Una cruzada para los vencedores, una guerra para los perdedores y un golpe de estado para los historiadores. |
El ex-inspector Miquel
Mascarell no gana para sustos como el que le sobreviene cuando, de nuevo desde
su liberación, es requerido formalmente a la comisaría de Vía Layetana. El
cortés interrogatorio, a diferencia de otros anteriores, le sorprende,
tranquiliza dentro de lo posible y suministra más información que la que él
puede facilitar.
Y al tener conocimiento
de unos hechos que implican a un conocido suyo no puede evitar inmiscuirse en
una nueva investigación que le supone haber de sobreponerse a los achaques de la
edad y a las recriminaciones de su conciencia que tanto abogan por hacer el
bien ayudando a quien lo merece como por pensar más en quien bien lo quiere y lo
necesita.
El hijo de un amigo está
en La Modelo acusado de asesinato de alguien importante y afecto al régimen.
Las cosas no pintan nada bien. Mascarell sabe que una vida humana y el futuro
de una familia puede depender de sus pesquisas pero también sabe que Patro lo
necesita y que si no anda con cuidado puede acabar compartiendo celda o aún
peor.
Visto en perspectiva para
los vencedores fue una cruzada, para los perdedores una guerra, para los
historiadores un golpe de estado. Pero se le ponga el nombre que se le ponga la
realidad conlleva sobrevivir en la miseria económica, social y cultural conviviendo con las ruinas aún humeantes de los
bombardeos.
Es el mismo escenario de
derrota militar, política y social de las entregas anteriores, es la misma
Barcelona gris que solo se ilumina cuando el sol se refleja en las aguas del Mediterráneo;
la misma ciudad con el mismo miedo, dolor y hambruna que anida en esa posguerra
donde Miquel Mascarell y Patro consolidan su amor y los vínculos de su relación
no solo compartiendo intimidad sino ayudándose mutuamente en sus respectivos
quehaceres: Miquel en la mercería y Patro haciendo sus pinitos como
investigadora.
Como ya sucediera en la
entrega anterior de esta serie, la nueva configuración del panorama político
internacional requiere de oídos y ojos que informen y las naciones despliegan
sus agentes secretos para tal menester y de nuevo los caminos de estos
intereses y los de la investigación de Miquel Mascarell se cruzan.
Jordi Sierra i Fabra le
ha cogido el tranquillo al personaje y a la ambientación y narra historias
admirables llenas de sentimiento y con tensa intriga policiaca. Es una serie
apasionante y absorbente. Si ya la conocen no dejen de seguirla y si se acaban
de enterar ahora de su existencia empiecen por la primera.
Hay que lamentar la
involución creativa en las cubiertas; mientras que las 3 primeras se mimetizan
con la época y transmiten la imagen de lo que el interior tan bien explica, las
3 restantes responden a un estereotipo más adecuado para una colección de
postales de diseño y de promoción turística de la ciudad (además se les ha
colado repetir en la entrega número 5 la imagen del monumento a Colón empleado
en la 3, aunque sea con distinta perspectiva).
Otra muestra de la falta
de interés con que se despachan las cubiertas en las editoriales y que ya se
denunciara aquí en este blog Interrobang.
Todas las reseñas de los cinco
casos anteriores del Inspector Mascarell se encuentran en este blog así como
mayor referencia histórica y social a la época y al personaje que en esta
reseña ya que se me acaban las ideas para seguir comentándola: