La novela Una detective en la Pequeña Farmacia Literaria
es un medicamento completamente inocuo y tremendamente efectivo contra los
geniecillos que provocan malhumor y potencian tendencias depresivas.
Una novela que abraza el entretenimiento, encuadrable en
las etiquetas de chiclit, o sea literatura para chicas y novela policiaca cozy,
o sea acogedora, amistosa y confortable donde la violencia se relega a un
rincón.
Rachele, la mejor amiga de Blu Rocchini, está encerrada en
un piso con un cadáver acuchillado y sus huellas en el mango y semejante
situación si algo incita a pensar es en su culpabilidad.
Blu va a dedicarse en cuerpo y alma a demostrar la
inocencia de su amiga. Y en paralelo a esa compleja investigación va a seguir
ejerciendo de biblioterapetuta, recomendando lecturas para mejorar el estado de
ánimo de lectoras y lectores.
Y también va a lidiar con su día a día que tiene tendencia
a embrollarse, como una madeja de lana en manos de gato, de forma hilarante y
desesperante.
Con su novio, sus amigas, con el recién llegado al barrio,
con el novio de su abuela y con las sesiones de los Jueves de las Confidencias
que, celebradas en la librería, buscan la libre expresión de los asistentes en
los temas que les preocupan en un ejercicio psicoterapéutico de sanación.
Y por si fuera poco mantiene conversaciones, interesantes,
instructivas y beneficiosas para el avance de la investigación con Miss Marple,
Sherlock Holmes o Jessica Fletcher que en una suerte de carne y hueso
incorpóreo se presentan sin llamada previa.
Relatada en una primera persona omnisciente, ya que se reconstruye, en declaración policial, un episodio pasado, y en dos momentos temporales, la trama transcurre de forma muy dinámica y el relato va manteniendo el tono de suspense hasta el mismísimo final.
En esta lectura se habla de amores felices y amores no
correspondidos, de almas en pena y otras que se elevan por encima de las
mezquindades humanas, de amistades de verdad y por conveniencia, de favores que
se hacen sin ser pedidos y sin esperar nada a cambio y de bondad, de una bondad
que rezuma por cada poro de cada página.
Elena Molini, la autora, alter ego profesional de Blu, es la propietaria de la librería La Pequeña Farmacia Literaria que existe realmente en Florencia y cuya finalidad es mejorar la calidad de vida prescribiendo lecturas.
Una detective en la Pequeña Farmacia Literaria podrá
no ser tu género preferido pero es ese dulce que tomado de vez en cuando exalta
el espíritu.