domingo, 1 de enero de 2023

Caballos lentos de Mick Herron

El intrigante mundo de los agentes secretos, de los espías, de las agencias gubernamentales que se supone que no existen, de los pisos francos y de los documentos clasificados es tan irresistiblemente atractivo que resulta impensable no escribir sobre él.

Leer thriller de espías es un clásico al que no se debe renunciar y si se tropiezan con la serie protagonizada por el, aparentemente, indolente, abandonado y maleducado Jackson Lamb, escrita por Mick Herron, no dejen de leerla.

La Ciénaga es un edificio tan deprimente y anodino como la gente que se da cita en su interior. Tan falto de cuidados y atención, como necesitados de lo mismo están sus residentes. Un edificio del gobierno; uno de los que no son del dominio público.

Jackson Lamb tiene a su cargo La Ciénaga, el edificio donde trabajan agentes secretos marginados. Currículos manchados que se dedican a hacer trabajo administrativo, aburrido y desmotivador.

Resulta más barato hastiarlos para forzar su dimisión que despedirlos, de ahí que su cubícular zona de trabajo sea gris e insulsa a juego con sus tareas.

Todos añoran los tiempos de trabajo activo, de campo, cuando trabajaban en misiones y no en recados. Todos ansían volver a Regent’s Park pero aquello es el hipódromo. Allí es donde se corren carreras de verdad, mientras que La Ciénaga es la cuadra donde se recluyen los caballos lentos.

Pero nunca hay que menospreciar el pundonor de un agente relegado: puede no estar en primera línea pero eso no significa que no mantenga intactas sus habilidades ni que haya olvidado sus prácticas.

Los inquilinos de La Ciénaga van a tener la oportunidad de demostrar sus aptitudes en un caso inesperado y con más trascendencia que la sospechada inicialmente.

Mick Herron se aleja del prototipo James Bond y de los antihéroes de Graham Green o John Le Carré para crear unos propios y distintos. Sus personajes son lobos solitarios, caballos lentos, pero son agentes comprometidos y entusiastas.

Caballos Lentos es un purasangre en las caballerizas de las novelas de espías.

Esta novela es la primera de una serie que ya lleva cuatro títulos traducidos y saber que hay más para leer reconforta y tranquiliza. Si son de este subgénero, empiecen ya con la primera y no se arrepentirán.

 

jueves, 22 de diciembre de 2022

Feliz Año Nuevo de Malin Stehn

La Noche de Fin de Año se ha vestido siempre como si de una distinta se tratara; dándole un significado hinchado de importancia y trascendencia.

Es la necesidad que tiene el ser humano de querer ser dominador del azar, de creer que puede gobernar el ingobernable destino. De creer que se puede llegar a controlar las fuerzas y que el año que viene será seguro, seguro, mejor que el anterior. Y espera que nadie le quite la ilusión.

La Noche de Fin de Año es noche de fiesta, de excesos, de libertad, de deseos; es noche de estreno: se estrena un nuevo año.

A lo máximo que se está dispuesto a aceptar a la mañana siguiente es un ligero dolor de cabeza, fácilmente controlable con un analgésico. Pero si lo que se sufre es la pérdida de una hija no hay medicamento que lo remedie.

Y de eso va esta novela que sobrecoge el corazón, el órgano más sensible a los sentimientos, de una hija que va de fiesta de fin de año en casa de una amiga y no regresa. Y no se sabe su paradero, ni si está viva o muerta.

Feliz Año Nuevo es un angustioso thriller noir que escoge familias de las de estar por casa para ponerlas en un brete, enfrentándolas a sus medias verdades, que agrieta relaciones de parejas dejando que secretos ocultos se filtren y provoquen que el año nuevo no sea un principio sino un final.

Malin Stehn va relatando a ritmo lento y pausado, centrándose en la psicología de cada personaje, pinchando donde más duele a cada cual, para conseguir que la desdicha y los reproches vayan calando hasta el punto de no retorno. Va complicando la vida de cada protagonista hasta que sus decisiones no responden a la razón sino al instinto de supervivencia.

Lo que evidencia que la amistad y la solidaridad forjada a lo largo de años puede ser solo una farsa, tal vez bien intencionada, pero que no resiste un trauma de gran calado.

Una lectura, que de leerla ahora, coincide en fechas. Lo que da un repelús a la celebración.

Una lectura que incita a preguntarse ¿cuánto sabemos de nuestras amistades? ¿Cuánto sabemos de nuestra pareja? ¿Cuánto sabemos de nuestras hijas y nuestros hijos?

Cuando levanten la copa para brindar por un Feliz Año Nuevo miren a los ojos de quienes les rodeen y no se hagan esas preguntas sino quieren tener por única compañía la soledad. 

domingo, 18 de diciembre de 2022

La hija ejemplar de Federico Axat

La perseverancia suele dar resultados aunque no siempre sean frutos, o si lo son no sean lo apetitosos que se desearía. La perseverancia es una aptitud que va a unida con la paciencia y la meticulosidad, y que no se encuentra a gusto con las prisas ni los desenfrenos.

La perseverancia forma parte del carácter de un periodista de investigación. Leer, analizar, indagar, documentarse, entrevistar tanta gente como sea preciso, todo para ir cribando arena en espera de encontrar una minúscula pepita de oro.

Camila Jones se dedica a eso, bueno se dedicaba ya que se ha retirado de todo y de todos, aborrece ser mediática, y ahora vive en una casa escaparate, vidrio por todas partes, con su perro Bobby en un lugar donde espera no ser reconocida.

Sin embargo, Tim Doherty, director del periódico local sí que la reconoce e intenta reclutarla para que le ayude a investigar la desaparición de una joven a quien la mayoría dan por muerta, justo cuando está a punto de cumplirse un año de los hechos y su recuerdo empieza a diluirse con el paso del tiempo.

Camila no resulta receptiva a la petición de forma inmediata, pero, ¡qué demonios! quien lo lleva en la sangre no puede cambiar de la noche al día y casi sin darse cuenta toma las riendas de un caso que otrora hubiera hecho furor cuando era una estrella de la televisión.

La trama va avanzando a ritmo de investigación amateur, no hay placa policial que abra puertas ni que suelte lenguas, pero los pasos son firmes y pronto la información obtenida va dibujando un escenario distinto al que se supuso en el momento de la desaparición asociada a suicidio.

La experiencia de Camila y la ayuda de antiguos colaboradores permiten encontrar indicios que o bien se pasaron por alto en su momento o, aún peor, no se quisieron contemplar para no desfigurar una idea preconcebida.

La hija ejemplar es una novela negra y oscura que va evolucionando a thriller apneico a medida que se acerca el final. Una intriga que se viste con sueños de adolescencia y del deseo de ser mayor para mostrar que hay que hacer caso del adagio que insiste en que hay que tener cuidado con lo que se desea…

Una trama que al final pasa cuentas sin ningún rubor ni atisbo de misericordia y que busca equilibrar la balanza con el mal sufrido.

Federico Axat va contando lo que pasó, lo que se supone que pasó y lo que está sucediendo.

Se toma su tiempo y su espacio, 518 páginas, para dar forma a un relato ominoso donde todos somos periodistas de investigación yendo de la mano de Camila, aprendices d'un oficio no exento de peligro.

No esperen una lectura de ritmo acelerado sino todo lo contrario, pausado y recogido y cuando finalicen no olviden que “la maldad se esconde donde menos lo esperas”.  

miércoles, 14 de diciembre de 2022

¿Quién es Olimpia Wimberly? De María Frisa

Un requiebro no es un quiebro repetido, y por muchos quiebros que contenga una novela no será más thriller. He visto jugadores de futbol encadenando quiebros y giros para acabar driblándose a sí mismos y perder la pelota.

A veces hay que buscar lo fácil y en ocasiones funciona. La navaja de Ockham sigue siendo un principio válido.

En ¿Quién es Olimpia Wimberly? Dicha navaja da a entender casi desde el principio lo que va a venir a continuación. Porque es lo lógico. Y por eso cuando se cumple el pronóstico, el castillo de naipes se desmorona.

Para confundir al lector hace falta poco, para sorprenderlo un poco más y para maravillarlo un mucho.

Por eso hay lecturas que deben reservarse para personas poco exigentes o poco duchas en materia criminal. Son lecturas fáciles que no necesitan ningún esfuerzo mental para seguir la trama, capítulos cortos y técnica Cliffhanger, con su emocioncilla, sus secretitos, su poquitin de sexo y tan ligeras como un telefilme.

María Frisa ha ido por lo fácil, buscando ese aspecto más lúdico que no sesudo y su obra es ágil y explicita como un mensaje publicitario. El argumento, la intención llega con facilidad y la empatía con el personaje principal se consigue sin esfuerzo.

Al componente detectivesco y de resolución de secuestros que ejerce un grupo de profesionales, excelentísimamente cualificados, le suma flash-backs del glamour de ese New York de los ’80 que todo el mundo hubiese deseado ver ni que fuera por un momento, ni que fuera por el ojo de la cerradura.

Y la trama combina la angustia de una investigación que bucea tópicamente en el pasado de la protagonista, Olimpia Wimberly, con un presente de sofisticados componentes informáticos que acuden como soporte técnico para analizar pistas que la ayuden a interpretar emociones y recuerdos.

En materia de rescate, los lugares son nidos y las personas no son objetivos, son huevos. Huevos que se encuentra fuera de su hábitat, como los huevos de cuco depositados en nido ajeno, empollados por un sentimiento sobre el que la biología no puede incidir.

La novela es una suma de sentimientos en un trasiego constante de pasado a presente y viceversa. Cambia el momento, el lugar y las personas pero no lo que son: emociones envueltas en cuerpos humanos.

lunes, 5 de diciembre de 2022

Lejos de Rosa Ribas

Los espacios abiertos pueden llegar a marear; a producir vértigo por la falta de referencias geoposicionales. Las novelas que transcurren en esos espacios producen el mismo efecto. Suscitan desapego y quien lee se encuentra perdido en un mundo, en un viaje, que no sabe lo que le deparará.

Lejos es una novela que hace del desapego su paradójica razón para seguir viviendo y lo hace parasitando a tres personajes que son su proyección en el plano físico.

Pocos nombres propios nos ofrece la autora y solo de quienes no los necesitan porque su comportamiento y sus razonamientos irracionales son identificables en cualquier comunidad aun cuando no tengan filiación.

Personajes, estereotipos sociales, que esconden su frustración, sus insatisfacciones y sus miedos bajo normas de comportamiento social en las que no se cree pero que se aceptan porqué se necesitan referencias y límites.

Se autoproclaman policías de la moral y se adhieren a la pertenencia de grupo como salvaguarda de la supervivencia y no toleran que nadie salga del rebaño: si yo no disfruto no te permito que tú lo hagas. Perros de hortelano.

Paisaje y paisanaje a juego. Despojos de obra sin acabar y despojos humanos, pero mientras los primeros, si pudieran sentir, saben lo que son, los segundos se engañan para que su sueño permanezca inalterable lo más alejado de la realidad posible.

La vida en un proyecto de urbanización inconclusa, no permite, por su propia precaria condición, que nadie se realice como persona y que el deseo de huir se aborte en los lindes de la zona parcelada, porque el sueño permanece allí y solo allí puede ser que tal vez algún día se cumpla. Por eso el regreso del constructor se espera como el de un mesías que les confirme que la fe tiene premio.

Los protagonistas principales tampoco tienen nombre, pero tienen en común el estigma del rechazo social y las ganas de vivir. Y la creencia de que más allá de las nubes oscuras y alienantes alimentadas por la sordidez, pueda existir un arco iris, probablemente desdibujado y desteñido pues a estas alturas ya no se creen en cuentos de hadas, siempre será más agradecido que continuar en un paisaje de escombros protegidos por alambradas.

Rosa Ribas se atreve a piruetear con esta novela que sustituye párrafos por sinsabores y palabras por vacíos existenciales. Una novela negra inclasificable, ya que etiquetar Lejos es no entenderla.

A Lejos hay que acercarse sabiendo que no se la puede abarcar, sabiendo que para volar lejos hacen falta alas y un cielo libre de obstáculos y sabiendo que parecería que solo la muerte puede satisfacer ambas necesidades