pero a veces un caso se explica del modo más simple. Otras no. Y en esta ocasión lo simple se vuelve complejo y lo complejo sencillo.

La investigación va de un lado para otro ya que hay indicios y aspectos que no acaban de cuadrar pero que tampoco parecen encajar unos con otros. Hay dudas y pasos en falso y atar cabos, cuando estos se mueven o están pringosos de aceite no es nada, pero que nada, fácil.

Y si encima el autor ayuda sembrando algún que otro despropósito argumental la verosimilitud salta por la ventana cuando se abre la puerta a un análisis exigente.

El inspector Bartolomé Monfort se toma el trabajo como una medicina, lo usa para paliar el dolor y por ello no sigue pauta de horas ni regula la dosis: tanto como sea necesario. Antes de ahora disfrutaba de la vida y le queda aún un paladar suficientemente educado como para apreciar la calidad en la comida y en la bebida, lo que permite al autor dar un repaso por locales y platos, más que sugerentes, de la zona.

Julio César Cano
Julio César Cano abre el fuego, con esta, de una serie de novelas, va por la cuarta publicada, protagonizadas por este tópico pero no por ello menos interesante inspector que es Bartolomé Monfort.

Al finalizar la lectura apetece conocer más y mejor a los protagonistas, y esto, en una primera novela, es motivo más que suficiente para darle valor en contexto.

El autor también ha escrito, en paralelo, sobre gastronomía y viajes y en sus obras, por su pasado relacionado activamente con el mundo musical, hay sonoridad.