Ante la imposibilidad de
llevar sus casos a juzgados donde una mujer poco o nada tenía a hacer ante lo
que la justicia no consideraba delitos sino ejercicio del derecho marital o de
propiedad, estas habrían actuado con sigilo y sutileza.
Así una época en la que
autopsias y necropsias aun habían de evolucionar para ganar en fiabilidad, se
convirtió en campo abonado para ajustar cuentas, vengar afrentas u obtener
beneficios.
El patriarcado, que siempre
esconde un machismo rancio, protege a los suyos y otorga privilegios como el uso
de la fuerza para obtener satisfacción a cualquier deseo que se preste. Violencia,
abusos, violaciones, desprecio, humillaciones, todo tipo de maltrato ante el
que las mujeres solo pueden ceder, callar, aguantar y sufrir.
Una boticaria siente la
necesidad de proteger y ayudar a esas mujeres que sufren y están desamparadas y
emplea sus conocimientos sobre herbología para reparar las injusticias, lo que
en caso de detención le supondría la horca sin duda alguna.
Estamos ante un thriller comedido
narrado a dos tiempos. Uno ancestral, con Nella, la boticaria, en el siglo
XVIII y otro actual, siglo XXI, con Caroline, una joven que trabaja en casa de
sus padres y que se siente despechada por su marido y por ello necesitada de
encontrar su espacio y aclarar sus ideas viaja de Estados Unidos a Londres.
Y relatado a tres voces. De
tres mujeres que tienen en común la lucha por su condición y por sus sueños.
Nella, Eliza y Caroline. Tres caracteres con mucha personalidad, al que se
añade el de una cuarta: Gaynor.
Londres es el escenario afín y
una incursión en la riba del Tamesis con los mudlarkers, un grupo variopinto
que no duda en meterse en el barro en busca de objetos antiguos y si son
valiosos mejor, es el detonante de la historia en tiempo presente.
El Secreto de la Boticaria es una novela que interesa más por lo que sugiere que por lo que muestra; y convence porque los hechos concuerdan con los pensamientos que determinan las acciones.
Toda la trama, incluidos sus giros, y
especialmente el que determina el sorprendente final, está perfectamente sustentada con nada
fuera de lugar.
Sarah Penner ha
creado unos personajes convincentes, en una trama que parecería apoyarse en
principios historicistas, que convierten en verosímil todo lo que tocan y que
tanto satisfará a quienes gusten de thrillers como a quienes prefieran domestic
noir, ya que está escrita para agradar y conseguir la complicidad que permita
empatizar rápidamente.
Al parecer es su primera
novela de género. Solo hay que desear que pronto haya más.
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