lunes, 1 de octubre de 2018

The good wife

The good wife, la serie

Fiscalía: Señoras y señores del jurado ya han escuchado los testigos y han visionado las pruebas en su monitor, en éste alegato final vamos a solicitarles un veredicto de culpabilidad para la serie The good wife.

Y lo vamos a hacer en base a su pretencioso y fallido intento de desmarcarse de otras series de temática judicial lo que supone un engaño a la audiencia. No hay nada que la distinga de las demás y por tanto nada justifica dedicarle ni un minuto.

La serie tiene todo lo necesario para atrapar a la audiencia: protagonista femenina guapa y elegante, protagonista masculino feo pero atractivo, co-protagonistas femeninos y masculinos glamorosos, secundarios que en realidad son maniquíes sin alma y con unos roles escogidos para parecer que son humanos y sin embargo no hay nadie que no actúe como un robot: repiten los mismos gestos e idénticas expresiones en cada aparición. Trajes y vestidos de diseño. Decoración esmerada que no se corresponde con el vino negro que bebe la protagonista, de origen desconocido y seguramente oxidado por lo mal que lo cuida.

La serie empieza subtramas que abandona sin concluir ni dar más explicaciones, en una clara muestra de los bandazos de guión según la respuesta de la encuesta del mismo modo que introduce innecesariamente nuevos actores para abandonarlos a su vez sin que se entienda ni su presencia ni su ausencia. Y otros más recurrentes que arrincona sin motivo alguno.

Improvisación en las tramas horizontales y verticales sin dirección definida. Incluso los guiones son decorado. La defensa les dirá que trata temas sociales y nada más lejos de la realidad: pasa por encima de puntillas para dar la impresión que ejerce la crítica pero si analizan con detenimiento verán que dejan más interrogantes que respuestas. No se mojan en ningún caso y solo buscan titulares.

Quieren parecer comprometidos mencionando temas candentes y solo evidencian su ignorancia al tratarlos como un culebrón y no como un reportaje. No se lleven a engaño de la mano de la defensa, ustedes saben perfectamente que los guiones se eligen en función de las respuestas y detrás no hay ninguna intención de evidenciar defectos de la sociedad ni mucho menos solucionarlos.

Protagonistas principales y recurrentes
Peleas entre protagonistas dignas de instituto e impropios comportamientos entre adultos profesionales que tienen la vida o la economía de sus clientes en sus manos. Y un final que desprecia a sus seguidores al no cerrar las tramas y que demuestra que la serie se alargó innecesariamente, buscando solo beneficio económico, y se mantuvo en vida aunque ya estuviera clinicamente muerta.

La protagonista sí que evoluciona pero para pasar de ser una buena persona a una maquiavélica e interesada luchadora por asentar su ego. Utiliza los hombres a su antojo de forma que criticaría si fuere al revés. E igual hace con las amistades, a las que considera solo una relación de conveniencia. Otro fraude, esta vez a la moral.

Todo un ejemplo de como la ambición puede desencajar cualquier principio de humanidad. Magnífica muestra de los valores negativos que transmite la serie a los televidentes. Pretende ser una serie judicial (donde estás Perry Mason, donde La ley de Los Ángeles, dónde Ally McBeal) y solo es un melodrama pretencioso.

La serie es puro entretenimiento barato. Ni más ni menos y promocionar lo contrario es publicidad engañosa, manipulación de los medios y fraude televisivo. Es por eso por lo que solicitamos un veredicto de culpabilidad. Y ustedes votándolo estarán poniendo trabas a quienes quieran seguir su ejemplo y estarán abogando por una televisión transparente y ejemplar.

Defensa: El error de la fiscalía, señoras y señores del jurado, es presumir que con The good wife estábamos solo ante una serie de abogados cuando para nada es así. Que los protagonistas pertenezcan a la defensa, fiscalía y judicatura y que las tramas se resuelvan mayoritariamente en juzgados es el medio elegido para ahondar en una realidad que muchas veces incomoda.

The good wife aprovecha el paso del tiempo para ir mostrando como los protagonistas van asumiendo su madurez, cambiando sus prioridades y como van adaptándose a las novedades que supone el ir acumulando años y sufriendo reveses, para realzar los distintos enfoques ante los cambios que también evidencia la sociedad.

The good wife se vale del entorno judicial para enfrentarse valientemente a situaciones rabiosamente actuales y sobre las que la población se interroga y nadie atina a resolver.

Situaciones susceptibles de ser delitos y que no siempre son tratadas de forma justa.
Trata el adulterio, la relación entre la política y la prostitución, las campañas electorales, el depredador mundo de los negocios, el riesgo de los emprendedores, el poder de las redes sociales y la actuación de Anonymus, la corrupción en todos los estamentos de poder, escuchas telefónicas preventivas por orden gubernamental, la ambición por encima de la ética, las relaciones sexuales en adolescentes, el racismo, la comunidad religiosa, el poder de la industria farmacéutica y el comportamiento de la sanidad privada, debate sobre la muerte asistida, el consumo de drogas, el tráfico de las mismas y su asociación con asesinatos, el uso de drones para fines militares, diseño de armas en internet para uso doméstico, hackeo de datos particulares y descargas ilegales, el aborto, incluso se atreve con las criptomonedas y en especial con el bitcoin. ¿No les parece elocuente y comprometida?

Más evidente hubiera sido pero lo cierto es también que, al emitirse en una cadena generalista, han sido convenientemente vetadas escenas de violencia y sexo más explicitas y diálogos más acerados, lo que puede dar la falsa impresión de una serie edulcorada.

Pero sobre todo The good wife habla de la evolución de una mujer que siempre ha estado a la sombra de su marido; de una ama de casa y madre abnegada que es capaz de trascender de su vida recogida y enfrentarse al mundo. Y desde un bufete de abogados, viendo cada día la suciedad que la envuelve es capaz de seguir siendo optimista y crecer como persona, mujer, madre y como profesional y seguir aspirando a mejorar esa realidad que no le gusta.

Habla también de feminismo y otorga los principales papeles resolutivos de la serie a mujeres. Y a eso la fiscalía lo llama melodrama.

No tengan duda alguna de que The good wife trasciende el entretenimiento y con su crítica social alecciona a los espectadores a plantearse su compromiso con conseguir una sociedad más justa. La televisión es el medio y las series los instrumentos.

Secundarios de lujo flanqueando a la protagonista
The good wife no es una banalidad para pasar el rato, aunque haya quien no quiera ir más allá, es un servicio público y si lo entienden así deben emitir un veredicto de no culpabilidad. Y con ello serán partícipes de ese cambio social hacia mejor. Muchas gracias.

Juez: Señoras y señores del jurado han escuchado los argumentos de la fiscalía y de la defensa, ahora deben retirarse a deliberar.

(Siete temporadas de veintidós capítulos cada una producidos por los hermanos Scott, Tony, hasta que fue posible, y Ridley. Por mi parte solo les diré que los mejores personajes de la serie son, más allá de toda duda razonable los secundarios y entre ellos cabe destacar a Jackie Florrick, Louis Canning y Elsebth Tascioni)

Se levanta la sesión.

jueves, 27 de septiembre de 2018

13 días de Valentina Giambanco

Un thriller policial estructurado
para atrapar la atención.

El pasado siempre está ahí detrás, sobrepasado por el presente, pero presente en el recuerdo y proyectándose en el futuro, condicionándolo, enraizándolo y minando su libertad.

El pasado nunca pasa del todo y allí donde hubo fuego siempre quedan brasas.

Lo que sucedió hace veinticinco años en el bosque es el pasado; el asesinato de toda una familia en su hogar es el presente; y lo que aguarda agazapado en cualquier sitio es el futuro.

Se abren interrogantes y se pone en marcha el cronometro: 13 días por delante para saber por qué, 13 días por delante para saber quién. Solo 13 días, según indica el texto escrito en la pared interior del domicilio donde se han cometido los cuatro asesinatos. Un plazo, un aviso, una amenaza.

Para Alice Madison, detective de homicidios que, como toda recién llegada a un equipo consolidado, un equipo de hombres, debe demostrar que se merece el puesto que ocupa, tiene delante el reto de solucionar el caso en este espacio de tiempo. Y por si el asesinato fuera poco, la disposición de los cadáveres y la forma de matarlos indica que no ha sido ni un robo que salió mal ni un acto violento espontáneo. Ha sido una ejecución muy bien planificada y todo se va a ir complicando hasta desbordar.

Estamos a dos semanas de Navidad y el ambiente no resulta tan festivo como debería ser, no para Madison y su compañero Brown.

Un thriller policial estructurado para que una vez atada la atención, no soltarla e incluso apretar más el nudo si cabe. Todo dosificado en su punto para ir sufriendo al tiempo que avanza la trama. La investigación del presente aporta datos para entender el pasado, saber que ocurrió en el pasado ayudará a comprender el presente.

Valentina Giambanco
Los personajes son sólidos pero, como el resto de la novela, responden a arquetipos demasiado previsibles, aparte de que no se profundiza adecuadamente en su personalidad por lo que cuando responden a estímulos externos cuesta saber si obedece a su forma de entenderlos o solo se pliegan a exigencias del guion.

La trama tiene también sus debilidades y sufre del mal de páginas, ese que hace que a veces haya relleno en lugar de palabras, pero cumple según lo estipulado si bien hay momentos en que no ayuda que el lector vaya unos pasos por delante en la investigación.

13 días es un título que esconde la novela que ya se ha leído un montón de veces. Nada en ella es destacable, nada es relevante, es la misma novela que con otros títulos y surgida de la imaginación de otras autorías se ha escrito, reescrito y se volverá a escribir. A pesar de ello se lee con fruición e interés.

¿Entretiene? Claro que entretiene, perfectamente además, si eso es a lo que vamos, pero ¿íbamos a eso?

jueves, 20 de septiembre de 2018

La mansión de los Navas de José Antonio González Queiro

Costumbrismo, modales, etiqueta
y asesinato.

En un palacete cercano a Madrid vive la anciana marquesa viuda de Navas y parte de su descendencia.

Durante las fiestas de Navidad y con la casona con más gente de lo habitual, ya que a los habitantes y servidumbre se le suman familiares venidos ex-profeso y unos invitados provenientes de Londres, se comete un asesinato que saca a relucir sentimientos, rencores y asuntos no resueltos.

Asuntos de esos que alejados en su momento por la puerta acaban regresando por la ventana, según el decir popular.

La mansión de los Navas remeda el asesinato en caserón que tanto agradaba explorar a Agatha Christie, con círculo cerrado de sospechosos, sentimientos a flor de piel y suficiente dinero de por medio como para tentar al más pintado.

De hecho en la trama se evocan las novelas Navidades trágicas y Matrimonio de Sabuesos de la autora inglesa, como muestra de reconocimiento por parte del autor.

Así pues estamos ante una novela de buena factura, que cuida el detalle hasta el punto que el lector se siente un miembro más de la casa, espectador invisible de un ambiente señorial que ve como, en la adaptación a los nuevos tiempos, la nobleza evoluciona en burguesía y de un entorno familiar complicado que adolece de males cultivados en infancias donde primaba el respeto antes que el cariño.

El costumbrismo, los modales, la etiqueta en la mesa y en el trato, la relación entre los señores y la servidumbre están magníficamente descritos y los diálogos mantienen el tono y el léxico propio de cada clase social ya sean formulados entre los de arriba o entre los de abajo y entre ambos.

La novela muestra una cuidada redacción si bien es cierto que para quienes amamos a la gran Dama del Crimen hubiésemos deseado mayor precisión en la elaboración de coartadas, muy propio de la autora inglesa e indispensable en toda novela policíaca, y también mayor número de motivos para propiciar más sospechosos y así conseguir mantener la duda sobre la culpabilidad y el motivo hasta el final.

José Antonio González Queiro
Etiquetar con analogía a otro escritor no suele favorecer, en general, a ninguno de los dos sujetos de la ecuación y esta novela, a la que se asocia en estilo y trama a las de Agatha Christie, no resulta una excepción.

No cabe duda alguna que José Antonio González Queiro ha trabajado a fondo esta novela demostrando oficio y embrollar astutamente sus nuevas tramas para incrementar el suspense y mantenerlo hasta el mismísimo final no ha de serle nada difícil.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Baker Street de Pierre Veys y Nicolas Barral


All you need is Holmes
Baker Street es el título genérico que da nombre a una serie humorística de cómics que parodia las aventuras del inefable detective britanico Sherlock Holmes y su amigo Watson recogida en cinco álbumes y creada por el guionista Pierre Veys y el dibujante Nicolas Barral.

Una parodia que muestra la parte más humana de los protagonistas habituales de las aventuras del inmortal detective británico y que transmite un preciso toque costumbrista de los lugares donde transcurren los casos que conforman la serie,

Los títulos de la colección, no traducida al castellano, son:

   01. Sherlock Holmes n’a pas peur
   02. Sherlock Holmes et le Club des sports dangereux
   03. Sherlock Holmes et les hommes de Camellia
   04. Sherlock Holmes et l’ombre du M
   05. Le cheval qui murmurait à l’oreille de Sherlock Holmes

La serie está concebida, como tantas otras existentes en el mercado europeo y que incomprensiblemente no llegan nunca al nuestro, para satirizar la perfección y mostrar el lado humano, lleno de errores, meteduras de pata y situaciones ridículas, de grandes héroes de la literatura o directamente del mundo del cómic.

En estos cómics Sherlock Holmes se muestra pretencioso y endiosado con un ego superior a su inteligencia que ya es decir; Watson presto a desacreditar a quien lo ningunea y esclaviza, o sea Sherlock, riéndose de sus desaciertos y Lestrade, siempre a dos niveles de inteligencia por debajo del maestro de detectives, intenta resaltar en medio de la mediocridad intelectual que ofrecen el resto de figurantes, incluida la señora Hudson y su más que afición por la bebida.

El primer álbum es un compendio de historietas cortas lo que ofrece irregularidad en la calidad, luego siguen aventuras largas donde se desarrollan ampliamente las virtudes y defectos de los protagonistas, con más páginas se ofrecen tramas más complejas y por ello más llamativas.

No obstante, el vasto conocimiento del universo holmesiano que prodigan Veys y Barral está a nivel de matrícula y al resto de mortales nos toca remar a contra viento.

Ambos autores dotan a las historietas de un dinamismo tal que los gags se encadenan a una velocidad inaudita aunque a veces su sentido del humor se nos escape por modismos locales; del mismo modo que hay guiños, bromas e ironías que solo se pillan otorgando a los cómics una segunda e incluso tercera lectura (y aun y así vayan ustedes a saber cuántos se escapan).

De todas formas las historietas son de libre factura, utilizan los personajes icónicos de la serie pero ejercen el derecho a la libertad de expresión para crear nuevas aventuras siempre buscando el giro humorístico, aunque a veces este resulte desesperadamente simplón.

Este tipo de obras siempre resulta hilarante para algunos y en cambio soso y desconcertante para otros: es lo que tiene la parodia, nunca se sabe con cuanto de serio o cuanto de broma hay que encararla.

Obra curiosa que es aconsejable conocer. Y si son fans de Sherlock aun con más motivo: todo lo que hace referencia al peculiar detective de Baker Street merece atención y análisis concienzudo.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

El último caso de Philip Trent de E. C. Bentley

Un clásico de factura indiscutible.

El Detection Club la celebró como la mejor novela policíaca jamás escrita y no seré yo quien contradiga a tales mentes exquisitas, pero hay que considerar que hoy no es entonces y que la producción desde aquella época se cuenta, cuando menos, en decenas de miles y entre ellas no es nada dificil encontrar quienes la superan.

No pasa nada, es ley de vida.También hubo un tiempo en que el cóctel de gambas era un selecto manjar y hoy está denostado.

No, no denosto a El último caso de Philip Trent de hecho es envidiable lo bien que ha envejecido, considerando que data de 1913 y el encorsetamiento social de la época.

Philip Trent es una suerte de polímata que recibe el encargo, del director de su periódico, de investigar el fallecimiento de Sigsbee Manderson, alguien poderoso en el mundo de los negocios, y escribir un seriado artículo sobre él y sobre su muerte.

El periodista Trent, actuando más como detective privado que como plumilla, trabaja codo con codo con el inspector Murch, aunque a veces la proximidad de los codos propicie los codazos, para esclarecer una muerte que por su apariencia parecería suicidio pero que por aspectos inusuales parece asesinato.

Rápidamente se establecen como sospechosos de su óbito, por obvias razones de índole económica, su viuda y su secretario personal.

Edmund Clerihew Bentley
E. C. Bentley arriesga al construir una trama que, como un fuego al que se deja adormecer con pocos rescoldos y al que se resucita luego con escandalosas llamas, resuelve el caso a la mitad de la novela y lo re-emprende dándole un nuevo giro para sorprender a propios y extraños, que lo agradecen desesperadamente habida cuenta de la insatisfacción acumulada.

La narrativa, de acuerdo con la época, tiende a ser cauta, repetitiva y de avance lento pero logra interesar al lector al que sacude con puntuales muestras de humor (negro) británico que sirven de eslabón para mostrar nuevos detalles de la investigación. Agradable muestra de la habilidad del autor.

Autor al que se asocia a menudo con Arthur Conan Doyle y Agatha Christie por su contemporaneidad pero no lo sería ni por la capacidad creativa ni la trascendencia de su obra. Nada que le desmerezca pero conviene puntualizar para no confundir.

Es todo un clásico y como tal merece un respeto y una lectura atenta y contextualizada para poder apreciar todas las sutilezas y artimañas investigadoras que por aquel entonces deleitaban.

Conviene cautela a su recomendación pero no hay que olvidar que las joyas antiguas tienen engastes démodé pero no por eso nadie dejará de admirar su exquisita belleza.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Interrobang fake IX – Intriga en Bagdad de Agatha Christie


Los fakes Interrobang son un divertimento que consiste en tomar prestadas imágenes de aquí y de allá y adaptarlas al símbolo interrobang que es el que da nombre a este blog y al mestizaje de géneros negro, policial, detectivesco y enigma que hoy se da en nuestras lecturas en civilizada convivencia




“Una vez se hubo marchado Crosbie, Dakin inclinóse sobre el escritorio murmurando:
- Vendrán a Bagdad...
Sobre el papel secante dibujó un círculo y escribió Bagdad; luego alrededor de aquél, un camello, un aeroplano, un vapor, un tren... todos convergiendo hacia el centro de la circunferencia. En un ángulo del secante reprodujo una tela de araña, y en su centro redactó un nombre: Ana Scheele; y debajo pintó un extraño signo.
Luego, tomando su sombrero, abandonó la oficina.”

Intriga en Bagdad de Agatha Christie


Hay más fakes Interrobang en este blog:














domingo, 2 de septiembre de 2018

El final del hombre de Antonio Mercero

La protagonista era él.

La sociedad, ese ente generalista, está aceptando, de forma lenta y reticente, que el colectivo LGTBI tenga presencia social activa y militante.

Pero cuando el foco desciende y se circunscribe a una fracción de la sociedad con nombre y del citado colectivo se toma un sujeto con nombre y apellidos, aparecen los comportamientos al natural, mayoritariamente primarios, y la aceptación es algo cuando menos cuestionable cuando no imposible.

En esta novela la fracción de la sociedad la constituye una comisaría, y por extensión todo el cuerpo de policía y el miembro LGTBI es Carlos Luna, un inspector, de la Brigada de Homicidios, que acaba de convertirse en Sofía Luna.

Si fuera una comedia de Hollywood podría titularse perfectamente La protagonista era él y seguramente las incómodas situaciones serían tratadas de forma jocosa y aplaudidas por un público agradecido como ya hicieran con el travestismo paródico de Jack Lemmon en Con faldas y a lo loco:

-      - No podemos casarnos Osgood…. Soy un hombre!
-      - Bueno, nadie es perfecto

En la novela El final del hombre hay humor pero no a costa de ridiculizar algo tan serio como es la libertad por parte de una persona de poder vivir de acuerdo a su más íntima condición humana habiendo de estar permanentemente en un porta expuesto al ojo del microscopio por el que miran los intransigentes.

A Carlos Luna la investigación criminal mediática le llega justo en el momento en que se convierte en Sofía Luna. Sino en lo físico si en lo legal. Y aunque no quiera, ambas situaciones se solapan y así su vida se ve revolcada en lo profesional, con su jefe y sus homólogos en la comisaria y su compañera y ex-amante y ahora casi una extraña; y revolcada en lo familiar con su ex-mujer, la más comprensiva y su hijo adolescente, el más descolocado porque su padre ahora sea su segunda madre.

Eternos conflictos externos e internos. En el yo conmigo y en el yo con todos.

En las relaciones con los demás y en la relación con el propio cuerpo. En el desarrollo profesional y en el personal. En solucionar un asesinato siendo indistinto el sexo o la condición sexual de quien lo investigue y en solucionar sus inseguridades.

El hijo de un conocido escritor ha sido asesinado y Sofía ha de procurar poner sus cinco sentidos en la resolución del caso. No se trata de dar más carnaza a quienes ya la están despellejando.

El argumento de contenido policial está construido con oficio y los giros que desarrolla la trama, manejando las pistas y los sospechosos, dejan al lector a merced de las páginas finales para desvelarlo. Un misterio de novela policial clásico tratado con el trasfondo de una novela negra que tiene en el machismo y en la intolerancia sus dardos de crítica social.

Antonio Mercero
El hecho de que el caso transcurra a la par que el protagonista transexual esté recién entendiendo que ha de convivir con unas inesperadas reacciones hormonales y con una falta de empatía general hace que estemos ante una novela muy original, muy crítica y doblemente intrigante.

Antonio Mercero logra una obra muy completa e insólita. Trabaja los personajes hasta el tuétano del hueso y trata con fina ironía aspectos que son todavía una asignatura pendiente en esta sociedad y no señala ni a hombres ni mujeres sino a la propia condición humana.

Las vicisitudes de la protagonista están inspiradas en las vividas realmente por Josi, policía transexual inglesa y a quien el autor conoció personalmente.

No olviden este título como una de las novelas a leer antes no salga la segunda entrega, prevista para este setiembre con el título de El caso de las japonesas muertas.

domingo, 26 de agosto de 2018

Matar a mi madre de Jules Feiffer

"Tirarte delante de un autobús...,
por una ventana..., envenenarte el café...,
ahogarte durmiendo..., clavarte un puñal
por la espalda..."
Matar a mi madre es una atolondrada, apresurada y apoteósica historia de novela negra abundantemente trufada de humor negro y que satiriza, además, el mundo de las relaciones profesionales entre representantes y representados.

Atolondrada porqué la narración visual se pasa por el forro los límites de las viñetas, la narración oral ocasiona bocadillos elásticos como chicle y el dibujo se distorsiona en trazos expresionistas que imprimen una velocidad descontrolada.

Apresurada porqué la historia está plagada de gaps y sus saltos hacia delante no permiten detenerse en explicaciones ni justificaciones. Los actos generan hechos y la secuencia de estos desarrolla el argumento. Todo en un lanzado tiovivo del que no es posible bajarse.

Apoteósica por su vodevilesco final, con belicismo activo, que echa por tierra posibles, y consecuentes, líneas argumentales para desembocar en una catarsis comunitaria de redenciones y egoístas búsquedas de perdón.

Matar a mi madre censura el egoísmo a base de exaltarlo. Recoge ese momento de la historia americana que la prensa tanto destacaba en la que los soldados que luchaban en islas del pacífico sur durante la segunda guerra mundial recibían anhelantes a estrellas de Hollywood desplazados para reforzar la moral de las tropas.

Estrellas rutilantes de un universo de cartón piedra que buscaba con el gesto engrandecer su vanidad, posicionar su balance económico y lanzar desesperadamente carreras que de otro modo quizás no tendrían repercusión.

Página de pelea de púgiles en
Matar a mi maddre
El hilo conductor de la historia es Annie quien, en estado de rebeldía permanente, desearía matar a su madre a quien culpa de su insatisfecha vida y a quien reprocha no hacer nada por vengar la muerte de su padre, un honrado policía: el único protagonista con principios inamovibles.

Annie y su madre Elsie cuentan sus historias enriquecidas por las apariciones de figurantes de tópico calado pero que son tratados con un punto de vista socarrón. Así hay un púgil más apto para el claqué que para el boxeo, un detective privado incompetente, un matón con ansias de llegar a gángster y, entre otros, un librero comunista con las típicas contradicciones propias de los militantes de izquierda de cualquier país.

Jules Feiffer, multigalardonado en diversas facetas artísticas, revisita los clásicos del género noir, del cine y la literatura, caricaturizando artistas y agentes por un lado, detectives por otro y soldados por el de más allá lo amalgama en un argumento tópico de novela negra de la época y emplea la novela gráfica, como podía haber elegido otro medio de expresión, para contar el mensaje.

Jules Feiffer, octogenario
autor de Matar a mi madre
Y para no menoscabarlo utiliza una paleta de grises y beiges tan aguados como anodinos con lo que facilita que la vista resbale a ritmo de musical.

A su edad, va para los noventa, se divierte contando lo que le viene en gana y esta historia coral, escrita para lucimiento de papeles femeninos, es un ejemplo de honestidad profesional.

Odios, envidias, engaños, traiciones, ingredientes para un coctel de trágico destino y fatales consecuencias, pero que asoman como imprescindibles cuando está en juego la supervivencia..

Un estimulante layout de un improbable film noir que haría las delicias de quien ame al género; pero rodado eso si, como un musical.

viernes, 17 de agosto de 2018

Aviso de muerte de Sophie Hénaff

El segundo caso de la brigada
de Anne Capestan.

Aviso de muerte es la segunda novela protagonizada por la brigada policial que comanda la comisaria de la policía judicial de París Anne Capestan.

La brigada la compone un elenco de deshechos policiales de diversos departamentos que sin embargo consiguen ser un grupo cohesionado que acaba de resolver un caso ante el estupor de los mandos y por el que ninguno de sus colegas no repudiados daba ni un euro.

Así transcurrido un impasse donde cada cual da rienda suelta a sus habilidades y a sus aficiones les llega este nuevo caso que tiene una afectación personal para la comisaria Anne Capestan.

El comisario Serge Rufus, su exsuegro por ser padre de su exmarido Paul Rufus, ha sido asesinado y su muerte parece tener motivaciones ramificadas que pueden tener otros brotes. Por si fuera poco la investigación no la tienen en exclusiva sino que son teloneros de la Brigada Criminal que es a quien iluminan los focos.

Moviendose entre sombras, evitando zancadillas y soportando trato despectivo van a ponerle tesón, entrega y entusiasmo para que se les reconozca sus méritos.

Y a todo eso otro cadáver reclamará su atención. El ritmo deviene frenético y se amontona el trabajo en la brigada cuando hace unos días su única tarea era gestionar la ociosidad sin caer en el aburrimiento.

Sophie Hénaff
Sophie Hénaff no mejora su primera entrega pero no pierde pie, casi la iguala y reafirma su estilo que aúna con gracia y soltura unas relaciones soldadas en la comicidad de los actos de los brigadistas con eficiente rigor policial y capacitación para trenzar una eficaz trama policiaca.

Su fuerte la caracterización caricaturesca de sus personajes y sus diálogos. Y su logro generar subtramas, desarrolladas por los diferentes integrantes de la brigada, desconcertantes y generosamente hilarantes.

Sus dos novelas, ya lo decíamos en la anterior, renuevan el panorama noir y ofrecen una lectura distendida no falta de intriga y emoción.

Lectura refrescante ideal para este verano. No esperen más y pasen a engrosar la brigada de Anne Capestan aunque solo sea desde fuera. Después de leerla querrán estar dentro.

Aquí les dejo la reseña de La brigada de Anne Capestan la primera novela de la serie y recomiendo leerlas por orden.

jueves, 9 de agosto de 2018

El ladrón que leía a Spinoza y El ladrón que pintaba como Mondrian de Lawrence Block

El ladrón que leía a Spinoza

El ladrón que leía a Spinoza y El ladrón que pintaba como Mondrian son la 4ª y 5ª entregas, respectivamente, de la serie de novelas policiacas protagonizadas por el simpático, conquistador e inteligente ladrón de guante blanco que es Bernie Rhodenbarr.

Una serie que si por algo se caracteriza es por el suspense y el humor, por sus diálogos y sus situaciones comprometidas felizmente resueltas con mucha imaginación y dinamismo; por su habilidosa forma de acorralar a Bernie y por su forma de escurrirse por un resquicio.

Bernard Grimes Rhodenbarr, Bernie, sigue siendo un tipo afortunado a pesar de su mala suerte, ya que consigue salir indemne de sus delitos aunque a veces, o casi siempre, la situación se le vaya de las manos.

Mientras muestra al mundo una imagen de probo ciudadano propietario de una librería de viejo no deja de acudir a la llamada de sus instintos básicos, léase robos en domicilios, para complementar, mejor para llenar, su cuenta de ingresos que con los libros no da ni para pagar los taxis.

En El ladrón que leía a Spinoza el tándem formado por Bernie y su íntima amiga Carolyn Kaiser, propietaria del salón de belleza para perros La Casa del Caniche, dan un golpe que han preparado concienzudamente y que en lugar de un gran beneficio les reporta una gran complicación. A Bernie le salen los muertos como los caracoles responden a la llamada de la lluvia, y a su lado criminal profesional ha de anteponer su lado investigador aficionado para descubrir al asesino so pena de que le endilguen a él el muerto; nunca mejor dicho.

La ambición, que debería ser un pecado capital, es el peor enemigo para el delincuente y de eso los ladrones saben mucho.

Piet Mondrian - Tableau 11
Ray Kirschmann, un policía noblemente corrupto, amigo de Bernie mientras este le llene el bolsillo vuelve a representar su papel de contrapunto legal a las ilegalidades. Todo está bien si bien acaba.

En El ladrón que pintaba como Mondrian el argumento gira en torno a original y copia, al dinero y a unos asesinatos. El zafarrancho ideal para que Bernie se mueva a sus anchas y demuestre sus habilidades para robar lo que parecía imposible y consiga de nuevo estar a punto de que le endilguen un muerto.

Lawrence Block ha desarrollado una serie que tiene tanto de divertida como de emocionante. Estas novelas se pueden leer a cualquier hora y en cualquier lugar y tienen un efecto inmediato y positivo sobre el sistema nervioso parasimpático: hacen que resalte la ironía estética.

Las novelas anteriores también reseñadas en este blog:



domingo, 5 de agosto de 2018

Velvet # 2 y 3 de Ed Brubaker y Steve Epting

Velvet: La vida secreta de los muertos

Con Velvet: la vida secreta de los muertos y Velvet: el hombre que robó el mundo, segundo y tercer y último tomo de la serie culmina una brillante trama de espionaje de altos vuelos que no desmerece ni en una viñeta ni en un diálogo desde el principio hasta el fin.

Velvet Templeton se ve envuelta, casi sin querer, en una historia de agentes asesinados desde su puesto de secretaria del director de la agencia ARC-7 y pronto descubre que hacer bien su trabajo es el camino más corto para ir al otro barrio, por lo que dejar la agencia y resolver la investigación es lo único que puede salvarle la vida.

Cambiar los útiles de escritura por armas y su traje chaqueta y zapatos de tacón por un traje de camuflaje experimental y altas botas negras es lo primero que debe hacer para enfrentarse a alguien que le quiere mal. Mucho mal. Y no tiene ninguna pista para poderlo identificar más que un lapso de horas en blanco en un informe.

Nunca la estructura argumental de introducción, nudo y desenlace había cobrado tanto sentido. Los autores dedican un tomo a cada una de las partes y consiguen una coherencia de línea narrativa que obliga a contener la respiración a lo largo de la lectura que va introduciendo nuevos personajes, y consecuentemente giros de trama, casi al mismo ritmo que elimina otros.

Estamos ante una historia que no es nueva, el cine tiene bastantes, y muy buenas, muestras de ello. Una historia que aúna agencias de investigación, informes clasificados, espías, espías dobles, corrupción y mucha, muchísima acción y disparos y asesinatos.

Velvet: el hombre que robó el mundo
James Bond, Jason Bourne y Ethan Hunt son los más icónicos en el género. Por eso si esta historia de Velvet no es adaptada al cine se cometería un gravísimo error no solo porqué su argumento está al mismo nivel sino también porqué aún estamos faltos de representación femenina tan carismática como los congéneres masculinos.

Los intentos de Charlize Theron o Angelina Jolie, por citar a dos que tengan el protagonismo absoluto y no sean comparsas, requieren de mayor continuidad.

Velvet Templeton es el blanco humano de una trama que hila muy fino en términos de credibilidad para hacerla del todo pausible.

Plausible en su acepción de creíble y también en su acepción de aplaudible.

Ed Brubaker es guionista sobradamente conocido por su amplia obra relacionada con superhéroes y sobre todo con género negro de quien se ha convertido en referencia obligada cuando se habla de comic noir.

En Velvet realiza un esfuerzo monumental para escribir un guión que se convierte casi en un script informático donde encaja las voces en off en primera persona, siempre son pensamientos del protagonista que en aquel momento copa la atención, con los diálogos, escasos, breves y acerados, con las indicaciones claras pero abiertas para el dibujante y colorista.
Velvet: página interior

Steve Epting ensalza la obra con un dibujo realista y preciso, muy afinado en los detalles y en la creación de atmósferas, demostrando un dominio magistral de la figura humana y el lenguaje facial y corporal. Demuestra además una gran habilidad en el planteamiento de página con mayoría de viñetas horizontales y jugando con el tamaño y la inclinación según sea necesario acentuar los momentos de inactividad, los de transición o los de acción pura y dura.

Y Elizabeth Breitweiser hace magia con el color; unos tonos neutros con predominio de oscuros que sin embargo no oscurecen el dibujo solo ajustan la sensación visual que se precisa para distinguir personas y objetos tanto en interiores como en exteriores, bajo luces indirectas de lámparas o farolas de calle, ventanas de edificios y faros de vehículos. La acción transcurre preferentemente en espacios cerrados y después de la puesta de sol ya que es donde y como mejor se mueven los espías.

Lean aquí la reseña del número 1: Velvet: antes del gran final