domingo, 26 de enero de 2020

El Tigre y la Duquesa de Jordi Solé

Un thriller noir que late con corazón de
novela negra.

Elsa Giralt, una cabo de los Mossos d’Esquadra de Barcelona, está intentando superar las consecuencias de un imperdonable momento de dubitativa debilidad que tuvo en su compañero la víctima indeseada e inesperada.

Superar, o mejor olvidar, es lo que también desea con el hecho reciente de que su pareja la haya abandonado por una amiga del cuerpo. Ahora el piso se le cae encima y cualquier rincón chilla recuerdos que ensordecen y amarguean como la bilis.

Y cuando, aún en su superación de ambos duelos, consigue, sacando fuerzas de la reserva, salir a la calle, después de despedirse de una botella vacía, lo hace para toparse con el cadáver de una joven muy guapa y bien vestida, sentada placidamente en un banco, acompañada de una trolley de cabina y una sonrisa en el rictus. Cada día una sorpresa.

La violencia doméstica, machista, de género, poco importa cómo se la llame, es algo que, por encima del uniforme y de su deber, siempre le saca la mujer que tiene dentro. Solidaria, cómplice, vengadora. Y tal vez el dolor de la víctima de este caso, que ella rápidamente etiqueta como de género, le ayude a mitigar el propio, ridículo en comparación. Por lo que decide entregarse en cuerpo y alma a resolverlo.

El Tigre y la Duquesa es un thriller noir que late con corazón de novela negra; una historia de amor y sacrificio; de tocar el cielo con las puntas de los dedos, siempre deseado, siempre insuficiente ya que el deseo es abrazarlo.

Una novela en la que las mujeres, verdaderas protagonistas, defienden el control de sus vidas y en la que los hombres son males necesarios y circunstancias atenuantes en caso de desliz.

Una novela noir feminista narrada con una prosa cuidada, toques culturales muy bien acomodados, diálogos propios de personas tozudas, todos los que participan, y por tanto muy ajustados a una actitud egoísta y hedonista que busca la aquiescencia de la conciencia en cada paso que se da.

Y Jordi Solé la escribe alternando dos distintos momentos temporales, uno que arranca con el sueño de una vida mejor y otro que lo hace a partir de la constatación de que la mejor manera de hacer realidad un sueño es no despertarse.

Jordi Solé
Jordi Solé no necesita demostrar su calidad, lo ha hecho sobradamente en cada una de las novelas publicadas, pero con esta lo que si demuestra es su versatilidad al afrontar un género que solo había visitado de refilón y visto el resultado se le da más que bien.

Además lo sitúa en tiempo presente (las anteriores buceaban en el pasado) y en un entorno cien por cien barriobajero o arrabalero ya sea en Barcelona o donde la investigación lleve.

Habría que recriminarle, solo por sacar punta a algo, que al cierre no dé más información sobre algunos de los hechos que, si bien se resuelven adecuadamente, no gozan del detalle que se le desearía; pura curiosidad. Pero por lo demás es un novelón.

Atención a la descriptiva imagen de la cubierta (nada de tirar de archivo: gracias editorial) y elogios, a quien los merezca, por la acertadisíma elección del título.

Son también absolutamente recomendables las novelas del mismo autor que conforman la serie del periodista, e investigador por extensión del oficio, Pol Vidal:

01. Barcelona Far West (El revolver de Buffalo Bill)



lunes, 20 de enero de 2020

El doble secreto de la familia Lessange de Sandrine Destombes

Thriller psicológico en el que las
actuaciones las gestionan
los sentimientos.

En verano de 1989 la pareja de mellizos Solène y Raphaël de diez años desaparecieron y aunque el misterio se resolvió parcialmente de forma inesperada nunca llegó a aclararse del todo; ni motivos, ni paradero. El capitán de policía Wimez de Piolenc, el tranquilo pueblo del sur de Francia donde ocurrió la tragedia y que llevó el caso se acaba de jubilar con ese manchón en su carrera y en su estado de ánimo.

Ahora, en 2018, Fabregas, quien sirviera a sus órdenes, es el nuevo capitán y el azar y alguien ominoso quiere que pase por lo mismo que pasó su antiguo jefe: una pequeña de 10 años acaba de desaparecer.

Nadie ha conseguido olvidar aquella tragedia y el actual suceso resucita temores y angustias entre quienes la vivieron y saca el polvo a un expediente que busca un cierre digno.

El doble secreto de la familia Lessange es un thriller psicológico donde no solo actúan los pensamientos sino también los sentimientos, preferentemente malsanos y en el que los actos son consecuencia directa de los deseos.

Un thriller, galardonado en Francia con el premio VSD RTL al Mejor Thriller Francés de 2018 otorgado por lectores, bien planteado en su base y mal levantado en su altura lo que hace que la estructura vaya presentando graves problemas de sustentación, importantes grietas y amenaza de derrumbe a medida que avanza la trama. Presagios que se acaban cumpliendo.

Sandrine Destombes
En la novela falla todo lo que podía fallar: unas investigaciones, la anterior y la actual, indignas de recibir ese nombre por deficientes y llenas de agujeros a más no poder; un pueblo sin alarma social, ni en la escuela, ni en el ayuntamiento; una trama sin más personajes, en papeles manidos, que los relevantes y aún; y diálogos de opereta en un relato donde brilla su estilo por pobre y monótono.

Un argumento que no explica su razón de ser y una trama que hace aguas enredada en su intento de ir saliendo de la tumba que se está cavando a sí misma.


jueves, 16 de enero de 2020

Carreteras de Otoño de Lou Berney

La carretera que une la vida con la muerte
puede ser larga o corta pero jamás aburrida.

El azar ha hecho que en este momento coincidieran esta lectura y el visionado de El irlandés y, salvando distancias, resulten muy concurrentes en bastantes aspectos. El asesinato de John Fitzgerald Kennedy, y en ambas tramas citado como Jack Kennedy, es un nexo de unión y un detonante que determina el futuro.

Del mundo, de una gran nación y también el futuro de cientos de millones de almas que conforman ese enorme país, ya que quien más quien menos tenía puestas sus esperanzas en él y el sueño americano es distinto e incierto para cada patriota. Como incierto es siempre el futuro.

El futuro de Frank Guidry no es una excepción: es incierto. Pero aun peor: puede ser definitivamente trágico. Frank Guidry es la mano derecha de la mano derecha del capo mafioso más significativo de New Orleans, esa ciudad que duerme de día y en la que el jazz suple al oxígeno, y tiene el encargo de realizar un trabajo que bien puede ser un callejón sin salida.

Y con todo, Frank Guidry, entiende que aun siendo mano derecha debe hacerlo ya que caso contrario puede perder su privilegio y pasar de ser indispensable a prescindible. Y ahí empieza una huida que es una carrera que no acabará hasta que la parca, como juez supremo, baje la bandera a cuadros que defina al ganador.

En cada ciudad un capo, en cada rincón de cada ciudad de cada estado un confidente, un chivato, alguien vendido, alguien comprado. Cada cual en su casa y la mafia en la de todos. Dios bendiga a América.

Carreteras de Otoño es una novela road crime donde la longitud del trayecto que media entre la vida y la muerte solo depende de lo despiertos que estén los sentidos, de mantener la cabeza fría y de aprovechar, como jugador de ventaja, las cartas que te proporcione el azar. Y no titubear nunca; y cloroformizar los sentimientos ante cualquier atisbo de querer asomar las orejas para no ser tibio y cometer el más mínimo error.

Pero toda huida supone implícitamente la contradicción de buscarse a sí mismo y toda persecución conlleva encontrarse a uno mismo. Y es así por una curiosa interpretación de la ley de vasos comunicantes que se ríe del libre albedrio.

Y es así como quien persigue y quien es perseguido, cazador y presa se mimetizan y las razones de uno y otro pueden llegar a confundirse y ser ambas válidas y ambas erróneas. Toda una lección de vida. Y muerte.

Lou Berney
Lou Berney ha escrito una novela negra que viaja por carreteras desiertas y polvorientas y se detiene en moteles anónimos; una novela en la que a las pocas páginas ya se supone su recorrido y su final, pero aún y así se lee con pasión porque hay veces en las que no importa el destino sino el viaje.

Habiendo visto El irlandés hace poco, no se puede dejar de pensar que habría hecho Scorsese si hubiera tenido que elegir entre adaptar el libreto o esta novela. Probablemente no hubiera dudado. Ambas. Ustedes tampoco deberían dudar.

domingo, 12 de enero de 2020

La luz azul de Yokohama de Nicolás Obregón

Una novela negra que, como la novela
negra japonesa, destila violencia y
poesía a partes iguales.

Cada cual elige libremente celebrar o no fiestas señaladas y el modo en cómo hacerlo.

Cada cual decide si quiere celebrar San Valentín y mientras la mayoría opta por acciones románticas, no en vano se asocia comercialmente con el día de los enamorados, alguien ha decidido hacerlo con una acción violentamente criminal.

Los cuatro cuerpos, padre, madre, hijo, hija de una misma familia han sido hallados muertos ¡menuda celebración!

Kosuke Iwata atormentado por el peso de este múltiple asesinato y ofuscado principalmente por el hecho de que uno de los cadáveres sea el de una niña pequeña, hace del caso cruzada.

Y le confía al resultado de la investigación su propia redención. Kosuke es un inspector de policía desesperanzado por traumas del pasado. Nada nuevo bajo el sol. Pero en este caso puntuales flash-back vienen a explicar decisiones y acciones que ayudan a entender un presente que de otro modo quedaría incierto y descoyuntado.

Nada peor para un asesino que le persiga un investigador asediado por un pasado que hace que a su presente no le importe el futuro. Y si bien la ventaja inicial es grande, Kosuke la acorta a pasos agigantados gracias a un proceso muy racional de investigación y deducción.

En oriente el tiempo transcurre a la misma velocidad que en occidente pero parece tener otro ritmo y así su novela negra, la original, lo acompasa a esa particular forma de hacer y de comportarse que tiene su cultura lo que da como resultado que su noir sea tan violento como poético.

Ante todo y sin otra intención que de aclarar conceptos, no es lo mismo una novela negra japonesa que una novela negra ambientada en Japón. Y estamos ante una novela negra ambientada en Japón, lo que no es desmerecedor pero si definitorio.

Nicolás Obregón
Nicolás Obregón apunta un conocimiento de una sociedad, una cultura, unas gentes, un machismo y una geografía de Japón por encima de la media de cualquier gaijin y dota a la trama de ese punto de melancolía pausada y de ese momento contemplativo tan habitual en la novela negra japonesa que le otorga rango de par.

Mueve sus personajes de forma comedidamente educada, según las costumbres locales, y otorga vivacidad a las acciones sin recurrir a efectos luminotécnicos, le basta con describir los rincones, casas y calles de la ciudad donde transcurren; escenario perfecto y adecuado para el contenido argumental que desarrolla con gran nivel de verosimilitud y que concluye, satisfactoriamente, del mismo modo.

La luz azul de Yokohama es una novela negra a la que se aprecian mejor los matices una vez leída. Una vez reposada. Y Kosuke es un personaje al que se le echa en falta al despedirse.

martes, 7 de enero de 2020

Maximilien Heller de Henry Cauvain

Una de las semillas más fructiferas
de la novela policiaca y de sus
correspondientes sub-géneros  y
en especial la novela negra.
La lectura más adecuada en estas fechas, en las que se conmemora el nacimiento de Sherlock Holmes el 6 de enero de 1854 es Maximilien Heller.

La razón es que se dice que Maximilien Heller es en quien se inspiró Arthur Conan Doyle para la creación del personaje, quizás, más famoso del mundo literario: Sherlock Holmes.

Hay analogías, tanto en su aspecto físico: alto, delgado, enfermizo; en su carácter: misántropo, filósofo, diletante (química, ciencia forense), observador, analista; en su forma de vida: solitario, austero, desapegado de bienes mundanos; en sus vicios: escribir, amontonar información e inclinación al opio; habilidades: facilidad de disfrazarse, dominio de las normas sociales, atlético; en sus relaciones: se nos presenta con un doctor que será su amigo, compañero y transcriptor del caso y haciendo amistad colaborativa con un chiquillo digno de ser un irregular.

Existe también el hecho de que Maximilien sea una suerte de detective aficionado y del que tenemos constancia en 1871, dieciséis años antes, 1887, que Sherlock.

Tanto parecido no puede ser casualidad pero nada más lejos de la intención de esta reseña que dictar sentencia al respecto, especialistas y estudiosos hay, pero era inevitable mencionar esos datos y explicar así la curiosidad suscitada para su lectura.

Lectura, que más allá de consideraciones ajenas a su argumento, resulta de lo más agradable y aconsejable por el despliegue lineal de su trama, engarzada de hechos lógicos y consecuentes, algo que aun pareciendo una perogrullada conviene resaltar habida cuenta de que hoy en día es un aspecto que suele soslayarse.

También reclama su lectura por su vivida descripción de personajes y ambientes y por su desarrollo bien planteado y mejor ejecutado narrado a dos voces, oral por parte del doctor y epistolar por parte de Maximilien que nutre de dinamismo el relato.

El banquero Bréhat-Lenoir ha sido asesinado, probablemente envenenado con arsénico, y su joven criado Louis Guérin, ignorante y pueblerino, es acusado por el comisario Bienassis de ser el culpable.

Maximilien Heller, por una curiosa circunstancia de vecindad, no con el muerto sino con su presunto verdugo, resulta implicado en este caso y por su conocimiento de la naturaleza humana establece, para sí y sin duda alguna, la inocencia del acusado y la férrea voluntad de demostrarlo atrapando al verdadero culpable en un periplo que lo llevará hasta la Bretaña.

Henry Cauvain
Henry Cauvain nos lega una novela que va más allá del folletín, que por fecha le correspondería, y asienta las bases anteriormente esbozadas que determinan el calificativo de policiaca a una novela de misterio. Su redacción es ágil y fluida, nada recargada y menos afectada, como podría requerirlo un personaje que para nada busca compasión y si estímulos intelectuales para alimentar su mente.

En la novela no es tan importante descubrir la identidad del asesino, más que evidente, sino la planificación, el método, el motivo y la intención del crimen, con lo que se consigue una novela policiaca que baila pegada con el procedimiento psicológico, incipiente, eso sí, pero existente.

No tiene argumento complejo ni giros imprevistos: a finales del siglo XIX estaba casi todo esto por inventar. Maximilien Heller fue una fructífera semilla del género policiaco y de su evolución en sub-géneros.

Léanla, pues, con esa perspectiva pero también con detenimiento y sumérjanse en ese ambiente, en esa época y déjense seducir por ese personaje que, lamentablemente, no tiene segunda novela ni continuación. Si acaso tendría reencarnación. En Sherlock.

Aunque, si así fue, en el viaje, esa alma, hubiera cambiado amabilidad y sensibilidad por autodestrucción y narcisismo.