¿Dos gatos mejor que uno? |
Esta segunda entrega de la serie protagonizada por esta
cincuentona inglesa que abandonó el éxito como relaciones públicas en Londres
para jubilarse anticipadamente en Los Cotswolds sigue los pasos de su novela
predecesora, en cuanto a estructura, pero corrige los defectos más notorios que
eran la falta de ritmo y algunas descripciones vacías de interés.
Por todo ello Agatha
Raisin y el veterinario cruel es más agradecida de leer, más ágil, más
interesante y con un protagonismo compartido entre Agatha Raisin y el coronel James
Lacey, del que Agatha está adolescentemente enamorada, cuya relación permite desarrollar
más el componente humano de ambos y da pie a situaciones jocosas que mantienen
la sonrisa durante toda la lectura.
Sonrisa que aflora ya desde el mismo inicio con unas
esperpénticas vacaciones de Agatha en Las Bahamas hasta el mismo final entonando
a voz en grito el clásico de Sinatra I did it my way.
Sonrisa que a menudo pasa a risa comedida que no
expansiva pero ya se sabe que estamos ante humor británico y el juego de
ironías es deporte popular.
Tan británico como que en el timbre de la entrada a Clarendon, vivienda familiar del
detective Bill Wong suene Rule, Britannia
y en el portarrollos de papel higiénico del mismo hogar suene The Bluebells of Scotland. Lo que no va
parejo con la falta de cortesía de sus padres para con sus invitados lo que de
nuevo invita a una conversación rica en despropósito acompañada de una botella
de Liebfraumilch.
En Los Cotswolds se ha instalado a tiempo parcial un
nuevo veterinario, Paul Bladen, joven y atractivo sobre todo para mujeres de
edad madura a quienes sabe regalar el oído; un veterinario que curiosamente
odia los animales domésticos.
Tras fallecer en un desafortunado accidente, Agatha
Raisin encontrará razones para sospechar que tal vez todo no sea tan claro como
parece y al obtener la colaboración de su soñado coronel James Lacey está ya
dispuesta a demostrar que en su muerte se esconde un asesinato aunque tenga que
cometerlo ella misma.
En esta nueva novela Agatha Raisin muestra su lado más
humano y a su carácter indómito y contrario a seguir las reglas se contrapone
su lado más tierno al adoptar otro gato y más ensoñador e ingenuo al no poder
evitar enamorarse y tener celos.
La sospecha en la primera novela de la serie que Agatha
Raisin podía ser una copia descolorida de la ancianita Jane Marple de Agatha
Christie queda afortunada y completamente descartado, para siempre, en esta
segunda.
Agatha Raisin tiene una más que evidente pasión por
solucionar asesinatos pero también una personalidad tan dispareja con Jane
Marple que hace que su evocacón sea solo un rendido y cariñosísimo homenaje.
M. C. Beaton una escritora prolífica |
M. C. Beaton parece dominar ese estilo de novela
policiaca clásica, ese whudunit
basado en el descubrimiento del asesino como si fuera un juego de sobremesa y
que hoy, al ser la detective una amateur
seguramente sería clasificada en el subgénero denominado domestic noir.
La novela, muy corta, es de lectura ligera y entretiene y
divierte a partes iguales sin ninguna otra pretensión. Muy recomendable
sabiendo claramente lo que nos vamos a encontrar.
Lean aquí la reseña de la primera novela de esta serie Agatha Raisin y la quiche letal