Más rápido que la vista es un axioma del lenguaje empleado en el mundo de la
magia y sirve también para dar título a una novela que combina hábilmente el
ilusionismo y el género de intriga.
El ilusionismo porque su protagonista Ben Kruger, conocido en los
escenarios como Mc Syme, se gana la vida con sus habilidades en ese arte
actuando allí donde le contraten.
Sus alardes con todo tipo de trucos
encandilan a los profanos por su aparente imposibilidad.
Y con él, convive y
comparte una vida nómada su hermana Ingrid Kruger, que por presentar un
comportamiento sometido a alteraciones nerviosas, tiene gran dependencia de su
hermano y éste una gran responsabilidad para con ella.
Y combina con el género de intriga porqué precisamente esa actitud
enfermiza de Ingrid va a propiciar una situación inesperada y altamente
compleja para cuya resolución Ben Kruger, el gran Mc Syme, deberá emplear todas
sus habilidades mostradas a media luz, también fuera del escenario.
Mc Syme es un mago que no utiliza las palabras en sus actuaciones, su
interpretación cuenta con las manos y se resuelve con gestos y expresiones
faciales de mimo, lo que le faculta para actuar en cualquier país y continente,
pues no tiene el idioma como obstáculo.
Sus juegos de manos son meras danzas aéreas de hábiles dedos. Su arte
merecería lucirse en grandes escenarios con resonancia mediatica y con público
acorde y en cambio malvive representado sus números en tugurios de mala muerte.
Debería brillar bajo luminosas luces y ha de conformarse con dejarse entrever
entre el humo de cigarros y cigarrillos y la palidez de luces mortecinas.
Y a lo largo de la trama se irán viendo las razones de dicha penuria y se
daran a conocer explicaciones de este proceder. Una vida arrastrada bajo peso, sin
otra esperanza de que el mañana pueda ser mejor que el presente.
Más rápido que la vista es un thriller ligero de lectura rápida, perfecta
para entretener y que solo desmerece un poco en su final que hubiera podido ser
más estimulante.
Claude Cueni, escritor suizo de largo recorrido, en diversos
géneros, pero poco renombrado compone en este thriller el paralelismo de
mostrar una situación en la vida real análoga a la que puedan interpretar los ilusionistas
en los escenarios.
Lo que vemos puede ser verdad o simplemente una ilusión. La diferencia o no,
solo puede estar en el desenlace: en el teatro todo es ficción bajo control, en
la calle todo es real sujeto a la ordenación del caos.
Esta reseña se publica simultaneamente en los blogs Interrobang y Magicatessen,
en virtud de una colaboración cross over por su ambivalencia temática entre lo
policial y la magia de escenario. Disfruten de la lectura, disfruten del
espectáculo.