domingo, 22 de mayo de 2022

¿Quién ha visto una sirena? De Mar Aísa Poderoso

A las sirenas hay quien las asocia con seres anfibios de naturaleza femenina y belleza indescriptible; serían las hembras de los elfos marinos.

Homero, en cambio, en su Odisea, las dibuja hábilmente manipuladoras y terriblemente malvadas. Capaces de encandilar con sus hipnóticos cantos a quienes se aventuran por sus aguas y atraparlos haciéndolos desaparecer.

Claro que la que se puede encontrar en la fachada de San Bartolomé, en Logroño, por ser de piedra, es distinta a cualquiera de los parecidos anteriores.

Aunque eso no la exima de su posible peligrosidad.

Y es que el peligro puede aparecer en cualquier momento y lugar ya sea en el mismo Logroño, en Zaragoza, Madrid o incluso en la artística, bohémica y romántica París. Y es que esta novela recorre esos lugares y en todos y cada uno suceden hechos que se entretejen en una peligrosa trama.

Y Lucía Cárdenas, la traductora hermana de Diego el subinspector de policía, va a vivirla en primera persona.

Todo empieza poco antes de Navidad cuando una pareja mayor es encontrada muerta en su domicilio. Y no es una pareja cualquiera. Para el inspector Sáez un caso de violencia de género de manual: asesinato y suicidio. Pero algunos detalles dan a pensar que tal vez lo que hay no es lo que parece, y a pesar del enojo del inspector el caso deberá ser analizado desde otro punto de vista antes de poder ser cerrado.

Y así, entre árboles adornados con luces y regalos envueltos con papel de celofán y lazadas que significan fiestas entrañables, se vive una investigación criminal que nuevamente altera el plácido entorno de la familia Cárdenas.

Mar Aísa retoma sus personajes y su costumbrismo para esta segunda entrega, más dinámica que la anterior, al estar contagiada por el ritmo de thriller que supone una investigación con geolocalizaciones dispares.

Sigue completando los perfiles psicológicos de sus protagonistas, su punto fuerte, para facilitarnos la comprensión de sus decisiones y permitir que entendamos su comportamiento, dándoles más juego, a todos sin excepción, que en la entrega anterior.

¿Quién ha visto una sirena? es una novela policiaca de personajes, que complementa la trama criminal con un velo de contenido histórico y romántica aventura. La homogeneidad de la mezcla demuestra que estamos ante una escritora versátil, bien documentada, precisa y perfeccionista.

La novela se puede leer sin conocer la primera, Dostoievski en la hierba, pero sería una lástima no disfrutar de ambas.


lunes, 16 de mayo de 2022

Biblioteca doméstica


Quienes amamos la lectura solemos tener libros, muchos libros, la casa atestada de libros. Libros por todas partes, incluso en los lugares más insospechados puede aparecer alguno: dentro de la nevera de pie junto a las cervezas; en el botellero entre un crianza y un reserva; en el zapatero a juego con unas botas de cuando te dio por bailar country o incluso en la chimenea alimentando un fuego. Los lanzados por la ventana no cuentan al estar fuera del hogar.

No obstante, lo más habitual es que residan con otros congéneres en muebles y estantes adecuados para su sujeción. En las casa bien estantes (ojo que viene un juego de palabras) solían destinarse habitaciones con paredes forradas de estanterías de madera con estantes (ahí está el juego de palabras) para almacenarlos y eran llamadas bibliotecas.

La facilidad a morir asesinado en ellas, moda que se impuso en los albores del siglo XX, ha ido declinando la voluntad de mantenerlas. Así han sido substituidas por estanterías con estantes, como bien se desprende de su nombre: si fuesen estanterías con cajones serían cajoneras, que aunque también sirvan para guardar libros ya se sabe que son los escondites preferidos de los gatos.

Lo habitual suele ser que los libros, estén donde estén, se ordenen mínimamente cuando no máximamente, aunque estén desordenados.

Hay quien teniendo los libros desordenados sabe perfectamente donde está cada uno. Hay quien teniéndolos ordenados duda cada vez que va en busca de un ejemplar. Cada quien, cada cual, funciona a su manera.

Yo empecé hace muchos años a ordenarlos con un sistema que ha ido variando con el tiempo, más que con el tiempo, que tanto da que haga sol o esté nublado, ha sido con los años: a mayor edad más o menos manías.

Hay quien ordena por colores. Si la estantería es ancha y alta, ver una gama cromática, que incluso podría componer un bello paisaje o un bodegón, dependiendo de la creatividad y sentido artístico de quien la instrumente, puede alegrar la vista pero la accesibilidad a un título resulta poco práctica.

También hay quien lo hace por editoriales o colecciones, los lomos iguales, en formación marcial, como soldados dispuestos para la batalla. Un orden regio que, por ejemplo, no ayuda a recolectar todos los títulos de una misma autoría.

Y está quien lo hace por tamaños, así se consiguen líneas paralelas, encefalograma literario plano, al tiempo que se obtiene el máximo aprovechamiento de las baldas y un desconcierto absoluto, como en los casos anteriores, para localizar precisamente ese título.

Claro que me refería a tamaños de altura ya que si fuera por grosor otro gallo cantaría. Aquí habría que medir cada ancho de lomo para afinar en la selección. Ayuda saber que los diccionarios suelen ser los más gruesos y los libros de poesía los más delgados.

Y están quienes lo intentan por géneros. Literarios, no de autoría que también es una opción. Que si sociología, ciencias políticas, psicología, teatro, poesía, literatura clásica, literatura contemporánea, terror, ciencia ficción, fantasía, capa y espada, criminal con su correspondiente discriminación por policiaca, espionaje, negra, thriller…, historia, deportes, cocina… buf!; al final tampoco hay tantos de cada y acaban conviviendo en alarmante concubinato las recetas de la abuela con los héroes de Troya.

Hay quien opta por eslóganes, así todos los No deja indiferente a nadie van juntos, igual que lo hacen los Nada es lo que parece o los Una trepidante historia que no podrás parar de leer o aquellos que contienen Secretos oscuros que salen a la luz.

Y también los que ordenan, para no hacer demasiado largo el post, sus libros por orden alfabético. Ahí sí que hay unanimidad. O ¿tal vez no? Si se elige por título hay que definir si obviando el artículo o manteniéndolo; si se elige por autoría, decidir si por nombre o por apellido. Eso sin contar si por autoría nacional o internacional. E incluso por idiomas si son personas con don de lenguas.

Un orden en el universo literario que precisa de brújula, cada cual la suya, hay quien incluso estudia una carrera, para orientarse y no perderse en el intento de guardar una nueva adquisición o extraer una de las antiguas.

Y lo peor es que no siempre el libro nuevo va a caber en el lugar que debería y entonces es cuando se colocan en decúbito prono, cuando no supino, donde quepan, en espera de una reorganización, para la que nunca hay tiempo, y se convierten en células anarquistas que, ya se sabe, atentan contra el orden establecido.

Las librerías domésticas son la prueba que nos mandan los dioses para asegurarse que nuestra inclinación a la lectura es real, y no una pose fingida para alardear ante visitas, y poder ganarnos un espacio en la balda del cielo de la intelectualidad (a saber en que orden nos pondrán).

Actualmente yo ordeno mis libros por grandes géneros y ya en ellos, por orden alfabético de apellido. Muy convencional; voy a lo práctico. Y ustedes ¿cómo ordenan sus libros?

 

domingo, 8 de mayo de 2022

El Gran Rojo de Benito Olmo

Todas las ciudades tienen su barrio rojo; su zona merodeada por marginales con negocios ilícitos y caracteres problemáticos que evita la ciudadanía temerosa y a la que solo accede puntualmente para satisfacer vicios inconfesables.

Los barrios rojos son rojos porque es el color que avisa del peligro, el color que dice no pasar, el color del infierno y del diablo, de la tentación y de la sangre.

Ramón Mascarell vive accidentalmente en Frankfurt, muy lejos de su Cádiz, del mar y de un clima más benigno. Como mochila de su novia Gabriela ha recalado en una ciudad áspera, fría y en la que se come raro y se habla un idioma incomprensible.

La necesidad de ganar dinero le hace aflorar habilidades que desconocía y ayudando a resolver situaciones, para otros complicadas, se ha forjado una fama como investigador que ahora se enfrenta a una dura prueba.

Contratado por una extraña mujer para localizar a un joven, de quien poco le dicen, va a tener que serpentear con habilidad por el lado oscuro, solo iluminado por la luz roja, para obtener justo lo que quiere. Ni más ni menos. Ni más porque puede significar recibir palizas extra o unas cuantas balas, ni menos porque incumpliría el encargo y no vería ni un euro y entonces serían sus deudores quienes serían el más.

La humanidad de Mascarell, en las antípodas de cliché detectivesco, es su debilidad y sumada a la de su endeble y maltrecho físico lo hace víctima propiciatoria de quien se lo pida; por eso debe exprimir su cerebro: única arma con la que puede contar.

Sus pesquisas se cruzarán con las de Ayla, una adolescente que busca saber cómo y porqué murió su hermano. Ambas investigaciones tienen mucho en común y pronto descubrirán que no solo ellos buscan sino que hay más y con aviesas intenciones.

Y por encima la sombra ominosa del Gran Rojo ¿un barrio? ¿una persona? ¿una organización? Que no solo no hay que menospreciar sino de la que hay que mantenerse tan alejado como sea posible. Una sombra capaz de devorar la luz y dejar a oscuras.

Benito Olmo se encarna en Mascarell, su alter ego a medias en esta investigación. A medias porque su aterrizaje en Frankfurt tiene mucho en común pero no en el oficio elegido. Por suerte Benito Olmo mantiene la de literato lo que permite que podamos disfrutar de la lectura de esta intensa, emotiva y violenta novela negra.

Tremendamente callejera, duelen los pies de tanto patear la ciudad y más si, como a Mascarell, te falta una pierna. 

Rigurosamente urbana con charcos de agua turbia donde se reflejan rascacielos que parecen querer hundir la cabeza bajo tierra, como si intentaran ahogar a quienes en ellos viven, trabajan o se mueven. 

Peligrosamente selvática donde se agrede o se mata solo por ocupar una baldosa de más, por permanecer en una esquina o apoyarse en una farola.

Benito Olmo a quien ya conocimos y admiramos en sus novelas anteriores "La maniobra de la tortuga" y "La tragedia del girasol" sorprende con un nuevo registro que no viene sino a confirmar su destacado posicionamiento en el panorama noir actual. Sus novelas negras lo son por su adn y no por que hayan sido pintadas.

domingo, 1 de mayo de 2022

El estreno o El Caso Bramogra de Fernando Figueroa Saavedra

Rabishpool anda, como no, alterado. Y empieza a ser su estado natural habida cuenta de que el crisol de culturas, idiomas y tendencias políticas alientan la ebullición de un caldo de cultivo que se traduce en desestabilización permanente. La calma en Rabishpool debe ser algo que tal vez alguna generación futura alcanzará a saborear.

En esta ocasión hay tres eventos azuzadores de tensión. El primero, el próximo estreno de una obra de teatro que atenta contra principios inamovibles de moral religiosa y comportamiento social digno, estando Molly Grapes detrás no podía ser de otra manera. Una Molly Grapes cuyas acciones y pensamientos trascienden al feminismo de salón, que queda rancio ante su iconoclastia militante.

El segundo unos turbios asesinatos que no parecen responder a patrón alguno y en tercer lugar la osadía de unas pintadas BRAMOGRA, así en mayúsculas, que no solo ensucian paredes sino que incitan a todo tipo de especulaciones y sospechas de que puedan ser la antesala de algún tipo de revuelta o un hechizo para invocar fuerzas del más allá seguramente con claras intenciones malignas.

La intención de censurar la obra teatral y repudiar el elenco protagonista por fanáticos defensores de una moral intachable obliga a la policía a desdoblarse en proteger a los amenazados mientras intenta descubrir quien pinta con el amparo de la noche y quien asesina a cualquier hora.

Harry Maesnow el agente de policía protagonista de esta serie debe multiplicarse para cumplir las órdenes de sus superiores, para atender a su prometida Molly Grapes bajo amenaza de ominosos anónimos y para cumplir su deber de cicerón para con su cuñado, recién llegado a Londres por unos días y cuya prioridad es retozar su miembro entre esos montes femeninos que Dios tuvo a bien de situar uno al lado del otro dejando un canalillo por donde descender hacia otro monte, el de Venus. Y es que el cuerpo es un templo para el placer y el sexo su oficiante.

El ritmo, el desparpajo, la seducción y el erotismo que caracterizan el burlesque son los resortes que se adueñan del argumento para navegar por una trama policial que tiene de todo y en abundancia.

Fernando Figueroa Saavedra va por la tercera entrega de esta irreverente serie policiaca, acertadamente calificada como Hard-Boiled cómico neo victoriano, de solaz lectura. Y si en la reseña encuentran palabras que retrotraen a otros tiempos es el contagio que supone moverse por 1892.

No dejaré de recomendar la lectura de las tres entregas, todo empezó con Los Pistoleros o El Caso Hamster, continuó con Las Viudas o El Caso Gutemberg y sigue con esta tercera.

Una colección del disparatismo (referido a disparate; no existe pero hagan la vista gorda) victoriano que no pueden dejar de leer. Hay oficio, amor por la escritura y mucha imaginación.

domingo, 24 de abril de 2022

Lágrimas de ceniza de Rubén Aído Cherbuy

Un viaje al pasado siempre busca respuestas. Nadie remueve el cuchillo clavado, sabiendo que le va a despertar el dolor dormido, sino es por una causa mayor.

En la literatura de suspense se recorre al ayer para explicar la situación del hoy, buscando por qué, sabiendo que tal vez no haya un mañana.

Jason Chapman inicia ese recorrido sabiendo que necesita exorcizar viejos fantasmas que le arrebataron su adolescencia, rompieron su familia y le condenaron a un exilio forzado. Nada se puede ya evitar, pero si saber por qué le tocó a él sufrir la pérdida de su hermano, de su familia, de su vida y de sus proyectos.

Su hermano gemelo fue acusado de unos gravísimos asesinatos y desapareció al poco de que se descubrieran; ahora, dos décadas después del suceso, acaba de ser encontrado. Muerto. Tantas preguntas sin respuesta a no ser que alguien todavía pueda aportar luz. Y para eso hay que regresar a Thornwick, donde pasó todo. Dónde todo empezó.

Para Jason, Thornwick, el pueblo de su infancia, no es un regreso a una niñez feliz, es un descenso al infierno y no va a tardar en darse cuenta.

Rubén Aído Cherbuy ha entrelazado una intrigante historia aunque no haya podido sustraerse a los tópicos propios de este subgénero psicológico de suspense: el miedo en una comunidad rural cerrada, el ascendente de una personalidad fuerte sobre otras más débiles, el temor de Dios… un relato más propio del siglo XVIII que encuentra acomodo en nuestros días sin perder autenticidad.

Los personajes están construidos desde su pasado, lo que les da cuerpo y consistencia, y ha sabido dosificar la información para ir sabiendo más de cada uno a medida que avanza el relato. Lo que mantiene en vilo la duda sobre en quien confiar.

Lágrimas de ceniza es un thriller de suspense que cuenta con la habilidad de ir desmontando las hipótesis que se van elaborando en la lectura. A la que algo se da por sentado viene un giro que supone una visión distinta, desde otro ángulo; una nueva explicación a unos hechos que parecían irrefutables.

Las cenizas de un fuego pueden quedarse pegadas en las mejillas si estas están húmedas por las lágrimas. Y en esta novela hay muchas lágrimas y muchas cenizas.