domingo, 4 de junio de 2017

La trilogía de Lewis de Peter May

Bajo la sensación inquietante que
sugiere el ver acercarse una fuerte
y oscura tormenta.
La isla de los cazadores de pájaros, El hombre sin pasado y El último peón son, por este orden, los títulos que conforman esta trilogía protagonizada por Finlay Fin Macleod.

Lewis es la mayor y más septentrional de las Islas Hébridas exteriores, las más alejadas de tierra firme, un extenso archipiélago de la costa oeste escocesa formado por un centenar largo de islas habitadas y más de cuatrocientas deshabitadas.

El clima de Lewis es áspero y desapacible, casi inhóspito, conformado a base de viento, lluvia y frío. La vida es supervivencia, cualquier otro anhelo es casi inalcanzable. Las opciones de divertirse escasas. El contacto con el resto del mundo mínimo de ahí que la juventud solo desee alejarse cuanto antes de lo que se antoja sufrimiento y aislamiento.

Alrededor de Fin, el protagonista central, se desenvuelven una serie de relaciones sociales que van conformando las subtramas que acaban conectando con el caso policial que se tiene que resolver en cada entrega.

Caso que actúa de detonante para darnos a conocer episodios de la historia de la isla en un alterne de capítulos en presente y pasado que busca, a través de las vivencias de los protagonistas, contextualizar una sociedad que por su vida isleña tiene mucho de nombre propio y poco de nombre común y todo de ancestral.

Conocemos al grueso de los personajes recurrentes desde pequeños, maravillas del flashback, y vamos a ir siguiendo su evolución hacia mayoría de edad y su madurez y viendo como sus virtudes y sus defectos van a supeditar sus relaciones personales y sus dependencias individuales, siempre condicionadas por su ascendencia isleña.

Su relación como amigos, como amantes, como empleados y como rivales se describe con tanta vivacidad que no hay duda que sin no son personajes reales se dan mucha maña en parecerlo.

En cambio si es real el McGuffin que en cada una de las tres novelas sirve de referencia histórica y que son por este orden: la matanza de crías de albatros, los niños recolocados en familias y las piezas de ajedrez encontradas del siglo XIX.

Peter May
Peter May anuda el suspense y la intriga para crear una tipología particular de novela negra articulada. Donde el localismo histórico le permite comparar el tamaño humano con el de las tradiciones y los rituales y todo bajo la sensación inquietante que sugiere el ver acercarse una fuerte y oscura tormenta.

Si bien es cierto que la trilogía va de más a menos, las tres novelas conforman un bello relato vivencial sobre lo que supone pasar de la infancia a la edad adulta, lo que significa conciliar tradiciones y lo que representa.



Reseñas de cada novela por orden de lectura:


01 La isla de los cazadores de pájaros

Un macabro asesinato en la isla de Lewis con una puesta en escena muy parecida a la de otro, acaecido en Edimburgo y aún sin resolver, hace que el detective de policía Finlay Macleod, oriundo de la isla y por tanto de habla gaelica, se desplace para ver si existe correlación.


02 El hombre sin pasado


Los restos momificados de un joven son hallados en una turbera que encoge el paisaje replegándolo sobre si mismo como los recuerdos se pliegan en una mente enferma. La falta de recuerdos son como un paisaje desolado. Finlay es requerido por una familia amiga para resolver el caso que tiene sus razones en un turbio pasado.


03 El último peón


Cuando un extraño fenómeno natural vacía un lago se encuentran en el fondo los restos de una avioneta con un cadáver que retrotrae a una época de la juventud de Finlay Macleod y de otros habitantes de Lewis. La investigación cerrará un caso con consecuencias imprevistas y a su vez despide la trilogía.

jueves, 1 de junio de 2017

Un gramo de odio de Frantz Delplanque

Hay oficios de los que nunca te jubilas.
¿Pesa igual un gramo de odio que un gramo de amor? Para Jon Ayaramandi no, decididamente no: llevar un gramo de odio encima es como cargar una tonelada de peso a sus 68 años de edad, en cambio un gramo de amor le hace levitar como si tuviera veinte años y estuviera en gravedad lunar .

Pero aparte del peso, compaginar simultáneamente un gramo de odio y un gramo de amor, algo a lo que no está acostumbrado, lo hace impulsivo, descuidado y vulnerable. Algo a lo que no está acostumbrado.

Jon Ayaramandi era un frío y meticuloso asesino que vive su retiro voluntario de la profesión en una pequeña localidad costera del País Vasco francés.

Su única pretensión, como cualquier otro jubilado es pescar, beber, escuchar música, tomar el sol, enfin encadenar tantos ratos de ocio placentero como sea posible para conseguir lo más parecido a un estado de permanente felicidad.

Ha sido bueno en lo suyo y nada puede relacionarlo con la treintena de muertes limpias que puede acreditar de ahí que viva dispuesto a disfrutar sin temer persecución ni represalia alguna.

Pero como el título de aquella película de James Bond, El pasado nunca muere y cuando Jon se topa con Burger, un antiguo compañero de oficio, en un café, debería haber anticipado que su visita tendría relación con algún encargo y que con él, una parte de su yo anterior iba a revivir para decidir que la jubilación no responde a una edad sino a una condición.

Y que hay oficios de los que no te jubilas, simplemente te mueres.

Un gramo de odio es una novela negra con una trama muy exigente y arriesgada que sabe integrar la ironía a las situaciones más tensas, consiguiendo un efecto agridulce cuya lectura lleva además a reflexionar sobre temas de calado como los que se establecen en las relaciones humanas.

La novela está repleta de referencias musicales, tal vez demasiadas, de cantantes y grupos poco conocidos y alejados de los circuitos comerciales que supongo deben ayudar a estimular la imaginación durante la lectura, placer que no he tenido ocasión de saborear (ni conozco a la mayoría ni el libro tiene audio para poder compaginar).

Fratz Delplanque
Frantz Delplanque ha concluido una novela negra distinta a las habituales y ha tomado riesgos por lo que no encajará con facilidad.

Así, al conjunto le falta algo para acabar de ser redondo y todo viene de evocar recuerdos del pasado, que diluyen la tensión alcanzada; de profundizar poco en situaciones actuales, que no permiten que la tensión suba y de tratar a los personajes secundarios de forma demasiado ligera usándolos cuando Jon los necesita y no, como debería ser, cuando la trama lo precisa.

Jon es ese tipo de personajes que Clint Eastwood ha sabido interpretar tan bien en tantas ocasiones.


domingo, 28 de mayo de 2017

La gran odalisca de Vivès, Ruppert y Mulot

Acción desde la cubierta hasta
la última viñeta.
Alex y Carole, al final del cómic sabremos cómo se conocieron y decidieron seguir juntas, viven del robo de cuadros por encargo. Pero sus contratistas no se conforman con cualquier obra y así se enfrentan con retos casi imposibles o ¿acaso robar La gran odalisca de Ingres en el mismísimo Louvre no lo parece?

Robar La gran odalisca requiere una cuidadosa planificación que se va diseñando con desparpajo y en medio de otra aventura de idéntico calado o superior.

La complejidad del encargo les hace reclutar a Sam como tercer miembro del grupo y aprovisionarse de material muy específico que compran a su amigo Clarence lo que va a dar lugar a una aventura propia, una subtrama conclusiva tan excéntrica como surrealista, dentro de la trama principal, en la que las tres amigas van a tener que desplegar capacidades que no les suponíamos en una aventura con narcos en México, tal como si estuviéramos viendo una película de acción protagonizada por las mismísimas Ángeles de Charlie.

Dos cómics en uno; dos aventuras totalmente distintas que se complementan para perfeccionar el retrato psicológico de cada una de las protagonistas en medio de una realidad, a menudo exagerada, pero desbordante de emociones y sentimientos.

Robo en el Museo d'Orsay
La obra supone una revisión del género de ladrones de guante blanco, no solo por ser mujeres, desinhibidas y liberadas, las ejecutoras sino por el ritmo non stop, vertiginoso y desenfrenado a todo lo largo del comic más propio de un film de acción que de reflexión como suelen ser las películas de grandes robos, aunque ambas mantengan el suspense hasta el fotograma, o en este caso viñeta, final.

La comicidad, presente a lo largo de toda la obra, va permitiendo liberar tensión y relajar los músculos entre acción, acción y reacción que van sucediéndose con escenas violentas y de fuerte dramatismo, que también las hay, simultaneadas con momentos de confesiones íntimas entre las protagonistas lo que conforma un cómic muy particular y personal detectado ya desde las primeras planchas con el emocionante robo en el Museo d’Orsay a la par que una separación amorosa por SMS.

Y es que las protagonistas son personas de carne y hueso tan independientes como el equipo de la BD que las ha creado.

La pirámide en la entrada del Louvre
Difícil, si no lo explican ellos mismos, saber que parte del guión, que diálogos o que viñetas corresponden a cada uno del equipo que ha elaborado la obra de forma conjunta. Bastien Vivès, Florent Ruppert y Jérôme Mulot son todos padres y madres de La gran odalisca.

Pero es seguramente Bastien Vivès, abanderado de esta nueva generación de línea clara en el cómic franco-belga, quien tiene más presencia o al menos al tener más conocimiento de su obra permite reconocer su estilo de dibujo desdibujado. 

Su economía de trazos, que de tan indefinidos, su sello de fábrica, como tenues y delicados, por lo que, al no entrar en detalles se ve obligado a captar la esencia tanto de la anatomía humana como de fondos y edificios, ya sea en movimiento como en estático.

El guión combina la amistad, las relaciones y los sentimientos con la aventura en su sentido más lúdico y entretenido, así conforma unas escenas llenas de acción y acrobacidad que atrapan enseguida por su ritmo y suspense. Unas escenas llenas de ruido a pesar de ser mudas.

El color a cargo de Isabelle Merlet, muy bien elegido y ejecutado, es perfecto para realzar aquello que el dibujo, por inconcreto, no termina.

Obligada lectura. Ya me lo agradeceran luego.

Ya está publicado el segundo álbum Olympia.

jueves, 25 de mayo de 2017

Agatha Raisin y los paseantes de Dembley

Agatha Raisin y los paseantes
de Dembley o el peligro de las
excursiones campestres.
En el campo existen aún las servidumbres de paso que consisten en el derecho que tienen las personas para poder cruzar grandes fincas; así los propietarios están obligados a mantener accesibles esos espacios, generalmente senderos, para evitar que la parcelación aísle zonas.

Un grupo de excursionistas, los paseantes de Dembley, encabezado por Jessica Tartinck. una joven beligerante en la recuperación del uso del derecho de paso, planifican sus salidas campestres arrogándose ese derecho como algo propio e innegociable lo que no solo provoca conflictos con los propietarios de los terrenos sino que genera tensiones dentro del mismo grupo al comprobar como los placenteros paseos se ven enturbiados por agrias reivindicaciones y como unas alegres excursiones devienen marchas de protesta.

Estos enfrentamientos tienen mal fin y podrían ser la causa que ha dado como resultado el asesinato de uno de los excursionistas lo que pone inmediatamente al resto de los componentes del grupo y a los propietarios agraviados, todos desconcertados, en la lista de sospechosos.

Cuando se produce el asesinato Agatha Raisin, que ya ha vuelto a su querido Carsely después de cumplir una obligada penitencia laboral en Londres, es requerida por una conocida para que investigue el caso a tenor de sus habilidades demostradas y contrastadas en la solución de este tipo de crímenes.

Y viendo en ello una nueva oportunidad de acercamiento a su atractivo e interesante vecino James Lacey, a quien ha tenido olvidado durante su ostracismo, no duda en implicarse e implicarlo a fondo en la investigación yendo arriba y abajo en un intento por encontrar pistas y razones de tal asesinato.

Agatha Raisin y los paseantes de Dembley sigue la tónica de las anteriores de la serie y al atractivo que supone el suspense por el caso policiaco, siempre ajustado a las reglas de la novela policiaca inglesa de la Edad de Oro, se añade el interés por la forma de vida rural inglesa, y por las peculiares relaciones que mantienen entre si los habitantes del pueblo.

Sin olvidar claro está la tremenda personalidad de Agatha Raisin que la convierten en un protagonista con salidas siempre sorprendentes, divertidas e inesperadas.

M. C. Beaton con esta cuarta novela de la serie demuestra ser toda una especialista en ese subgénero de novela policiaca conocido como Cozy Mistery que se apoya en argumentos criminales ligeros, pero para nada simples, en donde prima igualmente el costumbrismo y el localismo todo tratado con enormes dosis de ironía y humor.

El libro cuenta además con un relato corto que a modo de precuela explica los inicios profesionales de Agatha Raisin en el mundo de las relaciones públicas y como la gestión con un cliente le permitió su lanzamiento profesional y descubrir sus aptitudes detectivescas que hoy le son tan útiles y por las que nos ha permitido conocerla en esta serie de novelas que en versión original ya cuenta con 27 publicadas.

Anteriores novelas de Agatha Raisin reseñadas en el blog:







domingo, 21 de mayo de 2017

Romance killer de Doha Kang

Romance killer es un manhwa.
Romance killer es la historia de K, un asesino profesional de alto rango, un Royal Killer, que dejó de serlo por amor. Dudar entre amar o asesinar: ambas opciones precisan de valor.

Un amor apasionado que tras siete años se ha convertido en una relación átona. Todo es rutina en el trabajo y en el hogar hasta que en un encuentro con el director del colegio a propósito de un espinoso tema con su hijastra, K se sorprende observando absorto a alguien que enciende de nuevo la pasión.

Aúnque solo sea por el modo en que masca el chicle.

La adolescencia y la cuarentena, dos etapas de la vida que tienen en común la confusión en los sentimientos, la indefinición en las expectativas y en la sublimación de los deseos, se entrecruzan en esta historia para dar paso a las eternas dudas existenciales sobre el sentido de la vida, la muerte y el amor y el papel del sexo en la ecuación.

El erotismo en la forma de mascar un chicle

Cada uno de los protagonistas tiene su importante papel y aunque en la casa desde aquel instante, hace siete años, no han faltado flores y ha desaparecido la Beretta, el amor ya no es la música que los hace bailar. Subyacen sentimientos tóxicos que buscan la manera de medrar pasando desapercibidos.

Romance killer es un elaborado comic book en clave de novela negra que se divide en dos partes y cincuenta y dos capítulos para ocupar un total de 864 páginas en el que los sucesivos giros argumentales van a permitir ir descubriendo, al lector a la par que el protagonista, los aspectos oscuros de esta hermosa y terrible historia noir.

El argumento mezcla amor y odio para confluir en un expresivo y explosivo amodio.

En la casa, desde entonces no han faltado flores y ha desaparecido la Beretta

En el cómic se suceden diversos aspectos criminales o censurables socialmente para una sociedad occidental cuya evolución pretende incomodar al lector y generar polémica y que culminan en unas páginas finales sobrecogedoras y, aunque suene a tópico, con un desenlace del todo inesperado.

Doha Kang el creador de esta compleja y trabajada historia es un autor con un estilo muy particular, reinventor de la composición de páginas y de formas de comunicar ya sea con bocadillos o en formato literario, que destaca por transgredir las pautas convencionales del cómic. Su obra es de una gran belleza plástica en la que la aplicación del color tiene muchísima importancia.

Doha kang
Doha es capaz de mezclar, con trazo firme y rotundo, dibujo realista con la caricatura más deformada a la que nos ha acostumbrado el manga japonés y seguir manteniendo la coherencia estética, todo armonía, incluso combinando dibujo manual con el generado por ordenador mediante programas de modelaje y diseño en 3D.

Romance killer es un manhwa, que es el término que se emplea en Corea para denominar al comic (del mismo modo que en Japón es manga y en China manhua)

Podría decirles que su lectura es inexcusable y así lo digo.