domingo, 3 de abril de 2016

Camino a Selma de Philippe Tome y Philippe Berthet

Donde los daltónicos sociales ven a los
negros como el blanco de sus iras
Camino a Selma es un cómic que denuncia la violencia. Que evidencia como la raza blanca ejerce su supremacía sobre la negra igual que un depredador lo hace en su territorio de caza. Pero es sabido que los animales cazan para comer y que los humanos lo pueden hacer, y lo hacen, por placer. Y también por envidia, por egoísmo, por despecho, por odio, por venganza, por miedo…

Selma sabe mucho de todo eso.

La ciudad de Selma, capital del condado de Dallas en el estado de Alabama, es un claro referente en la historia de la discriminación racial de los EEUU y un símbolo de lucha y victoria en la consecución del derecho al sufragio.

Recuerden aquí la historia de las tres marchas de Selma a Montgomery en 1965, hace nada como quien dice y se antoja sumamente lejano.

La segregación fue derogada pero aún hubieron de pasar muchos años para que fuese comúnmente aceptada y todavía hoy hay motivos para dudar de que se haya superado.

Pág nº 7 del original francés
Así Clement Brown, joven negro con estudios, conocedor de las leyes igualitarias y convencido de que su color ya no supone motivo de peligro ni de temor, está regresando a Selma para encontrarse con su madre y su hermano.

La fatalidad hace que cruce la carretera delante del coche de una joven blanca, rubia, atractiva y con problemas sentimentales. El color no es impedimento para desatar sentimientos ni es motivo para no dejarse llevar por impulsos ni es razón para obrar con sentido común.

El color solo sirve como excusa a los daltónicos sociales que ante el negro solo ven el blanco de sus iras y sus frustraciones.

Después de vivir el sueño que supone conocer a la joven Tracy Lee que le recoge cuando hacía auto stop, Clement Brown va a conocer lo que es vivir una pesadilla. Dos caras de la misma moneda que a buen seguro hubiera preferido en orden inverso. El destino tiene este punto de juego de azar.

La pesadilla se presenta con una temática llena de violencia, verbal, gestual y física y donde el disparo de las armas de fuego arroja la única luz sobre el sombrío porvenir. Una luz tan breve como una emoción humana.

Philippe Tome, guionista
Philippe Tome, sobradamente conocido por su trabajo con Spirou, ha escrito esta historia de novela negra racial para denunciar que de nada sirve promulgar leyes si luego no hay una continuada acción evangelizadora de los preceptos. Que en los pueblos pequeños las leyes son las que dictan las oligarquías y que quienes empuñan un arma aducen razones ante las que todos cierran bocas.

Ha compuesto uno de esos cómics que entretienen a la vez que ponen en jaque las convicciones sobre asuntos que tienden a banalizarse por miedo a enfrentarse a ellos.


Philippe Berthet, dibujante
Philippe Berthet, reconocido dibujante y colorista, baste recordar la serie Pin-Up, ha dibujado esa historia empleando su habitual estilo realista y buscando las horas de oscuridad para que la noche también sea víctima de su color y ofrecer esa sensación de indefensión que supone moverse entre sombras y oscuras intenciones.

El resultado es que con un trazo amable y sin estridencias consigue reflejar grandes dosis de tensión y violencia; sin destacarlas ya que conviven con todos nosotros de forma tan mimetizada que no se perciben.

jueves, 31 de marzo de 2016

Un crimen bretón de Jean-Luc Bannalec

Lectura sosa a pesar de la sal
En esta ocasión la excesiva pasión del autor por la Bretaña le ha traicionado hasta parecer que en lugar de una novela policíaca estamos ante un panegírico auspiciado por el Consejo para el Fomento de La Bretaña y en concreto por el Consejo Regulador de Sal de Guérande, si existieran, sin otro objetivo que atraer turismo y favorecer la proyección de la zona cultural, gastronómica y comercialmente.

La novela resulta sosa, por falta de sabor que no de sal ya que es claramente una novela cocinada a la sal; tanta que sobra.

Poco contenido policiaco, sútil y tímido intento de acercarse a la novela negra y mucho aprendizaje sobre la extracción de la famosa sal de Guérande, en cualquiera de sus formas desde gruesa a flor. Y mucho aprendizaje del golfo de clima mediterráneo de Morbihan y de toda la península de La Baule y …

Incluso el título, Un crimen bretón, es de vacío contenido. Un título igual de soso que anticipa lo que va a ofrecer que, simplificando, no es más que un enmarañado cuadrante de horarios de coartadas. Un cuadrante como el que configuran las salinas y donde las líneas que separan las celdas son caminitos embarrados de estrechez alarmante.

Es en uno de esos pasillos donde el comisario Georges Dupin es recibido a balazos lo que da pie a mojarse, y nunca mejor dicho, en agua con sal.

Al cabo de poco y con la aparición de un cadáver se inicia el caso propiamente dicho, en el que el comisario Dupin interviene un poco por azar al encontrarse fuera de su jurisdicción por lo que debe comportarse como invitado y en este sentido, el del ámbito estrictamente protagonista, hay que reconocer en honor a la verdad que su anfitriona, la comisario Rose (personaje muy interesante y que seguiría con gusto si genera su spin-off) se lo come, literariamente hablando, cocinado a la sal con mantequilla.

Comparación de Flor de sal y Sal gruesa
de las salinas de Guérande
Esta vez Jean-Luc Bannalec ha cedido a los maravillosos paisajes de unas salinas ya sean vistos a la salida del sol, al ocaso o bajo la luminosidad de una luna llena.

Una novela para el olvido y nueva ocasión para saber más de la Bretaña; esa especie de paraíso accesible donde son tan irreductibles, como Asterix y Obelix, que incluso tienen su propia bebida de cola, la Breizh Cola, con la que plantan cara ahora y siempre al imperialismo invasor.

Acompañen la lectura con un tartar de abadejo con limón y una copa de Chinon blanco frío pero sin pasarse, o casi mejor coman directamente y pasen de la lectura.

Si en cambio son absolutamente recomendables, como whudunit que busca, pretende y consigue entretenimiento, las dos primeras novelas de la serie y cuya reseña pueden leer sin salir de este mismo blog:





lunes, 28 de marzo de 2016

Happy Valley

Sargento Catherine Cawood
Happy Valley es una miniserie, seis episodios en su primera temporada, de la televisión británica y corte policial, ambientada en una zona deprimida del condado de Yorkshire, cuya desesperación ante la falta de recursos para paliar algunos delitos y con pocas expectativas de mejora social tan bien retratara, en amarga sátira dramática, Full Monty.

Es una serie que trata de personas y personajes con relaciones familiares dispares, sentimientos de culpa, falta de asunción de responsabilidades, exceso de sospechas, egoísmos, traiciones, mentiras y avaricia en un entorno social y laboral poco favorecedor de cambios a corto plazo a mejor: solo queda sobrevivir viviendo.

En Inglaterra saben cómo realizar estas series: realista hasta ser descarnada y derrotista hasta dar la vuelta y enlazar con un optimismo por lógica inconsecuente pero que se demuestra única salida cuando ya se han dado todas las vueltas posibles al calcetín.

Tomando el núcleo central de Fargo de los hermanos Coen e incluso de Cosas que hacer en Denver cuando estés muerto de Gary Fleder, por aquello que una idea peregrina para buscar una solución a un problema acaba complicándose yendo de mal en peor y generando aún más problemas y de mayor enjundia, consigue hilar una historia con varias tramas de rico y variado contenido donde priman las relaciones humanas y la explosión de sentimientos como alternativa a un dialogo que se ahoga en las gargantas.

Las imágenes son crudas y generan inquietud e incomodidad, no se recrean en el lirismo ni pretenden quedar bien con la estética, provocando en todo momento una cierta incomodidad visual al espectador a quien no se le permite ni un instante de desconexión. Incluso los cigarrillos que en ella se fuman no son placenteros y si ansiosos, precipitados y compulsivos. Incluso el frío climatológico traspasa la pantalla del televisor.

Happy Valley
Donde hay vulnerabilidad siempre habrá maldad. Y esa maldad por el hecho de ser abusiva se torna más malvada y menos comprensible. Y esos caracteres calan con su comportamiento despreciable y merecen todo el rechazo y no solo el legal sino el social. ¿Quién quiere alimañas en su hábitat?

El ritmo narrativo es pausado pero en constante evolución; hay vida en cada escena, hay sentimiento, hay derrota, hay escepticismo, hay desilusión. Los planos cargados de imágenes simples y realistas sin supeditaciones estéticas se encargan de facilitar que el mensaje llegue nítido al telespectador.

La serie de corte policial tiene su bis dramática más por el retrato social de la comunidad donde se desenvuelve el caso que por los delitos en sí. Estos tienen también su dramatismo pero obedecen prácticamente a esa desesperación personal y colectiva que hace que se cometan estupideces a cual más grande que a poco que se pensaran antes de actuar no se harían.

La infelicidad habita en Happy Valley. Título irónico hasta el sarcasmo en un intento de paliar la gris realidad; como en el giro de tiovivo donde el caballo rojo pasa a cada vuelta delante de nuestros ojos siempre inalcanzable.

El peso interpretativo recae en la sargento de policía local Catherine Cawood (papel que borda la actriz Sarah Lancashire) y sin ella la serie no tendría la fuerza que demuetra. El personaje, muy cerrado en sí mismo al principio, evoluciona abriéndose y mostrando una complejidad psicológica de una gran riqueza de registros brillantemente expuestos como si se estuviera viéndolos desde una platea de teatro; pero, y ahí viene lo mejor, sin sobreactuar en ningún momento y sí en cambio demostrando que ser actriz es proyectar desde el interior y no solo recitar un papel.

Serie de visionado recomendable sin peros. (Gracias Blog Asustado por la recomendación!).

jueves, 24 de marzo de 2016

Mala hostia de Luís Gutiérrez Maluenda

Cubierta de Mala Hostia
En Barcelona la clase alta vivía, vive aún, en la zona alta de la ciudad, alta geográficamente hablando, en faldas montañosas que el urbanismo ha ido arañando a la naturaleza. Y las clases menos afortunadas, en la zona opuesta de la ciudad, la que desciende hasta fusionarse con el mar.

Mala hostia es un eufemismo para designar mal carácter o malas intenciones y es el título de esta novela; una novela barriobajera porqué transcurre en esa zona habitada por la clase baja y clase aún más baja, por esas callejuelas del barrio del Raval, antaño conocido como el barrio chino: un gran mercado al aire libre, que no limpio, donde se compra y se vende todo a lo que se pueda poner precio. O sea todo. Ya sea legal o ilegal.

Atila es el protagonista principal. Un Atilano al que el recorte del nombre, al estilo del rey de los hunos, le conforma más mala leche, más mala ostia. La necesaria para afrontar los problemas que supone sobrevivir cuando no hay de donde rascar.

Es un detective privado con menos casos que perlas en una charca. No tiene despacho, okupa una mesa en un locutorio telefónico por ser pariente de Lena, una suerte de primo lejano de aquellos que cuanto más primo más me arrimo y tiene como vivienda un recoveco en un edificio, que se distrajo seguramente de los planos originales y en el que apenas caben dos personas, la cama y una botella de whisky, además del baño.

Y aunque no tenga motivos para agradecerle a la vida su suerte si los tiene porqué viendo sus convecinos de barrio aún podría ser peor. Marginal si pero no desgraciado.

El caso que le va a permitir pagar deudas y comer caliente por unos días se lo encarga un sudamericano para que busque a su chica desaparecida. Una bielorrusa de largas piernas, cuerpo escultural, melena rubia y ojos azules (¿acaso no lo son todas?) y de oficio desconocido pero imaginado. Imaginársela trabajando no supone ningún esfuerzo para un Atila curtido en multitud de frentes.

Y así junto a Atila, en ese encargo de búsqueda, la novela recorre El Raval y nos describe el ambiente y los habitantes de ese barrio crisol de nacionalidades y de ilegalidades. Lo hace a pie de calle para que experimentemos esas sensaciones que se adhieren a la piel y tardan varios lavados en irse.

Luís Gutiérrez Maluenda
Luís Gutiérrez Maluenda tiene en Mala hostia una autentica novela negra que sigue los arquetipos tradicionales del género y que se asentaron en aquella América de negros años. Coge los mismos mimbres pero teje su propia cesta.

Destila un argumento dinámico donde todo resulta pausible, donde las relaciones humanas y las acciones que se suceden tienen en su realismo su propia ficción y en donde no se puede separar el humor de la violencia del mismo modo que para que el cigarrillo eche humo antes hay que encenderlo.
Tiene también en El Raval el ambiente perfecto para desarrollar historias en las que nada ni nadie desentone, ahora que incluso las clases pudientes acuden a nuevos locales de moda para tomarse una copa porque les encanta vivir peligrosamente y en la que pululan turistas ávidos de lo auténtico para contar a su vuelta experiencias extremas.

Y tiene en Atila, hijo de puta entrañable, un romántico del sexo, un naufrago combativo, un perdedor disconforme, un cínico compasivo, un ex alcohólico que se emborracha cada día, al protagonista perfecto para desarrollar una larga serie de novelas a cual mejor. Creo que ya lleva tres.

No hagan como yo que, incomprensiblemente, he tardado años en acercarme a este autor y acaparen todas sus novelas para asegurarse lecturas placenteras. Yo estoy en ello.

domingo, 20 de marzo de 2016

Carter & West de Ana Bolox

Carter & West, novela
policiaca inglesa de la
mejor tradición
Carter & West son los protagonistas de una serie de aventuras de intriga que Ana Bolox, su escritora, además de blogera, tallerista (si existe esta profesión) y profesora, está publicando de modo agrupado. Así en el primer volumen encontramos:

Destino Inexorable
Aracne
La muerte viene a cenar

Tres piezas cortas que no lo parecen. Su estructura y su contenido no es para pocas páginas y en cambio encajan como en un molde.

Charles Carter es un joven patriota que habiendo combatido como piloto en la 2ª Guerra Mundial prosigue, finalizada esta y en tiempos de paz contenida, entregado a esa suprema causa nacional sirviendo ahora como detective de Scotland Yard y manteniendo sus contactos con el MI5.

Charles Carter arrastra una ligera cojera de un lance bélico, la que lo apartó del servicio activo, y es falible en sus deducciones; por lo que estamos ante una persona de carne y hueso y no ante un mito inaccesible.

Kate West es una joven decidida y capaz que dirige una agencia de servicios de mecanografía y que disfruta de sus momentos libres leyendo novelas policíacas de las que gustaría más ser protagonista que espectadora.

Kate West es una belleza que actúa con tanta determinación que se diría es una coraza para encubrir sus temores e inseguridades y no exponer su punto débil que es su grandeza humana.

Las tramas de las tres narraciones están muy bien argumentadas y a pesar de su brevedad ni se desarrollan apresuradamente ni se resuelven de forma precipitada. Los tiempos están muy medidos y la sensación al acabar cada una de ellas es la de haber leído una novela larga, tal es el grado de inmersión que consigue su lectura. Enormemente satisfactoria si se es amante de la novela policíaca tradicional inglesa.

Ana Bolox, autora de
'Carter & West'
Ana Bolox ha recuperado la esencia de esa novela policial inglesa en su ambientación, personajes y temática circunscrita a esos años cuarenta cuando las naciones abandonaron las trincheras pero no las suspicacias y sustituyeron las acciones frontales realizadas por soldados por otras más sutiles de espionaje a cargo de agentes de los servicios secretos.

Esa época también en la que las clases sociales tenían claramente identificadas sus posiciones y con límites de comportamiento muy delimitados; esa época de un tiempo caduco, ¿o aún no?.

La lectura sumerge en esa época con suma facilidad, gracias a una cuidada adecuación del lenguaje escrito en sus adjetivos y adverbios, al empleo de fórmulas de educación y cortesía social y tonos de diálogo precisos para que se puedan percibir las sensaciones tanto de andar bajo copos de nieve por calles londinenses, como de percibir el calor de hogar de salones y cocinas de gente acomodada e incluso de sentir la peculiar atmósfera de las estancias de los clubs masculinos más exclusivos.

Tía Agatha puede estar muy contenta de tener esa natural continuación, la Editorial Medianoche debe considerarse afortunada de tener esa pluma y los lectores estamos de enhorabuena con Ana Bolox de la que solo cabe pedirle más producción y cuanto antes mejor..

jueves, 17 de marzo de 2016

Flashforward serie tv

Cartel de la serie de TV Flashforward
Recuerdos del futuro es el título traducido de la novela de ciencia ficción científica del canadiense Robert J. Sawyer y su título original Flashforward da título también a su adaptación a serie de televisión. Aunque el paralelismo solo se da en la premisa de inicio y en el nombre de un personaje ya que por lo demás no guarda relación alguna.

Parte de una premisa inteligente y atractiva como es que todos los habitantes del planeta sufran un desvanecimiento en el mismo momento (6 de octubre de 2009 a las 11:00 hora americana) durante 2 minutos y 19 segundos y que durante ese breve período de tiempo cada cual tiene una visión de su futuro fechado el 29 de abril de 2010 a las 22:00 (en la novela es año 2030)

Cada uno ha tenido su flashforward particular, su visión de ese momento futuro. Todos han visto algo aunque para algunos que no han visto más que negrura se teman lo peor.

Mientras dura el desmayo las catástrofes causan más de veinte millones de muertos en todo el mundo: aviones, barcos y automóviles estrellados, grúas de construcción descontroladas, explosiones, incendios, intervenciones quirúrgicas a medio terminar y caídas de todo tipo y desde todos los lugares.

La novela incide en el aspecto espiritual, en la ética y en el libre albedrío y la protagonizan los dos científicos que han llevado a cabo el experimento que inesperadamente ha provocado el desvanecimiento. Plantea dudas, dilemas y abre interrogantes que cuestionan lo que creemos saber

Mientras que la serie se centra en el aspecto thriller policial encabezada por agentes del FBI y la CIA y se pierde al querer maximizar las responsabilidades en complots tan complejos que acaban desconectando las tramas secundarias de la principal, tan pretenciosa como incomprensible, y presentando unos altibajos que van del interés al aburrimiento.

Componen así un gran mosaico de recuerdos futuros y de situaciones presentes intentando establecer relaciones y conexiones que les permitan no solo saber el por qué del hecho sinó también evitar algunas de sus consecuencias y sobre todo evitar que vuelva a suceder.

El mosaico de la serie Flashforward
Las subtramas explican las vidas personales de cada uno de los protagonistas condicionadas a partir de su flashforward: destino versus libre albedrio. Son de poco interés y el conjunto queda descompensado abusando de un sentimentalismo de todo a cien y una intriga de rebajas.

Han intentado dar forma a un diamante a golpes de martillo ¡que manera de echarlo a perder! y partiendo de una premisa excelente han culminado un gran fracaso.

La temporada concluye cerrando algunas tramas y dejando otras en el aire en un final abierto, no satisfaciendo a nadie. Además se quedan por aclarar un montón de las pistas y también lo más importante como es saber que nuevo futuro espera.

Parece que en ninguno de los flasforward los guionistas vieron que la serie no tendría continuación y, confiados, han emitido un final de temporada cuando debería haber sido un final de serie.

Evito conscientemente nombrar a los actores protagonistas y al equipo técnico porque ya bastante han debido sufrir como para que sus nombres queden asociados a esta serie.

No es necesario que la vean, de verdad. En todo caso si les gusta la CiFi lean la novela.

domingo, 13 de marzo de 2016

Un cadáver en el jardín de María Lang

En Skóga, localidad sueca donde la autora ubica muchas de sus obras, se encuentran pasando unos días de vacaciones Einar Bure, es su lugar de nacimiento, su mujer Puck y el padre de ésta Johannes Ekstedt, excéntrico y erudito egiptólogo.

Es un pueblo pequeño bordeado por un río que parece lugar ideal para desconectar de las cuestiones cotidianas.

Para el matrimonio, hace pocos meses que están casados, es una forma de alargar su luna de miel y para el profesor, que acaba de regresar de Egipto, una excusa para descansar de cadáveres momificados, sol y sudor de las excavaciones.

Pero para su sorpresa los cadáveres no descansan y encontrarse una mañana uno en el jardín no es la idea que se tiene de un despertar idílico en una casa de campo estando de vacaciones. Sobretodo porqué puede echar a perder un buen desayuno.

Se trata del cuerpo de un joven local y sobradamente conocido que hacía tiempo vivía alejado del pueblo por desavenencias familiares por lo que se desconoce el motivo por el que haya podido volver y aún más el de su asesinato.

Puck, como no podía ser de otra manera, va a investigar por su cuenta paralelamente a la investigación policial y entre los habitantes, todos conocidos entre si, de la población encontrará suficientes sospechosos y lo que es peor autoinculpados que va a complicar aún más una investigación que transcurre bajo aguaceros intensos.

Un cadáver en el jardín es una novela policiaca claramente enigma del género afable, cozy crime; género que con tanta habilidad desarrolla la prolífica autora sueca Maria Lang aunque tenga tendencia a diluir la tensión en disquisiciones alejadas del eje central de la trama y en dedicar demasiadas páginas al discurso final alargándolo más allá de lo aconsejable, necesario y prudente.

A pesar de todo, la lectura entretiene lo suficiente como para aceptar sus digresiones y entrar en el juego de comportarse como un protagonista más del elenco y deleitarse con la resolución de un rompecabezas criminal, al lado de la inquieta Puck.

Maria Lang, pseudónimo de Dagmar Lange, asienta con esta novela su publicitado paralelismo literario con Agatha Christie, puro marketing editorial alejado de la realidad, en el tratamiento de la novela policiaca clásica, aunque por suerte cada cual con su propia personalidad que se transmite en su forma de escribir, narrar y ambientar.

La muerte te espera es otra novela de la serie publicada y reseñada en este blog (lamentablemente las traducciones llegan en cuentagotas y sin orden alguno; habrá que conformarse con lo que hay) que resulta más enrevesada en una trama que sustenta la intriga en la veracidad de las coartadas de los sospechosos.



miércoles, 9 de marzo de 2016

Manhattan Beach 1957 de Yves H. y Hermann

Manhattan Beach 1957, cubierta
Un joven John soñaba con ser propietario de un hotel con sala de espectáculos, en Las Vegas, donde pudiera actuar su ídolo Elvis Presley y por el camino se topó con Daisy que regresaba a Manhattan Beach en Los Ángeles en busca de una infancia confusa y de unos padres olvidados. Los grandes espacios abiertos acogieron su libertad, llena de sueños e ilusiones, hoy desaparecida por las circunstancias.

Era 1957 y en Manhattan Beach y en muchas otras partes sonaban las notas de Love me tender cantadas por ese joven Elvis Presley que empezaba a despuntar sin tener idea de hasta donde podía llegar.

Hoy, en 1976, John Haig es teniente de policía en la localidad de Atenas, del estado de Missouri, pero no por vocación ni tan solo por devoción, lo es porqué a la vida hay que escucharle los chistes aunque no tengan ninguna gracia y no se les encuentre ningún sentido. Si no le sonríes a la vida estás muerto.

Tiene en marcha una investigación de asesinato y violación de una joven y esa belleza truncada, esa juventud muerta, le retrotrae a su juventud cuando los sueños y las ilusiones que emergen desde la inocencia se viven como una explosión. Esas ganas de vivir que tanto él como Daisy sentían a flor de piel.

En este cómic, padre e hijo Huppen, explican una historia de amor condicionada por unas circunstancias empeñadas en evitarla aunque no lo consiguieran. Y explican una historia policíaca cuya resolución ha de permitir a John Haig librarse de un sentimiento de culpa que arrastra desde entonces. Y otra tercera historia que habla de venganza y ajuste de cuentas.

Manhattan Beach 1957, página 25
En definitiva Manhattan Beach 1957 es un cómic muy completo con una densa atmósfera de novela negra, con guión a cargo de Yves Huppen (hijo, que firma sus obras como Yves H.) muy trabajado y bien trenzado en sus ramificaciones, que las hay y que simultanea sin perder ni un ápice de ritmo tiempo presente con flash backs del pasado.

Un guión que Hermann Huppen (padre, que firma sus obras como Hermann) dibuja fiel a su estilo realista, con tanta delicadeza como si acariciara el papel, donde los negros son grises de tan tenues, y donde el color, acuarela muy aguada, es de tonos pastel que iluminan casi pidiendo permiso al lápiz cuando refleja el presente ya que cuando se refiere al pasado solo emplea tonalidades de gris y blanco.

El resultado es una obra redonda, hecha con el mismo amor que tiene su argumento y a la que no le falta ni tan solo la música ya que El Rey la pone a todo lo largo de su narración: Love me tender, love me sweet, never let me go…

Pero dejemos que sea Elvis quien la cante que lo hace mejor que yo.

Elvis Presley - Love Me Tender (Lyrics)

domingo, 6 de marzo de 2016

Bruno, Jefe de Policía, de Martin Walker


Bruno, Jefe de Policía, le da a la novela negra un plus con su canto a la solidaridad y su ejemplo de humanidad.

La convivencia interracial, la mezcolanza de culturas, ritos religiosos y mantenimiento de hábitos alimentarios solo se pueden comprender en su globalidad si eres residente en la localidad donde confluyen ya que los sentimientos de exaltación patriótica y nacional, el peso de la historia adquirida y lo que se prevé deparará el porvenir no son iguales para todos.

Pero, a veces, la armonía puede ser tan frágil como una delgada capa de hielo y su rotura ser desencadenante de una catástrofe y Bruno que conoce el lugar y sus gentes puede anticipar movimientos y actuar de forma que la comunidad no deje de serlo y evitar fracturas de difícil sino imposible recomposición.

Bruno es el Jefe de Policia local de St. Denis y es alguien que respeta el texto de las leyes pero relaja su cumplimiento y aplicación adaptándolo al entorno donde convive y a las circunstancias en las que se requiere. Las interpreta como un músico interpreta una partitura: con precisa lectura pero con su sentimiento.

Por eso todos respetan a Bruno porque saben que antepondrá mantener y mejorar el buen clima en las relaciones de los habitantes de St. Denis a cualquier injerencia externa aunque sean órdenes de obligado cumplimiento como son las que se producen ante el descubrimiento del asesinato de un anciano de origen argelino.

La víctima presenta maltrato lo que parece apuntar a una muerte con ensañamiento y no a un robo que saliera mal, hay cierto tufillo a venganza en ese cadáver, lo que, para ese pueblo, siendo como es, resulta difícil de entender.

La función de policía local abarca diversos quehaceres y la interrelación con los vecinos tiene trato familiar; no hay imposición jerárquica: hay connivencia cómplice. Las palabras y los gestos amistosos tienden a conseguir mejores resultados que las órdenes y las amenazas.

Y aunque Bruno haya sido militar y entienda la esencia de la disciplina también entiende la relajación de la vida civil y sabe que la violencia solo es justificable como defensa y no como ataque.

Bruno es un claro ejemplo de respeto hacia el entorno, las personas y sobre todo las mujeres, con las que mantiene una relación de igual.

Martin Walker nos ofrece una novela policíaca humanista, casi roussoniana si se permite la adjetivación. La armonía en las relaciones se sustenta siempre en el respeto mutuo y en la empatía de ponerse en el lugar del otro.

Es de esas novelas en las que el optimismo y las ganas de hacer el bien se imponen por encima de la mezquindad y el mal. Es remarcadamente positiva, ingenua y, por momentos, encantadoramente naïf.

No se la pierdan.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Cadáver exquisito de Pénélope Bagieu

Un cómic goloso de repostería
Cadáver exquisito (Cadavre exquis) es el nombre de una técnica de escritura secuencial entre varios participantes sin conocimiento del texto anterior con lo que al no tener una lógica continuidad el resultado viene a ser un sinsentido pretendido de antemano. Fueron los surrealistas los que la pusieron sobre el tapete en 1925.

El cómic Cadáver exquisito parece coger la esencia de este juego ya que a partir de un inicio de historia trivial va extrayendo consecuencias a partir de la toma de decisiones que van conduciendo la evolución de la trama por una sucesión de insospechados giros culminando en un final absolutamente sorprendente e inesperado si recordamos dónde y cómo empezó todo.

Zoe, la protagonista, una joven de veintidós años, trabaja como azafata de eventos para sobrevivir. No se siente satisfecha ni realizada profesionalmente, como mujer se siente utilizada y ninguneada por su novio y como persona denota poca capacidad para imponer su presencia, por ejemplo en el metro, por lo que a resultas de una conversación existencial con sus compañeras de trabajo decide tomar la iniciativa a la deriva que está tomando su vida y para su sorpresa se ve contactando con enorme desparpajo con un completo desconocido.

Lenguaje corporal, mohines y expresiones que valen más que mil palabras

El trazo del dibujo es limpio y preciso, heredero de la escuela franco-belga de línea clara y capaz de comunicar perfectamente todos los estados de ánimo del ser humano valiéndose con habilidad del lenguaje corporal y en especial las facciones de los rostros: sus miradas, mohines y expresivas muecas, que sumados valen más que mil palabras.

Juega con la ingenuidad naïf y emplea colores del todo acertados, que complementan perfectamente las emociones que transmiten los dibujos, utilizando una paleta de tonos y semitonos claros e incluso la cuidada elección de la fuente de texto, de escritura manual de Querido diario, es totalmente acorde con el conjunto de la obra.

Pénélope Bagieu c'est une artiste
Pénélope Bagieu, la guionista y dibujante, expone, bajo la apariencia de una inocente concesión a la chic lit, una sátira social que pone de relieve el impacto que tienen en el comportamiento humano las necesidades insatisfechas, sean reales o inducidas, básicas o caprichosas. Y reprocha a la masculinidad la necesidad de engrandecer su ego persiguiendo el éxito y critica no saber gestionar los fracasos como oportunidades, escondiéndose dentro de un caparazón.

Trata con humor cáustico al mundo editorial, los premios literarios, los lectores y fans atraídos por la fama y el pánico del escritor a la hoja en blanco.

Es también una comedia romántica donde se pretende ser querido por lo que se es y no por lo que se pueda ofrecer, buscando relaciones basadas en el mutuo respeto que son las únicas capaces de sacar lo mejor de cada uno.

Y por último es una trama con intriga y suspense soterrados en donde Zoe representa la antítesis del prototipo de femme fatale y por ese motivo, siendo la excepción que confirma la regla, ofrece una reinvención del género negro muy particular e irónica.

Con tantas temáticas, Cadáver exquisito, parece una historia escrita por los surrealistas ya que empieza siendo una cosa y acaba siendo otra completamente distinta, pero contiene tantos retazos de realidad que evidencia estar construida a partir de situaciones y anécdotas vividas y, no se engañen, transmite perfectamente su mensaje.

Pénélope Bagieu es sin duda una artista que seguirá dando muchas más satisfacciones y este cómic, verdadera obra de repostería, es una lectura imprescindible que no se pueden perder.

Visiten su blog que, aunque se actualiza irregularmente, contiene gratas evidencias de su facilidad para comunicar y detalles de su capacidad creativa.

domingo, 28 de febrero de 2016

El mal camino de Mikel Santiago

No hay como que se te aparezcan
fantasmas para aferrarte más a la idea
de que no existen
En la vida se hace camino al andar, que este sea bueno o malo dependerá del código ético que se utilice como vara de medir.

El camino es la suma de decisiones y acciones que tomamos y realizamos y aunque algunas se puedan enmendar, su huella queda impresa para siempre y quien la conoce puede sacarla a colación según sus intereses.

Eso es lo que sufre Chucks cuando una noche, supuestamente atropella a un hombre y huye. Al no encontrarse el cuerpo y tener antecedentes de episodios alucinógenos obsesivos nadie lo cree al considerar la confesión como producto de una imaginación desbocada.

Sus huellas en el mal camino lo desacreditan y consigue, con insistencia, que Bert le crea lo suficiente como para implicarse aunque este solo lo haga para tranquilizar a su amigo.

Bert Amandale es un escritor de novelas de intriga, con bastante éxito, que ha recalado con su mujer Miriam y su hija adolescente Britney en un pueblo de la Provenza, al sureste de Francia, para recuperar el equilibrio personal y bienestar familiar que se tambaleó en Londres, de donde son y donde vivían antes de ahora.

A pocos kilómetros de su casa se ha instalado también su íntimo amigo, prácticamente un hermano para Bert, el famoso músico de rock Chucks Basil que está también recomponiendo su vida y su carrera musical después de algunos altibajos.

El arranque de la novela es pausado y va cogiendo velocidad, sincopada: ahora acelero ahora reduzco ahora acelero a tope, al compás de la actitud mental de Bert a medida que se va implicando en la historia del accidente automovilístico de su amigo. Actitud que no solo depende de los acontecimientos sino que cuenta con ayuda farmacológica exógena; así pasa de un comportamiento escéptico y prudente a la exaltación propia de un recién converso.

Y en la lectura de la novela se sufren también estos cambios de ritmo y de tensión, tan pronto hay que zambullirse en descripciones minuciosas contemplativas, a veces innecesarias y otras incluso nada favorecedoras del hilo principal, como en vertiginosos procesos mentales que desembocan en acciones trepidantes.

No hay como que se te aparezcan fantasmas para aferrarte más a la idea de que no existen.

Mikel Santiago
Mikel Santiago, autor de El mal camino, ha escrito un thriller psicológico que trabaja muy bien los personajes, personajes que viven en permanente estado de purgación de pecados y de recomposición social, sobre todo en el caso de Bert y Chucks. La trama genera tensión y suspense aunque, tal vez por exceso de explicaciones, tiende a la previsibilidad y no consigue sorprender.

El argumento y la forma de escribir evocan la narrativa urderground y convierten a Bert en un personaje gonzo en el epicentro de una extraña paranoia de tintes quijotescos.

jueves, 25 de febrero de 2016

New York Blues de Carlos Trillo, Guillermo Saccomano y Horacio Altuna

En nuestro andar diario por las calles nos cruzamos con gente, algunos con caras risueñas y otros con caras largas, que van pensando en sus cosas. Tan ensimismados que sus rostros revelan sus pensamientos como si los vocearan.

Los guionistas y dibujante de este cómic han escuchado esos pensamientos y han seleccionado algunas de esas personas para contarnos sus historias. Historias en las que alguien siempre pierde, historias tristes; historias de blues.

New York Blues son relatos de novela negra en viñetas, cómic de género negro, para contar historias de personas que piensan, que sueñan, que hacen planes, que aman, que andan y respiran y a las que se les arrebata la vida por hacer lo que no tocaba o por no hacerlo o hacerlo a destiempo.

Seis historias cortas llenas de micro situaciones que abocan hacia esa moraleja final de que en lo cotidiano está lo extraordinario. Sólo hay que saber encontrarlo entre el despliegue de drama, comedia y erotismo que tan bien capturan de una realidad oculta tanto los guionistas como el dibujante.

  1. El hilo
En un hilo la parte más prescindible es la del extremo por lo que conviene formar parte del ovillo.

  1. El niño
Una decisión infantil puede tener consecuencias tan devastadoras como una bomba atómica.

  1. Un profesional
La profesionalidad se demuestra cumpliendo la palabra dada, no en vano está en juego la propia reputación.

  1. Peggy
Hay ambientes en los que se es libre de tomar la decisión de entrar pero no se decide libremente cuando salir.

  1. Menphis ‘33
Los deseos pueden llegar a cumplirse aunque no sea exactamente igual a como se habían imaginado.

  1. Honey
El amor más allá de la traición y el engaño; más allá incluso de morir por amor.


Carlos Trillo, quien firma las cuatro primeras historias, demuestra que se maneja bien en esa distancia corta. Sintetiza a la perfección el mensaje para darle al dibujo mayor expansión y economiza los diálogos para decir lo justo y preciso y busca el giro irónico a la situación.

De Guillermo Saccomano son los guiones de las dos últimas historias, más literarios y trágicos dándoles a los perdedores su momento de gloria, aunque sea el último que les depare la vida.

Horacio Altuna, al dibujo, plantea para los dinámicos relatos de Carlos Trillo, composiciones de página que cambian de perspectiva a cada momento para cubrir todos los ángulos de visión asegurando un ritmo de transición alto y propiciar la sensación de que el lector está dentro.

Para los relatos de Guillermo Saccomano, donde hay que ir más pausado para ir masticando lentamente el trágico final que se ve venir, Horacio Altuna alarga el trazo para darle más sinuosidad, para enlentecer el paso del tiempo y permitir que las descripciones y los diálogos, más reflexivos, calen antes de seguir avanzando.

Vean en las dos imágenes de la izquierda como el dibujante se adapta claramente al guionista.

El resultado es un cómic entretenido que sabe a poco; la brevedad de las historias tiene la culpa.

domingo, 21 de febrero de 2016

Sylvia de Howard Fast

Sylvia es una novela negra poética como poetisa frágil y sensible es la propia Sylvia con quien se empatiza gradualmente a medida que se conoce su pasado y se le entienden sus acciones.

La novela negra que cuesta más escribir es aquella que siendo negra de contenido, no lo parece por presentar una estructura alejada del mainstream.

La novela negra americana nutre sus argumentos de la desesperación y de la lucha por sobrevivir en una América que encadena momentos en los que o bien vive una  guerra o una post guerra.

Una América repleta de corrupción, nepotismo, racismo, miseria y hambruna. Una América que incluso hoy, adalid de los que se han hecho a sí mismos, sigue manteniendo lugares donde parece no haber transcurrido el tiempo y mantiene las mismas inseguridades y carencias que se reflejan en las tramas que generaron la mayor cantidad de novela de negra de calidad que aún hoy se puede leer.

No hay que ser investigador privado para saber cómo vivía entonces un investigador privado. Un husmeador. Un piojo. Alguien que sobrevivía alimentándose de los miedos de los que tienen algo que ocultar: infidelidades, trampas, estafas, desapariciones. Aspectos menores hasta casi para ser considerados delitos e impropios para una policía mermada de recursos y de ganas de trabajar.

¿Cómo llega un licenciado en Historia Antigua, que ambiciona ser profesor, a dedicarse a la investigación de lacras y sarpullidos de la sociedad? Por necesidad sin duda alguna y también por casualidad.

Alan Macklin, el detective privado de esta novela, recibe el encargo de averiguar el pasado de Sylvia West. Su millonario prometido quiere tener la certeza de que no haya nada turbio que empañe su futuro y que su amor es sincero y no deslumbrado por el dinero. A Alan Macklin no le gusta el trabajo pero si lo que va a ganar con él y si además tiene cuenta de gastos holgada con lo que regalarse algún que otro capricho como buenos hoteles y buenas comidas aún mejor.

Alan Macklin es un hombre culto, aficionado a la lectura, sin vicios evidentes, sin pasados tortuosos y que no busca la redención; todo un rara avis en los detectives de la época de ahí que también lo sean sus métodos.

Reconstruir la vida de Sylvia, una mujer desde su niñez a la actualidad a partir de indicios, sin interpelaciones directas, es como generar un gran flash back y eso es ni más ni menos lo que le toca hacer en la América de los cincuenta.

Howard Fast ofrece un argumento cuya trama impulsa constantemente a la reflexión a cada nueva pista que aparece. La narrativa explora de forma delicada los sentimientos y el ritmo es calmado pero consigue transmitir la intensidad de las vivencias que experimenta tanto el detective Alan MacKlin como las que vivió en su momento Sylvia.

El autor consigue mantener el suspense hasta el mismo final cuando el detective tiene que concluir su informe y no sabemos que escribirá.

Novela negra de contenido sociológico que se entretiene en destacar las particularidades humanas de los distintos protagonistas que abarcan distintas tipologías y oficios y que son habitantes de distintos estados a partir del crecimiento como mujer y como persona de Sylvia. Una road movie que yendo hacia delante avanza hacia el pasado.

Es de esas novelas de lectura satisfactoria. Un clásico entre los clásicos. Todo un ejemplo de novela negra sin necesidad de recurrir a ningún delito espeluznante. Todo un ejemplo de historia de amor sin necesidad de ser empalagoso.

Y todo un mérito y un ejemplo para muchos de los escritores actuales que llevan hasta el esperpento sus argumentos buscando originalidad y por ese motivo no dejan de parecerse unos a otros.

martes, 16 de febrero de 2016

Elementary 3ª temporada

Elementary es la serie que si te gusta
te vuelves fan y si no, te aburre
Es curiosa la metamorfosis sufrida en la mente del espectador desde el primer episodio al último de la tercera temporada hasta ahora emitido de esta serie de televisión: han conseguido que nos olvidemos de que el protagonista de Elementary es Sherlock Holmes.

Claro que lo es, o al menos el protagonista principal así se llama, pero cuando lo vemos ya no estamos ante una recreación del célebre detective inglés. Estamos viendo a un detective que se llama igual que aquel.

Y esta disociación está sirviendo para mantener interesante la serie y para darle entidad propia y no ser un versionado más del clásico que añadir a la lista.

Estamos ante una serie que conserva su punto de interés en las excentricidades de su protagonista principal y cuyo repertorio parece no tener fin. Ahora ya no es solo en sus ocupaciones lúdicas sino que lo ha traspasado a su forma de andar y a su forma de escucharse cuando habla. El actor, Jonny Lee Miller, se está convirtiendo en el protagonista, Sherlock Holmes.

Como cuando David Suchet dejó de ser él para convertirse en Hércules Poirot (guste más o guste menos).

Joan Watson, interpretada por Lucy Liu, sigue siendo el contrapunto cotidiano con su serenidad, con su orientalidad inmutable, con su cientifismo académico. Y es el otro platillo de la balanza siempre ajustando su peso al miligramo para mantener el equilibrio entre ambos.

Su protagonismo gana en interés al dar un gran paso para independizarse de Holmes, harta de su egocentrismo caprichoso, lo que abre una intersección argumental interesante y compleja: separados pero juntos.

Y un nuevo protagonista en discordia es la joven Kitty, interpretada por Ophelia Lovibond, nueva pupila que Holmes ha acogido no solo por interés en un caso no resuelto, una subtrama que durará varios capítulos, sino también para despertar celos en Watson. Una Watson que también tendrá su subtrama lineal al enfrentarse con una maquiavélica enemiga.

Trío protagonista: Watson (Lucy Liu), Holmes (Joony Lee MIller) y Kitty (Ophelia Lovibond)

Así pues dos tramas con interesante recorrido además de una tercera que es la propia relación entre los tres protagonistas con episodios autoconclusivos: los guionistas han trabajado a base de bien.

Los episodios siguen presentando casos muy interesantes de interpretación lógica para mentes privilegiadas. El procedimiento que sigue Sherlock Holmes es tan sui generis que a los telespectadores solo nos queda que admirar su perspicacia y su método para detectar y vincular aspectos y pruebas aparentemente irrelevantes e inconexas.

Poco queda ya del clásico; trasplantado a tiempo presente y reubicado en New York, sin olvidar que Watson sea una mujer y oriental y que el archienemigo Moriarty sea también una mujer y ex pareja sentimental del detective son motivos más que suficientes para entender que estamos ante una recreación de la historia original seguramente desarrollada en un universo paralelo.

Más cosas no se podían cambiar; apuesta arriesgada pero aún y así funcionó. Y lo sigue haciendo solo que el personaje ha cobrado vida y ya no necesita referenciarse a nada de lo que escribiera Arthur Conan Doyle para seguir investigando crímenes y resolviéndolos.

Ya emitiéndose por televisión está la 4ª temporada y parece que con buena aceptación de crítica y público. La reseña pronto en este blog.

Elementary es esa serie que si te gusta eres fan y si te disgusta, te aburre.