domingo, 15 de agosto de 2021

Mare of Easttwon

Mare of Easttwon es una miniserie policiaca de alto contenido dramático donde las pulsiones emocionales sobrepasan al sentido común con consecuencias devastadoras para propios y ajenos.

Una acción individual acaba convirtiéndose en un torbellino incontrolado que no duda en destrozar las vidas de quienes halla a su paso.

Una serie de profundo calado social, donde las miserias humanas de los habitantes de un pueblo de tamaña mediano, del estado americano de Pensilvania, quedan al descubierto como intestinos salidos de su cavidad abdominal, y nada podrá volver a ocupar su sitio como antes.

Una serie de estructura policiaca con casos simultáneos que resolver.

Todos los protagonistas tienen en su debe acciones o pensamientos censurables que esconder y en eso se apoya la trama, en la gran capacidad que tiene el ser humano para moverse entre apariencias y mentir.

Mare Sheehan es la detective, conocida por todos, que lleva a cabo las investigaciones. Mare resiste por tesón y prurito ya que la vida le está dando duro, por todos lados y por donde más duele.

Vive con su madre con la que no se entiende, con su hija adolescente sumida en un momento de confusión amorosa y pendiente de decidir su carrera estudiantil, con su nieto bajo la espada de Damocles de que su madre, en rehabilitación, pida la custodia y se lo lleve, con la incomprensión por el suicidio de su hijo mayor y casi con su ex-marido, a punto de casarse de nuevo, por ser vecino de patio.

Vive con el rechazo de vecinos que creen que no ha hecho suficiente para localizar a una chica desaparecida, hija de una de sus amigas, y ahora tiene el asesinato de una adolescente que solivianta los ánimos ya de por si encendidos.

Siete episodios para desarrollar esos caracteres y para mostrar sus miserias humanas como intestinos al aire. Sin pudor, sin paños calientes, mostrando un absoluto respeto por la madurez de la audiencia.

Por eso es una serie con mucha personalidad, muy en el estilo de las miniseries de la BBC, Happy Valley por ejemplo, donde los personajes son la trama.

Kate Winslet es la actriz motor, esplendida en ese papel de vulnerabilidad ambivalente, que mueve el resto de engranajes. Su papel como Mare es brutalmente sincero y no esconde ni sus inseguridades, ni sus fallos ni sus dudas, como policía y como mujer. Y como madre y abuela y ex y amiga y pareja. Un personaje realista hasta más allá de la realidad.

La serie es un ejemplo de calidad conjunta: imágenes, montaje, interpretación, diálogos, de los mejores oídos en mucho tiempo, y dirección.

No duden a disfrutarla y no se avergüencen si sueltan lágrimas: va con el lote.


lunes, 9 de agosto de 2021

Los crímenes de Saint-Malo de Jean-Luc Bannalec

Cuando las postales dominaban la correspondencia veraniega, los puestos de venta rebosaban de dispensadores giratorios que ofrecían una amplia selección de imágenes a todo color. Para coleccionistas de souvenirs se vendían unos packs que enlazaban a modo de acordeón una selección de ellas que pretendía agrupar los aspectos más relevante: edificios, calles, esculturas, platos de típica gastronomía, vestuario particular...

Si las novelas de la serie del comisario Dupin que transcurren en la Bretaña son de ya de por si postales, la presente, Los crímenes de Saint-Malo, es uno de esos acordeones.

El comisario Dupin se encuentra en un seminario de temática policial en Saint Malo cuando paseando, y comprando quesos en un mercado callejero, se encuentra persiguiendo a quien acaba de cometer un asesinato.

El seminario queda en segundo plano ante la identidad de la víctima y los asistentes se agrupan para participar de la investigación, aunando esfuerzos, tácticas y conocimientos en un reto propuesto por sus superiores para materializar la intención del encuentro que no es otra que buscar la colaboración interdepartamental dentro de la misma región.

Y trabajo van a tener ya que no solo habrá un crimen a investigar como claramente indica el título de la novela: Los crímenes de Saint-Malo.

Dupin, acostumbrado a trabajar a su aire, consigue adaptarse a este nuevo método aunque eche en falta a su equipo que colabora como puede desde la distancia.

La trama criminal es de las más flojitas de las hasta ahora publicadas en la serie, sin embargo en la parte pintoresca y turística tal vez sea probablemente la más completa y estimulante. Especialmente por lo que a gastronomía se refiere: no la lean en ayunas ya que pueden desfallecer.

Las novelas de Dupin son un viaje de placer por esa región francesa que, a tenor de lo leído, rebosa en todo lo que precisa el mejor destino turístico posible: paisajes, playas, rincones, cielos, luz, colores, bebida, especialmente comida, leyendas…

Dupin es todo pasión, aunque su comportamiento poco social no lo sugiera, y su hedonismo ha encontrado en esa esquina noroeste de Francia el lugar donde vivirlo expansivamente.

Una novela de corte policiaco al estilo polar francés donde el costumbrismo tiene casi tanto peso como la trama criminal y que Jean-Luc Bannalec consigue reflejar a la perfección.

Ahora en verano es el momento óptimo para leer esta novela, y a la que el COVID permita los desplazamientos seguros y sosegados, la Bretaña es sin duda uno de los lugares a visitar. Sin prisas, para saborear cada rincón y cada bocado.

Las novelas del comisario Dupin se han ido reseñando en este blog:

El misterio de Pont-Aven

Muerte en las islas

Un crimen bretón

Un cadáver en Port duBélon

Desaparición en Trégastel

El Caso del Castillo de Comper

Asesinato en Concarneau


lunes, 2 de agosto de 2021

Siempre hay alguien a quien matar de Guillermo Orsi

Celia, la hermana de Tamara, avisa a Francisco, quien fuera una circunstancial pero más que especial pareja de Tamara, de que ésta ha muerto. Francisco se desplaza hasta un lugar lejano y recóndito para manifestar su duelo sin saber muy bien si la decisión responde a una necesidad vivencial o a una obligación moral.

Una deuda con ella o consigo mismo. La búsqueda de un reencuentro aunque sea con un cuerpo sin vida.

A su llegada se encuentra una población, con unas cabezas visibles, que parece ser carne de obra de teatro. Y su condición de escritor le hace formular preguntas de las que no solo no obtiene respuestas sino que generan dudas y más preguntas que confunden la trama como si Kafka estuviera moviendo los hilos detrás de la tramoya.

Poco a poco se irá involucrando en un asunto turbio y complejo donde se irán descubriendo aspectos que, ligados a nuevas muertes, van a ir fijando los tablones para que el lector avance pisando firme y no caiga, desorientado, al vacío.

No, no es de esas novelas negras donde todo se da hecho y solo hay que seguir las miguitas de pan. Es negra si, pero absolutamente desquiciante. Muy crítica con el poder, lo ejerza quien lo ejerza, y con sus circunstancias y consecuencias.

Quien se vale de él queda preso en su influencia gravitatoria lo que le impide alejarse. Los favores recibidos son favores debidos. Y el poder devora a sus mandatarios como Saturno a sus hijos.

El autor ha empleado la figura del hombre solo, Francisco, Paco, turista obligacional, extranjero en su tierra y desconocido en el lugar, para vertebrar una historia de desesperanza a nivel nacional donde la corrupción campa como la mala hierba; y de afianzamiento individual, donde el desconcierto aúpa las malas decisiones condicionando el futuro. Aunque como el gato de Schrödinger hasta el final no se sabe si se está con vida o no.

La obra de Guillermo Orsi está impregnada de la historia reciente de esa Argentina que siempre asemeja ser un barco a la deriva y a cada envite con la tormenta pierde parte de su carcasa pero mantiene intacta su fe en superar el siguiente y acabar navegando en aguas tranquilas y con destino bien trazado.

Por eso en Siempre hay alguien en quien matar se palpa, en cada párrafo, esa sensación de angustiosa desesperanza pero sin llegar a lanzar la toalla, luchando mientras queden fuerzas. Se perderá por puntos pero no por KO, aunque sea cabeza de turco.

lunes, 26 de julio de 2021

Sangre turbia de Robert Galbraith

A estas alturas de realidad todo el mundo sabe que bajo el seudónimo de Robert Galbraith, escritor de novela policíaca, se encarna J. K. Rowling, la creadora del universo Harry Potter.

Pero todavía hay quien no quiere reconocer, y es que la envida es muy mala consejera, que estamos ante una gran escritora capaz de lidiar con dos géneros bien distintos y triunfar en igual medida.

Sangre turbia es la quinta entrega de la serie policiaca protagonizada por la sociedad formada por Cormoran Strike y Robin Ellacott.

Quienes siguieran la saga de Harry Potter coincidirán en que cada entrega superaba en páginas la anterior. Esta de Cormoran Strike totaliza más de mil, lo que la convierte sin duda en la novela del verano e implícitamente en un casi definitivo guion para su adaptación a serie.

En Cornwall empieza todo, para un argumento que tiene de todo, a Cormoran Strike un caso le sale al paso en plena calle encarnado en dos mujeres. Un caso que sucedió 40 años atrás y cuyo desenlace aún se desconoce. La doctora Margot Bamborough salió de trabajar para encontrarse con su mejor amiga en un pub, y no solo no llegó a la cita sino que nunca más se supo nada de ella.

Ahora su hija contrata a Cormoran para que aporte luz a esa desaparición. Para Cormoran el caso es más que un ingreso en cuenta, es un misterio y eso es algo a lo que no puede resistirse, aunque sabe que el tiempo transcurrido es una losa de gran peso que va a ser muy difícil levantar y también que actuar contrarreloj, el contrato es por un año, no es un estímulo sino una enorme presión.

La situación en la agencia es boyante pero en la vida personal, tanto Cormoran como Robin tienen bastantes problemas por lo que el caso, de difícil enfoque, no va a ayudar en mejorar su estado de ánimo, más bien al contrario y a complicar su existencia con más adversidades de las que ya padecen, lo que paradójicamente va a fortalecer su amistad al trabar mayor conocimiento el uno de la otra y viceversa.  

J. K. Rowling es una escritora concienzuda hasta el mínimo detalle capaz de crear un universo entero donde ubicar sus personajes y desarrollar sus relaciones y mostrar el trabajo desde el interior de la agencia de investigación que trabaja simultáneamente en diversos casos, además del Bamborough, bautizados imaginativamente: Déjà Vu, Danzarín, Postalitas y el Perla, repartiéndoselos como buenamente pueden y con más horas extra de las que una saludable higiene mental puede soportar.

Ir describiendo el avance en cada caso, las rutinas y protocolos de la agencia, las relaciones entre los investigadores, sus vidas fuera de la oficina y a su vez las vidas de las personas investigadas resulta de una densidad próxima a la de una enciclopedia, pero la habilidad de Galbraith para narrarlo hace que se convierta en algo asequible y deseable.

La autora presenta un escenario a modo de libro pop up en el que los despliegues parece no tener fin i gestiona el tiempo narrativo de cada caso para ir mostrando los nuevos elementos de forma que el lector pueda asimilar sin problema la nueva información e integrarla en el mapa mental que ha ido construyendo para identificar en todo momento quien es quien.

Su estilo, claramente distanciado de la novela negra y claramente emparentado al de la policiaca clásica, al estilo inglés, no sorprende al lector con giros inesperados sino que lo consigue con sucesivas nuevas dosis de información que resuelven preguntas y generan otras; las sumas de misterio más misterio van aupando la tensión y cuando se mira abajo solo se ven nubes de lo peligrosamente alto que aquella ha subido.

Es probable que con menos páginas la lectura habría mejorado la experiencia lectora pero también es cierto que no sobran y que estamos ante una escritora que ha creado su propio estilo y quien a él se acerca ya sabe dónde se mete.

No es la mejor de la serie, aunque tal vez sea la más personal i la más neovictoriana, pero a estas alturas sus lectores ya estamos rendidos a su estilo y quien se acerque por primera vez no solo no saldrá defraudado sino que pedirá más.

 

miércoles, 21 de julio de 2021

Esclavos del deseo de Donna Leon

Leer a Donna Leon permite volver una y otra vez a Venecia; esa Venecia inalterable que siempre es igual y nunca es la misma. La que mira desde su inmovilidad, y la solemnidad que conforma su edad, a transeúntes locales y turistas siempre en movimiento efímero.

Donna Leon solo necesita dar cuerda a Brunetti, su comisario, y él solo lo hace todo. Los argumentos se mueven bebiendo del noir costumbrista y la denuncia social más exacerbada. Aquí se nota la militancia en la defensa de los derechos humanos y en la salvación del planeta que la autora practica y canaliza, nunca mejor dicho tratándose de Venecia, en las reflexiones de Brunetti y en las conversaciones familiares que este mantiene en la mesa con su esposa y sus hijos.

Brunetti y su familia son nuestra familia. Con ellos andamos, tomamos vaporetti, comemos y debatimps sobre temas diversos y con distintos puntos de vista. Hay enfados pero menos que visitas del fenómeno de l’acqua alta cada vez más proclive a aparecer por culpa de factores climáticos, esos contra los que lucha la autora.

Esta obra, la número 30 del comisario Guido Brunetti, tiene un inicio y desarrollo atípico en el marco habitual de la novela negra y policiaca actual, pero acorde a la búsqueda incesante de nuevas fórmulas que no aburran a un público fiel y atrapen a recién llegados a las que siempre ha sido proclive la autora.

No hay asesinato que investigar, aparentemente solo una posible agresión o un accidente de dos chicas jóvenes que han sido encontradas, con heridas, en las cercanías del hospital, lo que desencadena una trama de avance parsimonioso con mucho trabajo de campo para ir hilvanando pequeños detalles.

La paciencia de Guido Brunetti y el acertado contrapunto de las y los colegas con quien investiga llevan el caso a buen puerto, y de nuevo, disculpen el chascarrillo, nunca mejor dicho cuando entra en juego la Laguna.

Y es que la trama tiene en el agua de sus canales, de la Laguna y la Giudecca donde fluir y la investigación policial con la ayuda de la Guardia Costiera hace el resto incidiendo en un tema que va más allá del delito y que la autora ya denunciara en una novela bastante anterior, Muerte y Juicio, de la serie.

La prosa siempre elegante, como Donna, como Venecia, resalta el placer de la lectura y propicia que el lector disfrute desde la primera página. Los casos criminales del inspector Brunetti permiten conocer esa Venecia que, despojada de la máscara del carnaval perpetuo al que parece asociarse, solo resulta accesible a sus habitantes.

En esta ocasión además se permite una interesante disputa nacionalista con un dueto napolitano que confunde notablemente a un veneciano. Una agradable nota de humor del que nunca, afortunadamente, es exenta la autora.

Poco que añadir a la obra de esta autora consagrada, quien se diera a conocer, pronto hará 30 años, con su primera obra Muerte en La Fenice. Una carrera literaria que empezó como una broma y que se ha vuelto muy seria.

Este verano dense un paseo por Venecia, aunque sea con la imaginación, y léanla. Esclavos del deseo, una novela negra que se puede acompañar con qualquier vino italiano, aunque no coincida con los gustos de Brunetti.

Donna Leon es de las autoras de novela negra y policiaca que come en el comedor principal y siempre es un placer poder sentarse a su mesa a través de sus novelas. Y estamos de suerte ya la número 31 de esta serie está al caer.