Serie TV dramatico policial jurídica |
En el mundo de las series
televisivas de temática criminal están las que la tratan el delito desde el
enfoque policial, las que lo hacen desde el punto de vista del detective
privado y las que lo tratan desde el aspecto judicial.
Lejos quedan antecedentes
como La ley de los Ángeles pero de esas fuentes han bebido las series
que resuelven sus casos en un tribunal y una de ellas es Cómo defender a un
asesino, un psicodrama de corte legalista con visos de culebrón.
La serie es de Shonda
Rhimes que muchos recordaran por su otra serie de éxito Anatomia de Grey y sigue un patrón similar: mucho enredo, mucho
sexo, y mucho, mucho engaño.
Annalise Keating (interpretada
por la actriz Viola Davis) es una brillante, carismática, dura y en apariencia despiadada
abogada defensora que cuenta con Bonnie Winterbottom (Liza Well) y Frank Delfino
(Charlie Weber) en su bufete de letrados, que le profesan una devoción y
entrega absoluta.
Su equipo se incrementa
incorporando alumnos de 1º de Derecho de la facultad, como becarios sin
remuneración, donde también imparte clases en la asignatura que precisamente da
nombre a la serie: Cómo defender a un asesino.
Su vivienda, donde
convive con su marido Sam Keating, es a la vez despacho profesional donde
atender a los clientes y sala de reuniones donde se concentra todo el equipo
para los debates, labores de investigación, preparación de los casos e
interrogatorios coloquiales.
Con esa ubicación
geográfica la serie prescinde prácticamente de exteriores y gran parte de la
acción transcurre entre la casa-despacho de Annalise, el aula de la Facultad y
la Sala del Tribunal donde se dilucidan las causas penales consiguiendo
imprimir un ritmo trepidante, sin dar tregua al espectador.
La serie se estructura a
partir de una trama lineal basada en la desaparición de una joven estudiante universitaria
residente en el campus y presenta además un caso de defensa criminal auto
conclusivo en cada episodio.
Los casos son un
muestrario de delitos en los que, para la defensa, nada importa la culpabilidad
o no del acusado y solo interesa que no esconda información que pueda servir al
fiscal para pillarla en un renuncio.
En los juicios no gana la
verdad ni la razón, ganan los argumentos más convincentes. Ganan los letrados
más habilidosos, los golpes de efecto, la siembra de cizaña y la lluvia de
dudas. Ser inocente o culpable resulta tan irrelevante como ser rubio o moreno
ya que un buen abogado con un buen tinte en las manos puede cambiarlo en unos
instantes. Triste y descorazonadora moraleja que implica una denuncia clara
sobre la hipocresía que gobierna el sistema judicial y sobre la aplicación de
la ley.
Protagonistas recurrentes |
Los estudiantes
protagonistas, dos chicas: Laurel Castillo (interpretada por Karla Souza) y
Michaela Pratt (Aja Naomi King) y tres chicos Wes Gibbins (interpretado por
Alfred Enoch), Connor Walsh (Jack Falahee) y Asher Millstone (Matt McGorry), tienen
personalidades relevantes, marcadamente caricaturescas y antagónicas y a pesar de sus diferencias
sociales y su forma de pensar consiguen conformar un equipo cohesionado que
desborda todo tipo de emociones a la primera de cambio.
A lo largo de la
temporada se constata una clara evolución de esos jóvenes, van ganando madurez
y al final ya no queda ningún resto de la bisoñez inicial.
Todos han cambiado y las
relaciones personales entre ellos y con terceros y con el entorno, el sentido
que le dan a la vida y el que le otorgan al ejercicio del derecho penal ya no
se ven de la misma forma. Enfrentarse a traumas en primera persona y a delitos
reales y convivir con ellos no tiene nada que ver con el estudio teórico desde
la confortable seguridad del aula y su impacto es visible en su físico, más endurecido,
y en su carácter, ahora más decidido.
La serie suministra la
información de la trama principal con los hechos ya consumados y los presenta
en modo flashback con información incremental y giros cogidos por los pelos
para desconcertar y hundir cualquier hipótesis que el espectador hubiera podido
elaborar. Además cierra cada capítulo con una imagen sorprendente que persigue
la fidelidad de la audiencia, ansiosa por conocer el desenlace.
En las situaciones de
mayor tensión el encuadre del plano se vuelve oblicuo para desasosiego del
espectador con lo que se busca que este experimente la misma sensación que está
viviendo el protagonista.
Por su estructura y su
ritmo, aunque con acciones y soluciones tramposas para el espectador, consigue resultar
adictiva y la variedad de casos tratados y los distintos registros de sus
protagonistas la distinguen de otras series más protocolarias. En esta el
delito no solo lo comete el delincuente sino también los que lo defienden e
incluso los que lo acusan, aunque en el juzgado ocupe cada cual su lugar.
Seguramente Cómo salir impune de un asesinato,
traducción más ajustada al original inglés de How to get away with murder, se acercaría más a la realidad de la
serie ya que no solo los acusados que llegan a juicio salen bien librados.
La segunda temporada ya emitiéndose y la tercera en rodaje.