jueves, 23 de agosto de 2012

Sue Grafton, Kinsey Millhome y V de venganza

Hoy en día se suceden las mujeres detective o policías, incluso ocupando altos cargos en jefatura, en las series de TV y en las novelas y no sorprende en absoluto. El machismo detectivesco de antaño en la serie negra, que no enigma, ha sido sustituido por una suerte de feminismo femenino, pero cuando Kinsey Millhome entró en el panorama negro y criminal se podían contar con los dedos de una mano las mujeres protagonistas, que no autoras, con algo bueno que decir en el género. Kinsey fue una precursora sin duda alguna, copiada e imitada aunque cueste reconocerlo.

Sus casos y su modo informal de afrontarlos, para lo que era el género en ese momento, aportó una frescura en el tratamiento policial y detectivesco del que estaba siendo necesitado.

Hace exactamente 30 años, en 1982, nacía en ‘A de adulterio’ literariamente hablando Kinsey Millhome, la protagonista de las novelas de Sue Grafton (Tusquets nos la traería en 1990). Nacía con 32 años de edad, con dos divorcios a cuestas, viviendo en lo que fuera un garaje y con la licencia de detective privada emitida en la, ficticia, ciudad de Santa Teresa, en baja California.

Ahora, en 2012, Kinsey tiene 38 años recién cumplidos el 5 de mayo, lo que supone haber hecho un pacto con el diablo para mantener tal lozanía, y su último caso publicado ‘V de venganza’ transcurre entre abril y mayo de 1988.

V de Venganza es una novela más de la serie y como tal cuenta con los elementos que la han caracterizado durante tanto tiempo. En esta, la trama se presenta a modo de puzzle sin foto guía por lo que no resulta fácil el ir encajando las piezas que se suceden en vaivén temporal y en situaciones distintas según sea la voz que narra. Todo principia con Kinsey comprando bragas en unos grandes almacenes y no vean como se llega a complicar el asunto.

Al parecer Sue Grafton cometió su primer crimen movida por las ganas de asesinar a su marido a raíz de un despiadado divorcio que tuvo a bien somatizar finalmente en una muerte literaria. Le dio satisfacción sin visitar la cárcel y a la postre un medio económico de salir adelante. Visto el percal prometió publicar una novela al año. No lo ha cumplido, por poco, pero nadie se lo ha reprochado. La cadencia ha permitido madurar al personaje y demostrar que las prisas nunca son buenas.

La septuagenaria Sue Grafton (1940), y que cumpla muchos más, ha ido recopilando en estos 30 años, los informes correspondientes a los 22 casos en que Kinsey ha participado y agrupados a modo de novela los ha ido publicando en lo que conforman una de las series más longevas de la novela negra contemporánea bajo el nombre genérico del Alfabeto del Crimen, todas editadas en castellano por la visionaria Tusquets y cada novela con una cubierta diseñada ex-profeso a cargo de Loredano:

A de adulterio, B de bestias, C de cadáver, D de deuda, E de evidencia, F de fugitivo, G de guardaespaldas, H de homicidio, I de Inocente, J de juicio, K de Kinsey, L de ley (o fuera de ella), M de maldad, N de nudo, O de odio, P de peligro, Q de quien, R de rebelde, S de silencio, T de trampa, U de ultimátum, V de venganza.

Algunos títulos traducciones literales del original, otros inevitablemente adaptados al idioma según permita la inicial y ahora vendrá lo difícil al tener que adaptar títulos con las letras que queda: W, X, Y, y Z.

Hacia el principio de cada novela Sue Grafton dedica unas líneas a presentar a Kinsey Millhome y a sus adlateres; a saber: Henry Pitts, 88 años de edad, casero, amigo, vecino, panadero jubilado, ideador de crucigramas y hermano pequeño de 5 en total, cuya antigüedad la encabeza la única chica Nell con 99, siguen Charlie, Lewis y William. Solo Henry y William, casado desde hace poco con Rosie, una húngara que regenta un bar de comidas estrafalarias del que Kinsey es habitual, viven en Santa Teresa, el resto vive en Detroit.

En el transcurso de estos años hemos tenido ocasión de tratar a Kinsey en múltiples ocasiones y situaciones de toda índole.

Sabemos de sus gustos por determinado tipo de hombres, aunque acumule divorcios y desengaños; de su falta de familia aunque la haya; de su manía de cortarse el pelo ella misma con unas tijeritas para las uñas lo que le confiere un look muy sui generis; del disfrute ante un buen chablis o un chardonnay de calidad aunque se lo suelan servir peleón, en copa inapropiada y a temperatura ambiente; de su poca feminidad a la hora de vestirse o arreglarse, básicamente tejanos y jersey de cuello alto o vestido negro, que denomina multiuso por su camaleónica adaptabilidad a cualquier acto social, aunque ahora apueste por un plus sexy luciendo también medias negras; de su pasión por la comida basura aunque esté siempre dispuesta a aceptar una buena comida servida en una mesa especialmente preparada para la ocasión; de su meticulosidad profesional llevando la contabilidad, los informes de clientes y las investigaciones; de su fuerza de voluntad en tener claramente delimitado el tiempo de placer y el de trabajo, aunque cueste lo suyo cuando no se tiene jefe; de su tozudez para no ceder ante nada ni nadie y su constancia en mantener su forma física corriendo casi cada día cinco kilómetros al amanecer, bordeando la playa...

También hemos compartido peligros veniales y peligros mortales, disparos, golpes, palizas, lesiones, desprecios, persecuciones y claros intentos de asesinato. Y también hemos estado a su lado cuando ha tenido que apretar el gatillo y llevarse a alguien por delante. Matar o morir: la ley de la jungla entre buenos y malos.

El Alfabeto del Crimen es, objetivamente, una colección de casos policiales; subjetivamente, para cada lector: una colección de recuerdos muy personales.

Esta estrecha relación que se va fraguando con Kinsey es la que se tiene con una amiga de barrio, con una condiscípula de instituto, alguien con quien te sientes tan a gusto que, aunque haga siglos que no ves, siempre parece que fue ayer. Y no se necesitan explicaciones para justificar nada. Es esa persona en quien confías y a quien le escuchas y le cuentas aquello que nadie más puede oír.

Si no lo han hecho aún, lean a Kinsey. Verán como se hacen amigos.

jueves, 16 de agosto de 2012

Castle, las novelas y el cómic


Este post es la continuación del titulado Castle, la serie de TV


¿Que fue primero el huevo o la gallina? ¿La serie de TV o la novela? Fácil respuesta pero compleja explicación.

Primero fue la novela.

Novela escrita por Richard Castle, un autor que no existe, solo imaginado en las cabezas pensantes de un equipo de guionistas de series de TV comandados por un iluminado Andrew Marlowe.

La cosa va así: se decide crear una serie policial para televisión que vaya de un novelista que forma equipo con detectives en la investigación de crímenes, con la intención de obtener datos y vivir situaciones que le permitan escribir novelas con personajes de ficción basados en hechos “reales”, esta intención fructifica con la publicación de Heat Wave (Ola de calor) primera de las novelas protagonizada por la detective Nikki Heat.

Con esta sinopsis argumental claramente dibujada se prepara la estrategia de Marketing para lanzarla y así se pone a la venta el libro Heat Wave (que es una novela ficticia dentro de una serie ficticia de televisión) y con su éxito de ventas se allana el camino para dar inicio a la serie de TV; todo un brillante ejercicio de merchandasing que hay que aplaudir: personajes de ficción de una serie televisiva escriben una novela de ficción que aterriza en el mundo real y se vende como churros entrando en las listas Top Ten y que se promociona con firmas de su autor que no es otro que el actor que lo encarna. Más rocambolesco imposible!

A Castle se le fabrica una biografía que contiene los best sellers de su anterior protagonista Storm Derrick (se espera tenerlos en las librerías y en e-book este año) y los éxitos ya cosechados con Nikki Heat:
  • Heat Wave, 2009 (Ola de calor)
  • Naked Heat, 2010 (Calor desnudo)
  • Heat Rises, 2011
  • Frozen Heat, 2012

El autor, el ficticio, Richard Castle, se inspira, como no podría ser de otra manera, en cada uno de los protagonistas de la serie de TV y cambia los nombres y algo de sus biografías pero a pesar de todo son perfectamente reconocibles, hecho a posta faltaría más.

Así Richard Rick Castle es en las novelas Jameson Jamie Rook, un periodista en lugar del novelista televisivo, Kate Beckett se convierte en Nikki Heat (nombre por el que Beckett siente especial aversión al considerarlo más propio de una stripper que de un cargo policial) una detective de alto voltaje sin parecido alguno con lo recatada que aparece en la serie, Javier Espósito es Ochoa y Riley es Raley. La forense Lanie Parrish es Lauren Parry.

Las novelas no formaran parte de la historia del género interrobang por su nivel ya que son prefabricados best sellers de estar por casa y su interés en la lectura viene dado por el hecho de ser más o menos fan de la serie.

Los argumentos, poco más que guiones de serie televisiva ampliados y puestos en molde de libro para que tomen forma literaria, no enriquecen a la serie original y son perfectamente compatibles. No obstante dan para una lectura rápida de aquí te pillo aquí te mato y aportan algo de intimismo y sexo que la serie rehuye, eso sí, cada vez con más dificultad. Para los que la espera hasta la nueva temporada resulte insoportable y no las hayan leído, tienen lectura fácil y visual pues asociando los rostros y las voces de los protagonistas de los episodios televisivos a los diálogos de la novela será como si estuviesen viendo la tele.

En los libros echamos en falta las impagables partidas de póquer de la serie televisiva que reúnen en la misma mesa a los monstruos consagrados James Patterson, Stephen J. Cannell, Michael Connelly y Dennis Lehane, cameos que es una lástima que se prodiguen tan poco por la novedad y frescura que aportan a la serie.

Es también memorable el guiño, por su exceso en vanidad, que se hace en la serie televisiva cuando a Castle le ofrecen un suculento contrato para continuar las novelas de James Bond y que declina por no apartarse de Beckett.


El cómic, no se refiere al personaje de Nikki Heat sino a Derrick Storm, el protagonista ficticio de las primeras novelas ficticias del autor Richard Castle ficticio (ese protagonista que Castle elimina para que no haga sombra a su popularidad).

En un capítulo de la tercera temporada televisiva, Castle presume de la inminente adaptación de una de sus primeras novelas al cómic con el título ‘Tormenta mortal’ y una vez más metaficción a tope y el cómic salta de la tele a la realidad como si estuviésemos viendo La rosa púrpura del Cairo.

Castle, prologa y se explaya en las páginas interiores como si realmente existiese. Absolutamente delirante. Y ya a estas alturas nadie puede poner en duda que aunque los protagonistas se llamen Derrick Storm y Clara Strike estamos ante los alter ego de Richard Castle y Kate Beckett, o de Jameson Rook y Nikki Heat que para el caso viene a ser lo mismo y si no miren estas viñetas y jueguen a adivinar si tienen algún parecido con los actores de la serie televisiva o es pura coincidencia.


La omnipresente Marvel dirige el lanzamiento con guión amparado por dos firmas de renombre Brian Michael Bendis y Kelly Sue DeConnick y con dibujos de Lan Medina y Scott Hanna y sigue el juego de espejos empezado en Nikki Heat y consigue un thriller al uso y sin excesos en un álbum sin pretensiones y facilmente digerible, aunque con demasiadas viñetas, colores pantone muy acusados y un dibujo demasiado estático para mi gusto.

Post scriptum: pinchen aquí para leer la reseña de la 6ª temporada de la serie TV

domingo, 12 de agosto de 2012

Beyoncé y Dance for you

Las modas son efímeras y duran lo que duran. Y mientras están en el candelabro todos los que pueden intentan sacar tajada que no se sabe que traerá el mañana y mejor toma el dinero y corre.

Me quejaba en un post bastante anterior pero más vigente que cuando lo escribí, Cuando llueve diluvia, de que ahora, no solo todo hijo de vecino escribe, sino que además publica novela negra. Estamos empachados de tanta oferta, tanto donde elegir, las fajas promocionales siempre afirman que estamos ante lo mejor de lo mejor, puro márketing, y claro, no siempre se acierta y con los precios en que se nos pondrá la cultura ya mismo...

¿Rústica, 22 € de promedio o bolsillo, diez, doce euros menos? ¿Tapa dura o tapa blanda?

Hay quienes tiempo ha, optaron por ir de tapas y leer de prestado que por suerte las bibliotecas aún resisten, aunque que por como lo hacen, caída de subvenciones y sitiadas por el libro electrónico, cada vez más se parecen al poblado de Asterix pero sin poción mágica que garantice su perpetuidad. Incluso las hay, como La Bòbila, dedicadas al género negro y al género interrobang en su totalidad.

Lo comentábamos en este post Librería Negra y Criminal dedicado a unos supervivientes que a diario se enfrentan al maltrato que supone tener enfrente a los grandes siendo pequeño, y que esperan a septiembre para abrir de nuevo sus puertas con la agravante subida del IVA para todo lo que suene a cultura.

Estamos gobernados por unos dirigentes bajo el síndrome Goebbels, ya saben ‘cuando oigo la palabra cultura saco el revólver’. Mucho mejor nos iría si al escuchar la palabra revólver desenfundásemos la cultura.

Y si las editoriales, agentes y representantes persiguen a sus firmas consagradas para que escriban en negro, aunque solo sea por el color de la tinta, los demás agentes de otras artes no se quedan a la zaga y hasta una consagrada Beyoncé Knowles se presta al juego. Claro que también puede ser porque le gusta el género negro o lo negro, que aunque se parece no es lo mismo.

Lo cierto es que a Beyoncé mientras le dejen mover la cadera (con permiso de Shakira) y juguetear ante la cámara con su mohín de niña mala y ojos de bambi tiene más que suficiente. Armas de mujer. Su coreografía, por repetitiva, parece un piso de Nuñez, pero le saca partido y si no vean que cara se le queda al duro detective que hasta va con sombrero dentro de su despacho (seguro que cualquier otro hubiera dado mejor en el papel pero no se buscaba cine sino videoclip). Ahora, ese espacio, parcela particular del mundo de lo noir, ya nada volverá a ser lo mismo.

Relajemos el tono y movámonos al ritmo pegadizo de esta joven star, mientras nos preparamos para otras movidas, otras movilizaciones, para este otoño.

Beyoncé  –  Dance for you

sábado, 4 de agosto de 2012

Castle, la serie de TV


Ha finalizado la cuarta temporada de la más que entretenida serie televisiva Castle y toca descanso hasta que empiece el nuevo curso. Momento de valoración de lo visto.

Vaya por delante que cuando la vi por primera vez me produjo sentimientos contradictorios. La serie no se tomaba en serio a si misma, fruto de ese mestizaje entre comedia y policial, y eso, que parecía ponerla en desventaja frente sus rivales de parrilla, más realistas y cada vez más científicas, era en cambio su mejor baza y fue por donde me atrapó.

Los actores: memorables, destacando las enormes tablas de Susan Sullivan en el papel de Martha, el lucimiento de Stana Katic, como Kate, quien ya viéramos en The Spirit y Quantum of Solace y que no hay serie que no suspire por tenerla y Nathan Fillion, el actor que encarna a Rick a quien se recuerda, entre otros, por su paso en Buffy Cazavampiros.

Richard Rick Castle, divorciado de dos matrimonios, resulta ser un escritor de novelas policíacas de gran éxito, tan veleidoso y vanidoso que decide matar a su detective estrella de ficción después de 26 best sellers para que no le robe protagonismo. De repente cuando un asesino empieza a matar siguiendo los argumentos de sus novelas, y la policía lo requiere en la investigación, nota como le gusta lo suficiente como para considerar que inmiscuirse en una comisaría de verdad, rodeado de policías de verdad y tratando asesinatos de verdad le puede aportar la inspiración necesaria para crear una nueva serie de novelas con un nuevo personaje. Su amistad con el alcalde le facilita la entrada y da pie a la serie.

Rick Castle vive en un ático duplex amueblado y decorado con buen gusto y dinero, que no siempre van parejos, que comparte con su hija Alexis (Molly C. Quinn), hija de su primera esposa, una adolescente pelirroja que irá creciendo, fisica y emocionalmente, a ojos vista a lo largo de las temporadas (empieza con 15 años y ya está en la Universidad) y con su madre Martha Rodgers que interpreta a una veterana actriz de Broadway en una suerte de cameo muy conseguido viendo videos de sus actuaciones reales!.

Rico, atractivo, famoso, portada de revistas, Rick vive en su mundo de fantasía y hedonismo e ingerir unas píldoras de realidad en la comisaría y en la calle le conforma una evolución de sus entusiasmos infantiles hacia una madurez en la que influye y mucho el contrapunto de una Beckett siempre con los pies en el suelo y con una vida privada llena de prometedores misterios.

Kate Beckett, fan tapada de las novelas de Rick, es una policia guapa, concienzuda, meticulosa, sin vida personal aireada y mucho gimnasio practicando defensa personal. La muerte de su madre, una abogada activista, es la losa que soporta peor.

 
Kate Beckett es la detective de más rango de un equipo que cuenta con la presencia de Javier Espósito y Kevin Ryan. El primero más serio, riguroso y comprometido y el segundo más influenciable, despistado y entrañable. Castle conformará el cuarteto y sus interelaciones, con puntos de vista tan dispares: el escritor destila imaginación y los policias investigación, se complementan con excelentes resultados, siempre acorde con los certeros análisis de Lanie Parish, la médico forense también con presencia continuada en la serie.

Se sucede la creatividad y originalidad en los guiones que van abriendo distintos e interesantes arcos argumentales, ya sea en la relación de los protagonistas entre si, con terceros y con el entorno urbanita y cosmopolita que los rodea.La inspiración buscada por Castle se acaba materializando en la publicación de novelas con un personaje policial femenino, Nicki Heat, a imagen y semejanza de Kate Beckett; una imagen y semejanza, todo hay que decirlo, según la imaginación calenturienta del escritor, tremendamente enamorado como un adolescente de su mentora y que plasma en el papel sus deseos más que sus realidades.

Castle es el claro ejemplo de la serie que va de menos a más, evolucionando no solo los argumentos, sino también las tramas subyacentes y los perfiles de cada uno de los personajes en lo que respecta a sus pasiones y en sus relaciones. Aunque nunca será una de esas series dramática y realista porque tampoco lo pretende. Veánla pues con este enfoque y se sorprenderán encontrando más de lo que parece a simple vista.

 
1ª Temporada

Los episodios empiezan con la cámara desplazándose lentamente en primer plano sobre el cadáver y su entorno. Sin prisa, sin ruido como para no molestar a quien ya no siente. Las imágenes son de de una plasticidad tan elegante, se diría obra de arte, que la violencia del hecho queda totalmente amortiguada por la belleza y no causa desazón alguna.

Enseguida vemos que es una serie policial que no llega a negra ya que es de un contenido muy blanco. No hay denuncia social, no hay violencia explicita, no hay insultos, ni tan solo palabras malsonantes, no hay nada de lo que caracteriza al género negro y si al género enigma. Hay mucho humor, humor fácil y también humor inteligente, elegancia en las poses, ambiente familiar, vida social y glamour.

Los personajes aún son muy planos y van poco a poco cogiendo cuerpo todavía buscando su rol. Las vicisitudes existenciales de Alexis, en su adolescencia, y de Martha, en su madurez, tienen un contrapunto de relajación hogareño y suelen servir para dar con la resolución del caso.

Cada vez que la llamada al móvil anuncia un nuevo crimen, Castle, por su condición de escritor de novela policiaca, se presenta a comisaria todo emocionado igual que un niño en Navidad con un cadáver bajo el árbol como regalo.

2ª Temporada 

Cambia el elitista inicio por un principio más popular y de enganche fácil. Ahora los episodios empiezan con una entradilla flash back para explicar el porque de la sociedad entre escritor best seller e inspectora de policía y enlaza con el inicio propio del episodio que puede empezar de cualquiera manera sin pauta concertada.

Mantiene su tono familiar, jocoso, frívolo y se reafirma en el género enigma: sigue primando más acertar cual de los sucesivos sospechosos es el asesino, aunque va abriendo miras y presenta motivaciones que no solo hacen referencia a entornos cerrados.

El personaje de Castle se acerca peligrosamente hacia un histrionismo para nada deseable mientras que el de Beckett intenta liberarse de su armadura y muestra indicios de querer entrar en el juego de la seducción, más que anunciada desde el primer episodio y aún no materializada.

A destacar el arco argumental que se desarrolla en los episodios 17 y 18 con giros y regiros de trabajada realización y el último episodio de la temporada con la presencia de autores reales como Michael Connelly y James Patterson, habituales compañeros de partidas de póquer de Castle y que suelen aportar su punto de vista a los casos que se plantean, lo que no deja de dar un punto original, uno más, a la serie.

3ª Temporada

Se mantiene la misma entradilla de la temporada anterior pero con distintas imágenes; se renueva el contenido pero no el formato ni el jingle pegadizo de los apellidos.

En el episodio 11 aparece el personaje imaginario de Nikki Heat, la nueva protagonista de las novelas, encarnado por una actriz que quita el hipo a toda la comisaria y que está interiorizando su personaje con vistas a un rodaje cinematográfico.

En el episodio 13 los sucesos harán que nada vuelva a ser como antes

Los personajes empiezan a ganar personalidad, los argumentos más densidad y se vuelven más complejos en pro de unos episodios que ganan en tensión con escenas contundentes. La serie demuestra estar en plena forma y con mucho que decir todavía.

La posible conspiración en la muerte de la madre de Beckett se torna más plausible y la serie gana en emoción a medida de que la investigación se está acercando a la verdad, y con una confesión soto vocce de Castle a la inspectora que no puede dejar de ser vital en la siguiente temporada.

4ª Temporada

Todos los protagonistas parecen haber madurado de golpe y la serie se torna más oscura, acentúa el dramatismo y pierde algunos de sus puntos de humor que la han hecho distintiva.

Hacia el final y con un Castle dispuesto a jugar el todo por el todo por amor retorna su espíritu histriónico, burlesco y desenfadado que los guionistas combinan a tono con los argumentos como el homenaje a la serie Z con un impagable episodio con un asesino zombi.

La temporada termina con un triple giro mortal imprevisible y sorprendente que demuestra que la investigación abierta sobre el asesinato de la madre de Beckett es muy peligrosa, que en el compañerismo entre el grupo de detectives se han abierto fisuras y que las frívolas relaciones sentimentales de Castle pueden haber terminado.

De forma que la continuidad de la serie se antoja harto complicada con posibles derroteros simultáneos por lo que probablemente estemos ante el comienzo de una suerte de auto spin off que puede llegar a ser muy interesante o una evolución lineal lo que puede dar quebraderos de cabeza a los guionistas. Wait and see.

Este post continúa y finaliza en el titulado Castle, las novelas y el cómic

Post scriptum: todo sobre la 5ª temporada y más pinchando aquí.

La reseña de la 6ª temporada ya está disponible aquí.


viernes, 27 de julio de 2012

Bruselas, Ruta del Cómic y La Red Madú

Bruselas es, ante todo, una capital de cómic y además la capital mundial del cómic tradicional. Pasear por Bruselas es sumergirse en ese Art Decó que tan bien refleja esa línea clara, tendencia europea aún en boga, que la llamada escuela franco-belga, con Hergé a la cabeza, pusiera a disposición de dibujantes y lectores, elevando la categoría del dibujante a artista y el de la historieta a arte.

Bruselas se toma en serio el arte del comic y le tiene un museo dedicado: el CBBD, Centre Belgue de la Bande Desiné; que entre reproducciones, ambientes, objetos y material diverso expone más de 6.000 originales repartidos en las diversas plantas de un edificio Art Noveau de Victor Horta, de gran belleza arquitectónica y cuenta además con una librería con una oferta inacabable de cómics y gadgets relacionados.

El cómic se encuentra ilustrando las calles de esta ciudad, en forma de artísticos murales, más de 40, de gran dimensión, algunos de varios pisos de altura, perfectamente documentados en un plano que se consigue en cualquier oficina de turismo y que propone una ruta que si se hace completa dura un día entero y donde además de ir viendo las viñetas gigantes de cómic se va descubriendo una ciudad que de otro modo no se hubiera pateado con tanto detalle.

Importante irse fijando que muchas de las calles además de tener en la placa oficial su nombre toponímico, tienen otro con el nombre de personajes famosos del mundo del cómic. Calles rebautizadas.

Y los cómics, como no, están presentes en varias librerías especializadas (p.e. Multi BD Librairie Slumberland, Comics CafeBrüsel, Lotus Noir, Forbidden Zone...Y en una amplia oferta de librerías de usados (p.e. La Bande des Six Nez, Petits Papiers, Le Dêpot, Little Nemo , L´idée Fixe... Comprar de segunda mano es una práctica tan extendida que es fácil encontrar a un tercio de su coste, cómics que hace unos meses eran novedad, y aun más baratos los menos recientes, todos en un estado de conservación que da envidia.



Bruselas es una ciudad de cómic, desde los adoquines de sus calles hasta los vierte aguas de sus tejados. Los tejados de Bruselas...



Con los tejados de Bruselas, empieza La red Madú...



La red Madú (Le réseau Madou, 1982) es una amable y naïf historia de espías contada por el maestro guionista del género negro François Rivière y magníficamente plasmada en papel por el poco conocido y para nada prolífico autor, Alain Goffin, en su particular forma de entender la línea clara. Clara y delgada. Limpia y mínima. El color, plano y opaco, característico de este estilo, corre a cargo de Françoise Procureur.

La red Madú es el nombre de una célula de contraespionaje que opera en Bruselas en la navidad de 1938, de la que ninguno de los seis miembros que la componen se conocen entre si y solo saben y obedecen las instrucciones de quien los reclutó. El desconocimiento de la identidad de los demás es la mejor garantía de salvaguarda para su seguridad y supervivencia, pero a pesar de ese cortafuegos se descubre la presencia de un topo, un agente doble, que precisa ser identificado antes de que caiga todo el grupo.

La red Madú lo protagoniza Terry Elaudaz (Thierry Laudacieux) un joven aficionado al misterio y a lo policial, con inclinaciones de boy scout, en un claro homenaje a Tintín al que para nada parodia (es también el protagonista de ‘La mina de la estrella’, 1984, segundo álbum de lo que tenía que haber sido una saga y que no llegó a tener continuidad). Vive con su madre y con Isidoro Hogier, un huésped, que tiene un programa de radio de jazz americano en la emisora INR.

La estructura narrativa del cómic está llena de modernidades respecto el concepto tradicional de línea clara al que da un nuevo sentido y lo dota de un movimiento y un ritmo narrativo nunca antes usado y que ha sido motivo de alabanza, controversia, artículos y ensayos.

Primera página del cómic
Una primera viñeta ocupa todo el ancho de página y sin encuadre superior lo que da impresión de espacio infinito, evidente ya que por encima solo hay cielo, y con un acusado efecto de perspectiva jugando con el color y el detalle que va haciéndose más preciso a medida que está más cerca. Estamos en Bruselas, dentro de la ciudad pues la segunda línea de viñetas está por debajo de los tejados.

La primera viñeta de la segunda tira nos dice claramente que estamos en un mundo de fantasía ya que estamos leyendo un cómic en el que vemos a un adolescente leyendo a su vez un cómic. Y nuestro punto de vista, conducido gracilmente por el dibujante, pivota alrededor del que luego sabremos que es el personaje principal. Cierra la página dos viñetas que dejan un aire de misterio en el aire. El cómic no podría empezar mejor.

El argumento recoge la esencia de la novela policíaca, la intriga clásica del círculo cerrado de sospechosos y va avanzando en imágenes llenas de pistas y también de pistas falsas para que podamos deducir quien es el culpable.

Plancha original
El cómic se alimenta de esa arquitectura Art Decó que ofrece Bruselas, de esas líneas estilizadas que conforman geometrías regulares y en donde la decoración tiende a resultar una belleza autónoma que conforma composiciones visuales de gran plasticidad.

La decoración, sobre todo la que muestran interiores, detalla muebles y lámparas, magnífico art decó, cuadros, carteles, fotos, esculturas, que hablan más sobre los lugares y sobre las personas que los habitan que si se explicara en texto.

Con la utilización de pequeñas viñetas dentro de una mayor Goffin crea un esplendido efecto de paralelismo temporal entre acciones simultáneas de diversos personajes. Todo un ejercicio de ritmo narrativo, una de las novedades constatables de su evolutivo trabajo en la línea clara. Una línea clara rigurosísima y fina como un cabello.

Y al final todo el misterio, ¡que no es poco! se reduce a saber mirar, aunque sea con lupa. Como ya nos enseñó Poe en su magnífico cuento de La carta robada.

Para ver hay que saber mirar. Vean, miren, lean y disfruten este cómic que gana aún más si lo acompañan con el jazz melódico de las orquestas de swing de la época. Artie Shaw o mejor Glenn Miller y sus hoy standards Collar de perlas, Rhapsody in Blue, Moonlight Serenade...

 

Alain Goffin, es de esos autores cuya obra: La mine de l’etoile, Plagiat!, Le signe de Lucifer, Le Théorème de Morcom, Northreed Project, lamentablemente no se encuentra aquí y hay que encontrarla perseverando en esas librerías de viejo de Bruselas que antes mencionábamos. Una buena excusa para pasar unos días en la capital del cómic, en una capital de cómic.

Post scriptum:

No se pierdan en este mismo blog Museo Hergé, Tintín y Las joyas de la Castafiore así como su continuaión Las joyas de la Castafiore, Hergé, Tintín y guiño.