Sylvia es una novela negra poética como poetisa frágil y sensible es la propia
Sylvia con quien se empatiza gradualmente a medida que se conoce su pasado y se
le entienden sus acciones.
La novela negra que
cuesta más escribir es aquella que siendo negra de contenido, no lo parece por presentar una estructura alejada del mainstream.
La novela negra americana nutre sus argumentos de la desesperación y de la lucha por
sobrevivir en una América que encadena momentos en los que o bien vive una guerra o una post guerra.
Una América repleta de
corrupción, nepotismo, racismo, miseria y hambruna. Una América que incluso
hoy, adalid de los que se han hecho a sí mismos, sigue manteniendo lugares
donde parece no haber transcurrido el tiempo y mantiene las mismas
inseguridades y carencias que se reflejan en las tramas que generaron la mayor
cantidad de novela de negra de calidad que aún hoy se puede leer.
No hay que ser
investigador privado para saber cómo vivía entonces un investigador privado. Un
husmeador. Un piojo. Alguien que sobrevivía alimentándose de los miedos de los
que tienen algo que ocultar: infidelidades, trampas, estafas, desapariciones.
Aspectos menores hasta casi para ser considerados delitos e impropios para una
policía mermada de recursos y de ganas de trabajar.
¿Cómo llega un licenciado
en Historia Antigua, que ambiciona ser profesor, a dedicarse a la investigación
de lacras y sarpullidos de la sociedad? Por necesidad sin duda alguna y también
por casualidad.
Alan Macklin, el
detective privado de esta novela, recibe el encargo de averiguar el pasado de
Sylvia West. Su millonario prometido quiere tener la certeza de que no haya
nada turbio que empañe su futuro y que su amor es sincero y no deslumbrado por
el dinero. A Alan Macklin no le gusta el trabajo pero si lo que va a ganar con él y si además tiene cuenta de gastos holgada con lo que regalarse algún que otro capricho como buenos hoteles y buenas comidas aún mejor.
Alan Macklin es un hombre
culto, aficionado a la lectura, sin vicios evidentes, sin pasados tortuosos y
que no busca la redención; todo un rara
avis en los detectives de la época de ahí que también lo sean sus métodos.
Reconstruir la vida de Sylvia,
una mujer desde su niñez a la actualidad a partir de indicios, sin
interpelaciones directas, es como generar un gran flash back y eso es ni más ni menos lo que le toca hacer en la
América de los cincuenta.
Howard Fast ofrece un argumento cuya trama impulsa constantemente a la reflexión a
cada nueva pista que aparece. La narrativa explora de forma
delicada los sentimientos y el ritmo es calmado pero consigue transmitir la
intensidad de las vivencias que experimenta tanto el detective Alan MacKlin
como las que vivió en su momento Sylvia.
El autor consigue
mantener el suspense hasta el mismo final cuando el detective tiene que
concluir su informe y no sabemos que escribirá.
Novela negra de contenido
sociológico que se entretiene en destacar las particularidades humanas de los
distintos protagonistas que abarcan distintas tipologías y oficios y que son
habitantes de distintos estados a partir del crecimiento como mujer y como
persona de Sylvia. Una road movie que
yendo hacia delante avanza hacia el pasado.
Es de esas novelas de
lectura satisfactoria. Un clásico entre los clásicos. Todo un ejemplo de novela
negra sin necesidad de recurrir a ningún delito espeluznante. Todo un ejemplo
de historia de amor sin necesidad de ser empalagoso.
Y todo un mérito y un
ejemplo para muchos de los escritores actuales que llevan hasta el esperpento
sus argumentos buscando originalidad y por ese motivo no dejan de parecerse
unos a otros.