viernes, 4 de mayo de 2018

Un hombre cae de Jordi Basté y Marc Artigau

Novela negra
barcelonesa y contemporánea

Albert Martínez debe ser el investigador más afortunado que existe ya que una noche, cenando con un viejo amigo en la zona del Port Olímpic de Barcelona, es testigo involuntario de un hecho el que nadie repararía a no ser que tuviera un entrenamiento como el que se le supone a un detective privado: dos hombres hablando o discutiendo se acercan al espigón de la Mar Bella y al cabo de un rato solo uno regresa.

Así Albert Martínez va a inmiscuirse en un caso de desaparición de un miembro de una familia bien de la capital catalana. Y en su investigación recorrerá calles y locales y ahí es donde la novela policíaca va perdiendo tensión pasando a un plano secundario donde cede el protagonismo a un costumbrismo mal entendido y ligeramente presuntuoso, que cree que todo consiste en rellenar páginas de referencias y menciones a lugares, restaurantes y productos.

Y aquí es también cuando la novela, con esas endebles paredes, cae y errática e irregular avanza de forma previsible hacia un final acorde.

Es difícil empatizar con el protagonista, el detective Albert Martínez, que mantiene cierta distancia con el lector. Sus pensamientos se convierten en monólogos que no dejan entrar a nadie. Se nota que esa voz es la de Jordi Basté y que en la radio no puede haber silencios. Se nota también, por que escribe como habla, por que emplea literalmente las mismas expresiones y construcciones gramaticales que ante el micrófono, lo que resta toda capacidad literaria aunque pueda favorecer la comunicativa.

Jordi Basté y Marc Artigau
En una novela negra el autor debería dejar hablar a los personajes, no emplearlos como muñecos de ventriloquía. Los personajes sin voz y vida propias no consiguen traspasar el papel impreso y seguro que tanto Jordi Basté como Marc Artigau lo logran en otras entregas.

Un hombre cae pertenece a esa corriente de novela negra barcelonesa y contemporánea que quiere evocar los clásicos del genero desde un toque de modernidad.

martes, 1 de mayo de 2018

A la tercera va la vencida de Nunzio DeFilippis, Christina Weir y Brian Hurtt

Strike 3. Fuera.

En California existe la ley de los tres delitos que supone que al cometer un tercer delito por acumulación, por muy menores que sean, conlleva una condena de delito grave; lo que se traduce por una condena que puede ir de 20 años a ¡cadena perpetua!

Por tres hurtos de libros, por poner un ejemplo, se puede cumplir una condena igual a la de un asesinato múltiple efectuado con saña.

Y quien lleve dos delitos en su cuenta particular, mejor haría en no cometer un tercero. A la tercera va la vencida.

Ciertamente no parece muy lógica ni muy justa establecer esa regla de proporcionalidad pero ya se sabe que la justicia no tiene porqué ser justa mientras aplique correctamente la letra de las leyes. Y los jueces, amparados en ellas y en la potestad de interpretación suprema vislumbran a la sociedad desde un pedestal casi intocable ¿Ejemplos? tan cerca y tan reciente que estremece.

¿El libre albedrío es de verdad libre o solo es albedrío?  ¿Y si todo estuviera escrito y la elección no fuera más que un auto-engaño por no querer someterse a una entidad desconocida que rige el destino?

Rey Quintana es un buen hijo que quiere ser mejor novio y por eso el sentimiento amoroso le nubla la razón y buscando un regalo para su chica el impulso le lleva a cometer un hurto. La rueda del destino se ha puesto en marcha y pronto adquiere una velocidad de giro difícil de parar. Las decisiones siempre tienen consecuencias.

Noah Conway es un ex-policía ahora cazarrecompensas que trabaja para una oficina de fianzas y que no se entiende con su hija. A él le toca custodiar a Rey y cuando todo se tuerce deberá afrontar el enfrentamiento de sus sentimientos con su sentido de la moral y su deber al orden establecido.

A la tercera va la vencida: página interior
El guión de Nunzio DeFilippis y Christina Weir es una clara denuncia de que las leyes deben adaptarse a los tiempos. De que la evolución social debe suponer una evolución del concepto de delito y de la pena a imponer, pero lo hace de forma en exceso discreta sin llegar a comprometerse y sin aportar originalidad a una obra que va confirmando la previsibilidad a medida que avanza.

El dibujo de Brian Hurtt es austero y correcto como demanda el guion pero sin arriesgar, se nota que es una obra primeriza de un autor que ha sabido evolucionar y del que agradecemos su magnífica labor en El maldito, tres días muerto, reseñado anteriormente en este blog.

Ed Brubaker escribe un prólogo entusiasta; tal vez demasiado ya que genera una expectación que no se acaba de corresponder. Aún y así resulta un cómic mucho mejor que otros con más renombre.


viernes, 27 de abril de 2018

Muerte en Amsterdam de A. C. Baantjer

Canales, Barrio Rojo y asesinatos.

Dos novelas breves: El estrangulador de los domingos y De Cock y el cadáver de nochebuena, ambas protagonizadas por el Inspector del Departamento de Homicidios de la Policía Municipal de Ámsterdam, conforman el volumen Muerte en Amsterdam.

De Cock, acabado con ck como él mismo no se cansa de aclarar, es un veterano policía al que todos admiran y respetan por su exitosa trayectoria; pero él, después de veinte años lidiando con repulsivos crímenes, todos lo son, solo aspira a una jubilación que le permita pasear con su perro y estar más tiempo con su esposa.

Por eso que le fastidien sus vacaciones con un telegrama reclamando su presencia cuando aún no había disfrutado ni la mitad de ellas, más que merecidas, no le sienta nada bien.

En el primer caso, El estrangulador de los domingos, los crímenes afectan a prostitutas del barrio rojo de la capital y es una zona donde generalmente nadie ve nada y nadie oye nada por lo que De Cock tiene que tirar de conocidos y recordar favores y fijarse en detalles que solo su experiencia puede traducir en pistas.

En el segundo De Cock y el cadáver de nochebuena el título lo dice todo: el cuerpo de una joven flotando en un canal en nochebuena no da opción a fiestas ni algarabías sino a enfundarse la ropa de abrigo, calarse de humedad e investigar quien era y que hacía allí la víctima.

Ambos casos siguen el patrón convencional de la novela policíaca tradicional y De Cock se muestra como un claro ejemplo del detective deductivo capaz de encontrarle otro significado a palabras o hechos en apariencia simples.

A. C. Baantjer
La lectura permite también recorrer Amsterdam, una interesante ciudad de tamaño bolsillo, que se muestra con mentalidad abierta y obsequiosa.

A. C. Baantjer, Albert Cornelis Baantjer (1923-2010) antiguo policía en Amsterdam y escritor de gran éxito en su país, llegó a escribir 70 casos para el inspector De Cock.

Su prosa es fácil y amable y las tramas, sin ser retorcidas y más identificables con el relato policial clásico europeo que al contenido de la novela negra americana, tienen su intríngulis que sabe rematar con unas explicaciones del inspector, no a modo Hércules Poirot pero cercano, que ponen la guinda a la solución del caso.

Una serie muy digerible, amigable y recomendable de la que, lamentablemente, no consta que haya más traducciones. Será que su falta de morbosidad no satisface las necesidades de la clientela.

viernes, 20 de abril de 2018

Justo de Carlos Bassas del Rey

La vida tiene fecha de caducidad.

Justo es una novela negra de barrio. Llamarla urbana no alcanza a evidenciar sus matices; es de barrio y de calles y de esquinas, como la redondeada de Casa Bofarull, más conocida por Los Caracoles, y las casi inexistentes de la Calle L’Anisadeta. Es más de adoquines que de asfalto. Es más de orígenes que de destinos.

Justo es el protagonista. Para muchos un viejo. Alguien transparente cuando no invisible del todo. Un hombre viejo o un hombre mayor. Llámese de un modo u otro siempre ha habido, hay y habrá quien lo desprecie o lo ignore por razón de edad sin tener en cuenta que sus inquietudes y sus necesidades son parecidas a las de cualquier persona más joven y sin calibrar convenientemente su peligrosidad fraguada en la experiencia y en la determinación; algo para lo que la edad es el mejor alimento.

Al acabar la novela la sensación es de no haberla leído sino de haberla escuchado. De estar sentado a una mesa de Los Caracoles frente a Justo y de haber ido comiendo los entrantes, el plato principal y el postre con café y copa oyendo de su propia voz, no en vano la novela está escrita en primera persona, la narración de los hechos.

Aunque no sé si era Justo o su espíritu quien me ha hablado ya que el camarero, al preguntarle por él al volver del servicio, me ha dicho que en la mesa solo he comido yo como atestigua la cuenta para un comensal.

La voz de Justo no ha flaqueado ni un ápice a lo largo del relato si acaso le he apreciado un ligero temblor cuando ha mencionado a Eva, por lo demás ha ido desgranando su historia entre bocado y bocado y es que ya quedan muy pocos lugares donde comer comida cocinada como antes.

Con Justo he recorrido calles que tiempo hacía que no recorría, y otras desconocidas, e incluso me he reconocido en un escaparate, en una esquina, en un restaurante, en un local desaparecido; aromas que perfuman la lectura y es que los recuerdos son eso, aromas. La Barcelona que evoca Justo es la Barcelona de antes de que las multinacionales y las franquicias le mordisquearan su autenticidad, de cuando los turistas eran los residentes de los alrededores y no los desembarcados de un crucero.

Justo tiene ya una edad; de esas que no dan para remilgos. Comparte sus momentos con Damián y Julián probablemente los únicos amigos que tiene y los únicos con los que se entiende. Además de Remedios con quien también se entiende pero de otro modo.

La vida tiene fecha de caducidad y el tiempo que media, preciado tesoro, hay que dedicarlo a hacer lo que hay que hacer y es que Justo es un mandado aunque no haya un tangible mandador. Y su encargo es impartir justicia, de ahí su nombre de pila, aunque sea a criterio propio y haya quien le afee la conducta.

Y aunque parece tener la suerte de cara o Dios a su lado sabe que no puede confiarse; un solo instante de duda puede ser fatal. Lo sabe él y cualquier equilibrista. De la vida a la muerte solo hay un paso, el que se da al vacío.

Carlos Bassas del Rey
Carlos Bassas del Rey ha concebido un personaje muy entrañable, le ha dotado de un léxico rico, el de la persona que ha aprendido el significado de las palabras al mismo tiempo que ha aprendido a leer, y le ha procurado la facilidad de comunicación de un monologuista. La determinación de quien tiene en la misión su motivo para vivir y la voluntad de ser sincero y leal aunque eso suponga decepcionar a los que están a su lado.

Le añade ese particular sentido de la justicia que deja la ley para los leguleyos y en la que las resoluciones no admiten demora ni triquiñuela. Ha creado un personaje que vive entre lo lírico y lo siniestro.

Justo es una novela negra nuestra. De esas de kilómetro 0. Con reconocimiento a Méndez y a Carvalho. Y a Monroy y a Acuña. Y a Barcelona, sobre todo a Barcelona. Es una de las mejores novela negra que se puede encontrar hoy en día. No dejen de leerla o se arrepentirán.

En nada es Sant Jordi, entre los libros que compren asegúrense que este esté.

domingo, 15 de abril de 2018

La vírgen del burdel de Hubert y Kerascoët

La virgen del burdel

El volumen bajo el único título de La virgen del burdel integra dos álbumes que conforman una sola historia, un solo arco argumental.

La protagonista de la serie es Señorita no se toca (titulo original en francés: Miss Pas Touche).

Y sus dos primeros títulos, recogidos en este integral son La virgen del burdel y Sangre en las manos.

La acción transcurre en la década de 1930, esa época licenciosa de entreguerras, en el luminoso y alocado París y se ubica en el lujoso prostíbulo Pompadour al que llega Blanche, señorita no se toca, huyendo de un asesino, apodado El Carnicero por su modus operandi que evoca al de Jack el destripador, que tiene aterrorizada la vida nocturna.

Segunda parte englobada
en un integral en la edición
en castellano
Señorita no se toca porqué Blanche es virgen y pretende seguir siéndolo a pesar de la presión del entorno y de las manifiestas intenciones masculinas.

Deseos de venganza, por la muerte de una próxima, le impelen a investigar por su cuenta a pesar de no estar dotada para ello, lo que le lleva a conjeturar sin pruebas, pero aprende rápido del mismo modo que aprende a desenvolverse en la mansión y en sus peculiares habitaciones.

Hubert Boulard ofrece un guión sólido, aúna costumbrismo libertino con una trama policiaca muy bien planificada y traspasa líneas para que todas las vergüenzas queden al aire, figurada y literalmente, lo que permite vivir este contexto en su plenitud.

Su ironía llega al sarcasmo para ridiculizar la doble moral de quienes en público abogan contra la prostitución y en privado no se privan de ninguno de sus placeres y tampoco deja títere con cabeza al retratar las relaciones entre amos y criadas en el sí de las familias burguesas.

Costumbrismo, romanticismo y misterio policial clásico con dosificación de pistas y los giros justos para ir subiendo el tono en el prostíbulo y en la investigación y conseguir un final muy meritorio.

El dibujo de Kerascoët, seudónimo del duo formado por Marie Pommepuy y Sébastien Cosset, se acerca al expresionismo, sus líneas buscan captar y mostrar emociones.

Casi caricaturesco se centra en la comunicación mediante el tratamiento prioritario de gestos, miradas, y muecas.

Aliado con una exuberancia de color muy vivo, ese que asociamos a los bailes pintados por Renoir o al interior de un cabaret con sus luces, trajes y lentejuelas y colorete en mejillas, propicia que la lascivia se muestre en todo su esplendor y reserva los tonos más suaves para las escenas callejeras y aquellas en las que las protagonistas despojadas de su disfraz se muestran en la intimidad.

Una obra muy original, variada, entretenida, apasionante y emocionante y que no se debería dejar de leer.

En Francia llevan publicados cuatro volúmenes, los dos mencionados La Vierge du bordel  y Du sang sur les mains (y únicos traducidos) y Le Prince Charmant (El Príncipe Azul) y Jusqu’à ce que la mort nous sépare (Hasta que la muerte nos separe).