Romperás la noche con un grito es un thriller que combina ambos tipos de narración. A la
línea recta, le sigue un momento espiral y así intercalando va evolucionando la
investigación. Incluso se permite capítulos a cámara rápida, donde se avanza al
doble de lo normal con el método de no relatar sino resumir lo acaecido y que
se desconoce para dar un salto temporal hacia delante. La sensación de vértigo
que produce leer uno de esos capítulos es tan agradable como cuando la vagoneta
se pone cabeza para abajo, inesperadamente, en el parque de atracciones.
Samuel es un bebé de 7 meses
que duerme con su chupete de mariposas abrazado a un oso de peluche. Su padre
Ignacio Durán, médico de familia, cuando no está a su lado, controla sus
movimientos mediante un vigilabebés. Esa noche, en una suerte de duermevela
provocada por el ruido de animosos falleros, cada vistazo le devuelve su
cuerpecito relajado dentro de su cuna. Hasta que el último vistazo muestra la
cuna vacía.
Un secuestro o un robo, no es
lo mismo. En el primero hay esperanza de recuperar al bebé en el segundo es
prácticamente imposible. Si es un secuestro habrá llamada e intento de
intercambio con dinero; si es un robo, los compradores habrán tenido la
precaución de ocultar su identidad y su nacionalidad y con el paso de las
horas, localizarlos se hace cada vez más improbable.
La inspectora Elísabet Bru y
su equipo, con la ayuda no deseada ni solicitada de un teniente de la Guardia
Civil, son conscientes de que se enfrentan a un desafío por el que ni ellos
mismos apostarían a ganador, pero no pierden la esperanza y prosiguen
denodadamente a analizar cada nuevo indicio que se va incorporando al hilo de
la investigación con la esperanza de sea el definitivo y les permita llegar a
tiempo.
David Orange, de quien ya se reseñó en este blog su novela Género de violencia, ha dado un salto cualitativo considerable desde entonces, y en esta obra describe minuciosamente el procedimental policial para este tipo de situaciones consiguiendo alertar los sentidos puestos en la lectura.
Dibuja unos personajes tan carismáticos
que es imposible no hacerse rápidamente con ellos, un recurso muy conveniente
cuando hay tantos protagonistas actuando por separado, y establece un juego de
relaciones personales que cubren gran parte del espectro de agentes
socializadores.
La trama de Romperás la noche con un grito está
dispuesta para que la lectura, confiada, caiga de lleno en sus mil y una
trampas; y para que vea como la complejidad se ha apoderado de un caso que parecía
una cosa y está siendo otra. Y a cada nuevo avance, con el cielo a tocar, un
nuevo revés y un desespero en aumento viendo cómo pasan las horas sin solución
a la vista.
El tema elegido, de los que tocan la fibra, ayuda a que la obra funcione todo en uno. Y para redondear está el final, del que no diré ni mu.