miércoles, 10 de diciembre de 2014

El viaje del perdón a Glen Orchy de Anne Perry

Esta novela corta, El viaje del perdón a Glen Orchy, es la primera de la serie que bajo el nombre de 'Historias de Navidad' conforma un total de nueve novelas publicadas hasta ahora.

Anne Perry decide ofrecer su particular visión de las fiestas navideñas en las que, en abetos y estancias, lucen cadáveres además de ornamentaciones y (a menudo falsos) buenos deseos de hermandad.

En esta primera novela de la serie 'Historias de Navidad' aparece lady Vespasia Cumming-Gould (efectivamente la misma que encontramos en la saga Pitt) despierta un cierto instinto detectivesco y denota unas habilidades que, sin proponérselo, acaban teniendo resultado exitoso en destapar lo criminal.

En la mansión Applecross, en Berkshire, discurre una fiesta protagonizada por gente bien de la alta sociedad y durante su desarrollo se sucede un terrible suceso en la persona de Gwendolen Kilmuir que rompe el encanto al que se habían entregado los asistentes.

En su miopía aristocrática no atinan a ver más allá de lo que para ellos resulta ser un mero estorbo inconveniente a sus placeres.

El modo de afrontar del hecho se reduce a una especie de juego; los presentes se conjuran en un juramento medieval; la persona acusada de provocar el hecho luctuoso deberá acatar y cumplir con un encargo, so pena de ser repudiada e injuriada publicamente en caso de no satisfacerlo.

El desenlace es un imprescindible viaje, penoso y largo, al norte, a las tierras altas escocesas. Un viaje que debe emprender la responsable de lo sucedido. Un viaje redentor.

Un viaje en busca de un perdón.

Un viaje expiatorio.

Un viaje que discurre entre regiones poco habitadas, entre localidades mal comunicadas; un viaje que se inicia con una clara intención pero que adquirirá otra y es que a lo largo de las etapas se conoceran aspectos ocultos cuya trascendencia tendrá un efecto imprevisto.

Anne Perry sitúa la acción de la novela en la navidad de 1852 y presenta los banales aspectos por los que se mueven los miembros de la alta sociedad en la época victoriana, absolutamente egoístas, hipócritas y despiadados.

Una novela para leerla bien abrigado junto a una bebida caliente: el ambiente entre los protagonistas es gélido y los paisajes nevados acentúan la sensación.

Una novela para pasar un rato de recogimiento. Quizá para congratularse de pertenecer al mundo de los simples mortales sin los dolores de cabeza que los ricos sufren en silencio para no mostrarnos su debilidad. Una novela para celebrar lo que para ellos solo son miserias.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Seis días de diciembre de Jordi Sierra i Fabra

Seis días de diciembre transcurre en Barcelona desde el domingo 4 al viernes 9 de ese frío mes del año de gracia de 1949.

El ex-inspector Mascarell coincide con un ratero menor al que otrora detenía y con el que ahora tiene una deuda de gratitud. Es por eso, por la ética, y porque tiene una especial inclinación por los perdedores, por lo que decide ayudarlo en algo que parece una nimiedad y que el destino juguetón, por decirlo de forma suave, envuelve en muertes, vigilancias, golpes y mucho suspense.

Agustino Ponce, alias Lenin, ladrón por vocación vivencial y hábil aprovechador del despiste, ha robado una maletín de un taxi abierto esperando encontrar un botín que le asegure la supervivencia de su familia, mujer y parejita de hijos, durante un buen periodo de tiempo pero, para su decepcionante sorpresa, el maletín solo contiene papeles cuya importancia, si la tienen, no logra identificar aunque la imagina.

Pero hay algo más en todo el asunto y cuando empieza a complicarse decide que Miquel Mascarell es la persona más adecuada para echarle una mano que le saque del embrollo y si de rebote agarra un dinerito no le va a hacer ascos.

En Barcelona siguen los días grises. La cacareada paz sigue siendo una mordaza de silencio. Las fotos que gritan en blanco y negro desde las portadas de La Vanguardia Española solo vitorean al régimen y al clero. El resto no existe, salvo que se salga de la línea trazada en cuyo caso despunta para desaparecer de la circulación. Dura menos que la luz de una cerilla.

Miquel Mascarell luciendo sentimientos que no cayendo en el sentimentalismo, en su faceta más humana que le conocemos de las anteriores entregas, se debe una vez más a su código de justicia para no dudar en iniciar una investigación aún sabiendo que sus enemigos son muy poderosos. Y que el peligro no juega con pistolas descargadas.

En Barcelona no solo los días son grises, también lo son las calles, las plazas y los semblantes de los transeuntes. Por eso es imposible resistirse a esa belleza pelirroja que vestida a la europea aparece de la nada con una decisión y determinación envidiables.
Imposible resistirse a no volver la cabeza para admirar a esa joven de piel blanca, a esa "...mata de pelo rojo. Un color maldito, casi prohibido en la nueva España" que desplaza su cuerpo como una llamarada de fuego y luz.

Seis días de diciembre es una historia potente, de las mejores de la serie.

Identificando el arte, como cultura que es, como una víctima más de las guerras y convirtiéndolo en objeto de tráfico ilegal descontextualizándolo para reducirlo a mero dinero.

La trama de esta quinta novela de la serie es más rica al reflejar las colateralidades existenciales que conviven con el nudo argumental policiaco. Un nuevo caso para un Miquel Mascarell completamente asentado en la historia negra de este país. En la novela negra de este país.

Jordi Sierra i Fabra vuelve con uno de sus personajes más logrado, más querido, más vital. Vuelve con su repaso a esa época turbia en la que nunca hubo paz real, solo represión, venganza, torturas, cárcel y muertes certificadas por tuberculosis o debidas a intentos de fuga. Y vuelve para que nadie olvide.

Ahora que ya sabemos que la trilogía inicial dió paso a una serie con solución de continuidad esperamos con ansiedad la próxima entrega.

Recuérden en este mismo blog las reseñas de cada una de las novelas que conforman la saga y que no deberían dejar de leer o regalar:


lunes, 1 de diciembre de 2014

Londres después de medianoche de Augusto Cruz Gacía-Mora

Es una novela que es una película 
La novela Londres después de medianoche es la historia de una búsqueda, donde es casi tan importante el viaje como el destino. El proceso como el desenlace.

Una búsqueda auspiciada por la ambición, por el afán de coleccionismo, donde los encuentros y las ausencias a los que las pistas y los datos conducen resultan tan estimulantes que el deseo es que se sigan sucediendo y no se acabe de buscar.

Toda la búsqueda está envuelta de brumas del pasado con personas rodeadas de un halo ectoplasmático que permite dudar de si son personas vivas o solo recuerdos encarnados en cuerpos de marioneta.

El misterio conduce la narración por recovecos de la memoria confusos y dubitativos y lo desconocido se apropia de la eventual realidad que supone el tiempo presente sumido en su máximo dramatismo.

El tiempo es el enemigo. El tiempo que destruye los materiales perecederos, ya sean substancias químicas por contacto con agentes incompatibles o células cerebrales acorraladas por asesinos invisibles y eliminadas una a una con el Alzheimer como arma.

A McKenzie, un exagente del FBI, le encargan la misión de recuperar una copia del film Londres después de medianoche.

Fotograma del film London after midnight

Una película real de cine mudo London after midnight (en España se tituló La casa del horror protagonizada por el mito Lon Chaney y dirigida por Tod Browning en 1927.

Algo aparentemente posible si no fuera porqué podría no existir ninguna, a tenor de los datos disponibles fruto de otras investigaciones anteriores que no dieron frutos.

Londres después de medianoche arrastra además la leyenda de ser un film maldito y aquellos que se le acercan sufren sus consecuencias. Cuando se busca una película, la atmósfera cinematográfica puede impregnar de tal modo que se corre el riesgo de confundir la realidad con un rodaje.

Forrest J. Ackermna y su casa museo
Forrest J. Ackerman es quien está detrás de la búsqueda, un Ackerman, cinéfilo y coleccionista, que efectúa un cameo de su verdadero yo (1916-2008), preciso y sentido, y que en las postrimerías de su vida necesita visionar el film como el coleccionista que necesita pegar el último cromo en el álbum.

Para completar la colección. Para justificar toda una vida.

La evolución lineal de la trama se rompe en determinados momentos en los que gira sobre si misma, como una peonza, frenando el avance, abriendo posibles subtramas a las que no da continuidad, sobre reflexiones y recuerdos de McKenzie, como cuando su familia, el asesinato de Kennedy, su anterior cargo en el FBI…

Y termina de romper su ortodoxo procedimiento de investigación policial, hacia la mitad más o menos de la obra, para que desde pasajes de razonamiento frío y lógico de la realidad se acceda a otros llenos de emotividad visceral de una ficción casi lisérgica.

Tal como es a veces la vida, pero tan poco habitual como alternar bocado de carne con otro de pescado.

Augusto Cruz García-Mora
Augusto Cruz García-Mora ha demostrado ambición y desparpajo para armar esta novela. Mezcla de novela policíaca y delirio cinematográfico. Con toques de aventura y salpimentada de fantasía onírica.

Resulta una lectura curiosa. Tal vez los amantes del cine mudo encuentren en sus páginas cierta complicidad emotiva y por ello la valoren más y mejor. Tal vez encuentren un objeto para su colección.





viernes, 28 de noviembre de 2014

El Mentalista 6a temporada

¿Quién es John el Rojo?
En esta sexta temporada de la serie de televisión El Mentalista se desvela por fin (o tal vez hubiera sido mejor que no) la identidad de su enemigo público número 1. Se desvela quien es John el Rojo.

Sin embargo John el Rojo no se merecía este final. O mejor dicho, los espectadores seguidores de los más de cien episodios hasta llegar a este momento, esperando descubrirlo, no se merecían este desenlace. Se podía, se debía haber hecho mejor.

Muchísimas preguntas sin respuesta, muchas aclaraciones y no correspondidas, muchas dudas sin resolver. La opción elegida no ha sido sin duda, valga la redundancia, la mejor opción.

En su parte externa, la del formato, la serie evidencia el cambio al prescindir de los sinónimos de rojo que empleaba en los títulos de los episodios desde su inicio (rojo, escarlata, carmesí, etc) cuando el archienemigo John el Rojo aún campaba a sus aires y su presencia teñía hasta el título.

Y llegados al episodio 8 de esta sexta temporada cuando ya sin la presencia del asesino en serie, los titulos adquieren otros colores: Mi cielo azul, Blanco como la nieve, oro, negro, gris, verde ...

Con el color entra la luz y desaparece la sombra que venía tamizando, como un velo de ceniza, la capacidad de expresar libremente sentimientos.

En su parte interna, en su estructura argumental y ritmo narrativo, los cambios son más exagerados y parecen dubitativos y tentativos. Explorando ese gran vacío que de repente se abre en toda su inmensidad.

Siete sospechosos: uno de ellos es John el Rojo
Sin la subtrama líneal de John el Rojo, sin la presencia evidente o latente de este psicópata tan elocuente, cortado ese hilo de Ariadna, las dudas se agolpan ahogando la serie. El laberinto se vuelve opresivo y se empieza a notar que falta aire.

¿Hay que continuar con los mismos personajes? ¿con el mismo esquema? ¿con el mismo sofá de ajada piel color tabaco?

Con John el Rojo finiquitado se imponía un cambio de aires, de ciudad, de protagonistas, de manera de dirigir la serie; lo malo es que está costando la reubicación y los episodios presentan altibajos y los espectadores lo notan.

Los personajes se van reubicando y los que no encajan son suprimidos casi sin opción a despedida y los nuevos son introducidos casi sin opción a presentación personalizada. Todo muy acelerado.

Mucha precipitación y poca coherencia.

Así llegamos a un episodio final de la temporada con una conclusión que tal vez no sorprenda, muchos lo han esperado durante años, pero si que resulta una salida fácil a la vez que incongruente con la línea argumental de la serie. Al igual que con John el Rojo, se debía, se podía hacer mejor.

El camino que conduce a la séptima temporada no parece de rosas, y si lo es, por la tematica dulzona, ojo con las espinas. Vamos a esperarla ansiosa y escepticamente.

En este blog ya se habló antes de esta serie. Léan:







martes, 25 de noviembre de 2014

Parker 4 Matadero por Darwyn Cooke

Ángulos agudos en la cubierta de Parker
Parker es la adaptación al cómic por Darwyn Cooke de las novelas del mismo protagonista, escritas por Richard Stark, seudónimo empleado por el maestro del género negro, Donald Westlake y que aquí edita, magnificamente, Astiberri.
En esta cuarta entrega, el título, Matadero, es de lo más elocuente.
Parker acaba de dar uno de sus calculados golpes a un furgón blindado cuando un exceso de nerviosismo del conductor en el momento de la huída rompe la milimetrica planificación y acaba obligando a Parker a refugiarse en un parque de atracciones cerrado por temporada baja. Por ser invierno. Refugiarse encerrándose. Un refugio que puede convertirse en tumba.
Fun Island es un parque de atracciones con ocho zonas temáticas que ocupan un amplio rectángulo como si fueran porciones triangulares de queso convergiendo en un una gran plaza central.
Fun Island, abierto, es el lugar más feliz del mundo. Ahora, cerrado, es un enorme y vacio campo de batalla.
Un hombre solo en un inmenso espacio cerrado accesible por una sola puerta que está siendo vigilada para que no pueda volver a salir, y que en cambio está presta para dejar entrar una cuadrilla de matones a sueldo de la mafia y con alianza policial en su busca y captura. Vivo o muerto.
Es como estar encerrado en un Matadero.
Se imponen, pues, argucias de lucha de guerrillas, tácticas de supervivencia y camuflaje, paciencia y eficiencia en el ataque.
Sin más opción que matar o morir, donde los cazadores han de ser la presas.
Parker en su faceta más dura, más hard boiled, sabe que la mejor defensa será su mejor ataque. Salvar la vida lo primero; y salvar el botín del atraco que lo ha llevado a este adarve, lo segundo.
Claro que Lozini, el anciano gángster que domina todo el submundo sucio de Buffalo, la segunda ciudad más grande del estado de New York, no se lo va a poner fácil.
Los dibujos de Darwyn Cooke siguen la línea mostrada en las entregas anteriores donde la voz la ponen los silencios y los claroscuros casi con más elocuencia que los propios diálogos.

Primera viñeta a doble página de Matadero
Donde ajustando los ángulos al máximo consigue encuadres cinematográficos llenos de emoción y tensión.

Aunque que en esta ocasión se le note más apresurado y las viñetas, que no el ritmo narrativo, paguen la falta de mimo y detalle que tenían los anteriores álbumes. Si en cambio, una vez más, está acertadísimo empleando un tono verdoso de color que magnifica la sensación de frío y soledad.

Es de lamentar que Matadero se resuelva en solo 82 páginas, insuficiente para lo que podría dar de sí la trama, y que lo haga precipitadamente con ese sabor agridulce de no cerrar completamente la historia.

Como compensación incluye una breve historia de 12 páginas titulada El 7éptimo y que resulta inédita en castellano, en donde el ácido humor de Stark / Westlake se manifiesta en todo su cinismo y en donde Parker se muestra frío y resolutivo como un ejecutor.

Esta serie lleva camino de convertirse, si es que no lo ha hecho ya, en todo un clásico de la narrativa gráfica.

Recuérden las reseñas de las anteriores entregas:








viernes, 21 de noviembre de 2014

Mr. Mercedes de Stephen King

Cubierta animada de Mr Mercedes
¿Quién puede resistirse a ella?
En Mr. Mercedes, su autor Stephen King, como no podía ser de otra manera, se mantiene fiel a sus principios narrativos maniqueístas del bien y del mal.

Esta primera incursión en el género de novela negra del autor de los más renombrados best sellers de terror contiene sus tics de redacción, del uso del lenguaje, la efectividad de sus diálogos y su capacidad para generar tensión y atrapar al lector en un page turner de resolutiva factura.

Un loco, un asesino, lanza un potente Mercedes SL 500, la Dama Gris, contra una serpenteante hilera de hombres, mujeres y niños demandantes de empleo. El resultado es de ocho muertos y varios heridos y concluye con la fuga del conductor del que la policía solo encuentra en el asiento una máscara de payaso con la que se cubría el rostro.

En una escena que parece emular las violentas, injustificadas y amorales salidas de tono del game Grand Theft Auto.

La máscara de payaso es una evidencia más de que Stephen King escribe la obra. Como lo es también que el conductor asesino conduzca en uno de sus dos trabajos un camión de venta de helados. Espeluznar con lo cotidiano. Recrear el mal bajo un entorno familiar e inofensivo. Maestro King y su humor macabro en plena forma.

Sillón La-Z-Boy
G. William Bill Hodges, inspector de policía retirado, al que la idea del suicido ronda por su mente desde su jubilación, que está acoplando unos kilos de más retrepado en su sillón La-Z-Boy comiendo precocinados y tragando reality shows representa al bien.

Y Brady Hartsfield empleado modelo, por las mañanas de una tienda de accesorios electrónicos y reparación de ordenadores y por las tardes vendedor ambulante en un camión de helados,  autor de la matanza en la cola de empleo, representa al mal.

Y Bajo el paraguas azul se produce su encuentro.

El Asesino del Mercedes es Brady Hartsfield. Ya sabemos quien, que, porqué, como y cuando. No hay misterio policiaco. Sabemos donde vive, con quien y a que se dedica.

Lo sabemos desde el principio. El autor así lo ha dispuesto para que sintamos la impotencia de ser espectadores de lo que suponemos o incluso sabemos que pasará.

Lo sabemos casi todo. Pero Bill Hodges no lo sabe. Y precisa investigar y seguir un método evolutivo y dar algunos palos de ciego para llegar a donde los lectores ya estamos aguardando. Desesperados.

Stephen King proyecta en los lectores su habilidad para crear tensión: no hay nada peor que sabiendo quien es el asesino no podamos gritárselo a Hodges. No podamos avisarlo cuando se acerca al peligro no podamos advertirlo de que no haga eso o aquello y de que vigile a ese o aquel.

Stephen King
Por mucho que nos desgañitemos, nuestros gritos solo los oímos nosotros. Y por mucho que queramos cambiar el destino, la suerte está echada puesto que el libro ha sido escrito en su totalidad antes de llegar a nuestras manos. El final, sea cual sea, es inapelable.

Y con eso juega el autor: con brindarnos la posibilidad de ser sufridores en silencio; espectadores del horror criminal sin voz ni voto. Habilidoso estilo narrativo que mantiene el libro pegado ante los ojos y el deseo ahogado de que Hodges no sucumba ante su Némesis.

El juego del gato y el ratón llevado al extremo de que en la caza también participan involuntariamente otras personas, potenciales víctimas sin saberlo ni quererlo.

Lo que da más verosimilitud a la trama es que no estamos ante un súper cerebro del mal; estamos ante una persona normal con delirios paranoides fruto de una infancia trágica y de una relación que tiende a lo incestuoso con su madre alcohólica. Tanto es así que comete errores, graves macabros e irónicos errores, que explota de ira, que planifica y borra para volver a empezar.

Stephen King ha perpetrado un caso policial con un guión convincente cercano al thriller al que no le falta su toque de horror, todo cotidiano y para nada sobrenatural, marca de la casa. Y aunque no está en su ambiente, utiliza algunos tópicos evitables, no afecta al ritmo ni interés de la trepidante trama.

Y luego está el final. Ese final. Ese final es un crimen exquisito.

Mr. Mercedes es la primera novela de una trilogía cuya continuación tiene su salida prevista en el primer semestre de 2015.

martes, 18 de noviembre de 2014

Los amantes de Hiroshima de Toni Hill

En esta novela el autor Toni Hill cierra de forma inapelable la trilogía que iniciara con El verano de los juguetes muertos y continuara con Los buenos suicidas.

Y lo hace porqué a Héctor Salgado le debía no alargar más el enigma sobre el paradero de Ruth Valldaura, su ex mujer y madre de su hijo Guillermo. Y lo hace porqué hay que rendir cuentas y porqué sus protagonistas merecen conocer la verdad. Sus sueños no merecen ser pesadillas.

Dos tramas se mueven paralelas en esta Los amantes de Hiroshima, y también se entrecruzan para avanzar a trompicones pero de forma inexorable hacia un final que sorprende por su giro bien concebido para causar esta emoción.

Estamos en Barcelona, en 2011, en plena insurgencia civil, cuando los indignados toman las plazas y con sus acampadas, sus asambleas y sus reivindicaciones solidarias le dan un vuelco a la Historia y una patada a los estamentos políticos asentados; un momento donde enraizan unas ideas que están empezando ya a dar sus frutos.

Como enraizó una historia entre un grupo de amigos, siete años antes y de la que en este miércoles 11 de mayo de 2011 se recogen sus frutos. Unos amargos frutos.

Al inspector Héctor Salgado y su equipo formado por Leire Castro y Roger Fort les cae la investigación sobre la muerte de dos cuerpos jovenes. De los cuerpos de una pareja cuyo pecado, parece que, fue amarse.

Unos cuerpos que aparecen calcinados y con evidentes signos de enorme violencia en una casa okupa abandonada cerca del aeropuerto de Barcelona.

Unas elocuentes pinturas colgadas en las destartaladas paredes conforman a modo de bastidor una macabra puesta en escena.

Hiroshima después de la visita de Little Boy
Y una narración corta, incluida en la novela, Los amantes de Hiroshima, de una sensibilidad muy especial tiene en sus párrafos signos inequivocos de transmitir unas emociones capaces de traspasar prejuicios y tabúes.

Y la investigación precisa tirar de archivo y remontarse a siete años atrás, siete exactamente, cuando en Barcelona el Forum de las Culturas causaba curiosidad mundial, para encontrar el camino a seguir que conduzca hasta este aciago presente.

Bastante más que el espacio tiempo, solo seis meses, que media entre la desaparición de Ruth Valldaura y este 2011.

Presente, pasado y pretérito enlazados en un viaje hacia atrás en el tiempo punteado por flash backs que delimitan la cuadricula por donde se mueven los protagonistas y los policías para resolver ambos misterios.

En esta tercera novela hay flash backs dentro de retro flash blacks, necesarios porque todo viene del pasado y enlentecedores en la dinámica de la trama como para producir el efecto de tirar de memoria.

Al autor le ha costado bastantes páginas resolver ambos casos; como si le costara renunciar a ello, com si le doliera.

La trilogía, por lo que se refiere a la subtrama, subyacente pero importante. de Ruth Valldaura, y cuyo desenlace se merecía más elaboración y más páginas, se ha acabado.

Pero este fin, a buen seguro, es un nuevo principio.

La novela presenta una cubierta tan impropia de su valía como pasara con las dos anteriores, eso si, hay que reconocer que siguen la misma línea de diseño ;-)

Recuerden aquí las reseñas de las dos anteriores novelas de esta trilogía:






viernes, 14 de noviembre de 2014

Tyler Cross: Río Bravo de Fabien Nury y Brüno

Cubierta Tyler Cross: Río Bravo
Estamos ante un cómic de factura impecable y con una economía de líneas y de diálogos que potencia el ritmo tenso de una lectura secuestrada. Imparable desde el principio al final.

Estamos ante un argumento de novela negra que discurre dentro del oeste americano. Estamos ante un western que discurre dentro de una novela negra.

A Black Rock, pequeña localidad de Texas, sobre 1950, llega Tyler Cross. Un gángster que habiendo aceptado un encargo que, por aquello del destino, se ha torcido de forma desdichada e inesperada y lo ha conducido a ese pueblucho. Del que desconocía que existiera.

En Black Rock le espera el caciquismo y el nepotismo.

De rostro hierático y anguloso con labios finos (apenas dos líneas delgadas), solo sonreiría ante la picadura de una cascabel y por el grotesco modo que supondría recibir así la muerte, Tyler Cross es un duro. Práctico, muy poco sociable, muy poco emotivo, frío y austero. Un duro.

Tyler Cross Río Bravo pág. 18
Y aunque herido y apaleado nunca hay que darlo por vencido; siempre emergerá de él el instinto de supervivencia que identifica a esos seres condenados a ser eternamente infelices y aprender a disfrutar con ello.

La historia de este primer tomo Tyler Cross: Río Bravo arranca con un flash back guiño a Supergolpe en Manhattan el film de Sidney Lumet y en apenas quince páginas de las noventa y dos que contiene, ya ha situado al lector exactamente en el punto que quería. Le ha mostrado el caramelo y ya no hay marcha atrás.

El guión de Fabien Nury es de estructura clásica en lo que se refiere a la tipología de maldad, no maldad y bondad pero sorprende a cada momento y muestra una economía admirable ¿cómo se puede decir tanto con tan poco?, los diálogos más cortantes que una cuchilla acuden en el momento preciso. Solo los justos y necesarios. No hay verborrea, lo que facilita el lucimiento del dibujante, y prácticamente no hay voz en off, solo la indispensable.

El dibujo de Brüno es especial, muy suyo, gran conocedor de los recursos técnicos realiza un trazo preciso y muy pulido que puede parecer simple pero que los conocedores saben que no lo es. No abunda en detalles pero curiosamente no se echan en falta, rellena las viñetas con lo que deben de tener para conectar con la historia; lo que no cuente nada, no sirve y por tanto no se dibuja.

Y Laurence Croix colorea iluminando; empleando solo colores planos, persiguiendo y consiguiendo el mismo efecto contrastado que si el tratamiento hubiese sido en blanco y negro, ya que no emplea el color para ilustrar sino para resaltar contrastes de ambientes, momentos y sentimientos.

El argumento rememora la desdicha de los perdedores, tan habitual del género, cuando se enfundan en el traje de vengadores para convertirse, sin querer, en héroes y narra una historia tan viva y trepidante que obliga a releerlo ya que con el frenesí de devorarlo es más que sabido que se nos han quedado detalles por el camino.

Un pulp con todos los tics. Un clásico con tratamiento moderno. Una aventura llena de polvo, sangre, sudor, lágrimas y meados. Disparos y explosiones. Astucia, arrojo y venganza.

Tyler Cross Río Bravo, viñetas pág. 13: un funeral de muerte

Esplendido y rendido homenaje a grandes clásicos del cine negro y del western a partes iguales, como se encargan de reconocer los autores en el apéndice glosario ‘Juego de referencias’ al final del volumen, consigue sin embargo no ser copia de nadie ni parodia de ninguno. Todo lo contrario: configura una identidad tan propia que se diría, si no fuera anacrónico, que han sido los otros quienes han encontrado en él su inspiración.

Referencias a Sergio Leone y Clint Eastwood, a Sidney Lumet, a Bogart... a tantos que los autores dedican dos páginas a referenciarlos con mención expresa de las viñetas donde se pueden ver.

Meritorio trabajo es cuando se consigue el reconocimiento unánime de todo el mundo comiquero. Y para los que siguen los premios recordarles que esta obra, entre otros, acumula el BDGEst’ Arts 2013 y el BD Le Point 2013. Muy indicativo.

Y meritoria edición de Dibbuks. En cartoné, páginas de calidad, y con bonus tracks como bocetos, viñetas alternativas, viñetas suprimidas, y homenajes de otros autores.

Esta es la primera. Que vengan más, por favor, y pronto. No sean reacios a su lectura ahora que saben lo que se perderían.

Inevitable rememorar a Parker en este mismo blog.

Post scriptum:
el segundo tomo de la serie titulado Angola reseñado aquí


lunes, 10 de noviembre de 2014

Pan, educación y libertad de Petros Márkaris

Pan, educación y libertad es la novela con la que Petros Márkaris completa la llamada trilogía de la crisis y que empezara con ‘Con el agua al cuello’ y siguiera con ‘Liquidación final’.

Una trilogía que pretende identificar cada uno de los pilares sobre los que se ha construido la crisis: en la primera se aludía a los bancos y su rescate, en la segunda la evasión fiscal y la exención de pago de los poderosos, y en esta tercera la política y sus corruptos representantes.

El nexo de unión lineal de las tres novelas es la quiebra económica de Grecia en esa crisis que aún no ha desaparecido de nuestras vidas, aunque unos países lo disimulen mejor que otros. Que ha deteriorado lo cotidiano (como ir en coche algo que para el comisario Kostas Jaritos se ha convertido en un lujo asiático o como comprar comida algo para lo que su esposa Adrianí demuestra aptitud especial).

Una crisis a la que, con el paso del tiempo, se le va viendo el plumero de lo artificial y que responde a intereses de altos vuelos y en idéntica medida a una corrupción de desmesurada ambición.

La crisis se sobrelleva mejor si las lagrimas se enjuagan con billetes de quinientos euros, de ahí que haya quien ha dedicado el tiempo de su cargo político a acumularlos para cuando sobrevinieran los momentos trágicos usarlos como pañuelo.

Una crisis que precisó de un rescate de la todopoderosa troika que pretendía, y pretende, mantener la Unión Europea y por extensión al euro a flote al precio que fuera, aunque para ello tuviera que arrastrar por el fango de la desesperación a las economías tradicionalmente más débiles de esa Europa que va en la misma dirección pero con innumerables velocidades distintas.

En esta novela de clausura solo se clausura la denuncia de la impotencia y de la rabia ya que la crisis continúa. Y se fabula sobre un avance ideológico de ultraderecha extrema que encuentra en la desesperación de una población, empobrecida incluso en sus sentimientos, oyentes interesados en cualquier cosa que suene a mejora.

En toda la trilogía en general la resolución del caso criminal queda prácticamente eclipsado por el contexto social en el que se está desarrollando la trama.

En esta serie de novelas el continente sociológico tiene más trascendencia que el contenido policial.

Los sufrimientos de los individuos quedan por debajo del concepto de sufrimiento familiar que es el que da la unión, la cohesión suficiente para que el sistema no se hunda del todo y aún flote y permita un atisbo de esperanza.

A pesar de que los intereses que haya que pagar sean tan altos que la vista no alcanza a vislumbrar.

Petros Márkaris, que siempre ha tenido presente en sus obras el componente político y social donde articular el argumento policial, en estas tres últimas se ha superado en un compendio histórico que articula la novela negra como claro vehículo de denuncia de un momento social terriblemente negro.

La novela negra contiene esa parte de la Historia que la Historia oficial no cuenta. La novela negra griega actual explica como el país está como está y para ello tiene que remontarse al pasado, reciente, cuando el golpe de los coroneles y si lo viste de novela es porqué siempre interesa más que un tratado académico; porqué la ficción interesa más que la realidad.

Aunque la realidad ha de figurar y de forma contrastable para darle a la ficción precisamente visos reales.

Recuérden las reseñas de las dos primeras novelas sin salir del blog:

1. Trilogía de la crisis:  Con el agua al cuello
2. Trilogía de la crisis:  Liquidación final

Y recuérden también la novela Muerte en Estambul (con la receta de la Tirópita, la empanada de queso trágicamente famosa de María Jambu)

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Elementary 2a temporada

La serie de televisión Elementary sigue jugando a reinventar a Sherlock Homes. Destruye los tópicos holmesianos por excelencia para reconstruirlos con nuevos criterios.

De todas las versiones en pantalla del mito Sherlock Holmes es, sin duda, la más iconoclasta.

Por si no hubiera sido suficiente en la primera temporada ubicar la serie en tiempo actual y a Sherlock en New York en lugar de Londres, cambiar el sexo y la etnia de Watson y sorprendernos con la identidad de Moriarty, en esta segunda temporada nos presenta la verdadera personalidad de Lestrade, quien fuera su brazo oficial en Scotland Yard, conocemos más detalles de la vida de Moriarty y nos seduce con un Mycroft Holmes, el hermanísimo, de oficio inesperado y enigmáticas y peligrosas relaciones comerciales. Aderezado con unos episodios donde las relaciones sexuales de Sherlock y de Watson aportan aún más excentricismo a la serie.

La época victoriana de remilgadas maneras ha cedido al empuje de la época contemporánea pero Sherlock Holmes (interpretado por Johnny Lee Miller) mantiene impertérrito todas sus habilidades de genio y todas sus debilidades de humano; como Joan Watson (Lucy Liu) demuestra las suyas médicas y su tolerancia y su empatía.

Por todo ello Elementary sigue siendo una serie muy apetitosa e interesante y sobre todo distinta a la oferta habitual de series de procedimiento policial .

Una serie donde los guionistas trabajan duro para reinventar a Sherlock, Watson, Mycroft y todo su universo, con sus relaciones y vivencias de modo que la esencia siga siendo perfectamente reconocible para no perder el origen, pero sin despejar para nada el destino.

Fascinan las actitudes y comportamientos del detective, imprevistos y sorpresivos como cuando Sherlock arrastra a Watson hasta los calabozos de la policía un viernes por la noche, especialmente llenos, para que ésta pueda estudiar en vivo a los más variados especímenes humanos que los ocupan. Desde el padre de familia intachable detenido por haberse saltado un semáforo y dar positivo en la tasa de alcohol, al herido con la cabeza abierta que no recuerda como ha llegado allí hasta el ladrón de bolsos con rostro indiferente por ser asiduo a ese lugar y sin la angustia del nuevo que no sabe lo que le espera.

Inquietante retrato de Watson, no por la pintura en sí, sino
por quien la ha pintado y la intención con la que lo ha hecho.

Las habilidades deductivas de Sherlock siguen siendo el eje por el que se mueve la investigación de cada caso que siguen siendo auto conclusivos por capítulo si bien en esta temporada hay varios arcos argumentales cuyo desarrollo y desenlace ocupan más de un episodio.

El carisma del detective brilla por encima de cualquier trama y no solo por su capacidad investigadora sino por su fuerza para superar su adicción y sus miedos e inseguridades, algunas aparecidas a raíz de la presencia de su hermano.

Y a medida que avanzan los episodios vamos conociendo más de la naturaleza humana de cada uno de los protagonistas, no solo de los dos socios detectives sino también de sus compañeros policías lo que reafirma el aspecto psicológico de los casos a los que se enfrentan.

Igual que las grandes óperas y obras teatrales son reinterpretadas constantemente, adaptándolas a tiempos y lugares que nada tienen que ver con el libreto original, el personaje que creara Sir Arthur Conan Doyle ostenta también este honor y la adaptación que de él se muestra en Elementary es del todo meritoria y loable.

No deberían perdérsela.