domingo, 25 de junio de 2023

El Club de las Viudas de Guillermo Galván

El Club de las Viudas tiene en común para la mayoría de sus componentes que no han elegido voluntariamente formar parte. Es lo que tienen las guerras, un día se es una mujer casada y al día siguiente ya se forma parte del Club.

Pero hay algo peor que una viuda de guerra y es la esposa de un desaparecido en combate. Y aunque la ley establezca que al quinto año sin dar fe de vida se considerará difunto al desaparecido, su cumplimiento no exime de la angustia que genera la incertidumbre.

Si perteneces a ese grupo de mujeres y un mensaje te dice que tu marido, un desaparecido en combate considerado legalmente muerto aunque sin cuerpo presente, puede estar vivo acudes sin dudar a buscar alguien que indague y corrobore o desmienta la información. Todo sea por saber.

Así Carlos Lombardi, recién (re)incorporado al Cuerpo General de Policía se ve envuelto en una investigación sobre unos desaparecidos en batalla que le lleva a un entretejido de mentiras que pueden acabar maniatándolo o, peor, terminar con su vida.

Una investigación que le lleva a realizar viajes por puntos dispares de la geografía nacional. Radiales desde la capital del imperio que tienen en común muertes de distinta edad, género y por distinto motivo.

Esta nueva entrega de Carlos Lombardi, la cuarta, mantiene sus inequívocas señas de identidad: muy bien documentada, mejor ambientada, personajes bien construidos, sólidos y humanos (que no necesariamente buenas personas), violencia la justa y necesaria, meticulosidad y buen hacer.

Guillermo Galván solo sorprende aportando otro magnifico argumento, pues de su valía como escritor no teníamos ninguna duda. Su redacción pausada y de tempo bien medido resulta tan buena compañía que leerlo es un placer.

Y eso que lo que describe es hiriente, doloroso y sangrante como un corte profundo. Pero la calidad de su redactado y el respeto por lo que cuenta, consiguen mitigar esa terrible desazón que supone vivir en una época y un lugar donde cualquier mindundi con placa puede disponer de una vida casi sin tener que dar explicaciones. Los regímenes totalitarios se sustentan por los aduladores de un ego y acaban siendo más papistas que el propio dictador.

He ahí el gran peligro de una dictadura y la razón de que no desaparezca con la defunción del totalitario.

Nunca se le dedicará suficiente luz para exponer todas las sombras y vergüenzas del franquismo, pero obras como esta tetralogía ayudan a conocer y entender episodios que muchos han preferido enterrar antes que a los muertos que si les hubiera correspondido humana sepultura.

El Club de las Viudas es un magnífico colofón a la tetralogía de noir totalitario protagonizada por Carlos Lombardi. Así lo hace saber el propio autor al final del libro aunque los motivos sean inquietantes, inesperados e indeseados.

Guillermo Galván gracias por dejarnos esta esplendida serie de novelas y por situar en el laico altar de los personajes trascendentes del género negro a Carlos Lombardi.

Su humanidad, convicción en sus ideas y actos, sentido de la justicia y defensa de sus ideales le sitúa a las antípodas de los clichés con los que comparte estantes en las librerías y bibliotecas y por eso nos es tan querido.

Que hayas decidido compartirlo con las personas lectoras demuestra tu generosidad. ¡Hasta la próxima!

Las otras reseñas de Carlos Lombardi:

1.Tiempo de Siega

2. La Virgen de los Huesos

3. Morir en Noviembre



martes, 20 de junio de 2023

Cisne y Murciélago de Keigo Higashino

En esta nueva muestra de novela policiaca y de misterio japonesa, Noir made in Japan, nos volvemos a encontramos con el choque entre la realidad y lo convencionalmente correcto.

Las actuaciones de las personas con ciudadanía japonesa suelen regirse por tradiciones atávicas y protocolos sociales, por eso sus reacciones son siempre contenidas. El respeto social sacrifica las necesidades personales y toda iniciativa se ve coartada antes de tan siquiera poder ser atisbada.

Por eso sorprende esta novela donde encontramos que la hija de un abogado asesinado emprende por su cuenta y riesgo una investigación paralela a la policial al considerar que esta está tomando decisiones incorrectas o cuando menos cuestionables. Todo un desafío al orden establecido.

Y es que el abogado Kensuke Shiraishi, su padre, ha sido hallado en su propio coche, en un lugar inhabitual en su quehacer diario, sorprendentemente en el asiento posterior y asesinado por apuñalamiento en el abdomen.

La investigación a cargo de Tsutomu Godai ayudado por Nakamachi se termina pronto gracias a una confesión espontánea. Caso Cerrado, todo listo para juicio.

Pero la hija de la víctima y el hijo del asesino confeso no opinan lo mismo. Y aunque el caso esté archivado para la policía, y en contra del criterio del fiscal y del abogado defensor, para ellos quedan muchos interrogantes por cerrar.

De hecho Tsutomu también tiene dudas pero la obediencia debida por el cargo le impide seguir investigando oficialmente.

El desarrollo de la trama redunda en reiteraciones debidas a las tres voces que investigan simultáneamente y que probablemente para su público objetivo, más dado al rodeo, sea natural, pero para el occidental, más acostumbrado a la línea recta, parece innecesario.

Keigo Higashino escribe una novela muy circunscrita a la forma de entender y manifestar los sentimientos en la sociedad japonesa y ahonda en el misterio que toda novela policiaca nipona debe contener.

Lejos de la magnífica La devoción del sospechoso X esta novela utiliza los asesinatos para mostrar como de importante resulta el código de honor antepuesto a la justicia. Es como meterse en una jaula, cerrar con llave para luego arrojarla lejos y a continuación quejarse amargamente de no poder salir.

Las contradicciones de una sociedad en la que las acciones importan más que los resultados se someten al escrutinio del lector occidental que aparte de las diferencias culturales accede a una trama en el que la conciencia es el juez supremo.


 

domingo, 11 de junio de 2023

Yo no soy Agatha de Javier Cosnava y Teresa Ortiz-Tagle

Si la reseña de la primera entrega de la serie de novelas Los casos de Héracles y Agatha, titulada Yo no soy Hércules Poirot evidenció la alta calidad de esta obra, por su adecuación al lenguaje de la Dama del Crimen, a la ambientación, a los personajes secundarios, al comportamiento del detective, al planteamiento del caso criminal y a su resolución, esta segunda lo supera.

Por lo que no hay que hablar de novelas sino de una serie que está llamada a convertirse en un clásico del género policiaco. Aúna las cualidades del pastiche, del remedo y del homenaje para constituir algo inclasificable pero absolutamente apetecible y que ahora, incorporando al elenco a la misma Dama del Crimen, resulta ya una delicatessen.

En esta ocasión hay que situarse en 1926 justo en el momento en que Agatha Christie constata que su matrimonio está en definitiva caída libre por un precipicio. Su salud física y psíquica, agotada por dedicarse al cuidado de su madre, que acaba de fallecer, no tiene oportunidad de restablecerse ante problemas domésticos de un matrimonio naufragado y las presiones mercantiles de su editor. Y por si fuera poco recibe anónimos amenazantes y sufre un intento de asesinato del que sale ilesa con una herida de bala y un desconcierto que la lleva a recurrir a la única persona capaz de descubrir al culpable: Heracles Polrot.

El argumento es una virtuosa combinación de situaciones reales: la desaparición por unos días de la escritora de la que solo se encuentra el coche abandonado, su situación familiar, su viaje a las Islas Canarias, la redacción de su novela El Misterio del Tren Azul, la génesis de Miss Marple… con desenlaces ficticios.

El atrevimiento de la dupla Javier Cosnava y Teresa Ortiz-Tagle, que no solo parodian a Hércules Poirot sino que incluso se atreven con Agatha Christie, se ve enormemente recompensado por un conjunto de trabajada factura que firmaría la mismísima autora británica si pudiera.

Esta serie está resultando un alivio ante tanto cliché de novela policiaca vacía. Rebosa simpatía, humor, emoción e intriga y consigue entusiasmar a un nivel casi infantil.

Y poco más a añadir, quienes sean partidarios de la Gran Dama del Crimen no pueden tener la más mínima duda de que hacer al respecto: leerla sin dilación. Al resto solo decirles que, si les gusta el policiaco clásico y el cozy, tienen en esta novela, y toda la serie, un manjar ante sus ojos y, mejor, a su alcance.

El tercer volumen se titula Agatha en el Orient Express y estoy por subirme al tren en marcha.

martes, 30 de mayo de 2023

El Rey de los Espías de Mark Millar y Matteo Scalera

En la Tertulia 09 de El Mussol Maltès dedicada a los còmics protagonizados por agentes secretos o espías, Rafel Sabater, librero de Sabadell Cómics nos hacia varias recomendaciones, todas escuchables, y entre ellas estaba esta obra: El Rey de los Espías.

Las tareas que se suelen encomendar al personal de los Servicios secretos suelen ser secretas porque poco o nada tienen de limpio y airearlas sería como meterse en el ojo de un huracán de donde poco o nada bien se saldría.

Por eso cuando un gobierno decide jubilar o quemar a un agente este sabe que su vida pende de un hilo ya que a los gobiernos no interesa que alguien que no solo sabe, sino que ha participado en acciones que jamás han existido, pueda irse de la lengua.

Claro que si a este agente le quedan pocos meses de vida pero suficiente conciencia como para comprender que ha hecho más mal que bien y que los que se lo ordenaron estaban movidos por intereses más personales que colectivos puede que decida ajustar cuentas antes de que la muerte se lo lleve.

Hasta ahora ha hecho que el sistema siga funcionando de forma que el poder sea hereditario y la miseria también; para conseguir que la máquina gire siempre en la misma dirección y que arriba sea arriba y abajo siempre abajo.

Sir Roland King es uno de esos agentes con conciencia y está dispuesto a irse de este mundo habiéndola limpiado, aunque signifique dejar la jubilación y volver al servicio activo. Solo que esta vez él es su propio jefe y quien marca los objetivos.

El guion corre a cargo de un especialista en estos temas como es Mark Millar, a quien ya conocimos por ser el artífice del comic Red llevado al cine con la interpretación de Bruce Willis, John Malkovich, Helen Mirren, Morgan Freeman y Mary-Louise Parker.

Mark Millar sabe hacer avanzar la trama a partir del recurso de tres pasos hacia adelante y uno para atrás, con lo que las dudas que se suscitan con el avance rápido se van explicando de manera que cuando parece todo claro el siguiente salto presenta nuevos interrogantes. Toda una maestría del relato visual que consigue un ritmo endiablado y al desconcierto de los giros le sucede la gratificación del conocimiento extra.

El dibujante Matteo Scalera sigue el ritmo impuesto por el guion y va adaptando el tamaño de las viñetas y los encuadres para dar cumplida respuesta a los requerimientos. Tiene habilidad para las expresiones faciales y no se corta al plasmar las escenas sanguinolentas.

Convenientemente resaltadas por la colorista Giovanna Niro con una paleta de tonos preferentemente cálidos, y es que el infierno en la tierra tiene que mostrar su fuego y su calor.

A la obra, como a casi todos los cómics, hay que dedicarle una segunda y una tercera lectura.

La segunda, que parte de lo conocido, facilita la comprensión de la trama ya desde la misma cubierta y las guardas y la tercera es un regocijo absoluto al captar perfectamente todos los matices de humor negro que se han ido desperdigando a lo largo de las páginas.

El Rey de los Espías es una obra de la que solo hay que lamentar el que parece no vaya a tener continuidad. O tal vez si.

sábado, 20 de mayo de 2023

La Ronda de Francisco Bescós

Francisco Paco Bescós coge carretera y desde los viñedos de Calahorra, en la Rioja Baja, que nos dio a conocer en El baile de los penitentes y luego en El porqué del color rojo y que se han quedado al cuidado de la teniente La Grande, enfila hacia Madrid.

El Madrid de barrios periféricos; el Madrid de bloques de pisos y polígonos industriales; el Madrid que sirve de arcén a la M-30. Un Madrid tan real como que se pueden recorrer e identificar todos los escenarios que actúan junto a los personajes.

Y en ese Madrid que no sabe que pertenece a la capital del reino ubica una historia criminal que va creciendo, a medida que la trama avanza, en interés y en tensión, empezando con casos del día a día policial para acabar descaradamente como thriller conspiranoide de altos vuelos.

Una trama que el autor trenza hábilmente a partir de varios hilos de distintos colores para formar una gruesa maroma que tiende entre dos azoteas por la que hace andar, con riesgo mortal, a unos personajes que no saben dónde van, pero si saben que no pueden detenerse.

La Ronda es una novela negra con una trama formada por círculos concéntricos. Completado uno, aparece otro mayor. A cada avance le sucede un nuevo misterio. Cada descubrimiento lleva de la mano una nueva incógnita.


Francisco
Paco Bescós emplea diversos recursos narrativos según convienen al argumento; así pasa de momentos de recogimiento emotivo compartiendo la sonrisa de José, entrañable evocación a Las manos cerradas, a otros de violencia extrema donde las pulsaciones de protagonistas y lectores se disparan sincrónicamente.

La historia que narra La Ronda tiene ecos de antiguas obras de ciencia ficción que se presentaban en futuros lejanos vestidos de cierta distopía, pero se diferencia en que es capaz de ubicarlo en tiempo presente y ciudades reales.

De ahí que sea tremendamente inquietante pensar que se pueda ser víctima sin razón aparente. Que la ciudadanía de pie, ajena a todo lo que no sea subsistir en la periferia de una urbe, pueda ser objetivo de un profesional y morir sin haber molestado nunca a nadie.

Leer La Ronda, es lo más parecido a estar atrapado en el círculo más interior de en una rotonda de 8 carriles congestionados.