Si a veces los cinco sentidos no son suficientes ni para un
adulto ¿Cuántos precisaría un niño de 7 años, de relaciones sociales inhibidas,
para permanecer a salvo?
Daniel Marín Torres no conoce Barcelona, de hecho, casi ni
conoce el lugar donde vive, pero si recuerda esa pared contra la que chuta de
forma precisa y metódica su pelota. Su madre, que está sentada cerca, lo ha
llevado allí otras veces. Él prefiere su entorno habitual y sus rutinas, pero se
resigna.
La pelota golpea la pared y ésta la devuelve con un sonido
de bombeo de corazón lento… Bum…Bum…Bum… Un beat de batería. Una llamada
insistente a una puerta inexistente que, claro está, jamás llegará a abrirse. Para
Daniel es un gesto que regula sus ritmos y que, se supone, le hace feliz.
Daniel y su pelota son uno y por eso cuando en un rebote,
la pelota toma una dirección imprevista, Daniel no piensa más que en
recuperarla, no pierde ni un segundo en ir a por ella, a pesar de que
signifique entrar en territorio desconocido; en territorio comanche, aunque eso
él no lo sabe.
Mauricio Tedesco, inspector de los Mossos d’Esquadra,
recibe la llamada que comunica la desaparición de Daniel y como conocido de la
familia, se implica, junto a su equipo, en una investigación que pertenece a
otra comisaría.
En una desaparición, y más de un crío, las primeras horas
son decisivas. Hay que conseguir testigos, hay que recopilar información,
reconstruir los movimientos y sobre todo hay que poner todo el esfuerzo y tesón
más allá del debido cumplimiento del deber.
Empar Fernández va dibujando un plano donde entrecruza líneas del callejero de la ciudad con los comportamientos de los habitantes de la zona.
Lo hace, como en ella es habitual, ahondando en las
sensaciones y en como cada cual las percibe, para traducirlas, según su nivel
de humanidad y empatía, a sentimientos.
Sus novelas parten de decisiones y consecuencias. ¿Y si…?
No se puede retroceder en el tiempo, aquella decisión, oportuna o equivocada,
ha tenido esta consecuencia y esto no ha hecho más que empezar.
El miedo en el cuerpo, como sus otras obras, incita a una reflexión
constante sobre los comportamientos y las actitudes. Muestra las diversas
formas que tienen el dolor, el sentimiento de culpa y el miedo para manifestarse y como las afronta cada
cual.
Las temáticas de esta autora pivotan a partir de una
tragedia y sobre la onda expansiva que proyecta sobre los más allegados. Dicen
que por no abordar el género de forma convencional no es novela negra. Tanto da
la etiqueta, lo que importa es el material sobre el que se ha construido la
trama. Y en eso, a negra, entendida como realismo social de maldades y
miserias, no la gana ni el alquitrán humeante de un asfalto.
El miedo en el cuerpo es ese
que una vez metido dentro te roe las entrañas. Como la lectura de esta novela.
No la dejen escapar.