¿Y si el truco
fuese el mago?
La actuación de
un mago en un número de grandes efectos de escenario ha de estar perfectamente
planificada, tanto en su parte mecánica, de gestos y movimientos, como en su
parte comunicacional, con una oratoria comprensible y convincente.
Todo con un solo
objetivo: provocar un nivel de tensión in crescendo y facilitar al espectador
las claves para que suponga que sabe lo que va a pasar, buscando su
complicidad, dándole pábulo a creer que es más listo que el mago, para luego
sorprenderlo con un giro que no espera y aprovechar ese momento de desconcierto
para aparentar un fallo, ser sorprendido en un renuncio, que de nuevo suba el
ego del espectador para terminar hundiendo sus mermadas barreras de resistencia
con un final apoteósico y, aparentemente, imposible e inexplicable.
El espectador
viaja en una montaña rusa de sensaciones contradictorias que le mantienen atado
a la silla sin parpadear y casi sin respirar porque no quiere perderse nada de
lo que está ocurriendo. Y porque necesita comprender aunque sepa que no lo
conseguirá. O no del todo.
Montag el
Magnífico es el mago protagonista de este film. Un psycothriller, The Wizard of
gore, El mago del horror, que sigue el manual a la perfección y provoca
al público hasta más allá de lo que permite el buen gusto.
Ofrece un
espectáculo de sangre y vísceras, una performance gore que no puede dejar
indiferente y en cada actuación cosecha gritos de horror y pánico y gritos de
entusiasmo y celebración a partes iguales de un público asqueado y maravillado
también a partes iguales.
“Una de las muchas bellezas de la magia es que la ilusión puede
comenzar mucho antes de que la audiencia sepa que va a ser engañada”
The Wizard of
Gore, film de 2007 absolutamente gore,
como su titulo explicita, y de serie B, dirigido por Jeremy Kasten e interpretado por Edmund Ed
Bigelow (Kip Pardue), su novia Maggie (Bijou Phillips) y Montag el Magnífico
(Crispin Glover) es un remake del film del mismo título de 1970 dirigido por
Herschell Gordon Lewis, mucho más oscuro y siniestro que su antecesor y que no
deja indiferente si se consigue aguantar hasta el final.
El inicio del
film es ya un claro anticipo de lo que presagia, y a medida en que como
espectadores de la película consigamos trascender a espectadores del espectáculo
de magia viviremos en primera persona la sensación de ser una suicide girl
(chicas jóvenes y guapas elegidas al azar entre el público por Montag el
Magnífico para ser víctimas, más que colaboradoras, de sus tejemanejes
vejatorios, las desnuda en el escenario, y trucos de ilusionismo, psicodelia e hipnosis) con toda la carga de
sensualidad, sexualidad y horror que atesora.
La aparición de
cadáveres va a propiciar que Ed Bigelow investigue la posible relación entre los
asesinatos imaginarios del
espectáculo de magia y los asesinatos
reales.
En ese punto la
película adquiere tintes de novela negra y la investigación de Ed traspasa el
concepto de obsesión al desplazar cualquier atisbo de vida cotidiana para
entregarse en cuerpo y alma a descubrir quien está detrás de los asesinatos sin
ser consciente que está mezclando realidad y fantasía y que el precio puede
suponer perder la razón.
Film turbulento
de interesante guión y factura y buena interpretación que destila momentos
brillantes sobre todo conseguidos con un ambiente de confusión visual (hay
mucho movimiento de cámara y asiduo empleo de ángulos bajos y oblicuos) y
auditiva (mucho ruido de fondo para aprovechar al máximo las distorsiones del
efecto Doppler) para provocar un efecto de irrealidad y ensueño con el que se
pretende, y consigue, favorecer la transición de espectador externo (del film) a
espectador interno (del espectáculo), como comentábamos anteriormente.
Una experiencia que acaba confundiendo al
espectador por no poder delimitar lo que es truco y lo que no, en todo el film.
El mago finge, el espectador puede creer sus mentiras y la complicidad admitida
de engaño transforma delirios en realidades.
¿Y si el mago fuese el truco?
Esta reseña se publica conjuntamente en el
blog Magicatessen, en su sección crossover, en un entente para favorecer la
divulgación de la cultura y tender puentes entre la magia y otras secciones.