El culpable es, en realidad, la víctima. |
Desde la costa norte de Marruecos se ve la costa andaluza
y durante la noche las trémulas luces que se aprecian, a ojos de muchos
marroquíes, son estrellas que guían el camino.
España puerta de entrada a Europa, a la modernidad, a la
democracia, a un trabajo digno y justamente remunerado, al consumo, a comida
tres y cuatro veces al día, a estudios para los hijos, a sanidad: la
constatación del cielo en la tierra.
Desde la costa sur de Andalucía se debería ver la costa
mediterránea de Marruecos pero durante la noche todo es oscuridad, nada indica
que haya algo, nada señala ningún camino.
Marruecos puerta de entrada a África, al primitivismo, al
sentimiento tribal, al exotismo, al turismo colonizador, al bajo coste de
producción, a riquezas por explotar: las mil y una noches low cost.
A Jalid, el hijo mayor de una humilde familia de Tánger,
se le reflejan las luces del continente europeo en sus pupilas y lo que le
cuenta su amigo Hamid, instalado en el capitalismo en Granada, le hace
despreciar cualquier atisbo de duda y lanzarse a conseguir ser uno más de los
privilegiados que abandonan arena y escorpiones para materializar sueños.
Pero nada es gratis y solo con el duro y mal pagado trabajo
que puede obtener un emigrante es casi imposible subir peldaños en la escala de
la calidad de vida salvo que se elija el atajo de comercializar ilícitamente
con lo que haya demanda. Contrabando. Ya sea de drogas o de personas.
Jalid se ve envuelto en ese submundo y cuando descubra
que incluso las luces tienen sombras será tarde pero no lo suficiente como para
intentar compensar a quienes le ayudaron. La violencia desatada ya no podrá
frenarse ni la caída al abismo.
Jalid es el protagonista de su situación y a la vez es un
espectador de las de los demás. Jalid representa el sueño de numerosos
magrebíes y africanos. La historia de Jalid es aplicable a otros miles, sino
millones, de Jalids.
Harraga, en marroquí, significa los que queman. Se refiere al gesto de los inmigrantes ilegales al
quemar su documentación justo antes de embarcar en una patera, para evitar su identificación
y rápida repatriación si son detenidos.
Harraga es una verdadera novela negra; un relato tan duro
como lo es también la vida del que
decide arriesgar la suya propia para mejorar, porque si no mejora su vida no es vida. Narrada en primera persona,
conforma una especie de diario donde se descubre la bondad del personaje.
Porqué Jalid, a pesar de su implicación criminal no es más que un joven ingenuo
lleno de esperanza.
La esperanza de una vida mejor que busca, persigue y
anhela un país donde la pobreza se casa con la miseria.
Antonio Lozano |
Antonio Lozano sabe de lo que escribe, le toca de cerca y
por eso la historia de Harraga es tan estremecedora y tan desesperada, porque
puede ser real. A pesar de la dureza de la historia la prosa de Lozano no se
recrea en el pesimismo ni en la maldad sino en la esperanza de que todo, algún
día, cambie.
La narración tiene tal tratamiento documental que bien
podría ser la biografía real de un ser anónimo a quien la ficción llama Jalid
pero que puede tener cualquier otro nombre. Antonio Lozano no rechaza el cuerpo
a cuerpo y entra a contar, comprendiendo pero rechazando, lo que muchos saben y
otros sufren pero que nadie airea ya que quien más quien menos desea tener su
oportunidad y la denuncia no tiene cabida.
La novela explica una situación que no nos es
desconocida y cómo sin la connivencia de entes corruptos en los estamentos
judiciales, políticos y policiales de ambos países nada de eso sería posible.
El culpable es, en realidad, la víctima.