domingo, 1 de diciembre de 2019

La red púrpura de Carmen Mola

Novela negra al por mayor.
La Red Púrpura es la continuación de La novia gitana y explica y cierra todos los frentes que se hubieran quedado abiertos tanto en una como en la otra. De hecho si se publicaran ambas en un solo tomo engrandecería su cometido y su grosor no echaría a nadie para atrás sino todo lo contrario ya que su enganche es tal que a nadie le importaría.

La inspectora Elena Blanco va tras la pista de La Red Púrpura, una organización criminal a la que achacar una larga lista de delitos. Y lo hace con saña porqué su persecución tiene además mucho de personal: su hijo podría estar involucrado y, lo que es peor, voluntariamente.

La inspectora, que lleva años buscando esclarecer un suceso de su entorno familiar más querido, ha destapado, sin imaginarlo, la caja de Pandora y no sabe si quiere o no conocer su futuro, que sospecha aciago, pero no hay vuelta atrás.

Los videos snuff solo, por si fuera poco, son la parte visible del iceberg. Debajo, en la oscuridad, hay todo un submundo tenebroso interrelacionado en la dark web, esa parte no indexada y totalmente oculta que se conoce como internet oscuro, más oculto que el internet profundo, donde todo es posible, todo asequible porque todo tiene un precio.

En La Red Púrpura, esta segunda parte de la misma novela, se confirma el exceso de afectación de trama y personajes ya constatado en la primera.

En esta, incluso los personajes, que parecían tener roles definidos y claramente distintos, prácticamente hablan con la misma voz y pierden parte de su identidad en beneficio de forzar el ritmo narrativo y primar las situaciones y las descripciones a los caracteres.

Hay más interés en explicar para visualizar que en relatar para leer. Y no se aprovecha lo suficiente la tensión emocional de los personajes y la carga explosiva de su trama que, por esa precipitación, desvela sus intenciones y sus secretos antes de lo que debiera al resultar de una previsibilidad evidente.

Es tanto o más resultona que la anterior. Es de lectura absorbente y claro ejemplo de novela pasapáginas. Es novela negra de lectura fácil, speed reading sin cursillo, para lectores que incluso no lean y, eso si, que aguanten ciertas escenas que en cine obligarían a desviar la mirada o cerrar los ojos.

Carmen Mola emplea todos los ingredientes para obtener un dorado, crujiente y oloroso best-seller como para ir de boca en boca. Sabe a bizcocho de esos que tienen todos los componentes en varios sobres dentro de una caja. Un producto bien pensado para una eficaz comercialización masiva con los aditivos precisos para gustar a una gran mayoría.

domingo, 24 de noviembre de 2019

La cordura del idiota de Marto Pariente

Noir mesetario. Novela negra cruda
y arisca.
La novela negra ambientada en una pequeña localidad más o menos aislada, conforma un ecosistema donde nadie puede esconderse; donde, el anonimato que confiere cualquier gran núcleo urbano, no es una opción y por ello los caracteres de las personas son evidentes como el día: puede amanecer con cielo limpio y nublarse o al revés; las personas tienen un identificado patrón de comportamiento atmosférico pero una escala flexible para medirlo según convenga.

Toni Trinidad es el jefe de policía, de hecho es el único policía, de Ascuas, mal que le pese al concejal de quien depende; padece de hemofobia por lo que su vida es una sucesión de episodios de desmayos recurrentes y tiene una hermana, Vega, que gestiona un desguace, conduce un coche grúa, es alcohólica y podría ser viuda o cuando menos esposa abandonada.

La inteligencia no reluce a simple vista, igual que la lógica de quien la sociedad llama loco ni la cordura de alguien a quien se considera idiota. La cordura del idiota es tan notoria que despreciarla es de ignorantes y pretenciosos.

En un pueblo como Ascuas, cercano a Guadalajara y relativamente poco alejado de Madrid, todo es aparentemente sencillo: cada cual a lo suyo, tú no me pisas y yo no te muerdo. Pero de lo sencillo surge lo complejo y así a partir de un suicidio, el Triste parece que ha decidido substituir su habitual café matutino por una soga al cuello, se vinculan asuntos y negocios que nunca debieron juntarse.

Bien cuando se junta el hambre y las ganas de comer; mal cuando se juntan dos a comer cuando apenas hay para medio.

Y es que a menudo se olvida que no se precisa de una gran ciudad para delinquir, que no es el lugar donde se vive lo que determina el grado de maldad que alberga sino que son sus habitantes, sus transeúntes, quienes ejerciéndola la delimitan.

Marto Pariente,
sentado a la mesa
de los grandes
del country noir.
Marto Pariente demuestra estar sobradamente capacitado para desarrollar y escribir una historia absolutamente electrizante y certera como rayos de tormenta atraídos por un borne metálico de diez metros de altura.

Para crear unos personajes carismáticos y verosímiles y para engarzar una trama puro hard boiled al ámbito rural y conseguir que no se le muera por el camino.

El uso de tres voces narrativas: en 1ª persona de Toni, en 2ª de Vega y en 3ª para los demás, aporta un plus de interioridad psicológica que vehicula los pensamientos con los actos hasta un glorioso final.

Se ha sentado a la mesa de los grandes: Daniel Woodrell y sus La muerte del pequeño Shug y Los huesos del invierno, y con Jim Thompson y sus indispensables El asesino dentro de mi o 1.280 almas, a quienes debe mucho, Marto Pariente aporta su versión de noir rural peninsular con un campo limpio de rastrojos y bien labrado aunque las semillas sean ajenas. Novela negra cruda y arisca.

Su lectura me ha hecho recordar la apasionante de Un dedo con un anillo de cuero de José Ramón Fernández, paradigma de noir mesetario y novela indispensable para quien guste del country noir.

La cordura del idiota es una lectura agradecida por estar bien contada y por ello más que recomendable y especialmente por salirse de los tópicos urbanos aunque no pueda evitar caer en los homónimos en su versión rural.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Solo las bestias de Colin Niel

Solo las bestias. Sin distinción:
bestias animales y bestias humanas.
Évelyne Ducat, la joven esposa de un rico empresario desaparece en lo que parece uno de sus habituales paseos por la montaña. Su coche vacío ha sido encontrado y no hay rastro alguno de ella por lo que la policía inicia una investigación a ciegas que a medida que pasa el tiempo acentúa los peores presagios.

El pueblo, ganadero, en el macizo central del Causse francés, es pequeño y desconectado; el clima en invierno es destemplado y poco hospitalario y quienes aún viven en esas cuatro callejas se saben más unidos por el infortunio que por un deseo expreso. Las relaciones interpersonales son tan peculiares como caprichoso es el diseño de la naturaleza que alterna llanuras de pasto con afiladas rocas y profundas simas.

Y si algo se aprende de una comunidad cerrada es que las personas son las que se cierran en sí mismas convirtiéndose en habitantes austeros, desilusionados, ausentes y depresivos. Incomunicación, y por tanto incomprensión, marcan esas vidas.

Unas vidas acostumbradas a pasar largas horas a solas con el ganado; a hacer de éste algo más importante que la familia; a entender que todos somos bestias, solo que unas son animales y las otras son humanas.

Solo las bestias es una ambiciosa novela de personajes, una gran y trágica novela negra pero ante todo y sobre todo es una gran, gran novela de amor; de amores para ser más exacto. Ese motor que mueve el mundo, menos explosivo que el de gasolina y más longevo que el diésel. El amor rige los actos de todos los actores de este country noir, incluso los más malévolos.

Un planteamiento a cinco voces en la que cada cual aporta su visión de los hechos y su participación en los mismos (¿por qué no en primera persona cada uno?) que si bien acierta en evitar repeticiones directas no puede obviar reiteraciones continuas y eso no resulta adecuado para el ritmo que sufre los consabidos altibajos asociados a este particular tipo de narración.

Si sirve para conocer mejor cada personaje y como siente cada cual. Y ahí es donde el sentimiento de amor, por falta de, por necesidad de, por exceso de, por su forma de, se expande y adquiere un tono rojo que da vida que es el contrapunto perfecto al neutro blanco de la nieve y al negro de la maldad y de la muerte.

La lenta evolución de la trama se ve sacudida con unos giros que suponen descubrimientos que arrojan luz sobre acciones y motivos que recogen a lectores despistados como si fueran ovejas descarriadas.

Colin Niel, autor de Solo las bestias.
Colin Niel se instaló durante dos meses en un pueblo de la zona para captar la atmósfera humana y climatológica y poder transmitir mejor las emociones y las sensaciones de quienes la habitan y la percepción de los fenómenos atmosféricos y sus consecuencias en el estado anímico.

Tal inmersión se nota en la lectura; sobrepasa la que pueda aportar cualquier documentación exógena y supone añadir una verosimilitud cercana al documental, algo que también lo propicia el hecho de que al lector se le de todo hecho sin investigación policial.

Una vuelta de tuerca al country noir, cercano al true crime por la forma de ser narrado.

Eso si, una traducción más que mejorable ya que penaliza a lo largo de toda la lectura y en algunas ocasiones facilita directamente la incomprensión.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

La búsqueda por Charlotte Link

Thriller para todo tipo de paladares.
Kate Linville es una detective de Scotland Yard a quienes unos inquilinos le han destrozado la casa familiar, único recuerdo que le queda de su infancia y de su familia, por lo que debe ausentarse de Londres unos días para volver a  Scarborough y probar de poner remedio al vandalismo sufrido.

Han trascurrido cuatro años desde la desaparición de una adolescente y una más se viene a sumar a una lista que parece no cerrarse. Kate no va a poder evitar inmiscuirse en una investigación en la que, por competencia funcional, no le está permitido participar.

El mundo de la adolescencia femenino no se trata en el argumento solo identifica el segmento afectado por las desapariciones. Se pierde pues una ocasión para tratar un tema que siempre resulta espinoso y ofrece muchas posibilidades.

La trama se va retorciendo a medida que se desarrollan los acontecimientos, de otra manera la lectura no continuaría, pero no llega nunca a incomodar. Es como un telefilm de los que saturan la oferta de fin de semana de las cadenas estatales capaces de encadenar varias seguidas y que da la impresión que siempre son la misma película con distintos personajes, y a veces incluso ni eso: clones en lo físico y en el comportamiento.

La búsqueda responde al arquetipo actual de thriller que satisface plenamente a quienes no van con exigencias y obtienen el placer de una lectura ligera y con toques románticos.

Son los bolsilibros de antes solo que ahora a tamaño mayor, tapa dura (no siempre) y coste de libro. Argumentos ligeros, personajes planos, algo de acción y suspense, poco, ya que resulta más que previsible prácticamente todo lo que sucede.

Pero este hecho, la previsibilidad, lejos de molestar a quienes siguen a esta autora es lo que más apetece: anticipar lo que vaya a suceder y constatarlo supone un punto de satisfacción que fortalece el hábito lector y la fidelización a un autor(a) y a un género.


Charlotte Link
Charlotte Link, que cuenta ya con varios best-seller, sabe lo que tiene que escribir para agradar y sabe como redactarlo: sin excesos, sin provocaciones; buscando la acogida y no el rechazo.

No pretende remover conciencias sino ayudar a la relajación después de un día agotador con una lectura que demuestre lo afortunada que es alguna gente frente a las desgracias de otra.

domingo, 10 de noviembre de 2019

No eres lo que busco de Laura Mavor

Una novela negra que está pasando
sin ruido y merecería anunciarse
con una banda.
Un asesinato de apariencia homófoba en una pequeña localidad costera de Castellón da pie a una investigación que tiene como punto de partida las citas concertadas por redes sociales.

Una amiga, escritora de novela romántica, de la teniente de la Guardia Civil Miranda Vega es quien ha descubierto el cadáver y ésta, al tomarle declaración, toma conocimiento de la cantidad de gente que busca relaciones a través de las aplicaciones de móvil y ordenador que proliferan ofreciendo este tipo de contactos, siendo Finder, en el caso que nos ocupa, la app utilizada.

Un tema de actualidad del que trata con rigurosidad, sin juzgar, sus ventajas y sus riesgos y que, con originalidad, lo enlaza muy hábilmente con otros prejuicios colectivos y una compleja trama criminal.

Con dosificados y medidos quiebros y giros va descolocando al lector al tiempo que retiene su atención dándole sutiles pistas a modo de las novelas policiacas de la edad de oro británica.

Laura Mavor sorprende siendo primera novela ya que se presenta tan bien resuelta que evocaría mayor madurez literaria. Una novela negra con mucho de policíaca, en el sentido británico del término y evocaciones a Agatha Christie con quien comparte no solo el modo de explicar la resolución del caso sino la pasión por las manzanas y de rebote con su personaje Ariadne Oliver de quien la teniente Miranda Vega es un distorsionado eco. Aunque la sempiterna gabardina que viste evoque más a Colombo.

Miranda Vega es una soltera cuarentona con cierto sobrepeso y algunas partes afectadas por la ley de la gravedad, es comprensiva, directa y ácida por igual, fumadora de me estoy quitando y ávida devoradora de manzanas. Tal mezcolanza le confiere un carácter propio y terriblemente humano que la distancia de los tópicos investigadores del género y consigue empatizar inmediatamente.

Y es que todos los personajes son absolutamente carismáticos, tanto los principales como los secundarios, muy bien definidos con su voz precisa y con acordes y lógicas actuaciones a su modo de ser que sostienen su verosimilitud.

No eres lo que busco soluciona la investigación de forma limpia, se apoya en descripciones ligeras y se presenta repleta de sentido del humor y diálogos acerados e irónicos. Deja tan buen sabor de boca que hace desear otra pronta entrega.