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miércoles, 19 de enero de 2011

BookCrossing Enero

Jordi tiene razón en su comentario. No expliqué si hubo captura del libro (ver este post).

He aquí, pues, la narración de lo sucedido hasta donde pude ver.

“Lunes, 20 de diciembre. Entro en la estación de Sants y me dirijo hacia el McDonald’s. Son las 18:45. Hay bastante gente sentada, haciendo cola y moviéndose de un lado para otro, supongo que el hecho de que los servicios estén cerrados por reformas ayuda al trasiego.

Me tomo mi tiempo antes de liberar el libro, es un placer que hay que saborear, y busco con la mirada posibles captores al acecho. Las liberaciones anunciadas tienden a favorecer la movilización cazadora. De entre todos me fijo en dos personas.

Una es un individuo que está fuera del local en el pasillo que lleva a la salida, viste anorak azul y lleva colgado en bandolera una bolsa de esas de regalo publicitario, usa gafas de montura redondeada de las que ya no se llevan y su mirada recorre el interior del local de un lado a otro mientras el permanece inmóvil con las manos en los bolsillos.

La otra es una chica muy joven, no llega a los 18, de poco más de 1,60 de estatura, cabello castaño y rizado en media melena, sudadera gris con capucha y tejanos deshilachados en las rodillas, calza deportivas blancas con rayas azules y fuma un cigarrillo apoyada contra el cristal exterior del local, en la acera, de espaldas a los taxis.

Me acerco a anorak azul; quiero ver si capto algún gesto delator pero no lo consigo, por lo que salgo fuera para probar con la chica. En esos momentos tiene el móvil en la mano y por como mueve el pulgar, escribiendo un sms pero desde mi posición no alcanzo a ver la pantalla.

Enciendo un cigarrillo y me pongo a pasear como quien espera sin urgencia. Antes de acabarlo la chica está besándose con un chaval de su estatura que lleva un gorro calado en la cabeza y pantalones caídos, y cuando lo apago en el cenicero ya se han ido igual que anorak azul.

A las 18:56 vuelvo a entrar. No busco ningún sospechoso más, habida cuenta de mi vista de lince para estas cosas. Dejo el mostrador a mi derecha y sigo hacia la “L” del interior del local. Ocupo una mesa de espaldas a la pared de los servicios. Libero el libro sobre el asiento, me levanto y vuelvo a salir al exterior de la estación.

El McDonal’s, para quien no lo conozca es todo acristalado y tiene un lateral que da al pasillo de salida de la estación y su perpendicular que da al exterior. Desde allí es perfectamente visible el libro.

Dos chicas andan limpiando mesas y recogiendo bandejas. Unos japoneses se sientan en la mesa de al lado del libro y no lo ven, y dos parejas sudamericanas dos mesas más allá. Saco el móvil y hago como que miro la pantalla.

A las 19:07 un hombre alto, alopécico, con un importante bigote, rostro y calva tostados por el sol y vestido con un llamativo polo de anchas franjas amarillas y blancas se levanta de su mesa y captura el libro. Sin mirarlo siquiera, consciente de un acto de apropiación indebida, regresa a su asiento y se lo pasa a la mujer que tiene sentada delante. Pelo rubio con mechas, rostro ligeramente maquillado, chaqueta de cuadros de pata de gallo, jersey de cuello vuelto y pantalón marrón.
Desde fuera veo el movimiento de los labios pero no puedo escuchar lo que dicen, por sus gestos y sus miradas alrededor, viene a ser algo así:

-          ¿Y esto?.
-          Un libro.
-          Ya. Pero ¿de donde lo has sacao?.
-          Estaba allí en una silla.
-          ¿Y de quien es?.
-          Yo que sé. Alguien que se lo habrá olvidao.
-          Mira, hay algo escrito.

Ambas cabezas se acercan para leer al unísono el mensaje que informa que están en posesión de un libro libre, no olvidado, y que pueden hacer uso y disfrute de el con la única petición de entrar el código en la Web de Internet para seguir sus andanzas.

Lo dejan a un lado en la mesa y él se levanta para dirigirse al mostrador. Mientras espera, ella vuelve a coger el libro y relee el escrito de presentación, luego la contracubierta, lo ojea por dentro, mira distraídamente a la concurrencia y vuelve a dejarlo.

El hombre regresa acompañado de un chaval que no tendrá aún los 14 y ambos traen las manos ocupadas con bandejas bien surtidas de patatas, hamburguesas y bebidas. Y mientras se sientan, su madre pasa a explicarle el curioso asunto del libro liberado. El chaval también lee la inscripción y pasa páginas deteniéndose en cada una donde el liberador ha escrito el código. Pronto la comida puede más que la lectura y el libro reposa junto al ketchup.

Los tres se ponen a comer y a hablar animosamente. A su lado un carrito con varias maletas aguarda para ser arrastrado. Tienen más pinta de regresar a casa que de partir, por lo que deduzco que una vez allí la juventud del chaval favorecerá escribir la nota de la captura como una anécdota más de sus vacaciones."

Este es el mensaje recibido:

Entrada en el diario 3 de wingAnonymousFinderwing el jueves, 13 de enero de 2011
5 de 10
Recogido en el McDonalds de la estación Barcelona Sants, trasladado a Zaragoza (20/12/2010), sin terminar de leer trasladado a Las Palmas de Gran Canaria (06/01/2011). 

¿Güai, no?. Ánimense y liberen un libro. Recuerden que liberar libros es sembrar semillas de nuevos lectores. Y cuenten su experiencia.

Anuncio de próxima liberación:


el lunes 24 de Enero liberaré "Señuelo" de Karen Robards, a la misma hora y en el mismo lugar.

"El viaje de negocios que lleva a Maddie Fitzgerald, una sexy y elegante morena de veintinueve años, a Nueva Orleans, sufre un giro imprevisto cuando un hombre irrumpe en su habitación de hotel para asesinarla..."

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Interrobang BookCrossing

Si les dijera que desde que libero libros mi vida ha cambiado, sonaría a secta y no me creerían, por tanto no lo voy a decir, de momento. Cada cual con lo suyo, los hay que liberan enanitos de jardín, en el bosque y estan cuerdos.

Pero si les voy a pedir que lo prueben, que entren en http://www.bookcrossing.com,

• Dense de alta, e-mail y contraseña y perfil opcional
• A continuación cojan el libro que deseen dejar en libertad (no se preocupen hay gustos para todo) y entren el título y el autor en la página de registro
• Ahora Bookcrossing les devolverá un número identificador único para ese libro.
• Escríbanlo en la cubierta, en la solapa, en páginas interiores, en una etiqueta y péguenla e indiquen que se trata de un libro libre.

Y ahora lo mejor: el momento de liberarlo. Es una sensación como de hacer algo prohibido que en lugar de culpa genera satisfacción.

Es un instante flash. Y además la primera vez nunca se olvida.

Pueden liberarlo en un café, en una granja, en la sala de espera del dentista, en un tren, en la mesilla de noche de un hotel, envuelto en plástico por si llueve y ocultado en la oquedad de uno de esos enormes árboles que hay por las ciudades y que en otoño alfombran las aceras de hojas marrones y crujientes, en fin en cualquier lugar que se les antoje, pero con disimulo para evitar que nadie diga aquello de “¡eh, que se olvida el libro!.

Y si lo dejan en un lugar público y se apostan a vigilar, viene la segunda disfrutada: el acto de voyeurismo que supone ver como el libro es cazado. Y por quien. Y como. Y si hay tiempo, ¿porque no?, seguir al cazador.

Y disfruten cuando reciban noticias del periplo del libro quien sabe de cuantos lectores, en que país o en cual continente.
Hagan la prueba, elijan cualquiera de estas fechas cercanas antes de que acabe el año y liberen una novela interrobang. Y cuenten en comentarios como les ha ido su primera vez.

Predico con el ejemplo:
el lunes 20 de diciembre sobre las 19:00 liberaré "Muerte entre poetas" de Ángela Vallvey, en el McDonal's de la estación de Sants de Barcelona.

Liberar un libro es sembrar semillas de nuevos lectores.