domingo, 8 de diciembre de 2019

Cuando el destino nos alcance el maíz seguirá creciendo de J.J.M. Veiga

Novela negra circular que deja
la boca seca y el cerebro atropellado.
Mississippi, la América profunda en una época, 1959, oscura y peligrosa especialmente para mujeres y negros. Las primeras por su atractivo y debilidad, los segundos por su color.

Jerry Wooster es joven que deja atrás su familia, sus amistades, su pueblo y su trabajo como ayudante de mecánico por motivos de supervivencia y justo a partir de ese momento empieza de verdad a comprender aspectos de la vida que no se había planteado. Está en esa edad en la que no hay mañana.

Rebeldía, corrupción y nepotismo. Sexo, violencia y racismo. Bourbon, música y baile. Coche, guitarra y pistola.

Una road novel, country noir. En la que se recorren lugares para encontrarse sin darse cuenta de que el que mira no se ve a sí mismo. Jerrry Wooster y Sandra O'Connell coinciden en el lugar adecuado y en el momento oportuno. Y ambos, aunque por intereses y motivos distintos, deciden emprender su huida juntos.

Y aunque por momentos sean tres, Bobby, un joven guitarrista negro es recogido haciendo auto-stop, su relación, pese a su dispar criterio y diferencia de edad, se consolida y tiene visos de continuidad mientras queman asfalto.

Un recorrido geográfico vivencial y contaminado. Una magnífica historia de amor, de odio y de venganza musicalizada a ritmo bailón y del Buick Skylark blanco de Sandra.

J.J.M. Veiga
J.J.M. Veiga ha escrito una novela negra circular que deja la boca seca y el cerebro atropellado. De esas novelas que se recuerdan por mucho tiempo que pase. Una de esas que firmaría Jim Thompson, con el beneplácito de Faulkner y de Shepard, si los anacronismos fueran posibles. Una novela que incita a ver cine negro del bueno.

Con un personaje, Jerry Wooster, implacable que una vez fue  inmaduro, como el maíz antes de la siega. Y que por momentos recuerda al Holden Caufield del El guardián entre el centeno.

Narrada en primera persona pero con saltos temporales que permiten disfrutar de una lectura sorpresiva y de un relato con una curiosa dualidad de sheriffs gracias a una estructura narrativa muy original.

Es una novela de apariencia sencilla pero ni de lejos. Su redacción, su desarrollo y su decisivo final dan buena fe de ello.

Indispensable. Noir cien por cien americano confeccionado en la Louisiana de Pontevedra que no pueden dejar de leer. Y ojo a la cuidada edición de Bandaàparte Editores.

Cuando el destino nos alcance el maíz seguirá creciendo es la última compra recomendada por Miguel Ángel efectuada en SomNegra antes de su cierre, y acertó como siempre. Y eso no es suerte, es conocimiento y por eso esta reseña os está dedicada, tándem SomNegra y Miguel Ángel.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Jett, serie de televisión

Jett, la serie de televisión neo-noir
que no pueden dejar de ver.
Jett es la protagonista de la serie del mismo nombre que rebosa negrura y trasciende y desborda por los cuatro costados del dispositivo que se emplee para verla.

Jett es una ladrona. Jett es la amante de un peligroso capo de la delincuencia organizada. Jett es madre soltera. Jett es amiga incondicional. Es emotiva y empática con quien lo merece y letal y despiadada con quien no.

Pero ante todo es absolutamente práctica y funcional. No hay capa ni superpoderes, solo es una mujer, atractiva, con lo que conlleva, en una sociedad patriarcal. Es una mujer que debe luchar para seguir adelante con su vida y la de su familia, biológica y adoptada.

Daisy Kowalsky, a la que alguien un día rebautizó como Jett, acaba de salir de la cárcel y se ve obligada a reanudar sus actividades delictivas como gesto de agradecimiento y saldar deudas al tiempo que debe capear los controles a su libertad condicional.

La decisión toma una deriva tremendista, como calificativo y como elogio a la técnica literaria del mismo nombre, ansiada en este tipo de series, y va a tejer una trama compleja donde intereses diversos, todos contrapuestos, sirven para un digno estudio de las distintas tipologías de mentes criminales. Y es que cada asesino es un criminal pero no todos los criminales son asesinos.

Sustentada en una trama de novela negra, el ritmo se desliza como bailarines de vals sobre suelo encerado, sin aparente esfuerzo, con una tensión generada en el suspense y no en el desenfreno. Todo muy pausado pero significativamente violento y angustioso. En ese mundo los fallos y las traiciones se pagan con la vida.

Carla Gugino es Jett
A Jett la interpreta Carla Gugino, que no solo está esplendida sino que parece hecha para ese personaje rico en matices y sin embargo de aspecto contenido y buscando siempre la manera de tener el control sobre sí misma y su entorno; a semejanza de la actuación de Giancarlo Esposito en su papel de Charlie Baudelaire, hecho para el lucimiento de un bon vivant.

Jett es una serie sostenida por grandes interpretaciones de los principales y secundarios. Muy sólida en su estructura narrativa y ofreciendo unos giros argumentales como si sucedieran de forma natural y no estuvieran ya escritos en el guion, que van alimentando la intriga.

Un guion, sabedor que no resulta original en su premisa, que busca diferenciarse de quienes le preceden con un tratamiento estiloso, casi glamuroso en ciertas escenas, incluso en las de sexo y en las de violencia, y haciendo hincapié en las relaciones personales; sobre todo en el comportamiento de las mujeres, entre ellas y con los demás. Y todo tan fluido y creíble como cotidiano y asequible.

Giancarlo Espósito es Charles Baudelaire
El director de fotografía realiza un magnífico trabajo evidenciado sobretodo en la elección de la luz y la paleta de colores.

Bien escrita y mejor dirigida por Sebastián Gutiérrez que no ha dejado nada al azar es una serie de obligada visión y deleite para quienes gusten de lo que se viene conociendo como neo-noir.

Jett ha finalizado su primera temporada de 9 episodios de argumento secuencial, en realidad es una larga película fragmentada en capítulos, y lo ha hecho cerrando perfectamente la trama principal pero alentando con un cliffhanger que supone un regocijo anticipado.

domingo, 1 de diciembre de 2019

La red púrpura de Carmen Mola

Novela negra al por mayor.
La Red Púrpura es la continuación de La novia gitana y explica y cierra todos los frentes que se hubieran quedado abiertos tanto en una como en la otra. De hecho si se publicaran ambas en un solo tomo engrandecería su cometido y su grosor no echaría a nadie para atrás sino todo lo contrario ya que su enganche es tal que a nadie le importaría.

La inspectora Elena Blanco va tras la pista de La Red Púrpura, una organización criminal a la que achacar una larga lista de delitos. Y lo hace con saña porqué su persecución tiene además mucho de personal: su hijo podría estar involucrado y, lo que es peor, voluntariamente.

La inspectora, que lleva años buscando esclarecer un suceso de su entorno familiar más querido, ha destapado, sin imaginarlo, la caja de Pandora y no sabe si quiere o no conocer su futuro, que sospecha aciago, pero no hay vuelta atrás.

Los videos snuff solo, por si fuera poco, son la parte visible del iceberg. Debajo, en la oscuridad, hay todo un submundo tenebroso interrelacionado en la dark web, esa parte no indexada y totalmente oculta que se conoce como internet oscuro, más oculto que el internet profundo, donde todo es posible, todo asequible porque todo tiene un precio.

En La Red Púrpura, esta segunda parte de la misma novela, se confirma el exceso de afectación de trama y personajes ya constatado en la primera.

En esta, incluso los personajes, que parecían tener roles definidos y claramente distintos, prácticamente hablan con la misma voz y pierden parte de su identidad en beneficio de forzar el ritmo narrativo y primar las situaciones y las descripciones a los caracteres.

Hay más interés en explicar para visualizar que en relatar para leer. Y no se aprovecha lo suficiente la tensión emocional de los personajes y la carga explosiva de su trama que, por esa precipitación, desvela sus intenciones y sus secretos antes de lo que debiera al resultar de una previsibilidad evidente.

Es tanto o más resultona que la anterior. Es de lectura absorbente y claro ejemplo de novela pasapáginas. Es novela negra de lectura fácil, speed reading sin cursillo, para lectores que incluso no lean y, eso si, que aguanten ciertas escenas que en cine obligarían a desviar la mirada o cerrar los ojos.

Carmen Mola emplea todos los ingredientes para obtener un dorado, crujiente y oloroso best-seller como para ir de boca en boca. Sabe a bizcocho de esos que tienen todos los componentes en varios sobres dentro de una caja. Un producto bien pensado para una eficaz comercialización masiva con los aditivos precisos para gustar a una gran mayoría.

domingo, 24 de noviembre de 2019

La cordura del idiota de Marto Pariente

Noir mesetario. Novela negra cruda
y arisca.
La novela negra ambientada en una pequeña localidad más o menos aislada, conforma un ecosistema donde nadie puede esconderse; donde, el anonimato que confiere cualquier gran núcleo urbano, no es una opción y por ello los caracteres de las personas son evidentes como el día: puede amanecer con cielo limpio y nublarse o al revés; las personas tienen un identificado patrón de comportamiento atmosférico pero una escala flexible para medirlo según convenga.

Toni Trinidad es el jefe de policía, de hecho es el único policía, de Ascuas, mal que le pese al concejal de quien depende; padece de hemofobia por lo que su vida es una sucesión de episodios de desmayos recurrentes y tiene una hermana, Vega, que gestiona un desguace, conduce un coche grúa, es alcohólica y podría ser viuda o cuando menos esposa abandonada.

La inteligencia no reluce a simple vista, igual que la lógica de quien la sociedad llama loco ni la cordura de alguien a quien se considera idiota. La cordura del idiota es tan notoria que despreciarla es de ignorantes y pretenciosos.

En un pueblo como Ascuas, cercano a Guadalajara y relativamente poco alejado de Madrid, todo es aparentemente sencillo: cada cual a lo suyo, tú no me pisas y yo no te muerdo. Pero de lo sencillo surge lo complejo y así a partir de un suicidio, el Triste parece que ha decidido substituir su habitual café matutino por una soga al cuello, se vinculan asuntos y negocios que nunca debieron juntarse.

Bien cuando se junta el hambre y las ganas de comer; mal cuando se juntan dos a comer cuando apenas hay para medio.

Y es que a menudo se olvida que no se precisa de una gran ciudad para delinquir, que no es el lugar donde se vive lo que determina el grado de maldad que alberga sino que son sus habitantes, sus transeúntes, quienes ejerciéndola la delimitan.

Marto Pariente,
sentado a la mesa
de los grandes
del country noir.
Marto Pariente demuestra estar sobradamente capacitado para desarrollar y escribir una historia absolutamente electrizante y certera como rayos de tormenta atraídos por un borne metálico de diez metros de altura.

Para crear unos personajes carismáticos y verosímiles y para engarzar una trama puro hard boiled al ámbito rural y conseguir que no se le muera por el camino.

El uso de tres voces narrativas: en 1ª persona de Toni, en 2ª de Vega y en 3ª para los demás, aporta un plus de interioridad psicológica que vehicula los pensamientos con los actos hasta un glorioso final.

Se ha sentado a la mesa de los grandes: Daniel Woodrell y sus La muerte del pequeño Shug y Los huesos del invierno, y con Jim Thompson y sus indispensables El asesino dentro de mi o 1.280 almas, a quienes debe mucho, Marto Pariente aporta su versión de noir rural peninsular con un campo limpio de rastrojos y bien labrado aunque las semillas sean ajenas. Novela negra cruda y arisca.

Su lectura me ha hecho recordar la apasionante de Un dedo con un anillo de cuero de José Ramón Fernández, paradigma de noir mesetario y novela indispensable para quien guste del country noir.

La cordura del idiota es una lectura agradecida por estar bien contada y por ello más que recomendable y especialmente por salirse de los tópicos urbanos aunque no pueda evitar caer en los homónimos en su versión rural.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Solo las bestias de Colin Niel

Solo las bestias. Sin distinción:
bestias animales y bestias humanas.
Évelyne Ducat, la joven esposa de un rico empresario desaparece en lo que parece uno de sus habituales paseos por la montaña. Su coche vacío ha sido encontrado y no hay rastro alguno de ella por lo que la policía inicia una investigación a ciegas que a medida que pasa el tiempo acentúa los peores presagios.

El pueblo, ganadero, en el macizo central del Causse francés, es pequeño y desconectado; el clima en invierno es destemplado y poco hospitalario y quienes aún viven en esas cuatro callejas se saben más unidos por el infortunio que por un deseo expreso. Las relaciones interpersonales son tan peculiares como caprichoso es el diseño de la naturaleza que alterna llanuras de pasto con afiladas rocas y profundas simas.

Y si algo se aprende de una comunidad cerrada es que las personas son las que se cierran en sí mismas convirtiéndose en habitantes austeros, desilusionados, ausentes y depresivos. Incomunicación, y por tanto incomprensión, marcan esas vidas.

Unas vidas acostumbradas a pasar largas horas a solas con el ganado; a hacer de éste algo más importante que la familia; a entender que todos somos bestias, solo que unas son animales y las otras son humanas.

Solo las bestias es una ambiciosa novela de personajes, una gran y trágica novela negra pero ante todo y sobre todo es una gran, gran novela de amor; de amores para ser más exacto. Ese motor que mueve el mundo, menos explosivo que el de gasolina y más longevo que el diésel. El amor rige los actos de todos los actores de este country noir, incluso los más malévolos.

Un planteamiento a cinco voces en la que cada cual aporta su visión de los hechos y su participación en los mismos (¿por qué no en primera persona cada uno?) que si bien acierta en evitar repeticiones directas no puede obviar reiteraciones continuas y eso no resulta adecuado para el ritmo que sufre los consabidos altibajos asociados a este particular tipo de narración.

Si sirve para conocer mejor cada personaje y como siente cada cual. Y ahí es donde el sentimiento de amor, por falta de, por necesidad de, por exceso de, por su forma de, se expande y adquiere un tono rojo que da vida que es el contrapunto perfecto al neutro blanco de la nieve y al negro de la maldad y de la muerte.

La lenta evolución de la trama se ve sacudida con unos giros que suponen descubrimientos que arrojan luz sobre acciones y motivos que recogen a lectores despistados como si fueran ovejas descarriadas.

Colin Niel, autor de Solo las bestias.
Colin Niel se instaló durante dos meses en un pueblo de la zona para captar la atmósfera humana y climatológica y poder transmitir mejor las emociones y las sensaciones de quienes la habitan y la percepción de los fenómenos atmosféricos y sus consecuencias en el estado anímico.

Tal inmersión se nota en la lectura; sobrepasa la que pueda aportar cualquier documentación exógena y supone añadir una verosimilitud cercana al documental, algo que también lo propicia el hecho de que al lector se le de todo hecho sin investigación policial.

Una vuelta de tuerca al country noir, cercano al true crime por la forma de ser narrado.

Eso si, una traducción más que mejorable ya que penaliza a lo largo de toda la lectura y en algunas ocasiones facilita directamente la incomprensión.