viernes, 3 de junio de 2022

Toxic Detective de Claudio Cerdán y Sergio Carrera

La estructura de la novela negra americana al alcance de quien lea este cómic: su inicio, en medio de una historia desconocida, que presenta una situación prácticamente insalvable; el flash-back que permite entender porque se ha llegado a ese punto; el enlace de la trama con el tiempo presente, como despertando de un sueño y chocando con la realidad; y el acelerón final para llegar a la última página sin respirar (sin olvidar que el pez también respira).

Raymond Ray Smith sufre una desesperante enfermedad llamada Sensibilidad Química Múltiple (SQM) y que supone un debilitamiento orgánico, con variedad de síntomas, a cual peor, solo por estar expuesto a la contaminación química ambiental, presente de forma cotidiana en lo que entendemos por normalidad social.

Una enfermedad no reconocida por la OMS, por no poder acotarla a un escenario abordable con ningún fármaco, pero no por ello inexistente.

Cada día nuestra nariz y nuestra piel se exponen a millones de partículas químicas derivadas de productos de limpieza, colonias, perfumes, combustibles, cosméticos, ambientadores… vivir en sociedad comporta un bombardeo incesante de volátiles substancias sin efecto, más allá de la respuesta considerada natural, en la mayoría de personas pero terriblemente agresiva, hasta la muerte, para unas pocas.

Por ese motivo quienes sufren SQM salen poco o nada de casa, ven la vida a través de las ventanas de sus viviendas o de las pantallas de sus aparatos tecnológicos.

Por ese motivo tele trabajan. Por ese motivo sus relaciones suelen ser virtuales. Así es como Ray ha conocido a Sweet, que también padece SQM. Así, cuando ella no se conecta como suele hacerlo habitualmente, es como se da cuenta de que le ha sucedido algo. Así es como, pertrechado con una ropa que cubre el cuerpo y una máscara que filtra todo lo que puede, Ray sale a la calle dispuesto a llegar a casa de Sweet y ayudarla en lo que sea necesario.

La calle, ese enemigo mortal que acecha con todo tipo de armas químicas y lleno de gente intransigente que lo ven como un personaje distópico salido de una mala película de serie B.

Cuando Ray está en su piso logra estar centrado, hacer deporte y tener ideas claras. En la calle, dentro de un local o un metro abarrotado se vuelve inestable, desconcertado y vulnerable. Los efluvios invisibles son su kriptonita.

Claudio Cerdán ha escrito un guion con la estructura y la esencia de la novela negra americana.

En su argumento de perdedores; en sus diálogos peliculeros por trascendentes y en esa voz en off, los pensamientos de Ray, que es la voz de quien reclama dignidad y afea el egoísmo social y la ambición por el dinero.

Describe a Ray como ese antihéroe que cae y vuelve a levantarse; capaz de entregar su propia vida por un acto de amor, en unos tiempos en los que tal vez esté sobrevalorado, y adoptar el rol de justiciero salvador cuando se le requiere.

Sergio Carrera, con su dibujo, ayuda a entender esa mezcla de sentimientos y esa generosidad combinando línea delgada con sombras que asemejan cicatrices y ensuciando viñetas para mostrar la invisible presencia de esos aerosoles que vehiculan la SQM y que aparecen como el acto de exhalación de la respiración urbana.

Un dibujo cargado de ritmo, tintas de thriller, donde incluso los planos pausados tienen movimiento y ese dinamismo hace que la trama mantenga la tensión de forma permanente.

Toxic Detective es un comic que parece distopico y que se postula como de anticipación. Presenta una realidad que solo pensar que pueda ser el futuro provoca escalofríos.

El trabajo de ambos es complementario y el conjunto un trabajo tan destacable como para desear más y al que recomiendo prestéis atención. Las editoriales que no lo hicieron deberían revisar sus criterios de selección.

 

 

martes, 31 de mayo de 2022

Las voces del crimen de Daniel Marchante Suárez

Los crímenes tienen las voces de quienes los cometen, los padecen, los propician o los investigan. Algunas se escuchan y otras solo se oyen, a veces, como un rumor sordo y lejano.

Las voces del crimen es un libro de relatos que busca en el noir su altavoz. Son concisos en su narración y aunque tienen su inicio y su final, este nada tiene que ver con el inicio y final de la historia a la que se remiten.

Y es que cada relato es un corte entremedio de una historia que empezó y que en algún momento terminará. Una escena de una película. Un momento en la vida de unas personas que pueden acabar vivas o muertas.

No es un ejercicio fácil del que salir airoso y con tantos relatos fácil es que se tropiece en alguno; grandes nombres de la literatura han constatado la dificultad que entraña redondear relatos, pero este joven autor sabe a lo que se expone y parece disfrutar arriesgando.

Los relatos suelen precisar doble lectura, habida cuenta que la elipsis argumental tiene sus propias reglas de apareamiento y no siempre resulta fácil acercarse, con mayor o menor acierto, a la intención última del autor en cada uno y captar las notas de humor negro que destilan.

Daniel Marchante Suárez añade su voz a las otras voces del crimen que superpueblan el panorama literario noir actual y busca desmarcarse apostando por una visión no trillada en el aspecto narrativo.

En sus relatos da voz a quienes participan en una situación criminal en la que tal vez no hayan pedido la vez para estar ahí, pero que una vez dentro no pueden eludirla.

Y esto supone un punto de vista distinto del habitual y que lamentablemente la brevedad de las historias no permite que se despliegue en todas sus posibilidades.

Habrá que esperar a leerle una novela larga para ver si lo que se le atisba tiene confirmación.

domingo, 29 de mayo de 2022

La ladrona de huesos de Manel Loureiro

La ladrona de huesos es un thriller que, cual peregrino más, recorre una parte del Camino de Santiago con una finalidad nada santa y si en cambio más bien ominosa.

Laura sufre estrés postraumático, resultado de una milagrosa salvación en un atentado que la victimizó mientras estaba en México. Y entre sus secuelas se cuenta una pérdida de memoria que su terapeuta, y ahora novio, Carlos, está tratando sin avances vistosos.

La cena romántica de Laura y Carlos se ve interrumpida por una llamada al móvil de ella. La voz telefonica, que no le resulta del todo desconocida pero que no consigue ubicar ni ponerle cara, le pide, le ordena, le exige, que robe los huesos, las reliquias, del apóstol Santiago que se custodian en la Catedral de Santiago de Compostela. Un lugar que, por alerta antiterrorista, resulta actualmente casi inaccesible.

Cuando regresa a la mesa, su mundo se ha puesto cabeza para abajo.  No sabe ni entiende que ha sucedido, pero si sabe lo que tiene que hacer aunque no sepa cómo hacerlo; sabe también que tiene de plazo una semana y que si no cumple, Carlos y ella morirán.

En el relato evolucionan simultáneamente dos lapsos temporales. Uno que va desde un pasado lejano hasta el momento en que empieza la novela; y el otro desde ese momento, y ya en tiempo presente, hasta su conclusión.

En el primero una Laura debe sobrevivir a una situación de extrema dureza y en el segundo esa Laura descubrirá que el cuerpo, los músculos y el cerebro tienen memoria y que solo falta accionar el interruptor adecuado para activarla.

Manel Loureiro nos conduce por diversos lugares y ciudades del planeta cuya relación establece un dibujo; como esos hilos rojos que enlazan distintas chinchetas sobre un plafón de corcho.

El argumento de La ladrona de huesos se sustenta en dos tópicos de solvencia contrastada: la elección de críos para convertirlos en súper agentes altamente cualificados y los robos imposibles ejecutados solo por especialistas sobradamente entrenados.

La trama sustentada por esas dos sólidas columnas transcurre con ese apresurado ritmo que imponen los thrillers y que el autor gestiona con acierto, dosificando el tiempo pasado para que la información llegue al lector cuando convenga para entender el momento presente elegido.

Un relato donde pasa lo que tiene que pasar y muere quien tiene que morir, para completar esa pretensión de intrigar y entretener.


domingo, 22 de mayo de 2022

¿Quién ha visto una sirena? De Mar Aísa Poderoso

A las sirenas hay quien las asocia con seres anfibios de naturaleza femenina y belleza indescriptible; serían las hembras de los elfos marinos.

Homero, en cambio, en su Odisea, las dibuja hábilmente manipuladoras y terriblemente malvadas. Capaces de encandilar con sus hipnóticos cantos a quienes se aventuran por sus aguas y atraparlos haciéndolos desaparecer.

Claro que la que se puede encontrar en la fachada de San Bartolomé, en Logroño, por ser de piedra, es distinta a cualquiera de los parecidos anteriores.

Aunque eso no la exima de su posible peligrosidad.

Y es que el peligro puede aparecer en cualquier momento y lugar ya sea en el mismo Logroño, en Zaragoza, Madrid o incluso en la artística, bohémica y romántica París. Y es que esta novela recorre esos lugares y en todos y cada uno suceden hechos que se entretejen en una peligrosa trama.

Y Lucía Cárdenas, la traductora hermana de Diego el subinspector de policía, va a vivirla en primera persona.

Todo empieza poco antes de Navidad cuando una pareja mayor es encontrada muerta en su domicilio. Y no es una pareja cualquiera. Para el inspector Sáez un caso de violencia de género de manual: asesinato y suicidio. Pero algunos detalles dan a pensar que tal vez lo que hay no es lo que parece, y a pesar del enojo del inspector el caso deberá ser analizado desde otro punto de vista antes de poder ser cerrado.

Y así, entre árboles adornados con luces y regalos envueltos con papel de celofán y lazadas que significan fiestas entrañables, se vive una investigación criminal que nuevamente altera el plácido entorno de la familia Cárdenas.

Mar Aísa retoma sus personajes y su costumbrismo para esta segunda entrega, más dinámica que la anterior, al estar contagiada por el ritmo de thriller que supone una investigación con geolocalizaciones dispares.

Sigue completando los perfiles psicológicos de sus protagonistas, su punto fuerte, para facilitarnos la comprensión de sus decisiones y permitir que entendamos su comportamiento, dándoles más juego, a todos sin excepción, que en la entrega anterior.

¿Quién ha visto una sirena? es una novela policiaca de personajes, que complementa la trama criminal con un velo de contenido histórico y romántica aventura. La homogeneidad de la mezcla demuestra que estamos ante una escritora versátil, bien documentada, precisa y perfeccionista.

La novela se puede leer sin conocer la primera, Dostoievski en la hierba, pero sería una lástima no disfrutar de ambas.


lunes, 16 de mayo de 2022

Biblioteca doméstica


Quienes amamos la lectura solemos tener libros, muchos libros, la casa atestada de libros. Libros por todas partes, incluso en los lugares más insospechados puede aparecer alguno: dentro de la nevera de pie junto a las cervezas; en el botellero entre un crianza y un reserva; en el zapatero a juego con unas botas de cuando te dio por bailar country o incluso en la chimenea alimentando un fuego. Los lanzados por la ventana no cuentan al estar fuera del hogar.

No obstante, lo más habitual es que residan con otros congéneres en muebles y estantes adecuados para su sujeción. En las casa bien estantes (ojo que viene un juego de palabras) solían destinarse habitaciones con paredes forradas de estanterías de madera con estantes (ahí está el juego de palabras) para almacenarlos y eran llamadas bibliotecas.

La facilidad a morir asesinado en ellas, moda que se impuso en los albores del siglo XX, ha ido declinando la voluntad de mantenerlas. Así han sido substituidas por estanterías con estantes, como bien se desprende de su nombre: si fuesen estanterías con cajones serían cajoneras, que aunque también sirvan para guardar libros ya se sabe que son los escondites preferidos de los gatos.

Lo habitual suele ser que los libros, estén donde estén, se ordenen mínimamente cuando no máximamente, aunque estén desordenados.

Hay quien teniendo los libros desordenados sabe perfectamente donde está cada uno. Hay quien teniéndolos ordenados duda cada vez que va en busca de un ejemplar. Cada quien, cada cual, funciona a su manera.

Yo empecé hace muchos años a ordenarlos con un sistema que ha ido variando con el tiempo, más que con el tiempo, que tanto da que haga sol o esté nublado, ha sido con los años: a mayor edad más o menos manías.

Hay quien ordena por colores. Si la estantería es ancha y alta, ver una gama cromática, que incluso podría componer un bello paisaje o un bodegón, dependiendo de la creatividad y sentido artístico de quien la instrumente, puede alegrar la vista pero la accesibilidad a un título resulta poco práctica.

También hay quien lo hace por editoriales o colecciones, los lomos iguales, en formación marcial, como soldados dispuestos para la batalla. Un orden regio que, por ejemplo, no ayuda a recolectar todos los títulos de una misma autoría.

Y está quien lo hace por tamaños, así se consiguen líneas paralelas, encefalograma literario plano, al tiempo que se obtiene el máximo aprovechamiento de las baldas y un desconcierto absoluto, como en los casos anteriores, para localizar precisamente ese título.

Claro que me refería a tamaños de altura ya que si fuera por grosor otro gallo cantaría. Aquí habría que medir cada ancho de lomo para afinar en la selección. Ayuda saber que los diccionarios suelen ser los más gruesos y los libros de poesía los más delgados.

Y están quienes lo intentan por géneros. Literarios, no de autoría que también es una opción. Que si sociología, ciencias políticas, psicología, teatro, poesía, literatura clásica, literatura contemporánea, terror, ciencia ficción, fantasía, capa y espada, criminal con su correspondiente discriminación por policiaca, espionaje, negra, thriller…, historia, deportes, cocina… buf!; al final tampoco hay tantos de cada y acaban conviviendo en alarmante concubinato las recetas de la abuela con los héroes de Troya.

Hay quien opta por eslóganes, así todos los No deja indiferente a nadie van juntos, igual que lo hacen los Nada es lo que parece o los Una trepidante historia que no podrás parar de leer o aquellos que contienen Secretos oscuros que salen a la luz.

Y también los que ordenan, para no hacer demasiado largo el post, sus libros por orden alfabético. Ahí sí que hay unanimidad. O ¿tal vez no? Si se elige por título hay que definir si obviando el artículo o manteniéndolo; si se elige por autoría, decidir si por nombre o por apellido. Eso sin contar si por autoría nacional o internacional. E incluso por idiomas si son personas con don de lenguas.

Un orden en el universo literario que precisa de brújula, cada cual la suya, hay quien incluso estudia una carrera, para orientarse y no perderse en el intento de guardar una nueva adquisición o extraer una de las antiguas.

Y lo peor es que no siempre el libro nuevo va a caber en el lugar que debería y entonces es cuando se colocan en decúbito prono, cuando no supino, donde quepan, en espera de una reorganización, para la que nunca hay tiempo, y se convierten en células anarquistas que, ya se sabe, atentan contra el orden establecido.

Las librerías domésticas son la prueba que nos mandan los dioses para asegurarse que nuestra inclinación a la lectura es real, y no una pose fingida para alardear ante visitas, y poder ganarnos un espacio en la balda del cielo de la intelectualidad (a saber en que orden nos pondrán).

Actualmente yo ordeno mis libros por grandes géneros y ya en ellos, por orden alfabético de apellido. Muy convencional; voy a lo práctico. Y ustedes ¿cómo ordenan sus libros?