domingo, 10 de julio de 2016

Nueve días de abril de Jordi Sierra i Fabra

Una cruzada para los vencedores,
una guerra para los perdedores y
un golpe de estado para los
historiadores.
El ex-inspector Miquel Mascarell no gana para sustos como el que le sobreviene cuando, de nuevo desde su liberación, es requerido formalmente a la comisaría de Vía Layetana. El cortés interrogatorio, a diferencia de otros anteriores, le sorprende, tranquiliza dentro de lo posible y suministra más información que la que él puede facilitar.

Y al tener conocimiento de unos hechos que implican a un conocido suyo no puede evitar inmiscuirse en una nueva investigación que le supone haber de sobreponerse a los achaques de la edad y a las recriminaciones de su conciencia que tanto abogan por hacer el bien ayudando a quien lo merece como por pensar más en quien bien lo quiere y lo necesita.

El hijo de un amigo está en La Modelo acusado de asesinato de alguien importante y afecto al régimen. Las cosas no pintan nada bien. Mascarell sabe que una vida humana y el futuro de una familia puede depender de sus pesquisas pero también sabe que Patro lo necesita y que si no anda con cuidado puede acabar compartiendo celda o aún peor.

Visto en perspectiva para los vencedores fue una cruzada, para los perdedores una guerra, para los historiadores un golpe de estado. Pero se le ponga el nombre que se le ponga la realidad conlleva sobrevivir en la miseria económica, social y cultural conviviendo con las ruinas aún humeantes de los bombardeos.

Es el mismo escenario de derrota militar, política y social de las entregas anteriores, es la misma Barcelona gris que solo se ilumina cuando el sol se refleja en las aguas del Mediterráneo; la misma ciudad con el mismo miedo, dolor y hambruna que anida en esa posguerra donde Miquel Mascarell y Patro consolidan su amor y los vínculos de su relación no solo compartiendo intimidad sino ayudándose mutuamente en sus respectivos quehaceres: Miquel en la mercería y Patro haciendo sus pinitos como investigadora.

Como ya sucediera en la entrega anterior de esta serie, la nueva configuración del panorama político internacional requiere de oídos y ojos que informen y las naciones despliegan sus agentes secretos para tal menester y de nuevo los caminos de estos intereses y los de la investigación de Miquel Mascarell se cruzan.

Jordi Sierra i Fabra le ha cogido el tranquillo al personaje y a la ambientación y narra historias admirables llenas de sentimiento y con tensa intriga policiaca. Es una serie apasionante y absorbente. Si ya la conocen no dejen de seguirla y si se acaban de enterar ahora de su existencia empiecen por la primera.


Hay que lamentar la involución creativa en las cubiertas; mientras que las 3 primeras se mimetizan con la época y transmiten la imagen de lo que el interior tan bien explica, las 3 restantes responden a un estereotipo más adecuado para una colección de postales de diseño y de promoción turística de la ciudad (además se les ha colado repetir en la entrega número 5 la imagen del monumento a Colón empleado en la 3, aunque sea con distinta perspectiva).

Otra muestra de la falta de interés con que se despachan las cubiertas en las editoriales y que ya se denunciara aquí en este blog Interrobang.

Todas las reseñas de los cinco casos anteriores del Inspector Mascarell se encuentran en este blog así como mayor referencia histórica y social a la época y al personaje que en esta reseña ya que se me acaban las ideas para seguir comentándola:

  1. Cuatro días de Enero
  2. Siete días de Julio
  3. Cinco días de Octubre
  4. Dos días de Mayo
  5. Seis días de Diciembre

martes, 5 de julio de 2016

El arrecife del escorpión de Charles Williams

Violencia, pasión y lírica.
Si en una conversación de jazz se mencionase a Monk, Parker, Davis, Gillespie, Ellington, Mingus… seguramente se guardaría silencio y se asentiría cabeceando con nostalgia e ilusión a partes iguales. Todos identificarían que se está citando a los grandes. Grandes: solo unos pocos entre los millones de músicos de jazz de todos los tiempos y de todo el mundo.

Charles Williams es uno de los grandes de la novela negra americana aunque su nombre no sea ran reconocido como Chandler, Hammet, Thompson, Cain… reconocimiento insuficiente debido a la escasa difusión de su obra en nuestro país que ahora Medianoche Editorial se ha propuesto enmendar reeditando una de sus mejores novelas El arrecife del escorpión (Scorpion reef 1955) y preparando ya la publicación de otra: Calma total (Dead calm 1963) llevada la cine en dos ocasiones y que tontea con el terror psicológico.

El arrecife del escorpión es una novela negra americana clásica, todo un paradigma del más puro estilo hard boiled.

Cuenta con esos entrañables personajes que son un aventurero en horas bajas, una belleza en peligro por culpa de un marido tramposo, unos gángsters sin escrúpulos; unos escenarios tan sugerentes como los muelles y la calma del mar del golfo de México en su zona cercana a Florida y todo embutido en un argumento sobrio pero cargado de dramatismo y tensión que avanza inexorablemente hacia la fatalidad. Noir fatale.

Charles Williams
Todo empieza con el descubrimiento de un balandro a la deriva sin pasajeros ni tripulación. En su interior una cafetera aún tibia hace suponer que lo que sucediera pasó hace menos de una hora. La lectura del cuaderno de bitácora por parte del capitán Joseph H. Hallcock nos da la clave ya que contiene mucho más que información nautica; narra la historia desde el principio: de cuando Bill conoció a Shannon.

Bill Manning trabaja a sueldo como buceador profesional aunque añora un pasado rico en vivencias por lo que desea ahorrar y hacerse con un balandro, el Ballerina está en venta, para navegar por el mar y por la vida libre de contratos y patrón y regresar a ese pasado.

Shannon Wayne, de casada Macaulay, es la bella y joven esposa de un agente de seguros en peligro que le ofrece a Bill tripular un barco para poder escapar y cerrar un negocio lucrativo. Un trabajo tan bien pagado que quizá no sea del todo trigo limpio pero que le permitirá realizar su sueño. La intriga está servida.

La novela habla de libertad, de avaricia, de deseo y de amor. Hay violencia, pasión y lírica. Hay tensión, emoción y mucho suspense.

Todo un novelón que nadie debería dejar de leer. Pueden acompañar la lectura con música del compositor americano de origen irlandés Víctor Herbert.

Charles Williams: la tormenta y la calma
enorme biografía a cargo de Hernán Migoya
Si les apetece saber más sobre este autor y su obra háganse con un ejemplar de la sobradamente documentada biografía Charles Williams: la tormenta y la calma de Hernán Migoya que es quien más sabe de él en todo el mundo y que prologa esta reedición de El arrecife del escorpión.

En estos momentos muy poco o nada se puede encontrar de Charles Williams, que no sea en librerías de viejo a excepción de esta reedición de Medianoche Editorial. Hay que desear que la iniciativa tenga éxito y eso les anime a continuar publicando el resto. La cubierta es de Josevi Blender lo que demuestra que se lo están tomando muy en serio.

Si no pueden esperar sepan que como mínimo existen además de los dos anunciandos, los siguientes títulos alguna vez editados (lo se porque yo los tengo):
La huida, La larga noche del sábado, El biquini de diamants (en catalán) y Marcada por la sospecha.

domingo, 3 de julio de 2016

El artefacto perverso de Felipe Hérnandez Cava y Federico del Barrio

El artefacto perverso es el arma
creada por el profesor Shao-Sing.
Ser un represaliado en España después de finalizar la Guerra Civil es el mal menor, que ya es mucho, ante la alternativa peor que sería estar muerto; pero no conviene significarse ya que incluso en esa época de estar bajo sospecha a estar bajo tierra puede mediar un simple gesto mal interpretado.

Enrique Montero quien antes de la contienda fuera maestro es ahora un superviviente represaliado por su pertenencia al bando republicano.

El estigma dificulta encontrar empleo y recurre a su habilidad en el dibujo para intentar ganar algo de dinero que le permita recuperar su autoestima, una ínfima parte de lo mucho que perdió en la guerra.

Lo intenta con chistes de una viñeta pero parece encontrar su oportunidad creando un personaje, Pedro Guzmán, sosias de Roberto Alcázar emulando el estilo de dibujo al empleado por Vañó, con el que, consciente o inconscientemente, simboliza la tiranía y la indefensión que sufre el país.

Comprueben la economía de medios y la
rotundidad del mensaje gráfico
El artefacto perverso es el arma creada por el profesor Shao-Sing con la que el malvado Belial persigue conquistar el mundo a base de borrar la memoria de las gentes y conseguir obediencia ciega. Una analogía con la situación de la época que no precisa mayor aclaración.

Pero el presente es caprichoso y recurre a hechos y personas del pasado para enriquecerse y confrontar idealismos con racionalismos y en uno de estos vaivenes Enrique contacta con viejos conocidos desafectos al régimen y acepta involucrarse ligeramente, a su ingenuo parecer, en un asunto clandestino que puede terminar muy mal. Su idealismo inflamado a ser fiel a la causa frente al racionalismo que le aconseja dibujar en casa junto a su mujer.

Felipe Hernández Cava firma un guión de apariencia simple pero que cuenta con cuatro niveles de narración que suponen otras tantas historias y aprovecha el simbolismo de cada una de ellas estableciendo paralelismos entre lo que es real y lo que es ficción para denunciar el despotismo del régimen.

El primer nivel se corresponde al tiempo presente y muestra la vida de miseria que arrastra el matrimonio y como el reencuentro con amigos que aún hoy luchan desde la clandestinidad puede alterar su rutina.

Viñeta del tebeo protagonizado por Pedro Guzmán
emulando a Roberto Alcázar de Vañó
El segundo es el contenido del tebeo Pedro Guzmán, el intrépido aventurero español, que dibuja Enrique para ganarse la vida y que supone una critica velada a las actitudes megalomaníacas de los dictadores a la par que retrata el sufrido oscurantismo vivido por los dibujantes tanto por la opresión editorial como por la de la censura.

El tercero evoca la terrible época pasada en un campo de concentración francés, cuando la retirada de las tropas republicanas, narrada por Bozal, uno de los compañeros de Enrique y que le sirve para explicar su situación actual.

Y el cuarto, como un aparte del anterior al corresponder al mismo lugar, el relato confuso de Jordi, otro preso, que le cuenta a Bozal el engaño en la devolución de obras del Museo del Prado.

Chiste en una viñeta en un estilo completamente distinto
al resto de la obra
Federico del Barrio aporta el dibujo y hace malabarismos para explicar los distintos niveles de metalectura por lo que llega a emplear hasta 5 estilos distintos de dibujo aunque los uniforma al encerrarlos en solo seis viñetas por página, con anchos intersticios, para transmitir la opresiva atmósfera de alto contenido dramático que requiere el guión demostrando ya por aquel entonces un alto nivel de maestría tanto en el uso del grosor del trazo como de la difícil técnica del claro oscuro.

Al guión principal lo trata con trazo grueso y nítido y predomina el negro contrariamente al contenido del tebeo de Pedro Guzmán que lo dibuja con línea fina y predomina el blanco, mientras que los recuerdos del campo de concentración son solo pinceladas inconexas ya que representan recuerdos medio olvidados, la narración de Jordi acuarelas llenas de matices de gris y por último el particular tratamiento de la viñeta chiste.

De esos cómics que no fallan ni para leer ni para regalar.


jueves, 30 de junio de 2016

Queremos que vuelvan de Miguel Ángel Santamarina

Queremos que vuelvan
es un grito desgarrado que rapidamente
Twitter convierte en trending topic
En esa España sumida en la crisis, que se despierta cada mañana con los periódicos revelando casos de corrupción de políticos, casos de malversación de banqueros, casos de prevaricación de jueces, casos de trata de personas por bandas organizadas del este de Europa, casos de policías al servicio del poder en lugar de estar al servicio de la justicia y del ciudadano, en esa España suceden también delitos de menor calado que rápidamente forman parte del olvido colectivo sustituidos por los más recientes.

Como el caso de Mario y Bruno, dos jóvenes que han desaparecido la noche del 15 de agosto de 2012 en Alcorcón. Fueron a una fiesta para celebrar el inminente cumpleaños de Mario y no regresaron. La policía, protocolo obliga, lo ve como algo normal en esa edad y esa celebración y para cuando se toman en serio la denuncia ha transcurrido tiempo suficiente para que las posibles pistas se hayan enfriado.

Hoy después de dos meses se sigue sin tener noticia ni línea de investigación alguna. Los padres desesperados se ofrecen como carnaza en programas televisivos de máxima audiencia, telebasura pura y dura, a fin de mantener la esperanza.

Queremos que vuelvan es su grito desgarrado que rápidamente Twitter convierte en trending topic.

Las redes sociales se inflaman por muy poco y pronto Mario y Bruno están en boca de todos pero esa misma prontitud se vuelve en contra al surgir nuevos intereses que eclipsan cualquier evento.

Sólo Javier Redondo, un periodista en paro, que ya cubriera la noticia en su momento sigue investigando y podría haber encontrado un hilo de donde tirar. El tiempo no juega a favor de encontrarlos con vida pero mientras no se hallen sus cuerpos hay esperanza y este esforzado redactor puede ser su única esperanza.

La novela es un thriller noir de componente político donde la culpa de que la gente sea como es y se comporte como lo hace no se achaca a los males de la sociedad ni a causas exógenas, sino que la culpa es de las personas por ser como son y ellas han convertido la sociedad en lo que es.

Se habla, se sabe que existen, de las cloacas del poder. Son aceptadas casi como un mal menor y necesario. Hay acciones que llevar a cabo y no deben, no pueden, ser aireadas. Lo que no se dice, lo que no se sabe, es que hay más vida en ellas que en la superficie y que la impunidad que otorga el secretismo favorece no solo que se incremente el número de usuarios sino que además los actos que se protegen ya no se refieren solo a asuntos de gobierno sino a asuntos personales de los poderosos con la aquiescencia policial y que estos actos sean cada vez más y más execrables.

Miguel Ángel Santamarina
La posición de poder en este país parece conllevar la patente de impunidad. Incluso los presentadores famosos de los programas de televisión donde se airean las miserias de los demás se creen por encima de la ética y de la moral y utiliza el paradigma la audiencia tiene derecho a saber como excusa para emplear sin ningún tipo de escrúpulo cualquier método y argucia con que manipular sentimientos y opinión pública en beneficio propio como si fueran los nuevos brujos de la tribu.

Miguel Ángel Santamarina ha escrito una novela que bajo su aparente e inocua máscara de ficción, esconde una denuncia que evidencia la indefensión de la persona aislada cuando enfrente tiene corporativismos capaces de blindarse hasta la impunidad y disponen de capacidad de actuación ilimitada aunque transiten ora  a un lado ora al otro de la legalidad. Una denuncia que se sustenta en veraces investigaciones y su lectura estremece porqué se sabe que lo que se cuenta no es que pueda ser cierto sino que con otros nombres y otras circunstancias, lo es.

La banda sonora de la novela la forman:

Adagio para cuerdas de Samuel Barber
You can’t win de Al Jones
This is a call de Foo Fighters
Everlong de Foo Fighters

lunes, 27 de junio de 2016

Blindspot temporada 1

Un equipo de élite del FBI
desentrañando el significado
de unos peligrosos tatuajes
Blindspot, punto ciego, es una serie televisiva de corte dramatico y policial de acción refrendada por abundantes efectos especiales.

En Times Square, en pleno corazón de New York y en hora punta, la policía sospecha de una bolsa de viaje de considerable tamaño que, estando en el suelo, parece no tener propietario. ¿Un atentado terrorista?

El servicio de desactivación de explosivos comprueba para su sorpresa que no hay ninguna bomba excepto claro está que a una mujer joven desnuda se la pueda considerar como tal.

Y es que eso es lo que hay en su interior: una joven desnuda con el cuerpo completamente recubierto de tatuajes que se entrecruzan y conforman distintas figuras, algunas evidentes y otras complejas surcadas por series numéricas que parecen indicar mensajes ocultos y de difícil descifrado.

Un equipo de élite del FBI comandado por el agente especial Kurt Weller (Sullivan Stapleton), bajo las ordenes de la directora adjunta Bethany Mayfair (Marianne Jean-Baptiste) y con la ayuda delos agentes Edgar Reade, (Rob Brown), Tasha Zapata (Audrey Esparza) y Patterson Leung (Ashley Johnson) acogen a la desconocida bautizada como Jane (Jaimie Alexander) para intentar averiguar su origen, ya que padece amnesia, y el significado de sus tatuajes que parecen relacionados con casos delictivos y de corrupción.

Thriller político de acción trepidante que involucra tramas conspirativas de alto calado que afectan a personas relevantes en puestos de importancia tanto en el sector privado como en el público.

Un cuerpo completamente cubierto
de misteriosos tatuajes
Así la primera temporada de esta serie televisiva, drama de carácter policial encadena casos criminales al ritmo de descifrar tatuajes al tiempo que se van desvelando detalles de la personalidad de Jane ya que está padece amnesia y ni recuerda nada de su pasado ni de porqué es un tatuaje andante.

Se diría que los tatuajes son una agenda de acontecimientos, una hoja de ruta que hay que seguir, un aparente orden establecido para poder impedir delitos.

La serie creada por Martin Gero presenta un buen punto de partida pero no mantiene el tono durante todos los episodios cayendo en altibajos debido a  interpretaciones de poco calado y a guiones que abusan de los efectos especiales. Aún y así entretiene.

Esperando la segunda temporada. Wait and see.