El Campamento es un intento de actualizar la que quizá sea
una de las mejores novelas policiacas de la historia. Acercarse a un clásico
infunde respeto, tan solo intentar pensar en poder actualizarlo ya es una
osadía pero aún y así hacerlo, a sabiendas de donde te metes, es de una
inconsciencia supina o de una valentía admirable.
El Campamento recoge el espíritu y el armazón de Diez
Negritos de Agatha Christie y se lanza a reinventar para alejarse lo más posible
del reflejo del espejo pero al distanciarse solo consigue una imagen borrosa
que sigue recordando el original y no logra asentarse como distinta.
Para el público más leído y mucho leído ¿para qué un
sucedáneo teniendo el original? Para el público menos leído todo un
descubrimiento que comentar y viralizar.
Estamos viviendo tiempos donde el cortoplacismo se ha
instalado con, al parecer, intención de permanecer. La gente parece querer ir
deprisa en todo, incluso en la lectura, y tal vez por eso la novela no dedique
páginas suficientes para ir construyendo el ambiente propicio para desarrollar
la trama y vaya al grano.
Generar tensión, claustrofobia, angustia es imprescindible
para que, en el relato, los asesinatos no sean un mero medio para hacer avanzar
la trama.
Blue Jeans escribe para un público, en general, con
sus excepciones, más acostumbrado a los mensajes breves de las redes sociales, con preferencia
por el uso y disfrute de la imagen y mayoritariamente solo interesado por lo que le resulta conocido
a su cultura de grupo.
Así para el argumento escoge protagonistas cuyos roles no
solo sean conocidos sino incluso identificables con lenguaje afín, e incide en
la química de los sentimientos opuestos: amor y desamor, fidelidad y lealtad,
honestidad y mentira, en ese contexto donde la ilusión virtual a veces se
confunde con la evidencia de la realidad.
Intenta humanizar el lado menos conocido de la fama: los
famosos también lloran y sufren; y no se corta en denunciar el todo vale para alcanzar un
posicionamiento de influencer. Pero no consigue dotar a la trama de lo
necesario para que sea una novela policiaca y no solo un cúmulo de situaciones
o tensiones, aunque se quede solo a un tris de conseguirlo, en un gratamente
intrincado y sobresaliente argumento, al que le escuece ese final de serie
televisiva.
Desaprovecha la oportunidad de mostrar las tripas de ese
mundo digital, lo que hubiera sido muy revelador, pero equivaldría a morder la
mano que te da de comer. Por lo que solo se pasea por la delgada línea roja que
supone el entrever y el mostrar abiertamente con la sensación de que hubiera
podido dar más de si. Habrá que esperar a una nueva novela completamente original para conocer realmente sus posibilidades en este género donde se estrena.
Por tanto, un público ya ducho en novela policiaca no
debería leerlo so pena de entrar en comparaciones en las que Blue Jeans saldrá
siempre perdedor. Y sería un error. Como comparar nueces con melones.
Pero un público no lector de género, sin referencias que condicionen la lectura y de una juventud insultante debe leer esta novela sin dudarlo ni un instante y disfrutar de esa experiencia como si no hubiera un mañana.
Hace tiempo Bob Dylan decía que los tiempos están cambiando, y tan cierto es, como que los tiempos siguen cambiando. El Campamento de Blue Jeans es un exponente de esa transición que vive la novela policiaca que la generación Z está descubriendo. Son otros tiempos. Y otras necesidades, intereses y desvelos ocupan a esa juventud incomoda ante la falta de expectativas.
El Campamento de Blue Jeans tiene su oportunidad en ese target
y el tiempo la consolidará u olvidará; de momento está consiguiendo que una
generación poco dada a leer, lo haga. Y si es revisitando un gran clásico mejor
que mejor, ya que quizás consiga no solo hacer viral su obra sino la de quien
homenajea.
La gente que mayormente sigue y lee a Blue Jeans igual no ha oído
hablar en su vida de Agatha Christie, o tal vez le suene de alguna película
pero casi seguro que no se pondrá a leer sus novelas de igual modo que rechaza un filme en blanco y negro, de los de antes.
Si leen El Campamento, sin tener idea de sus antecedentes,
lo más seguro es que disfruten y difundan su contenido y a partir de ahí el
infinito y más allá.
La cultura siempre sale ganando.
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