Fargo, el magistral film de los hermanos Coen va a convertirse en el 2014 en una serie de televisión, diecisiete años después de
su estreno en el cine en 1996.
Esta adaptación para el canal FX sería con rodaje en Canadá
y se anuncia como muy fiel a la película. La pregunta surge casi sin
pensárselo: ¿era necesario?
Entre lo bueno que tiene el film, que es todo, incluso la presentación
de los títulos de crédito, está precisamente su duración: solo 97 minutos. En
estos tiempos en que parece querer justificarse el pvp con cantidad (novelas
cada vez más abultadas de páginas que no de contenido, películas de más de dos
horas con escenas insustanciales alargadas innecesariamente y con la versión
del director en su salida en DVD) ¿se puede evolucionar de un film conciso,
medido con precisión, hacia una serie de 600 minutos, 10 episodios de 60 minutos,
con garantía de calidad?
Conocida es la situación de crisis de las grandes
productoras y de como alargan sus éxitos convirtiéndolos en trilogías o
canibalizando series de tv o vicerversa, pero estirar Fargo como si fuera una
goma elástica puede conllevar el riesgo de que se rompa o se deforme.
Creatividad, reto, experimentación con el medio... al parecer incluso en
justificaciones ahorran costes.
Claro que también piensan incorporar nuevos personajes y
nuevas tramas y subtramas; pero para ello mejor un nuevo guión original y dejar
a Fargo que envejezca a su ritmo, ¿no?
Fargo es el título del film que transcurre en Minessota y
Dakota del Norte, con un rtimo de acción muy trepidante conseguido
admirablemente sin el recurso fácil que supone dar un acelerón por aquí y otro
por allá. Su guión es una versión muy libre de unos hechos reales de finales de
1986 que se inician con la desaparición de una hogareña esposa, Helle Crafts, y
acaban... muy mal.
Fargo es una película blanca por fuera, manto de nieve y
dulce comportamiento familiar de Marge, la embarazadísima policía que lleva a
cabo la investigación criminal; y negra, negrísima por dentro: con secuestro, brutales
asesinatos e inmisericorde descuartizamiento, todo sin despeinarse.
Todo empieza con las dificultades ecónomicas del gerente de
un concesionario de venta de coches usados, Jerry Lundergaard, casado con Jean,
y padre de un hijo, Scotty, que decide contratar a un par de ex-convictos,
supuestos profesionales, para que secuestren a su mujer y con el dinero del
rescate pagarles el trabajo y con lo que sobre poder empezar un negocio propio:
la creación de un gran aparcamiento, que se augura próspero e independiente de
la tutela de su milonario suegro y jefe actual.
Para su desgracia nada va a salir como estaba previsto y se
cumple el axioma pesimista de que si algo empieza mal acaba peor. La torpeza de
los delincuentes, que de profesionales no tienen nada: el uno, Gaear, psicópata
descerebrado de métodos expeditivos y gatillo fácil y el otro, Carl, teórico
cerebro del duo, manojo de nervios e incapaz de controlar los impulsos de su
compañero, provoca que la situación degenere en caos.
Empiezan las muertes y los asesinos confían en que estas no
se relacionen con el secuestro pero no cuentan con la intuición de Marge y su
peculiar forma de llevar una investigación.
Marge |
Marge es la xheriff local, una chica de pueblo, con estudios
de nivel medio, sensata, honesta, educada e inteligente que no tiene cursillos
de Quantico en su currículum pero si grandes dosis de sentido común, practicidad
y fijación por los detalles. Con una envidiable capacidad, aún en su estado de
más de 8 meses de embarazo, con sus inherentes dolores de espalda, pesadez de
piernas, hambre caprichosa y nauseas matutinas, para hacerse cargo de su casa,
de su marido y desempeñar su cargo de policía a la perfección.
Cuando Marge se dirige a alguien, ya sea en la conversación
que sea, lo hace con cariño y un tono musical que la hace ser la madre que se
anuncia; es como si tuviera interiorizada una maestra dirigiendose a niños de
poca edad. Lo que acentúa el contraste con su inevitable visión de cadáveres y
persecución de violentos, y le da al film el mismo contrapunto que conforma la mezcla
de nieve y sangre.
La nieve de Fargo produce el estado de ánimo de paz y sogiego
necesarios para estimular el
contraste con la sangre y la violencia. El blanco
de la nieve con el rojo de la sangre y con el negro de la violencia. El blanco
de la nieve sugiere silencio y cautiva la mirada.
La película mantiene con elegancia el difícil equilibrio
entre guión de sangrienta y dura novela negra con el de comedia de humor negro
con irrupciones gore sin que el conjunto desmerezca ni se resienta.
La nieve de Fargo inspiró a este blog su nieve perpetua que cae lenta y silenciosamente desde la cabecera en pequeños copos mecidos por una imperceptible brisa
Marge consigue que su sola presencia genere simpatía y
sonrisa aún cuando no se ha relajado la piel de gallina de la violenta escena
anterior. Suaviza el tono negro del film sin rebajar para nada el nivel de
tensión. Algo muy difícil de conseguir.
Rodada de forma fresca y descarada, en un estilo que combina
el documental con el cine de autor (los ángulos de los planos son originales y
para nada habituales) mantiene una línea de suspense creciente, sin que el film
se acelere en ningún momento, que junto con la magnifica interpretación de
todos sus protagonistas la han convertido en una cinta de culto. Y merece la
reputación.
Inolvidable una vez vista.
Coen Bros. |
La ficha técnica de la película se la reparten Ethan y Joel
Coen en el guión y dirección; y en los papeles protagonistas están Frances
MacDormand (Marge Gunderson), Peter Stormare (Gaear Grimsrud), Steve Buscemi
(Carl Showalter), Kristin Rudrud (Jean Lundergaard) y William H. Macy (Jerry
Lundergaard); a destacar, por curioso, el cameo de José Feliciano.