domingo, 13 de marzo de 2016

Un cadáver en el jardín de María Lang

En Skóga, localidad sueca donde la autora ubica muchas de sus obras, se encuentran pasando unos días de vacaciones Einar Bure, es su lugar de nacimiento, su mujer Puck y el padre de ésta Johannes Ekstedt, excéntrico y erudito egiptólogo.

Es un pueblo pequeño bordeado por un río que parece lugar ideal para desconectar de las cuestiones cotidianas.

Para el matrimonio, hace pocos meses que están casados, es una forma de alargar su luna de miel y para el profesor, que acaba de regresar de Egipto, una excusa para descansar de cadáveres momificados, sol y sudor de las excavaciones.

Pero para su sorpresa los cadáveres no descansan y encontrarse una mañana uno en el jardín no es la idea que se tiene de un despertar idílico en una casa de campo estando de vacaciones. Sobretodo porqué puede echar a perder un buen desayuno.

Se trata del cuerpo de un joven local y sobradamente conocido que hacía tiempo vivía alejado del pueblo por desavenencias familiares por lo que se desconoce el motivo por el que haya podido volver y aún más el de su asesinato.

Puck, como no podía ser de otra manera, va a investigar por su cuenta paralelamente a la investigación policial y entre los habitantes, todos conocidos entre si, de la población encontrará suficientes sospechosos y lo que es peor autoinculpados que va a complicar aún más una investigación que transcurre bajo aguaceros intensos.

Un cadáver en el jardín es una novela policiaca claramente enigma del género afable, cozy crime; género que con tanta habilidad desarrolla la prolífica autora sueca Maria Lang aunque tenga tendencia a diluir la tensión en disquisiciones alejadas del eje central de la trama y en dedicar demasiadas páginas al discurso final alargándolo más allá de lo aconsejable, necesario y prudente.

A pesar de todo, la lectura entretiene lo suficiente como para aceptar sus digresiones y entrar en el juego de comportarse como un protagonista más del elenco y deleitarse con la resolución de un rompecabezas criminal, al lado de la inquieta Puck.

Maria Lang, pseudónimo de Dagmar Lange, asienta con esta novela su publicitado paralelismo literario con Agatha Christie, puro marketing editorial alejado de la realidad, en el tratamiento de la novela policiaca clásica, aunque por suerte cada cual con su propia personalidad que se transmite en su forma de escribir, narrar y ambientar.

La muerte te espera es otra novela de la serie publicada y reseñada en este blog (lamentablemente las traducciones llegan en cuentagotas y sin orden alguno; habrá que conformarse con lo que hay) que resulta más enrevesada en una trama que sustenta la intriga en la veracidad de las coartadas de los sospechosos.



miércoles, 9 de marzo de 2016

Manhattan Beach 1957 de Yves H. y Hermann

Manhattan Beach 1957, cubierta
Un joven John soñaba con ser propietario de un hotel con sala de espectáculos, en Las Vegas, donde pudiera actuar su ídolo Elvis Presley y por el camino se topó con Daisy que regresaba a Manhattan Beach en Los Ángeles en busca de una infancia confusa y de unos padres olvidados. Los grandes espacios abiertos acogieron su libertad, llena de sueños e ilusiones, hoy desaparecida por las circunstancias.

Era 1957 y en Manhattan Beach y en muchas otras partes sonaban las notas de Love me tender cantadas por ese joven Elvis Presley que empezaba a despuntar sin tener idea de hasta donde podía llegar.

Hoy, en 1976, John Haig es teniente de policía en la localidad de Atenas, del estado de Missouri, pero no por vocación ni tan solo por devoción, lo es porqué a la vida hay que escucharle los chistes aunque no tengan ninguna gracia y no se les encuentre ningún sentido. Si no le sonríes a la vida estás muerto.

Tiene en marcha una investigación de asesinato y violación de una joven y esa belleza truncada, esa juventud muerta, le retrotrae a su juventud cuando los sueños y las ilusiones que emergen desde la inocencia se viven como una explosión. Esas ganas de vivir que tanto él como Daisy sentían a flor de piel.

En este cómic, padre e hijo Huppen, explican una historia de amor condicionada por unas circunstancias empeñadas en evitarla aunque no lo consiguieran. Y explican una historia policíaca cuya resolución ha de permitir a John Haig librarse de un sentimiento de culpa que arrastra desde entonces. Y otra tercera historia que habla de venganza y ajuste de cuentas.

Manhattan Beach 1957, página 25
En definitiva Manhattan Beach 1957 es un cómic muy completo con una densa atmósfera de novela negra, con guión a cargo de Yves Huppen (hijo, que firma sus obras como Yves H.) muy trabajado y bien trenzado en sus ramificaciones, que las hay y que simultanea sin perder ni un ápice de ritmo tiempo presente con flash backs del pasado.

Un guión que Hermann Huppen (padre, que firma sus obras como Hermann) dibuja fiel a su estilo realista, con tanta delicadeza como si acariciara el papel, donde los negros son grises de tan tenues, y donde el color, acuarela muy aguada, es de tonos pastel que iluminan casi pidiendo permiso al lápiz cuando refleja el presente ya que cuando se refiere al pasado solo emplea tonalidades de gris y blanco.

El resultado es una obra redonda, hecha con el mismo amor que tiene su argumento y a la que no le falta ni tan solo la música ya que El Rey la pone a todo lo largo de su narración: Love me tender, love me sweet, never let me go…

Pero dejemos que sea Elvis quien la cante que lo hace mejor que yo.

Elvis Presley - Love Me Tender (Lyrics)

domingo, 6 de marzo de 2016

Bruno, Jefe de Policía, de Martin Walker


Bruno, Jefe de Policía, le da a la novela negra un plus con su canto a la solidaridad y su ejemplo de humanidad.

La convivencia interracial, la mezcolanza de culturas, ritos religiosos y mantenimiento de hábitos alimentarios solo se pueden comprender en su globalidad si eres residente en la localidad donde confluyen ya que los sentimientos de exaltación patriótica y nacional, el peso de la historia adquirida y lo que se prevé deparará el porvenir no son iguales para todos.

Pero, a veces, la armonía puede ser tan frágil como una delgada capa de hielo y su rotura ser desencadenante de una catástrofe y Bruno que conoce el lugar y sus gentes puede anticipar movimientos y actuar de forma que la comunidad no deje de serlo y evitar fracturas de difícil sino imposible recomposición.

Bruno es el Jefe de Policia local de St. Denis y es alguien que respeta el texto de las leyes pero relaja su cumplimiento y aplicación adaptándolo al entorno donde convive y a las circunstancias en las que se requiere. Las interpreta como un músico interpreta una partitura: con precisa lectura pero con su sentimiento.

Por eso todos respetan a Bruno porque saben que antepondrá mantener y mejorar el buen clima en las relaciones de los habitantes de St. Denis a cualquier injerencia externa aunque sean órdenes de obligado cumplimiento como son las que se producen ante el descubrimiento del asesinato de un anciano de origen argelino.

La víctima presenta maltrato lo que parece apuntar a una muerte con ensañamiento y no a un robo que saliera mal, hay cierto tufillo a venganza en ese cadáver, lo que, para ese pueblo, siendo como es, resulta difícil de entender.

La función de policía local abarca diversos quehaceres y la interrelación con los vecinos tiene trato familiar; no hay imposición jerárquica: hay connivencia cómplice. Las palabras y los gestos amistosos tienden a conseguir mejores resultados que las órdenes y las amenazas.

Y aunque Bruno haya sido militar y entienda la esencia de la disciplina también entiende la relajación de la vida civil y sabe que la violencia solo es justificable como defensa y no como ataque.

Bruno es un claro ejemplo de respeto hacia el entorno, las personas y sobre todo las mujeres, con las que mantiene una relación de igual.

Martin Walker nos ofrece una novela policíaca humanista, casi roussoniana si se permite la adjetivación. La armonía en las relaciones se sustenta siempre en el respeto mutuo y en la empatía de ponerse en el lugar del otro.

Es de esas novelas en las que el optimismo y las ganas de hacer el bien se imponen por encima de la mezquindad y el mal. Es remarcadamente positiva, ingenua y, por momentos, encantadoramente naïf.

No se la pierdan.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Cadáver exquisito de Pénélope Bagieu

Un cómic goloso de repostería
Cadáver exquisito (Cadavre exquis) es el nombre de una técnica de escritura secuencial entre varios participantes sin conocimiento del texto anterior con lo que al no tener una lógica continuidad el resultado viene a ser un sinsentido pretendido de antemano. Fueron los surrealistas los que la pusieron sobre el tapete en 1925.

El cómic Cadáver exquisito parece coger la esencia de este juego ya que a partir de un inicio de historia trivial va extrayendo consecuencias a partir de la toma de decisiones que van conduciendo la evolución de la trama por una sucesión de insospechados giros culminando en un final absolutamente sorprendente e inesperado si recordamos dónde y cómo empezó todo.

Zoe, la protagonista, una joven de veintidós años, trabaja como azafata de eventos para sobrevivir. No se siente satisfecha ni realizada profesionalmente, como mujer se siente utilizada y ninguneada por su novio y como persona denota poca capacidad para imponer su presencia, por ejemplo en el metro, por lo que a resultas de una conversación existencial con sus compañeras de trabajo decide tomar la iniciativa a la deriva que está tomando su vida y para su sorpresa se ve contactando con enorme desparpajo con un completo desconocido.

Lenguaje corporal, mohines y expresiones que valen más que mil palabras

El trazo del dibujo es limpio y preciso, heredero de la escuela franco-belga de línea clara y capaz de comunicar perfectamente todos los estados de ánimo del ser humano valiéndose con habilidad del lenguaje corporal y en especial las facciones de los rostros: sus miradas, mohines y expresivas muecas, que sumados valen más que mil palabras.

Juega con la ingenuidad naïf y emplea colores del todo acertados, que complementan perfectamente las emociones que transmiten los dibujos, utilizando una paleta de tonos y semitonos claros e incluso la cuidada elección de la fuente de texto, de escritura manual de Querido diario, es totalmente acorde con el conjunto de la obra.

Pénélope Bagieu c'est une artiste
Pénélope Bagieu, la guionista y dibujante, expone, bajo la apariencia de una inocente concesión a la chic lit, una sátira social que pone de relieve el impacto que tienen en el comportamiento humano las necesidades insatisfechas, sean reales o inducidas, básicas o caprichosas. Y reprocha a la masculinidad la necesidad de engrandecer su ego persiguiendo el éxito y critica no saber gestionar los fracasos como oportunidades, escondiéndose dentro de un caparazón.

Trata con humor cáustico al mundo editorial, los premios literarios, los lectores y fans atraídos por la fama y el pánico del escritor a la hoja en blanco.

Es también una comedia romántica donde se pretende ser querido por lo que se es y no por lo que se pueda ofrecer, buscando relaciones basadas en el mutuo respeto que son las únicas capaces de sacar lo mejor de cada uno.

Y por último es una trama con intriga y suspense soterrados en donde Zoe representa la antítesis del prototipo de femme fatale y por ese motivo, siendo la excepción que confirma la regla, ofrece una reinvención del género negro muy particular e irónica.

Con tantas temáticas, Cadáver exquisito, parece una historia escrita por los surrealistas ya que empieza siendo una cosa y acaba siendo otra completamente distinta, pero contiene tantos retazos de realidad que evidencia estar construida a partir de situaciones y anécdotas vividas y, no se engañen, transmite perfectamente su mensaje.

Pénélope Bagieu es sin duda una artista que seguirá dando muchas más satisfacciones y este cómic, verdadera obra de repostería, es una lectura imprescindible que no se pueden perder.

Visiten su blog que, aunque se actualiza irregularmente, contiene gratas evidencias de su facilidad para comunicar y detalles de su capacidad creativa.

domingo, 28 de febrero de 2016

El mal camino de Mikel Santiago

No hay como que se te aparezcan
fantasmas para aferrarte más a la idea
de que no existen
En la vida se hace camino al andar, que este sea bueno o malo dependerá del código ético que se utilice como vara de medir.

El camino es la suma de decisiones y acciones que tomamos y realizamos y aunque algunas se puedan enmendar, su huella queda impresa para siempre y quien la conoce puede sacarla a colación según sus intereses.

Eso es lo que sufre Chucks cuando una noche, supuestamente atropella a un hombre y huye. Al no encontrarse el cuerpo y tener antecedentes de episodios alucinógenos obsesivos nadie lo cree al considerar la confesión como producto de una imaginación desbocada.

Sus huellas en el mal camino lo desacreditan y consigue, con insistencia, que Bert le crea lo suficiente como para implicarse aunque este solo lo haga para tranquilizar a su amigo.

Bert Amandale es un escritor de novelas de intriga, con bastante éxito, que ha recalado con su mujer Miriam y su hija adolescente Britney en un pueblo de la Provenza, al sureste de Francia, para recuperar el equilibrio personal y bienestar familiar que se tambaleó en Londres, de donde son y donde vivían antes de ahora.

A pocos kilómetros de su casa se ha instalado también su íntimo amigo, prácticamente un hermano para Bert, el famoso músico de rock Chucks Basil que está también recomponiendo su vida y su carrera musical después de algunos altibajos.

El arranque de la novela es pausado y va cogiendo velocidad, sincopada: ahora acelero ahora reduzco ahora acelero a tope, al compás de la actitud mental de Bert a medida que se va implicando en la historia del accidente automovilístico de su amigo. Actitud que no solo depende de los acontecimientos sino que cuenta con ayuda farmacológica exógena; así pasa de un comportamiento escéptico y prudente a la exaltación propia de un recién converso.

Y en la lectura de la novela se sufren también estos cambios de ritmo y de tensión, tan pronto hay que zambullirse en descripciones minuciosas contemplativas, a veces innecesarias y otras incluso nada favorecedoras del hilo principal, como en vertiginosos procesos mentales que desembocan en acciones trepidantes.

No hay como que se te aparezcan fantasmas para aferrarte más a la idea de que no existen.

Mikel Santiago
Mikel Santiago, autor de El mal camino, ha escrito un thriller psicológico que trabaja muy bien los personajes, personajes que viven en permanente estado de purgación de pecados y de recomposición social, sobre todo en el caso de Bert y Chucks. La trama genera tensión y suspense aunque, tal vez por exceso de explicaciones, tiende a la previsibilidad y no consigue sorprender.

El argumento y la forma de escribir evocan la narrativa urderground y convierten a Bert en un personaje gonzo en el epicentro de una extraña paranoia de tintes quijotescos.