jueves, 16 de marzo de 2017

Saga policial Candela Luque de Mercedes Gallego

El asesinato de una cantante
de jazz ...
Operación maletín, Matar al mensajero, La trampa y Nada será igual  son, por este orden, las cuatro novelas publicadas del primer ciclo de la saga de novela policial protagonizada por la [inspectora] Candela Luque y escritas por Mercedes Gallego.

Secuenciales en contexto y en cronología de tiempo real ya que la autora así lo ha decidido utilizando la patina del tiempo para ir evolucionando a la protagonista en su oficio a la par que España lo hace en su regreso a las aulas para aprender tolerancia, apertura y convivencia cívica anticipando el post franquismo.

Todo empieza cuando en 1974, en el entonces Ministerio de Gobernación, a alguien se le ocurre que las mujeres también deben formar parte del paripé con el que se pretende vender al mundo una imagen de franquismo renovado, y que su aptitud en el mundo laboral bien puede también estar presente en la policía y no en un papel de secretaría administrativa sino en uno más activo vinculado a la investigación de casos criminales.

Candela es una de las que no solo cree que las mujeres sirvan para ello sino que se empeña en demostrarlo en un alarde de feminismo sin etiquetar y que la lleva a defender su elección mientras que continúa sus estudios de derecho ya que se ve más como abogada defensora que como miembro de un cuerpo represor.

Su origen, medio alemana medio malagueña, sus diferencias familiares (no explicadas hasta la última novela), sus ansias de justicia, a quien en sus inicios confunde con la ley y su dificultad por socializar hacen que sea un personaje rebelde, tozudo y enormemente incomodo de tratar, llegando incluso a traspasar, en algún momento, el papel y anidar este sentimiento de rechazo por infantil e impertinente hasta el mismo lector. Todo un logro de la autora que consigue un personaje tridimensional.

Las novelas van de menos a más, como debería ser siempre, tanto en su fondo como en su forma. Y la última destaca por ofrecer mayor complejidad psicológica de los protagonistas (verdaderos artífices de toda la serie y exponentes representativos de las diversas sensibilidades que concurren en la ciudadanía), claro que no se entiende sino se ha seguido la serie desde el principio ya que las decisiones que en ella se toman no son arbitrarias y tienen su explicación en los años acumulados estando de servicio y en la influencia social y política del entorno.

La decepción por constatar la lentitud con que se instala el ansiado y anunciado cambio político, la frustración por comprobar como la apertura es solo una rendija y el desánimo al experimentar que los ideales suelen ser solo eso hace madurar a los protagonistas que lidian día a día no solo con delincuentes sino con actos de machismo, nepotismo y corrupción fuera y también en su propio oficio.

Mercedes Gallego
La obra de Mercedes Gallego es un hibrido entre novela policiaca clásica, pinceladas de novela negra y sobretodo procedimiento policial que, aunque Candela sea la primera en saltárselo e incitar a sus compañeros a hacer lo mismo (lo que cuesta no pocos disgustos) está muy presente en todas las novelas cuyas tramas giran en torno a los delitos y sujetos relacionados objeto de investigación.

El delito lo cometen las personas y no la sociedad y por tanto los culpables tienen nombre y apellidos y se mueven por intereses particulares por lo que no se puede culpar a la sociedad de su inclinación a hacer daño.

En su forma la serie adolece de un modo narrativo formato agenda, donde se pormenoriza cada gesto, cada acto, cada ida al bar, cada consumición, cada acción, cada noche, cada día, en una suerte de reiteración perfectamente elipsable. Se centra en narrar la sucesión de hechos consecuentes y coherentes en la trama que a veces se olvida la parte estética de la narración.

Unos hechos basada en diálogos y acciones tan centrados en la trama que inhiben cualquier atisbo de reflexiones o crítica social, que solo aparecen por necesidades del guión, despejando el camino para que la lectura sea tan ágil, tal vez demasiado, como leer un briefing y tan enfocada al caso que su resolución suele exponerse demasiado acelerada.


1. Operación maletín Una joven engatusada por un anuncio de empleo en un periódico viaja de Canarias a Barcelona y en lugar de encontrar una salida laboral que le permita encarar el futuro se topa con negocios turbios que la única salida que le ofrecen es su muerte.

Operación maletín es el primer caso, el bautizo criminal, para Candela Luque de la mano de Andrés Salgado, su jefe y tutor, un policía que no responde a los arquetipos de la época y con quien se lleva mejor que no esperaba, adscritos a la Jefatura de Policía de Barcelona.

La trama nos sumerge en un contexto social difícil, 1976 es el año de la transición en España. Recién muerto Franco asoman las orejas de la democracia, aún muy temerosa ya que no hay garantías de que no vaya a ser devorada por los lobos.

Los militares siguen ostentando puestos de poder, los afectos al régimen mantienen sus privilegios, los miembros de las fuerzas del orden, son aún muy temibles, siguen llamando al orden.

2. Matar al mensajero tiene como eje la homosexualidad femenina, una joven es asesinada en un ascensor de un portal cercano a un bar de ambiente. Los policías masculinos que ya de por si entienden la homosexualidad como una aberración merecedora de todo tipo de castigo, en el caso específico del lesbianismo su desprecio es cercano al odio.

Candela Luque con el apoyo de un nuevo compañero, Manel Romeu no duda en introducirse en un ambiente lésbico que para ella resulta desconocido y novedoso para investigar la resolución del caso. Es 1977 y todo en España se sacude, es una época convulsa de cambio y la policía no está exenta y Candela lo vive, como miembro del cuerpo, como mujer y como abogada.

3. La trampa transcurre en 1979 y sigue la investigación de tres asesinatos, cuyos cuerpos, a intervalos, han sido encontrados en el barrio chino, un lugar donde se ve, se oye y se calla en la misma proporción; en paralelo el asesinato de una cantante de jazz pone en jaque la actuación policial al enfrentarla a la obligación de cumplir órdenes y respetar reglamentos.

Candela Luque ostenta el cargo de inspectora después que el experimento de incorporar mujeres se haya formalizado en concurso de oposiciones. Aunque sea cuatro años mayor su carácter rebelde e inconformista no ha menguado y su facilidad por saltarse las normas, que ha contagiado a su compañero Manel Romeu, los lleva a enfrentarse con sus superiores y cuestionarse su continuidad en el cuerpo.

4. Nada será igual es, hasta la fecha, la última novela publicada de la saga de Candela Luque y concluye un ciclo. Transcurre en 1981 en el momento en que se produce un golpe de estado en el congreso de los diputados que luego queda solo en anécdota pero evidencia que los afectos al régimen siguen teniendo un gran peso en los distintos estamentos desde los que se gestiona el poder en cualquiera de sus manifestaciones.

Varias investigaciones coexisten en la brigada, por un lado el asesinato de una mujer en trámites de divorcio, por otro la desaparición de un profesor pederasta y por último una acción de contrabando de armas que exigen a los inspectores un sobreesfuerzo que acaba pasando factura.

domingo, 12 de marzo de 2017

Señales de humo de J. L. Rod

Recetas de Novela Negra para
foodies.
Raro es encontrar hoy en día novela negra y novela policiaca donde no haya bastantes más momentos dedicados a la comida y bebida que a puñetazos, cuchilladas o disparos; y en general esos momentos están más abocados a satisfacer necesidades alimenticias y placenteras que a vehicular acciones criminales mediante la transferencia de venenos.

De ahí que en los estantes negrocriminales haya amplia muestra de recetarios de platos extraídos directamente de las novelas o también de sus adaptaciones o interpretaciones según el gusto y la aptitud de quien los cocine.

Señales de humo es uno de esos recetarios: novela negra para foodies; una obra compuesta de varias capas donde en cada capítulo se dedica una pequeña entrada biográfica al personaje elegido tanto de novela negra como de novela policiaca o enigma, para a continuación presentar la receta de algunos de sus platos más identificativos.

El autor, J. L. Rod (seudónimo de José Luís Rodríguez) lector voraz, escritor noir y cocinero ávido de satisfacer sentidos además de deleitar paladares va aún más allá y no se conforma con biografía y receta y si: se atreve a maridar cada plato con la bebida que considera más adecuada (aunque el personaje no sepa ni tan solo que existe) y a sugerir la música perfecta para acompañar la ingesta y, plus de pluses, para no dejar nada al azar recomienda el título del personaje para leer acorde con todo el conjunto.

Servicio full equip. Ya solo falta que venga a casa a cocinarlo!

No se deja ninguno de los protagonistas de género típicamente gastrónomos por su mediterránea condición como Carvalho, Moltalbano, Jaritos, Brunneti, Ricciardi, Montale… ni tampoco de los otros gastrónomos como Maigret, Wolfe, o Scarpetta cuando le da por simularlo y por supuesto se atreve con todos los demás Holmes, Bosch, Hammer, Archer, Poirot, Gunther… incluso nos traslada a la antigua Roma con Didio Falco!

J. L. Rod
Busquen ese momento para la cocina recogida y para minorías, momento para dedicar unos minutos a preparar esos platos, abrir esas botellas, seleccionar esa música e ir leyendo en voz alta mientras los aromas en forma de Señales de humo bailan con las notas musicales que también flotan en el aire. Toda una fiesta!

Con esos platos se disfruta tanto preparando como comiendo y sobre todo compartiendo; y mejor si es con alguien también afín al género y aprovechar para charlar sobre el personaje y autor.

Se me ocurre, que seguro se le ocurrió a alguien antes y ya funciona, organizar clubs de lectura con comida incluida; eso sí, en petit comité para que el diálogo no se convierta en una olla de grillos que a pesar de que puedan estar buenos pertenecen a otra cultura gastronómica.

Señales de humo es ese libro que no debe faltar en una cocina negracriminal que se precie, al lado de otros ya considerados clásicos como los reseñados ya en este blog donde también hay recetas de gastronomía criminal y que pueden consultar pinchando sobre la Sección Gastronomía.

jueves, 9 de marzo de 2017

Grantchester

Grantchester serie policial clásica.
En la pequeña población de Granchester, cerca de Cambridge, durante la década de 1950, se suceden una serie de misterios criminales que tienen en la figura del joven vicario anglicano Sidney Chambers el eje central de la investigación y de su resolución (un registro del actor James Norton diametralmente opuesto al que ofrecía en la serie Happy Valley).

La parte policial la encabeza el detective inspector Geordie Keating (un personaje de apariencia impasible pero con un gran corazón interpretado por Robson Green) y el elenco femenino, que cuenta con variados e interesantes perfiles, lo encabeza Amanda Kendall (Morven Christie) amiga del alma, cuando quisiera ser algo más, de Sidney.

Sidney Chambers resuelve los casos a partir de asociaciones de ideas propiciadas por las conversaciones que mantiene; no hay tratamiento científico ni deductivo, ni inspiración divina: solo explicación racional.

La serie televisiva está basada en las novelas agrupadas bajo la denominación Los misterios de Grantchester de James Runcie, hijo de quien fuera pastor y más tarde arzobispo y de quien se inspiró para su ambientación.

A las dos temporadas hasta ahora emitidas de 6 episodios cada una se anuncia ya una tercera para este 2017.

La serie de carácter eminentemente policial clásico y británico, inclasificable como serie negra como se lee en algunos medios, tiene ese tratamiento británico perezoso cuando la acción transcurre en ambientes rurales donde el reloj es algo que casi solo vale para ostentar.

Unos casos criminales que lo son por su resultado pero donde la causa e intención pueden no tener la maldad que se les atribuye. A veces son las circunstancias las que ocasionan mayores destrozos.

St Mary and St Andrew, Grantchester
El lugar, una población pequeña donde casi todos conocen todo de sus casas y sus jardines, donde se coincide en el bar, en los caminos rurales, en los prados y el río. Un lugar bucólico donde las rosas también tienen espinas. Como decía miss Marple una simple charca es un reflejo de vida de un gran lago; para lo bueno y para lo malo.

Sidney tiene pasiones humanas que ejerce con igual devoción como recita el sermón de los domingos, algunas fraguadas durante su presencia activa en la Segunda Guerra Mundial.

Bebe hasta perder el conocimiento, fuma hasta quemarse los dedos y escucha jazz a toda hora, esa música satánica que incita a las personas a realizar actos deleznables, según la mentalidad de la época, y por si fuera poco tiene éxito con las mujeres pero sin triunfo.

Pero su entrega como siervo del señor no ofrece duda y ante la imposición de la ley que solo analiza hechos y ejecuta culpables choca siempre con su visión misericordiosa y bienintencionada, ya que una vez resuelto el caso siente igual compasión por la víctima que por el culpable; pero por encima de cuestiones religiosas o morales, Sidney Chambers trata siempre de obrar correctamente según sus propios principios.

Una serie que nos recuerda las andanzas de ese otro gran siervo de Dios y hábil investigador que fuera el padre Brown, aunque salvando las distancias entre católicos y calvinistas y en que en Grantchester se tratan temas como la eutanasia y la homosexualidad de forma totalmente abierta.



domingo, 5 de marzo de 2017

La capital del crimen de Luís Molina Aguirre

Bakercity, una ciudad distópica.
Bakercity es conocida como La capital del crimen y sobran las explicaciones; una capital con sus barrios altos y bajos y sus clases sociales a juego, con sus barreras físicas y fronteras imaginarias por todos conocidas y generalmente respetadas que acoge la violencia como las calles a la lluvia: sin otra opción.

La policía y la judicatura ponen orden a los desmanes pero en general el orden impuesto no es que el que dictan las leyes y las reglas de convivencia sino el que imponen los poderosos que con su dinero compran silencios y aquiescencias aunque ni con eso consiguen evitar que la violencia les alcance también a ellos.

Así una joven, hija de un poderoso y ambicioso concejal, ha sido asesinada.

Iván Romero es el detective de homicidios que debe solucionar su asesinato junto a un equipo formado por el sargento Jaime y los novatos Patricia y Jeannot, nuevo compañero que encarna todo lo que aquel odia, impuesto por el comisario De la Fuente y forzado por la circunstancia de que su anterior compañero, el detective Marcos Gallardo, ha desaparecido.

Al lado de Iván Romero, Harry el sucio es una hermanita de la caridad. Iván es un detective de los de antes, con métodos prehistóricos, poseedor de la verdad absoluta y para el que la obtención del fin valida automáticamente cualquier medio empleado.

Sobre la mesa varios casos simultáneos a resolver, en la capital del crimen este no descansa. Nunca.

La novela no se mueve por los caminos trillados del género; es una novela criminal donde los policías pueden llegar a ser más dañinos que los delincuentes por aquello que solo el fuerte sobrevive y o matas o mueres. Es lo que tiene vivir en una ciudad distópica.

Luis Molina Aguirre
Luis Molina Aguirre, escritor aún en fase de afinamiento, relata con prosa áspera, con sus picos y sus valles, cómo se desarrollan las investigaciones y cómo influye el entorno en el estado de ánimo de los protagonistas;  unos protagonistas que harían bien en resolver sus dudas y necesidades existenciales como si no hubiera un mañana. Porque podría no haberlo.

La trama avanza hacia un precipicio y su final es consecuencia de sus actos: por sus actos los conoceréis y está claro que quien siembra vientos recoge tempestades.

De esas novelas que te dejan como si hubieras comido alambres de espino.

miércoles, 1 de marzo de 2017

¡A todo volumen, Bruno! de Baru

Un comic noir original
Con argumento de novela negra al más puro estilo Donald Westlake ¡A todo volumen, Bruno! desarrolla una historia que empieza con un joven africano, promesa del fútbol, viajando a Francia clandestinamente para cumplir el sueño de triunfar en un gran equipo y se complica con el encontronazo entre dos bandas de delincuentes, exponentes, por edad y experiencia, de métodos diametralmente opuestos.

Nada en su inicio hace presagiar los giros argumentales que se van a ir sucediendo al estilo más descarado de Westlake por la facilidad en ir complicando una historia de apariencia simple, por el humor negro de la situación, por apostar por los débiles del estrato social y por hacernos tomar partido por los granujas que aunque se presenten como simpáticos no dejan de serlo.

Traoré, un guía de turismo maliense que visita a menudo una aldea dogón para que los turistas vean la danza de las máscaras observa en Slimane dotes de gran futbolista y éste, seducido por las posibilidades, decide probar fortuna en Europa.

Pág. interior de ¡A todo volumen, Bruno!
Las casualidades no existen o tal vez si, sea como fuere en Francia las cosas no le van a ir ni tan bien como soñaba ni tal mal como podría haber sido la vida de un negro sin papeles que además se mete de lleno sin quererlo ni beberlo en una disputa entre dos bandas que pugnan por el botín de un atraco.

Atraco que ya de por si resulta tan patoso como los que lo perpetran y que de algún modo divide la aventura en dos partes. El después no es el que hubiera debido de ser.

Una disputa que sube de tono y alcanza un final tragicómico de gran producción ya que entre los delincuentes los hay avispados y los hay avispones y pacientes y apresurados: es lo que tiene la convivencia generacional.

La trama se desenvuelve con soltura y propicia el enredo argumental introduciendo los elementos desencadenantes de cada giro en su momento justo, mérito de un guión virtuoso que resulta original e inteligentemente gracioso manteniendo el tono noir en todo momento con más que evidente crítica social.

Baru
guionista y dibujante
Baru dibuja con trazo fino para dar el máximo de espacio al color con el que puntúa las acciones para reforzar el mensaje, por ejemplo el particular tratamiento de los pilotos rojos de los vehículos en movimiento.

La paleta de colores es amplia en tonos y en gamas y la aplica en formato acuarela dejando fondos abiertos para asegurar el foco visual en los sujetos y sus acciones que son los que marcan el ritmo narrativo.

Hay viñetas y diálogos, no hay textos explicativos: la trama no los necesita. Y diálogos solo los justos y necesarios que hacen avanzar el guión y con contenido trascendente.

Un guión que contiene más que aparenta y que concluye con un final grotesco y moralizante. No dejen de leer esta maravilla publicada en 2011. La edición de Astiberri, como siempre, resulta de una calidad impecable.

domingo, 26 de febrero de 2017

Agatha Raisin y la jardinera plantada de M. C. Beaton

En primavera se plantan flores
pero siempre hay quien decide
opciones más drásticas.
En una novela convencional una jardinera plantaría plantas, arbustos  e incluso alguna hortaliza o verdura, pero en una novela con Agatha Raisin como protagonista no es extraño encontrar con que es la jardinera la que resulta plantada.

Y claro, si se planta una persona se obtiene un cadáver y el cuerpo no florece más bien se marchita.

Así son los argumentos de las novelas protagonizadas por Agatha Raisin: sarcásticos en su planteamiento y sembrados de fina ironía británica en cada diálogo y en cada nueva situación, divertida hasta el absurdo.

En Caserly, villorrio situado en los Cotswolds donde vive Agatha desde que abandonara su vida profesional en Londres, han decidido convocar un concurso de jardines y premiar al más esplendido.

Todos los participantes están algo nerviosos y ansiosos por ganar, algo que a Agatha se le antoja una necesidad, por razones amorosas que no vienen al caso, o si, y cuando Agatha quiere algo no hay línea roja que la detenga. Recuerden el trasiego con la quiche de la primera entrega e imagínense lo que puede barruntar.

El nivel de tensión entre los concursantes es alto, espoleados por Mary Fortune, una recién llegada al pueblo que tiene a todos hombres y mujeres comiendo en su mano, por razones distintas, y que parece conocer el punto débil de cada cual y que no duda en apretarlo para favorecer sus intereses.

A la gente no suele gustarles que se aireen sus inseguridades o sus aspectos vulnerables y alguien acorralado puede sentir la necesidad de atacar como medida defensiva.

M. C. Beaton autora de la serie
de novela policiaca con
Agatha Raisin como
protagonista
M. C. Beaton ha vuelto a implicar a su protagonista en un nuevo caso criminal.

Entre cortinas de ganchillo, floridos y olorosos arbustos y educados comentarios se desarrolla una investigación tan ligera como agradable.

La novela mantiene ese tono jocoso que sostiene quien se ríe de sí mismo y esa redacción sencilla, sin más pretensión que ofrecer una historia entretenida y divertida a partes iguales como los ingredientes de un buen plumcake casero hecho por la mismísima Mary Fortune.

Tómensela entre horas (entre lecturas más indigestas) saboreándola despacito para entender todas sus ironías y acompáñensela con té solo, con leche o con gotas.

Agatha Raisin y la jardinera plantada es la tercera novela de una serie que tiene suficientes títulos como para dar muchas satisfacciones.

Anteriores novelas de Agatha Raisin reseñadas en el blog:


domingo, 19 de febrero de 2017

Los renglones del destino de Rubén C. Morató

Los renglones del destino están escritos
de forma retorcida.
Si Dios escribe derecho con renglones torcidos es de desear que estos se refieran a otro ya que si lo que llamamos destino se tuerce es capaz de llevarse por delante a quien encuentre en su camino.

La novela Los renglones del destino es un thriller noir que pinta un retrato sociopolítico donde se encuentra de todo, como en botica, pero también como en ella aparece todo perfectamente ordenado y dosificado en su precisa medida.

Asesinatos, corrupción en altos mandos y altas esferas, especulación urbanística, robo y mercadeo de objetos de arte, sagrados secretos de confesión y confidenciales secretos de estado.

Todo empieza mucho antes con el caso rápidamente, demasiado rápidamente, aclarado del crimen del matrimonio Palacios, una anodina pareja encontrados muertos en su domicilio.

Muchos años después lo que parecía olvidado vuelve a ser noticia en el presente por una mano reveladora de detalles que, poderosos de la época, tuvieron a bien, según sus intereses, silenciar en su momento.

Caramelos de violeta, el pequeño
placer de Alicia Cepeda
En el ahora dos sucesos absolutamente inconexos como un robo y un accidente de tráfico tienden a converger en una misma investigación en la que Casimiro Santamaría, subinspector de la Brigada de Patrimonio Artístico, y Alicia Cepeda, inspectora de la Brigada Central de Investigación de los Delitos contra las Personas, trabajaran juntos por eso de los renglones del destino.

Los dos casos, en apariencia simples, tienden a su vez a ramificarse en variantes que implican a terceras personas y a centros de poder. Y es que a veces el aleteo de una mariposa puede ser el preludio de un tornado. Y así tramas y subtramas van desplegándose tratadas a ritmo de thriller y con buenas dosis de suspense.

Altos miembros del gobierno central y municipal, de la policía y de la iglesia, los poderes fácticos de toda sociedad, se entrecruzan con distintas intenciones en un argumento que aúna verdades fabuladas con fábulas verdaderas.

La trama presenta muchos hilos de los que hay que ir tirando con cuidado para no enredarse y que hay que intercalar para que el tapiz vaya cogiendo color, las formas vayan adquiriendo significado y la obra tenga sentido.

Rubén C. Morató
autor de thrillers
El autor Rubén C. Morató, que cuenta ya con experiencia en este tipo de thrillers cóctel noir, político e histórico (de hecho en esta novela hace un guiño a un personaje de su novela anterior El Arcano como si de otra investigación se tratara) es el tejedor al que hay que agradecerle esta obra que cumple con su finalidad de entretener yendo un paso más allá al docuficcionar un secreto que el Gobierno español de la época se empeñó en ocultar y cuya silenciada finalidad abre paso a cualquier especulación. Maná para un escritor de thrillers.

La prosa es distendida y fácil para que la lectura no se vea complicada ante la simultaneidad de acciones que en el mismo tiempo y en distinto lugar se van narrando, lo que da lugar a una novela entretenida, en ocasiones arrítmica pero sin penalizar la lectura y que viene a ratificar la buena salud del thriller español.

El final elegido, muy metido en contexto, es de los que confirman que los renglones del destino no solo son torcidos sino absolutamente retorcidos.



lunes, 13 de febrero de 2017

The player serie de TV

The player la serie de juego en donde la apuesta
es la propia vida. 
The player, El jugador, es una serie de televisión de género thriller noir que transcurre en Las Vegas y como no podía ser de otro modo, pasando en esta ciudad que nunca duerme y en donde el tiempo está suspendido (los casinos no tienen ni ventanas ni relojes) la trama va de apuestas.

Pero no las apuestas con máquinas tragaperras, ruleta o Black Jack, que serían recurrentes y aburridas para jugadores de altos vuelos sino de otro tipo de apuestas.

Apuestas donde está en juego algo más que acertar la casilla donde finalizará de dar vueltas la bola de la ruleta o en acertar con la carta al repartir una mano.

Los adinerados del planeta han promovido un aliciente a su monótona y ociosa vida que consiste en apostar sobre hechos delictivos a partir de un estudio de probabilidades.

Jugador de la casa contra jugador forastero. Bueno contra malo sin importar quien gane. Vida contra muerte en la mayoría de los casos.

Pero sin atisbo de moral alguno ya que solo les importa ganar en su apuesta. Hayan apostado por uno u otro. No hay preferencia: el dinero no entiende de simpatías.

En cada capítulo un nuevo juego mortal; una nueva apuesta. Johnson (interpretado por Wesley Snipes, hay que comer cada día) como jefe de sala, Cassandra (Charity Wakefield) es la croupier que cuenta con la ayuda de un inestimable sistema informático de múltiples conexiones y alto rendimiento y Alex (Philip Winchester) es el jugador que representa a la banca.

Alex es reclutado a partir de ser atacado en su domicilio a raíz de un complot de secuestro de la hija de un magnate y a partir de ahí el juego no ha hecho más que empezar y cada episodio una nueva apuesta encima la mesa.

Como subtramas lineales la identidad de Johnson y quienes apuestan desde el anonimato; la desconocida infancia de Cassandra y la evolución de su relación sentimental y por último ¿dónde está la mujer de Alex?

La opinión pública no fue del todo negativa, otras series de menos calado han permanecido en antena durante más tiempo, pero el bajo share y la demoledora crítica no dejaron que esta serie ni tan solo culminara la primera temporada.

Cierto es que empieza mal, todo muy circense con muchos fuegos de artificio y mucho ruido y no es que vaya mejorando capítulo a capítulo pero intención había.

Una pena o quizás no; lo cierto es que algunos apasionantes interrogantes se han quedado sin respuesta. Quizás otra cadena rescate sus restos, como ya ha sucedido antes en este mundillo, los recomponga y la lance de nuevo a las ondas.

jueves, 9 de febrero de 2017

La trilogía de Marsella según Jean-Claude Izzo

Total Khéops, Chourmo y Soleá
son las novelas que conforman la
trilogía marsellesa de Fabio Montale
escrita por Jean-Claude Izzo
La imagen de una Marsella hardboiled se refleja en una demoledora trilogía tan compleja y visceral como solo lo es la amistad y tan intensa como solo lo son los sentimientos desbordados.

Marsella no es esa ciudad que elijan facilmente los turistas porque no hay nada que responda al tópico que pueda ilustrar la llamativa cubierta de un folleto de agencia de viajes. Marsella es pues una ciudad de marselleses ya sean nacidos dentro o venidos de fuera.

Marsella es ante todo un puerto y como tal una puerta de entrada y salida a Francia, empleada sobre todo para lo primero por distintas oleadas de inmigrantes, algunos franceses (de segunda) provenientes de antiguas colonias africanas y otros no. Verdadero crisol de razas y lenguas y donde las rencillas no solo son verbales y la mafia se apodera de los negocios como las palomas las migas de pan.

Tras el nombre de mafia hay una realidad que responde a unos intereses que involucran a mucha gente y que se nutre de soldados fácilmente prescindibles. Esa realidad no se detiene ante palabras,

Como en cualquier otra ciudad el extrarradio es lugar donde se expansiona la construcción más barata y donde se desdibujan sus límites entre ciudad y amalgama de edificios de bajísimo presupuesto y materiales de idéntica calidad. Nada bueno puede salir de esos lugares; y si algo sobresale la vida/muerte suele recordarle de donde proviene y hasta donde le permite llegar. Esa es La Marsella de Jean-Claude Izzo.

En esos ríos revueltos de desesperación es fácil tentarse en buscar el dinero fácil y la mafia puede ser un instrumento para ello.

Fabio Montale es un policía que vive solo acompañado de los recuerdos de sus relaciones, las que ha abandonado y las que lo han abandonado, y de whisky y nostalgias de si hubiera hecho o hubiera dicho y oyendo, escuchando, sintiendo jazz, mucho jazz y evocando poesías y lecturas de juventud y reivindicativas letras oídas en cualquier rap.

Su desorden emotivo va cambiando a medida que avanza la trilogía hasta entender que el pasado sirve para tomarle la medida al tiempo y que vivir el presente es aceptar comprometerse con la vida.

Su enfoque policial basado en la conciliación y no la represión le ha hecho acumular fama de legal entre quienes viven marginados pero le ha restado credibilidad en el cuerpo más partidarios de la mano ligera para golpear, para disparar bien y para esconder unos billetes.

La trilogía recorre las calles de esa Marsella donde no solo es fácil ensuciarse las suelas de los zapatos sino además acabar pringado de arriba abajo. Una serie hardboiled de arriba abajo.

En Total Khéops, caos total como dice la letra de un rap, Fabio debe abordar dos casos muy delicados para su equilibrio emocional; de esos que te gritan que los resuelvas tú y no la justicia, que no se sabe cuan justa puede llegar a ser. El presente le hace revivir el pasado y el recuerdo de los amigos de entonces Manu, Ugo y Lole y los de ahora, Leila, le despiertan emociones que no creía capaz de sentir.

En Chourmo Fabio no puede evitar que el desorden que genera la violencia impune le afecte tan directamente como para que llegue a dudar de su axioma conciliador y piense en métodos más expeditivos para vengar la muerte de un joven inocente en un caso en que la mafia sigue engrandeciéndose sin escrúpulos.

En Soleá todo se desborda; emociones, sentimientos, recuerdos, pasiones y se enzarzan en una violencia que parece no tener fin ni solución. La novela sirve para delimitar los espacios de libertad amenazados en las dos anteriores y para que Fabio pueda poner por fin orden en sus prioridades.

Esta trilogía es una de las mejores elecciones de lectura de novela negra, dura y realista, que puede hacerse hoy en día. Merece leerse completa y seguida para no distanciarse de la atmósfera con la que Jean-Claude Izzo, fallecido en el 2000, consigue impregnar la escritura y en la que es fácil sumergirse desde el primer momento con total intensidad y una entreverada sensación de angustia esperanzadora hasta el mismo punto y final.

Total Khéops, Chourmo y Soleá son una reflexión sobre lo que cuesta la muerte y lo que vale la vida; donde la lucha por defender los principios puede ser la causa de perderlos; donde la amistad es hasta que la muerte nos separe y más allá.

La televisión francesa adaptó las novelas en 2002 en una mini serie de tres episodios con Alain Delon interpretando a Fabio Montale

sábado, 4 de febrero de 2017

La mirada de Chapman de Pere Cervantes

La Mirada de Chapman es
la mirada de quién horas después
iba a asesinar a su ¿ídolo?.
Mark Chapman tuvo la osadía, la grosería, el desprecio, la satisfacción, de mirar a los ojos de John Lennon sabiendo que al cabo de un rato lo iba a matar. Ese instante, esa mirada de quien ha desafiado a Dios el disponer sobre la vida humana, de quien se agencia ser el Armagedón, fue captada por un fotógrafo, mientras Lennon le estaba dedicando un álbum de Double Fantasy a su asesino. Pero horas después Chapman ya no tendría el valor de mirarlo a los ojos y por eso le disparó por la espalda.

La mirada de Chapman es el tic que todos los investigadores desearían poder identificar en sus sospechosos; el detalle que permite diferenciar a un asesino entre quienes no lo son; el que haría posible detener a los criminales ya que las víctimas de asesinato no pueden contar si sus asesinos las miraron fijamente a los ojos mientras las mataban y por tanto no pueden describirla.

En Menorca se prepara todo para la celebración de La Semana Negra de Ciutadella, y en esos actos, ya se sabe, no pueden faltar ni escritores, ni editores, ni periodistas, ni lectores, ni fans, ni libros para firmar.

Es el lugar donde los egos se subliman embebidos en alcohol, de marca, y en donde las envidias y los rencores son difíciles de retener en boca cerrada, ya que esta permanece mucho rato abierta. Ya sea hablando, bostezando, bebiendo, comiendo o tragando.

Y algo que no debería faltar nunca en ese tipo de eventos es un buen asesinato, pero claro no es buen reclamo turístico y no puede planificarse en el programa, por eso cuando se produce, los asistentes no saben si están ante un ardid promocional o es realmente un crimen presentado en sociedad.

Pronto la calma de Menorca, ya turbada por el run-run del evento, es barrida por el viento de crímenes y noticias.

Y para cuando la policía consigue relacionar hechos puede ser tarde para salvar víctimas ante la mirada hierática e impasible de la Naveta des Tudons que con sus 3.000 años a cuestas poco le queda por ver.

La novela es una narración policiaca que va desgranando pistas suficientes pero habilmente camufladas como para que la lectura permita ir recorriendo la investigación como si en ella se participara.

Es la segunda entrega protagonizada por la ex-pareja de puertas afuera pero no de corazón pa dentro que son María Médem, a quien el bosque del delito no le deja ver el árbol de la traición en su jardín, y Roberto Rial, gallito en comisaría y gallo en el corral de las gallinas, aunque lleve camino de quedarse sin plumas y sin cascarón.

Pere Cervantes
Pere Cervantes ha compuesto, nuevamente, una novela policiaca muy interesante para una lectura cómoda y placentera donde el paisajismo, el de la naturaleza y el de la condición humana, tienden a mecerse en la misma hamaca.

De nuevo, como ya pasara con su novela anterior:

No nos dejan ser niños (reseñada aquí)

combina hábilmente los asuntos propios e internos de una comisaría con los familiares y domésticos y a su vez conjuga correctamente el entorno ambiental y geográfico con los crímenes y la investigación policial.

domingo, 29 de enero de 2017

River serie de TV

Hay que ser muy fuerte para reconocer
que se es débil.
River es de esas series solo aptas para los que buscan productos alejados del circuito más comercial. Es una serie que puede inducir a la somnolencia y en el peor de los casos al coma para quienes no estén dispuestos escuchar la voz del silencio.

Así, si se supera esa criba y se traspasa la barrera en la que el medio le da al espectador todo mascado es fácil adentrarse en una historia que aúna varias visiones de la realidad criminal y que engrandece al género al permitir vibrar con cada secuencia y con la magnífica interpretación.

Es una serie con diversas capas, como las cebollas, y con profundidad argumental radiografiando, casi a nivel de docuficción, el trasfondo del drama social que supone ser inmigrantes aspirantes a ciudadanos de pleno derecho.

En esta serie no solo es bueno lo que se ve y lo que se dice sino también lo que se no se muestra y lo que no se oye: eso es lo que nos permite reconocer que estamos ante un muy buen guión (a cargo de Abi Morgan) y las series con un buen guión consiguen además de entretenimiento trascender el maniqueísmo asociado y no se cortan por mostrar la imperfección primando la ética sobre la estética.

El departamento de policía está de duelo, la inspectora Jackie Steve Stevenson (interpretada muy convincentemente por Nicola Walker) ha sido asesinada en plena calle de un disparo a la cabeza casi a bocajarro y no hay nada más urgente que solucionar este caso y encontrar a quien la mató.

John River (un actorazo: Stellan John Skarsgårdes el inspector punta de lanza de la investigación y, a pesar de su peculiar y antisocial carácter, no va a dejarla hasta resolver el caso ya que además le toca de cerca.

John River ve muertos, literalmente, con los que se ha relacionado en vida y habla con ellos en un plano de igual a igual en cualquier momento y lugar lo que le induce a actuar a ojos de los demás como si estuviera loco.

La serie es un drama policial de la BBC (calidad asegurada) que se vale de la investigación de asesinato para presentar la fragilidad emocional de su protagonista (una más que destacable interpretación de Stellan Skarsgard) y su lucha diaria por superar su carácter antisocial no elegido voluntariamente sino provocado por su incapacidad para gestionar sus cargas emocionales lo que le convierte en un ser atormentado que parece cargar sobre sus espaldas con toda la desolación de la humanidad.

Hay que ser muy fuerte para reconocer que se es débil.

Seis episodios que ahondan en la psicología de los personajes, que desnudan sus sentimientos y sus relaciones, que muestran el lado más humano de cada uno de ellos y por ende sus debilidades e insatisfacciones que se extienden y prolongan en el tiempo, desde antes de la serie y en cuanto esta acaba, siendo toda ella un breve paréntesis en sus vidas. Seis episodios para investigar un asesinato localizando al culpable y entendiendo los motivos. Seis episodios para descender un peldaño en la escala de ciudadanía y entender quienes deciden.

Una serie que impele a reflexionar sobre los conceptos de soledad e infelicidad de los que tanto se habla y tan poco se conoce y con un final absolutamente impagable, para ver una y otra vez, lleno de optimismo en un claro homenaje a la vida.




Tina Charles – I love to love (but my baby loves to dance)