miércoles, 1 de junio de 2016

Las flores no sangran de Alexis Ravelo

Novela negra en 3D
Inicialmente no iba a reseñar esta lectura: ya no me quedan adjetivos para calificar la obra negra de Alexis Ravelo pero no sería justo ni para él ni para el género ni para los lectores ya que novelas excelentes como esta hay pocas y conviene destacarlo.

Las flores no sangran es una oda filosófica a pesar de no tener estructura lírica. Es una novela negra que trasciende esta etiqueta maniqueísta y actualmente más comercial que indicativa, para convertirse en un panegírico del género.

Es una novela de lectura prescrita por once de los diez doctores en novela negra entrevistados, para tener una visión de cómo el género sabe y debe evolucionar. Alexis Ravelo parece estar tocado por los dioses o los alisios, si fuera catalán lo estaría, sin duda alguna, por la tramontana.

En mi reseña anterior sobre La estrategia del pequinés resaltaba el carácter hiperrealista de las obras de este autor por la percepción de parecer más veraces que la propia realidad aun sabiendo que son ficción.

Pero me veo en la obligación de subir un nivel Defcon con este autor y establecer un paralelismo con lo que significó para la animación el evolucionar de un diseño 2D a 3D. Recuerden las series animadas de televisión de Disney y sus películas primerizas y piensen ahora en cualquiera de las que se apoyan en el diseño asistido por ordenador y que emplea tres dimensiones como la película Avatar o Star Wars o El Señor de los Anillos o Juego de Tronos por citar algunos claros ejemplos.

El mismo efecto evolutivo suponen las obras de Alexis Ravelo y en especial Las flores no sangran que es una novela negra 3D. No solo su argumento o sus personajes sino su forma de escribir y de describir y contar la historia que consiguen envolver al lector en un efecto tridimensional. Alexis Ravelo lo hace tan fácil que parece al alcance de cualquiera y así hay tantos escritores estrellados.

Con esta novela no hay lector pasivo, hay lector participativo como lo han sido todos aquellos que han asistido a cualquier obra de teatro de La fura del Baus. ¡Pobrecitos se pensaban que iban a ser espectadores!

Gran Canaria, donde transcurre la acción
El argumento de Las flores no sangran es el de unos granujas de medio pelo Lola, el Marqués, el Salvaje y el Flipao, como esos que empleó Woddy Allen para una de sus películas, que se ven jugando un partido de profesionales siendo un equipo amateur, pasando de dar timos y robos de poca monta a dar un palo gordo como es un secuestro. Y los rivales en esa liga, como el empresario Isidro Padrón, no son primos fáciles de tangar sino enemigos más peligrosos que nadar con un tiburón en una piscina.

La obra tiene comedia, tragedia y absurdo y en cada momento mantiene su tono, su ritmo y su tremendo interés.

No se me ocurre nada más que pueda convencerles de su obligada e imprescindible lectura.

Y si aún no conocen su saga con Eladio Monroy ya están tardando.


domingo, 29 de mayo de 2016

Adam Clarks de Régis Hautière y Antonio Lapone

Un cómic cartoon de mucho nivel
Régis Hautière aprovecha una coyuntura inexistente en época actual, ya que sigue presente el telón de acero y mantiene la guerra fría entre Estados Unidos y Rusia, para escribir Adam Clarks: un guión inteligente y trepidante de robos y espionaje que haría las delicias de cualquiera de las series televisivas que triunfaron en aquella época como Misión Imposible o Los Vengadores por mencionar tal vez las más conocidas y con las que tiene elementos en común.

Y para ello crea un personaje, Adam Clarks, un cronista de sociedad que usa seudónimo para ocultar su identidad del mismo modo que cuando ejerce de ladrón de guante blanco usa máscara para impedir ser reconocido. Y le hace compartir protagonismo con el rubí De Long Star, con la bella Irina, el programa de carrera espacial y los Servicios Secretos del KGB y de la CIA de las dos súper potencias mundiales.

Adam Clarks con su gusto por el vestir, su percha, aspecto de conquistador, osado y habilidoso ladrón y  perfil de espía tiene un poco de cada uno de los iconos que han cultivado el género, así recuerda, entre otros, a Gary Grant (en cualquier película de Hitchcock) y a Sean Connery (encarnando a Bond, James Bond) y a Tom Cruise (como Ethan Hunt en Misión Imposible) y cae bien desde el primer momento. Entiende la supervivencia como religión y como fiel devoto se ciñe a sus mandamientos sin protestar.

Adam Clarks un ladrón no tiene porque ser
un delincuente
El argumento es presentado por un narrador presencial que sustituye a la voz en off tradicional, con lo que aporta más credibilidad a la historia, en un recurso que sin ser novedoso es cuanto menos casi original por lo poco que ha sido utilizado. El personaje va relatando la trama colándose con apariciones puntuales por las viñetas.

La parte gráfica, por lo que se refiere al dibujo y a la composición evoluciona el Estilo Átomo que, surgido a raíz de la iconografía de la Exposición Universal de Bruselas de 1958, con el Atomium en cabeza, combina diseños de los años 60 con otros más vanguardistas dando lugar a una estética retrofuturista que tan bien casa con el género noir y sobre todo con el glamour atribuido al mundo del espionaje.

Antonio Lapone demuestra un gran conocimiento de la técnica y la emplea para construir unas páginas muy dinámicas con estructura de viñetas estilizada y dibujos de trazo de elegancia minimalista y mucha presencia geométrica, evolucionando brillantemente el estilo que tan bien sirvió para identificar en su momento a Yves Chaland y Serge Clerc entre otros.

El uso del color sorprende desde el primer momento por convertirse claramente en el tercer elemento narrativo por mérito propio, después del guión y del dibujo. Al sobrepasar las viñetas y extenderse por toda la página evita el salto de una viñeta a otra ofreciendo una lectura en continuidad, poniendo la luz en el lugar adecuado en cada momento.

Dibukks mantiene su alto nivel de calidad editando este cómic en cartóne, en un generoso tamaño XL de 24,5 x 32,5 cm y en un más que adecuado acabado en mate. Un cómic para admirar y releer una y otra y otra vez. Una pieza de colección.

New Frontier, jazz-rock  para minorías
La BSO, la señala el propio cómic y es inherente a la esencia del argumento y a su estética general, la conforma la pieza New Frontier. Escúchenlo y disfrútenlo en su video original y vean el guiño a la similitud de los rojos tejados con De Long Star y las referencias a la amenaza nuclear que supuso la guerra fría.

New Frontier del álbum The Nightfly (1982) de Donald Fagen

domingo, 22 de mayo de 2016

Candy City de Alberto López Aroca

Esperando ver pasar el cadáver
de tu enemigo
Candy City es una pequeña ciudad cercana a New York que a principios de 1900 proyecta su crecimiento a partir de una fábrica de caramelos, la Jimmy’s Factory que distribuye su dulce mercancía por diversos estados. Cada noche salen camiones bien cargados, aunque no siempre sea de caramelos, que proporcionan lucrativos beneficios al propietario James McCulloch.

En esa época el auge tiene más de turbio que de limpio. Difícil separar dinero y posición relevante de poder, de corrupción, de violencia, de vileza… fácil en cambio separar gente de bien y miembros de bandas de gángsters.

Jonathan Thompson viene de familia de bien (abuelo juez y padre policía, ambos honestos y respetuosos con la ley) pero acaba trabajando como persona de confianza de James McCulloch, el hombre más poderoso de Candy City y un mafioso sin escrúpulos, que no duda en encargarle los trabajos más delicados que son resueltos diligentemente y a plena satisfacción.

En la novela vamos a ir conociendo los cambios que sufre la ciudad mientras acompañamos a Jonathan que va creciendo en edad y en importancia dentro de la organización mafiosa para la que trabaja junto a su amigo Louie Katzenberg.

La novela es todo un retrato social de la historia criminal de finales del siglo XIX y principios del XX que, con ligeras variantes etnológicas, se manifestó en todos los pueblos y ciudades de los Estados Unidos.

Érase una vez América, tierra de las oportunidades para gente sin escrúpulos, contada por uno de sus directos y principales protagonistas desde el banco de los acusados.

Y lo cuenta tal como lo siente y tal como lo vive y por eso puede parecer crudo pero solo es conciso y puede parecer despiadado pero solo es insensibilidad: servir al patrón supone no cuestionar las ordenes y tomar decisiones significa asumir sus consecuencias.

Sería fácil y tentador comparar autor y obra con, por ejemplo, Jim Thompson o Dashiell Hammet y con 1.280 almas o Cosecha roja, por citar autores y obras sobradamente conocidas por los seguidores del género y de quien Alberto López Aroca, el autor de esta breve pero intensa novela negra que es Candy City, se reconoce deudor.

Pero flaco favor le haríamos porque estaríamos asumiendo que este autor es uno más de muchos cuando lo que sucede es que simplemente la historia ha hecho que naciera y escribiera después que ellos.

Cierto es que Alberto reconoce que con la novela ofrece un homenaje al género y a los autores mencionados, pero su recreación es de tal calidad que merece ser tratada sin comparaciones. Léan y disfruten novela negra americana auténtica escrita desde aquí.

Ilustración página 13
La edición de la novela contiene precisas ilustraciones de Sergio Bleda, dibujante muy conocido en Francia y prácticamente desconocido al sur de los Pirineos y el resultado complementa perfectamente al texto y le da un acabado pulp con todas las de la ley.

Ley que en Candy City no la dictamina la placa ni la toga sino las balas, el cuchillo y las tijeras de podar.

A Alberto López Aroca ya lo conocíamos por su facilidad por recrear la novela policiaca del universo de Sherlock Holmes. Recuerden las reseñas en este mismo blog de Estudio en esmeralda y Los zombis de Crawford pinchando sobre el título.

Visiten su web desde donde vende sus obras directamente.






martes, 10 de mayo de 2016

Cómo defender a un asesino Temporada 1

Serie TV dramatico policial
jurídica
En el mundo de las series televisivas de temática criminal están las que la tratan el delito desde el enfoque policial, las que lo hacen desde el punto de vista del detective privado y las que lo tratan desde el aspecto judicial.

Lejos quedan antecedentes como La ley de los Ángeles pero de esas fuentes han bebido las series que resuelven sus casos en un tribunal y una de ellas es Cómo defender a un asesino, un psicodrama de corte legalista con visos de culebrón.

La serie es de Shonda Rhimes que muchos recordaran por su otra serie de éxito Anatomia de Grey y sigue un patrón similar: mucho enredo, mucho sexo, y mucho, mucho engaño.

Annalise Keating (interpretada por la actriz Viola Davis) es una brillante, carismática, dura y en apariencia despiadada abogada defensora que cuenta con Bonnie Winterbottom (Liza Well) y Frank Delfino (Charlie Weber) en su bufete de letrados, que le profesan una devoción y entrega absoluta.

Su equipo se incrementa incorporando alumnos de 1º de Derecho de la facultad, como becarios sin remuneración, donde también imparte clases en la asignatura que precisamente da nombre a la serie: Cómo defender a un asesino.

Su vivienda, donde convive con su marido Sam Keating, es a la vez despacho profesional donde atender a los clientes y sala de reuniones donde se concentra todo el equipo para los debates, labores de investigación, preparación de los casos e interrogatorios coloquiales.

Con esa ubicación geográfica la serie prescinde prácticamente de exteriores y gran parte de la acción transcurre entre la casa-despacho de Annalise, el aula de la Facultad y la Sala del Tribunal donde se dilucidan las causas penales consiguiendo imprimir un ritmo trepidante, sin dar tregua al espectador.

La serie se estructura a partir de una trama lineal basada en la desaparición de una joven estudiante universitaria residente en el campus y presenta además un caso de defensa criminal auto conclusivo en cada episodio.

Los casos son un muestrario de delitos en los que, para la defensa, nada importa la culpabilidad o no del acusado y solo interesa que no esconda información que pueda servir al fiscal para pillarla en un renuncio.

En los juicios no gana la verdad ni la razón, ganan los argumentos más convincentes. Ganan los letrados más habilidosos, los golpes de efecto, la siembra de cizaña y la lluvia de dudas. Ser inocente o culpable resulta tan irrelevante como ser rubio o moreno ya que un buen abogado con un buen tinte en las manos puede cambiarlo en unos instantes. Triste y descorazonadora moraleja que implica una denuncia clara sobre la hipocresía que gobierna el sistema judicial y sobre la aplicación de la ley.

Protagonistas recurrentes
Los estudiantes protagonistas, dos chicas: Laurel Castillo (interpretada por Karla Souza) y Michaela Pratt (Aja Naomi King) y tres chicos Wes Gibbins (interpretado por Alfred Enoch), Connor Walsh (Jack Falahee) y Asher Millstone (Matt McGorry), tienen personalidades relevantes, marcadamente caricaturescas  y antagónicas y a pesar de sus diferencias sociales y su forma de pensar consiguen conformar un equipo cohesionado que desborda todo tipo de emociones a la primera de cambio.

A lo largo de la temporada se constata una clara evolución de esos jóvenes, van ganando madurez y al final ya no queda ningún resto de la bisoñez inicial.

Todos han cambiado y las relaciones personales entre ellos y con terceros y con el entorno, el sentido que le dan a la vida y el que le otorgan al ejercicio del derecho penal ya no se ven de la misma forma. Enfrentarse a traumas en primera persona y a delitos reales y convivir con ellos no tiene nada que ver con el estudio teórico desde la confortable seguridad del aula y su impacto es visible en su físico, más endurecido, y en su carácter, ahora más decidido.

La serie suministra la información de la trama principal con los hechos ya consumados y los presenta en modo flashback con información incremental y giros cogidos por los pelos para desconcertar y hundir cualquier hipótesis que el espectador hubiera podido elaborar. Además cierra cada capítulo con una imagen sorprendente que persigue la fidelidad de la audiencia, ansiosa por conocer el desenlace.

En las situaciones de mayor tensión el encuadre del plano se vuelve oblicuo para desasosiego del espectador con lo que se busca que este experimente la misma sensación que está viviendo el protagonista.

Por su estructura y su ritmo, aunque con acciones y soluciones tramposas para el espectador, consigue resultar adictiva y la variedad de casos tratados y los distintos registros de sus protagonistas la distinguen de otras series más protocolarias. En esta el delito no solo lo comete el delincuente sino también los que lo defienden e incluso los que lo acusan, aunque en el juzgado ocupe cada cual su lugar.

Seguramente Cómo salir impune de un asesinato, traducción más ajustada al original inglés de How to get away with murder, se acercaría más a la realidad de la serie ya que no solo los acusados que llegan a juicio salen bien librados.

La segunda temporada ya emitiéndose  y la tercera en rodaje.

viernes, 6 de mayo de 2016

Angola de Fabien Nury y Brüno

Angola es el centro penitenciario del Estado de Louisiana del que nadie sale vivo. Angola no pretende la reinserción de quienes delinquieron; pretende su explotación como mano de obra gratis hasta su aniquilación. Angola es donde ha ido a parar Tyler Cross después de ser vendido en el último robo en el que trabajó. Angola es donde debería cumplir veinte años de condena pero el clan siciliano se ha empeñado en que no sean tantos y pretenden matarlo muchísimo antes.

Angola es La Granja porque los presos son el pienso que sirve para engordar a los magnates corruptos que intervienen en la gestión económica de este centro penitenciario.

Y en Angola transcurre esta segunda entrega del heterodoxo Tyler Cross. En un relato crudo con un tempo milimétricamente medido para ir subiendo el clímax y conseguir un desenlace especialmente intenso.

El guión, encarcelado por estar en una prisión, maniobra como puede en el poco espacio que dispone y la inventiva desarrollada para que sintamos esa sensación de claustrofobia al aire libre es demoledora.

El dramatismo de cada viñeta hace palpable el sufrimiento y la desesperación que conviven con cada preso desde la mañana hasta cuando duermen. Sometidos a una dura disciplina y a un trato vejatorio. Sentimientos a los que Tyler Cross parece inmune mientras su mente ejecuta cada movimiento, todo calculado en su estrategia para conseguir lo que se ha propuesto desde que lo atraparan: escapar y vengarse.

Fabien Nury en su línea de poner solo el texto justo ofrece un guión medido y ya se sabe que sus diálogos, de frases cortas y directas, los carga el diablo.

Brüno demuestra su virtuosismo dibujando con esa admirable aparente sencillez de líneas y con la que consigue lanzar contundentes mensajes.

Y Laurence Croix maneja el color con gran habilidad para reforzar no solo los espacios físicos: interiores, zonas de trabajo o paisajes del bayou sino para mostrar que es lo que se siente estando en cada una de esas zonas. Dib-buks no se queda atrás y lo empaqueta todo en una edición con su habitual mimo y gran calidad.

La labor de documentación de los autores (como ya se viera en el primer número: súper exhaustiva) permite no solo dotar al guión y dibujos de referentes que contextualizan perfectamente la historia sino que además son vehículo para canalizar homenajes y guiños que engrandecen la obra presente y a las que hacen referencia.

Esta vez han buceado en películas carcelarias, me vienen a la cabeza escenas sobre todo de Papillon con Steve McQueen, Fuga de Alcatraz con Clint Eastwood y La Leyenda del Indomable con Paul Newman, todas protagonizadas por hombres duros de rostros hieráticos, viviendo situaciones extremas y con un solo objetivo: escapar.

Cubierta original de Angola y cartel del film Hud! 
Y a propósito de Paul Newman otro guiño, uno más de tantos que pueblan las páginas de los cómics de Tyler Cross. La cubierta editada por Dargaud homenajea a la del cartel del film del western Hud!: el más salvaje entre mil. Suponemos que la elección tiene algo que ver con que la temática de Angola y Hud sea de fuerte componente dramático, transcurra en ambiente rural y sus protagonistas sean perdedores.

Tampoco hay que olvidar en el apartado de las referencias a Parker peliculizado y comicanizado a partir de las novelas de Richard Stark (aka Donald Westlake) que sabe mucho de traiciones y de prisiones.

Sin duda alguna Tyler Cross con quien se empatiza inmediatamente pese a su condición de outsider, o precisamente por ella, es ya y con solo dos números publicados un icono y un referente del cómic actual y de la serie negra en especial. Nadie que guste de esa oferta puede dejar de leerlo.

La edición cuenta con un bonus: los dibujos del primer final pensado y que luego fue descartado por el publicado. ¿Cuál prefieren?

Si la primera entrega Río Bravo era muy, muy buena (lean aquí la reseña) esta segunda es mejor.