Una novela negra que se lee como se vería una película de cine negro |
En La ciudad de la memoria todo tiene su porqué.
Berta, Berta Valero, joven estudiante de periodismo, está
buscando trabajo y aunque su vida ya lleva más de veinte años empezada no tiene
la perspectiva suficiente como para comprender de entrada a otra que lleve más
del doble. Por eso cuando conoce a Mejías tiene la sensación de que todo lo
conocido es nada frente a lo que queda por conocer.
Nada más y nada menos que encontrar a Armando es el
encargo que el detective Mejías tiene ahora mismo entre manos. Armando es un
yaco poco afectivo con desconocidos.
La familia que lo ha perdido tiene otro trabajo para
Mejías y éste, al que el dinero nunca le ha sobrado aunque tampoco le haya
importado más allá que lo necesario para sobrevivir, acepta aun sabiendo que se
está vendiendo al poder fáctico.
Se trata de averiguar la existencia de filtraciones de
información confidencial sobre un ambicioso proyecto urbanístico.
Las filtraciones acabaran siendo vías de agua imposibles
de taponar y que intentarlo supone excavar en el origen de una de las más
grandes e influyentes fortunas de la sociedad valenciana. Pisar falsos suelos con cadáveres bajo las alfombras.
Toda fortuna tiene un pasado dudoso y la investigación se regocija en giros inesperados
provocando situaciones jocosas y peligrosas a partes iguales que divierten y
emocionan como lo hace cualquier película bien articulada.
Triumph Tr7 "Maquinaria inglesa de finales de los setenta, dos mil centímetros cúbicos y ciento cinco caballos" |
La novela es claramente deudora del mejor cine negro
americano y le rinde homenaje prácticamente en cada uno de sus capítulos,
verdaderas escenas rodadas con gran cariño y mayor profesionalidad. Es una película de cine negro que se lee en papel.
Santiago Álvarez ha creado a sus personajes como un padre
amoroso; les reconoce su imperfección pero no les afea por ello.
Los dota de humanidad, sean buenos o malos, protagonistas
principales o secundarios. Son fotogramas dibujados con letras y aunque la predilección vaya con Mejías y Berta no descuida detalle alguno para hacer creíble al resto del elenco.
La trama es un alarde de planificación lo que le permite
ir a muy buen ritmo sin tropezar en ningún momento. La documentación histórica,
precisa y justa, ha creado el escenario adecuado por el que se mueven ágilmente
los protagonistas y los diálogos son acerados, ingeniosos y consecuentes. ¿Qué
más se puede pedir?
Valencia Negra no sería sin Santiago Álvarez y La ciudad
de la memoria y El jardín de cartón no serían sin Valencia. Léanlas y disfrútenlas.
¡Berta! Esto es para ti:
El jazz que escucha Mejías a partir de su colección de vinilos no tiene desperdicio alguno; procuren acompañar la lectura con alguna de las piezas que en ella se citan y doblarán la sensación de placer.
La reseña de la segunda novela de la serie se encuentra
también en este blog con el título de El jardín de cartón
La tenía entre mis pendientes. Acabas de darme el empujón definitivo para colarla en la lista :-)
ResponderEliminarNo creo que te arrepientas ;-)
EliminarSaludos!