domingo, 7 de junio de 2020

El Lagarto Clueco de Lola Quintana

El lagarto clueco es una novela negra
contada por los alisios.

Hay novelas que salen de la cabeza, otras de las entrañas y las menos flotan en el aire a la espera de ser cazadas al vuelo. El lagarto clueco es una de estas, una historia traída por los vientos, contada por los alisios, depositada con mimo en una isla de tierra quemada y protegida por los cantos afilados de fría lava milenaria.

La historia empieza en Fuerteventura, esa isla con forma de árbol, con el despiadado asesinato de tres de los cuatro miembros de una misma familia en su propio hogar sin que se averigüe el motivo: ni el de las muertes ni el porqué de todos menos uno. Y se traslada a Lanzarote, la isla negra y vecina, donde ya saben de muertes violentas e inexplicables que les atemorizan. 

Aniel, el sobreviviente de la matanza, arriba a Lanzarote de la mano de Pancho para integrarse en la familia de éste y empezar una nueva vida, algo a lo que Juana, su mujer y madre de sus tres hijas, se opone desde un principio y aprovecha la mínima para escupir palabras hirientes para reivindicar sus deseos enfrentándose a su Pancho que lo proteje por una promesa que hiciera a los padres del chico, con quienes le unió más que una amistad.

Nada es fácil para la familia con el recién llegado. Surgen recelos y envidias. Naturales deseos inconfesables afloran y emociones reprimidas pugnar por manifestarse. Nada es fácil para las gentes que habitan esa zona rural de una parte de Lanzarote recogida en sí misma, áspera y siempre a la defensiva, presta a agredir. Nada es fácil para nadie ante el temor por si crece el número de cadáveres y el nulo avance en la investigación por parte de unos agentes que odian la isla y los isleños.

Una Lanzarote íntima y costera, nada conocida. Se agradece que la autora no eche mano de lugares y recursos explotados turísticamente y se centre en el carácter de los personajes y de la naturaleza que los arropa y repele a la vez.

Lagarto de Haría (Gallotia atlántica), Isla de Lanzarote.
Lola Quintana despliega una sobresaliente trama de novela negra que recae sobre sus personajes, dibujados con tanto mimo y con tantos relieves y aristas como lo hace con la inhóspita orografía de la isla. Perfiles afilados como cuchillos.

Un gran surtido literario donde los diálogos, musicados por localismos, serían imposibles en otra ubicación ya que tienen mucho que ver por como los canarios se relacionan con su entorno más inmediato y con el mundo exterior.

Noir psicológico de gran calado que transmite perfectamente la angustia de un protagonista vendido a la incertidumbre de su futuro, ilusionado por enamorarse por primera vez y vencido por el temor de ser un asesino.

Muy recomendable.


lunes, 1 de junio de 2020

Un asunto demasiado familiar de Rosa Ribas

Un asunto familiar es una novela negra
que se apoya en los secretos en casa de
una familia de detectives para contar una
historia de corte intimista y emocional.

Un asunto demasiado familiar relata el día a día en el trabajo y en el hogar de una familia de detectives privados en un barrio poco conocido de la gran Barcelona.

En esta novela la autora sorprende imbricando sus dos géneros preferidos, de momento, la novela policial y el realismo social. No estamos ante una novela negra al uso, más bien una suerte de spin-off del género que se centra más en la forma de ser y la manera de hacer de las personas, las que investigan y las que delinquen, que en los delitos.

El que los miembros de la familia protagonista sean detectives privados es meramente coyuntural, y sirve para desarrollar la vertiente policiaca del argumento, ya que bien podrían ser ferreteros y ser el negocio familiar una ferretería en lugar de una agencia de investigación: en ambos casos hay que entender a la clientela y ayudarles a resolver su problema con la herramienta adecuada.

Lo que le interesa a la autora es esa otra vertiente, la vida familiar y la de cada uno de sus miembros. Todos cargando, a la espalda, una cruz tallada a base de secretos y todos creyéndola esconder cuando a la vista está que sobresale por los lados de unos cuerpos cada vez más encorvados por su peso.

Un peso que los desquicia hasta tal punto que la armonía solo se puntúa en escasos momentos y la tirantez, los reproches callados y las respuestas envenenadas ponen la música de fondo a una relación que, a pesar de todo, nadie desea que se hunda y todos quieren mantener a flote.

¿Cuándo empezó el naufragio? Cada cual tendrá su hipótesis y su solución pero está claro que la salida de Nora, la hija mayor, del círculo de confianza abrió una grieta por la que llevan evacuándose los buenos sentimientos y las mejores intenciones aspirados por la malicia, el rencor y la impotencia que ocupan el espacio vaciado sin importar los destrozos que causan.

La agencia presumió del 100% de éxito en resolver desapariciones hasta que una, la más importante, la que les afecta a todos como un cuchillo clavado, el gran caso de su vida, aún se les resiste. Y a cada día que pasa el cuchillo, con vida propia, da un cuarto de giro, arrebatando con igual medida la propia vida.

Los secretos en casa de una familia de detectives son como cucharas de palo en una ferretería: algo desubicado que merece recolocarse, pero todo resulta Un asunto demasiado familiar para exponerlo fuera de la cancela. La familia debe tender su ropa lavada en casa evitando que quede a la vista. A la familia no se la investiga ni por deformación profesional ¿o quizás debería?

Rosa Ribas, escritora de prosa elegante.

Un asunto demasiado familiar es una novela de corte intimista y emocional, donde la trama criminal responde a pequeños casos a los que enfrentarse, pequeños porque el posicionamiento de la agencia no da para grandes vuelos. Casos que afectan a personas del barrio, casos que deben resolverse aplicando los métodos apropiados para cada situación. Como las herramientas de una ferretería.

Rosa Ribas emplea esa prosa tan elegante que la caracteriza para trenzar una historia, con tantos ramales, que solo está al alcance de quien sabe escribir. De esta autora todo es recomendable, aquí en el blog se han reseñado varias de sus novelas:


jueves, 28 de mayo de 2020

Morirse es de mal gusto de Francesc Marí

Morirse es de mal gusto es una
novela policiaca del subgénero enigma.

Ciertamente la fama de asesinos que arrastran los mayordomos es una condena que queda reflejada en su armilla de rayas como recordando uniformes de antiguos presidios.

Por eso cuando el asesinado es un mayordomo, la novela no puede ser más paródica del genero aunque mantenga su punto de seriedad.

Morirse es de mal gusto si no se atienen los convencionalismos sociales y el deceso se produce en medio de una reunión social en la mansión donde el finado tiene la responsabilidad de servir y por tanto no deja de ser un empleado. Que burda manera de abandonar sus obligaciones.

Y es que en la casona a modo de castillo emplazada sobre un islote y reconstruida piedra a piedra después que viajara despedazada desde Europa, el productor cinematográfico Charles Richmond ofrece, a un reducido grupo de invitados, una cena para celebrar la presentación de su nuevo film “César”.

Bernard el británico mayordomo, por modos que no por nacimiento, tiene un día particularmente torpe que culmina con su fallecimiento en medio de la sala con todos los invitados a su alrededor en un remedo de cena que provoca sonrojo en el anfitrión y desagrado en los invitados. Bernard es cadáver sin llegar a los postres.

El guionista de los Estudios Richmond, Melvin Drake, invitado junto a su novia, pondrá todo su ingenio, demostrado componiendo historias, al servicio de una investigación que pretende dilucidar si la muerte del mayordomo ha sido de origen natural o por el contrario resultado de un asesinato.

Francesc Marí
Francesc Marí se divierte y pretende divertir a los lectores con este remedo de novela enigma que contiene todas las claves para ser considerada como tal. No solo en su ambientación británica aunque transcurra en Los Ángeles, en su selecto y carismático elenco de personajes y en su tormentosa noche, por la meteorología y por los secretos aireados.

Una muerte en habitación cerrada, en casa solitaria y en islote aislado del continente, es expectante presagio de un gran misterio.

No se puede dejar de estar de acuerdo con lo que dice uno de los protagonistas al final “…añadiéndole algo más de drama y comedia…resultaría un buen guion”. Así pues se queda en un buen intento pero en una mala imitación. Si Bernard hubiera aprendido de Jeeves y Melvin hubiese leído más y mejor a Agatha Christie, hubiesen conocido el fondo y no solo la forma.

Una lectura ligera y rápida, novela corta, que consigue arrancar sonrisas y entretener manteniendo la incertidumbre del whodunit hasta el final.

domingo, 24 de mayo de 2020

Los crímenes post mortem de Marcos Nieto Pallarés

Los crímenes post mortem es una
novela negra de la que se desearía
tuviera muchas más páginas.

En la vida la muerte es el final. Y un funeral es la expresión litúrgica de ese acto final. Solo hay que asegurarse que el cuerpo que reposa dentro del ataúd, aparte de ser el correcto, sea efectivamente un cadáver, cualquier otra posibilidad supone una situación anómala y macabra y si responde a un acto forzado, catalogable de asesinato en una acción tremendamente espeluznante: un crímen post mortem.

Y eso es lo que suponen los detectives McAlister y Tolley cuando respondiendo al aviso de un sepulturero descubren marcas de arañazos en la parte interior de la cubierta de un ataúd, lo que da pie a unas pesquisas que al estar narradas en primera persona cogen más fuerza y permiten sentir en la propia piel las vicisitudes por las que pasará el decidido Alder McAlister, protagonista principal.

Chicago, 1868, es el escenario central donde se desarrolla la trama que se amplía por la población de Pulaski incluso llega a Haití. Un recorrido por zona urbana, zona rural y zona pantanosa.

Y es que el argumento desarrolla espléndidamente la novela negra cuando pisa asfalto, el thriller histórico en una zona de anchos horizontes y campos de algodón en los estados del sur con arraigo presencial del Klu-Klux-Klan y el género fantástico cercano al terror, cuando se mueve en la humedad de selvas tropicales enraizadas en ciénagas sin más vida que una fauna voraz en el reino de la hechicería y el vudú.

Como novela corta que es le falta espacio para acabar de desarrollar un argumento que parte de una original idea, dentro de lo que suele ser habitual en el género de novela negra y en especial en el thriller al que más se asemeja, y que no acaba de poder culminar en su plenitud.

La falta de páginas impide desarrollar más ampliamente a los personajes de los detectives protagonistas Alder McAlister y Buster Tolley, algo que la trama demanda a gritos. Y alargar la investigación que motivo y razones hay e incluso recrearse en detalles de las zonas y en especial de la época para vestirla con más verosimilitud.

Marcos Nieto Pallarés
Aunque todo eso sería para nota y aún y así, y dejando aparte inexplicables alteraciones gramaticales y del empleo de un léxico, como modus operandi con fines criminalísticos, cuyo uso a finales del siglo XIX resulta cuando menos curioso, consigue atrapar por su intriga, su ritmo, sus recorridos geográficos y su capacidad de mantener el suspense.

Marcos Nieto Pallarés demuestra tener ideas claras al plantear y relatar historias, capacidad de despertar interés e incluso de sorprender en un final más que inesperado. Una lectura agradable y recomendable.

lunes, 18 de mayo de 2020

Cuervos blancos palomas negras de Antonio Guisado

Cuervos blancos palomas negras es un
thriller que no deja ver por donde irá.

Cuervos blancos palomas negras existen pero no son tan comunes como sus congéneres de colores opuestos; suponer que el intercambio de adjetivo sería lo correcto evidencia el riesgo de tomar decisiones con interpretaciones apriorísticas, algo que una vez leída la novela queda confirmado.

Si donde hay luz también hay sombra, Sevilla, a que le sobra luz, acoge también la fatalidad. Esa supuesta señora vestida de negro y trágica trayectoria que se cruza sin darte tiempo a frenar y en un instante unas vidas han dado un vuelco y cuando el mal está hecho se desvanece como si nunca hubiese aparecido. Pero lo hecho ahí queda y es irreversible y tiene consecuencias.

Y todo por levantarse de la cama y haber puesto los pies en el suelo una mañana, en principio, como cualquier otra. Por levantarse, salir y por dejar que Ockham y su afilada navaja decida por uno, que siempre es más fácil dejar que decidan otros y tener a quien echar la culpa. Y es irreversible y tiene consecuencias.

Una noche de fiesta, ya saben: cena, copas, risas, tentaciones, diversión por todo lo alto y liberación de instintos incluida, no debería terminarse nunca ya que la realidad es incompatible con lo soñado y ojo con hacerlo pedazos ya que es fácil cortarse con ellos. y es irreversible y tiene consecuencias.

No, lo bueno no debería terminar porqué si hay luz también hay oscuridad, y si hay bueno también habrá malo y si no escuchen o mejor lean lo que les tiene que contar Emilio, el protagonista junto a sus amigos y amigas, que ya les presentará, de esa noche, de esa fiesta y de esta historia.

Emilio, Emi, narrador en primera persona, tiene su punto, a veces, demasiadas, excesivo, y mezcla divagaciones con el relato de los hechos, intercala chascarrillos, guasas, ironías y apuntes culturales y poco le importa romper el ritmo de la narración.

Antonio Guisado
Antonio Guisado deja que Emi dirija el cotarro y tal vez debería haberlo controlado un poco, ya saben Emi, córtate un poco y agilizar así el relato pero también está claro que si vas a conducir un Ferrari no puedes ir a 40 por hora. Aquí el problema no está en la velocidad sino en la elección del coche.

La novela es de suspense e intriga nivel alto; aunque tarde un poco en arrancar: no la dejen si el motor hace gré-gré en lugar de run-run, cuando empiece a correr ya ni se acordarán de lo que costó ponerlo en marcha.

Cuervos blancos palomas negras es un thriller que no deja presumir por donde tirará el relato, algo a lo que la verborrea disgregante de Emilio contribuye, pero prima el interés por saber cómo va a continuar todo, puesto que el qué, el quién, el cómo, el cuándo, el dónde y el por qué quedan claramente establecidos. Y falta también lo más importante y es conocer el final.