Caratula Broadchurch 2 |
El acantilado del condado de Dorset que ofrece su roca
desnuda a la mirada del sol y a las caricias de la brisa, cuando no, también, a
los arañazos de la lluvia y a los latigazos del viento, se está desmoronando
como también lo están empezando a hacer los habitantes de Broadchurch expuestos
a las inclemencias del juicio al presunto asesino del pequeño Danny Latimer.
Hay desprendimientos de rocas de igual modo que se
desprenden lágrimas y se liberan pensamientos negativos.
En un juicio no tiene por qué ganar la justicia pero
quien siempre gana son los abogados. O bien la parte acusadora o bien la parte
defensora. Uno de los dos gana. Siempre.
Y los demás, todos los demás: jurado, familiares de la
víctima, familiares del acusado, amigos de unos y de otros incluso el juez
pierden. Pierden algo de inocencia por el camino, pierden tranquilidad y
también, y aún peor, pierden algo de humanidad.
Las reglas de un juicio, las prebendas de los abogados en
sus intervenciones y las intervenciones del juez no están pensadas para
apaciguar los ya de por si encendidos ánimos, solo permiten regular con normas
pensadas para su indulgencia el desarrollo de un acto donde se decide sobre la
futura vida de un reo y de rebote sobre el futuro de unas gentes salpicadas por
el hecho luctuoso de un asesinato capaz de manchar un pueblo y de resquebrajar
un acantilado.
Acantilado de Broadchurch en el condado de Dorset |
Alec Hardy el detective que resolviera este caso en
Broadchurch está intranquilo porque en su caso anterior, Sandbrook, el sospechoso
quedara en libertad y no desea que suceda lo mismo.
Y en paralelo y mientras transcurre el juicio, Hardy y la
otrora detective Ellie Miller, el suspendido y ella reconvertida en agente de
tráfico, reabren por su cuenta el caso Sandbrook y pondrán todo su empeño en
encontrar donde se falló y que es lo que falta para volver a ponerlo en la
senda de su resolución.
Esta segunda temporada de la serie de televisión Broadchurch no es lamentablemente como la primera, donde debería haber concluido, pero ya puestos no desmerece ni
desentona en la línea iniciada en la primera, aunque con la reiteración de sus aciertos prolonga inevitablemente
sus defectos y errores.
El final de Broadchurch 1 pareciera no dar pie a
continuación alguna, pero los guionistas han sabido sacar petróleo de donde no
había y han conseguido una historia que aunque coja permanece en pie sin tener
la carga dramática que tan buena hiciera la primera.
Los episodios son de movimientos lentos, para muchos
acostumbrados al ritmo americano resultarán aburridos, pero no por ello dejan
de suceder cosas. El avance es notorio y cada plano responde a un motivo y con
el uso de lentes de gran angular se magnifican tanto los paisajes como las
emociones humanas para favorecer la comprensión y entendimiento de cada estado
de ánimo, de cada racha de viento y de cada golpeteo de las olas en su agonía
sobre la arena.
Casetas de baño de la playa de Broadchurch |
Las dos tramas principales, el juicio y la investigación
del caso anterior, se ven complementadas con otras más cortas y de distintos
temas que enriquecen el conjunto al humanizar los personajes favoreciendo la
empatía con cada uno de ellos. Incluso con los que se muestran como malos.
A destacar el brillante enfrentamiento entre Sharon Bishop
(Marianne Jean Baptiste) abogada de la defensa y Jocelyn Knight (feliz
reencuentro de Charlotte Rampling) de la acusación, que mantiene con vida el
relato y demuestra lo equivocados que estamos respecto del concepto de justicia.
Es una serie interesante por el componente psicológico de
buen nivel que demuestra y porqué consigue mantener la atención desde el minuto
uno, eso a si a su perezoso y particular ritmo.
Se habla ya de la tercera temporada. Que cada cual tome
su decisión.